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Estado español :: 01/02/2019

"Si consideramos que la solidaridad internacionalista es innegociable, hay que ejercerla"

Sarah Babiker / Angeles Maestro
Nines Maestro habla de su citación para declarar como investigada por "financiación del terrorismo" ante la Audiencia Nacional

Pero también de la centralidad de la lucha del pueblo palestino, del desconcierto de la izquierda, y de los caminos que podría tomar la revolución.

Ángeles Maestro (Medina del Campo, 1952), más conocida como Nines, nos recibe en su casa con un café caliente. Mientras nos preparamos para entrevistarla, muestra la citación judicial que recibió la semana pasada. Son solo dos hojas, un texto muy breve: destacan la palabra "investigada", la fórmula "delito de financiación al terrorismo". En la notificación se fija una fecha para declarar ante la Audiencia Nacional, el martes 5 de febrero. No irá sola, otras dos compañeras --María y Beatriz-- han recibido sus citaciones. Figuran como cotitulares en una cuenta bancaria a nombre de nuestra anfitriona, cuenta que se utilizó para canalizar dinero hacia el pueblo palestino.

Maestro, comunista histórica, ahora a la cabeza de Red Roja, fue concejal en el primer gobierno municipal de Talavera de la Reina en democracia, cuando formaba parte del Partido Comunista. Diez años después, en 1989, entró en el Congreso como diputada por IU. Allí se quedó una década. Hace unos 15 años que Maestro dejó atrás, primero IU y después el PCE.

Un episodio de la trayectoria política de Maestro resulta especialmente útil para comprender mejor este momento que está atravesando. En 1997, cuando España debía ratificar el estatus de socio comercial preferente con la Unión Europea de Israel, casi todo el Congreso votó a favor. Ella no. "Aludían a que el acuerdo contenía un apartado que obligaba al estado israelí a respetar los derechos humanos. Mirad cuánto los ha respetado", sonríe irónica. Hemos venido a su casa para que nos cuente sobre la investigación, pero acabamos conversando sobre el lugar del pueblo palestino en la solidaridad internacionalista, el desconcierto de la izquierda, las formas en las que podría conjugarse su futuro.

¿Qué supone para ti y las otras dos personas imputadas, a nivel emocional pero también económico, la actuación de la Audiencia Nacional?

Se trata de un posible juicio por un delito que contempla una multa por el triple de la cantidad enviada --un total de 25.000 euros, mucho dinero para gente modesta--, y una pena de uno a cinco años de cárcel. Claro que lo que las tres sentimos es una gran preocupación. La financiación del terrorismo suena muy fuerte, respecto a la Audiencia Nacional, sabemos que es una jurisdicción especial, con las connotaciones que esto tiene.

Sí, en el momento sentimos una gran preocupación, sobre todo hasta que supimos realmente de qué se nos acusaba, porque en la citación no se explicaba. Ya cuando nombramos abogada a Begoña Lalana, ella pudo acceder al sumario. Ahí supimos que se trataba de lo que sospechábamos, porque las únicas veces que hemos hecho algo que pudiera pensarse que es una recogida de dinero para alguna causa, fueron cuando pedimos donaciones, públicamente, a través de nuestra página web, de Red Roja --o sea fue una decisión de la organización, obviamente no nuestra--, con el fin de hacérselas llegar al pueblo palestino.

¿Qué pensasteis cuando os comunicaron de manera más concreta en qué consistía la denuncia?

De alguna manera respiramos porque, claro, tú sabes lo que haces y lo que no haces, pero no es la primera vez que se ven imputaciones muy raras de cosas muy raras a algunas personas. Así, sentimos una cierta tranquilidad porque lo que hicimos no pudo ser más a la luz del día, más público y más para una causa que la gente --incluso gente no politizada, gente que a lo mejor no tiene adscripción de izquierdas-- entiende que es justa. Es lo que pasa con la lucha del pueblo palestino, yo creo que, en el Estado español, Palestina está en el corazón de la gente, ¿no? En ese sentido respiramos porque pase lo que pase, no nos arrepentimos de lo hecho, pues el objetivo era llevar dinero para hospitales, o para la reconstrucción de las casas y de las escuelas.

¿En qué contexto se decidió recaudar donaciones para enviarlas a Palestina?

Fue en 2014 y 2015. Aunque es muy difícil decir qué años son duros para Palestina y cuáles no, porque cada dos por tres hay ataques, en aquellos momentos había centenares de muertos, miles de heridos, en los medios de comunicación se hablaba de una situación angustiosa en los hospitales, que no daban abasto. Claro, es una infraestructura muy humilde la que tienen, y encima desbordada por miles de heridos, centenares de casas destruidas. Entonces pensamos que, además de un comunicado, que es lo que se suele hacer, podíamos hacer algo más, dar cauce a la solidaridad de la gente que quisiera aportar una ayuda, a la que modestísimamente podíamos llegar, que es gente también con pocos recursos.

La mayoría de las donaciones eran de 20, de 10 euros. Así, llegamos en un caso a 5.300 y en otro caso a 3.065 euros, en base a goteos de cantidades muy pequeñas, pues nosotros no tenemos financiadores iraníes ni de ningún lado, Red Roja ni se presenta a las elecciones, ni tiene subvenciones, ni la gente que nos rodea es gente económicamente poderosa. Es poderosa porque tiene mucha dignidad y mucha solidaridad, pero no porque tenga mucho dinero.

Antes de la citación, ¿teníais noticia de que estabais en el radar de la Audiencia Nacional?

Para nada. El auto procede de 2017, no de la propia Audiencia Nacional sino de dos asociaciones israelíes, la Asociación Israelí de Ibiza y Lawfare Project Spain, en esta hay una abogada norteamericana que es quien ejerce la acusación. El procedimiento se inicia no por nosotras, sino con la llegada de Leila Khaled, dirigente del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), invitada a una feria del libro que se llama Literal y que estaba subvencionada por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí participaba en una mesa redonda donde se presentaba su biografía.

Eso es lo que da origen a la acusación: tiran del hilo porque Leila Khaled se mueve libremente por varias ciudades del Estado, entre otras por Madrid, donde hace un acto en el Club de Amigos de la UNESCO. Yo la presento porque la conocía desde hace más tiempo y es verdad que es una heroína, yo creo que la heroína viva más grande que tiene el pueblo palestino. Pensamos que a quién mejor le íbamos a dar el dinero que a ella. Nos firmó una breve nota de agradecimiento y esa nota la publicamos también para que la gente que había aportado dinero tuviera la constatación de que todo había ido a ayudar al pueblo palestino.

¿Sabíais que el FPLP estaba considerado como una organización terrorista?

Nosotras no sabíamos, como aparece ahora en el sumario, que el FPLP estaba incluido en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea desde 2002. Supongo que ocurrió en la oleada en la que se empezó a declarar terroristas a los árabes, a raíz de los atentados de las Torres Gemelas. Pero claro, que aparezca en un listado de organizaciones terroristas no tiene una eficacia jurídica directa, es decir, eso no supone que esa organización --que tiene representantes públicos en toda Europa-- esté ilegalizada, ni que en consecuencia sus representantes ya no puedan, con total libertad, representar a su organización, como así ha sido durante todo este tiempo.

Nosotros no miramos quién está en esas listas, además, cuando ves a una organización actuando libremente, es muy difícil pensar que sea considerada una organización terrorista. La segunda vez que enviamos dinero, como no estaba Leila Khaled, se lo dimos a un miembro de la Autoridad Nacional Palestina que tiene también embajada aquí, aunque no haya Estado palestino. Entendimos que era a través de este tipo de personas como se podía hacer llegar una modestísima ayuda.

Más allá de lo que haya podido hacer el pueblo palestino con esas pequeñas ayudas, yo creo que la solidaridad hay que seguir ejerciéndola, ese llamamiento lo hago con toda firmeza, hay que seguir sosteniendo la lucha del pueblo palestino, de todos los pueblos que luchan legítimamente por sus derechos. Yo creo que el valor que tiene la solidaridad es que la gente sienta que no está sola, que hay otras gentes en el mundo que --independientemente de lo que hagan sus gobiernos-- reconocen la legitimidad y el valor de su lucha, porque es legítima para ellos y porque es una lucha general por la libertad.

Por lo que acabas de relatar, parece difícil que el proceso sea sostenible. ¿Qué expectativas tenéis frente a su desarrollo? ¿pensáis que puede seguir adelante?

Razonablemente, no. Vamos a demostrar que efectivamente ese dinero llegó a donde estaba destinado. Instituciones sanitarias fundamentalmente. Además, por mi profesión de médica sé --y no es que yo tuviera otro papel más protagonista que el de ser la titular de la cuenta-- que cuando hay heridos, realmente el que funcionen los hospitales es la primera prioridad.

Pero, por otro lado, la multitud de delitos que entran dentro de la legislación antiterrorista tiene un grado de ambigüedad calculada muy grande, que permite una enorme discrecionalidad en la interpretación. En primer lugar, qué es terrorismo. No hay una definición del terrorismo en el código penal. Quién es terrorista, ¿el Estado de Israel que bombardea Palestina, o los palestinos que intentan defenderse? ¿Cuáles son los terroristas? Esa no definición del terrorismo es el punto de partida.

¿Qué implica esto para la solidaridad internacional?

Claro, es que luego está el entorno del terrorismo. Leila Khaled, por ejemplo, es una mujer que se pasea abiertamente. El hecho de que la Unión Europea en un momento determinado hiciera un listado, ¿quiere decir que Leila Khaled es una terrorista y quienes nos vinculamos con ella estamos contaminados por el delito de terrorismo? Yo creo que ese es uno de los retrocesos más grandes que se han dado en la seguridad jurídica de la legislación de los países. La falta de concreción de ese delito de terrorismo que efectivamente es un arma arrojadiza en función de quién tiene el poder.

El poder considera terrorista a quien le intenta resistir, pero claro, eso es una legitimidad que en derecho es muy discutible, sobre todo en cuanto a la extensión del terrorismo a quien se solidariza con una causa justa enviando dinero para proyectos humanitarios y para situaciones límite que se están viviendo, como es una guerra. Nosotros esperamos que las cosas queden suficientemente aclaradas, no solo por nosotras, sino por la dignidad y la seguridad de la solidaridad internacionalista que debe seguir existiendo y más que nunca para que la gente no tenga ningún miedo a contribuir con lo que modestamente pueda para aliviar el sufrimiento de otros pueblos que atraviesan situaciones tan dramáticas como la del pueblo palestino.

Yo espero que ese resultado sea bueno no solo para nosotras. Y aunque sea malo para nosotras, aunque contra toda evidencia haya un juicio y una condena, lo que la gente tiene que saber es que el avance de las legislaciones respecto a los derechos de los pueblos siempre se ha conquistado y que si consideramos que la solidaridad internacionalista es innegociable, eso hay que ejercerlo. Que no sirva esto para que la gente entienda que hay que echarse para atrás, al contrario, el sentido común, la dignidad y la solidaridad avanzan ejerciéndose.

Mientras se ataca la solidaridad internacional, vemos emerger un bloque internacional ultraderechista. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se codea con líderes fascistas como Viktor Orban o Jair Bolsonaro. Parece que son buenos tiempos para el sionismo y la extrema derecha. ¿Y para las izquierdas?

Pues no son buenos tiempos, yo pienso que --independientemente de la ideología-- la caída de la Unión Soviética fue un desastre para la izquierda mundial. La guerra de Irak del 91 y la de Yugoslavia, todas las que han seguido, son la expresión de que la desaparición de la URSS dejó las manos libres a un imperialismo europeo --no solamente estadounidense-- que entiende que no tiene ningún límite para hacer lo que deba hacer para obtener recursos baratos en todas las partes del mundo.

Creo que la izquierda ha perdido. En mi opinión, uno de los grandes errores de estas nuevas formas de la izquierda que se presentaron, como Podemos, fue no entender que una izquierda sin conciencia de clase y sin conciencia antiimperialista es pasto de cualquier tipo de manipulación, de todas las peleas internas que se producen cuando el único objetivo es tener una representación electoral. Esto pasa cuando se pierde la perspectiva histórica de la revolución desde el punto de vista político y desde el punto de vista ético.

¿Qué papel juega esa perspectiva histórica?

Creo que es muy importante, porque la gente que persigue la revolución, que es consciente del enorme sacrificio humano que ha costado enfrentar el capitalismo --que es el instrumento más depredador de vida humana del planeta, de recursos, de opresión-- cuando nos sentimos herederos, modestísimos, de la Comuna de París, de la Revolución Soviética, de la Revolución Cubana, de la Revolución China, con sus errores y con sus fracasos, pero conscientes de ese enorme sacrificio humano, de esa tarea de gigantes, el pensar que haces cualquier cosa por acabar siendo concejal de un ayuntamiento, o porque te nombren asesor de nosequé, que pides perdón por haber dicho que la transición fue de alguna manera un mantenimiento de estructuras de la dictadura y... Eso, eso suena a chino, porque tienes la perspectiva de que comprarte no es posible, menos con cosas tan pequeñas.

Esa izquierda pierde esa dimensión histórica e internacional, que es la que justifica la existencia de la izquierda, la perspectiva de la revolución aunque no la veamos, aunque no la vean mis hijos. Es la sensación de que nuestro deber para quienes nos han precedido en la lucha -- y ahora estoy hablando del estado español-- quienes perdieron la guerra civil defendiendo una España democrática y avanzada, nos exigen que caminemos en ese sentido. Y por ahí va la reconstrucción de la izquierda. A mí me parece que toda esa historia de los relatos y la música de pajaritos, los papelitos de colores, se han utilizado para esconder que en el fondo lo único que se perseguía --y por eso nos salimos nosotras y nosotros de Izquierda Unida-- es encontrar un hueco para gobernar con el PSOE. Yo entiendo que eso tiene un recorrido muy corto y que es imposible que a una juventud como la de ahora, que está viviendo condiciones durísimas de precariedad y de falta de futuro eso le ilusione.

¿Hacia dónde debería entonces dirigirse la izquierda, en su opinión?

En momentos de crisis se produce una radicalización de la sociedad, la aparición de la extrema derecha es una explicación de esa radicalidad y lo que falta es una izquierda coherente y fuerte, que hable con perspectiva histórica y que hable de objetivos importantes como son la salida de la UE, la salida del proyecto imperialista de la UE que es el euro, la expropiación de la banca, cosas que son razonables.

Una banca que se sostienen en base a una financiación que ha dado origen a una deuda que es la que justifica las reformas laborales, los recortes de las pensiones, de la sanidad. Una banca que está sostenida con dinero público, ¿debe seguir sirviendo para que sus consejos de administración obtengan beneficios millonarios y a que a su vez sean quienes presionen al gobierno para que no avancen leyes justas en relación a derechos como la vivienda o como la sanidad? Eso es una locura, el capitalismo es una locura. Una respuesta por parte de quienes creemos que no estamos locos y que sobre todo, no estamos dispuestos a soportar que tanta gente pague por esto. Ahí está la izquierda que hay que construir.

Y, ¿cómo se construye? ¿No le parece algo lejano, débil, en comparación con la fuerza con la que se pronuncia la derecha en todo el mundo?

Yo soy optimista, pienso que los pueblos no se suicidan. Y el pueblo palestino es el ejemplo más claro. Los pueblos son dignos. Otra cosa es que los medios de manipulación de masas son muy eficaces, el miedo juega su papel, esa es una de las consecuencias de las persecuciones, no solamente atacar a la persona perseguida, sino que cunda el pánico alrededor. La extensión del miedo. Pero yo creo que al final la gente va entendiendo.

Por ejemplo, mira a los taxistas: un colectivo que no se distinguía por ser la vanguardia de la clase obrera, precisamente. Ahora vemos la conciencia que están exhibiendo. Es verdad que han dicho cosas como que Fernando Grande-Marlaska es gay, pero lo que se está omitiendo es que el representante decía que cómo es posible que un hombre de izquierdas mandara a la policía a reprimir al pueblo.

La conciencia de los taxistas no viene porque hayan leído un periódico de Red Roja, viene por la constatación de que, efectivamente el capital, las grandes multinacionales, han ganado el pulso a la Unión Europea y a gobiernos de todo tipo. Y que lo que intentan, como el desarrollo del capital es así, es penetrar todo espacio susceptible de convertir en beneficio. Así ellos desarrollan conciencia anticapitalista y esa es la que están mostrando, aparte de la solidaridad, aparte de su unidad, aparte de utilizar la lucha como instrumento.

¿Una conciencia de clase desarrollada en la experiencia de la precariedad?

Como los melocotoneros aragoneses que quemaban la bandera de la UE cuando las sanciones a Rusia, ¿esa gente ha leído un periódico de alguien que plantee que la UE es el mecanismo de las grandes multinacionales y la gran banca contra las clases populares? No, pero ellos vieron a través de su experiencia concreta que les estaban hundiendo la vida. Son sectores que no tienen nada que ver con la conciencia de clase tradicional.

También los chalecos amarillos están ahí, el caldo de cultivo está ahí. La chispa prende porque hay terreno abonado. El gran riesgo es que movilizaciones como la de los chalecos amarillos --que ya están teniendo una represión brutal-- acaben en masacres. Lo que hay que intentar es que ese esfuerzo enorme de los pueblos abra camino a victorias. Para eso es importante la organización. Creo que otro de los grandes errores de estas nuevas izquierdas es haber despreciado el papel de la organización. Y hablo de la militancia, del compromiso, no de inscribirse para votar en unas primarias, sino del compromiso de quien da su tiempo libre, de quien da lo que puede a una organización con el convencimiento que si no hay una dirección política de las movilizaciones populares, estas son fácilmente derrotadas.

Esa es la izquierda que hablábamos antes que hay que construir, y ese es el camino. El pueblo hace las revoluciones, las revoluciones no se las inventa ningún partido ni ningún dirigente. Ahora, para que una revolución triunfe, tiene que haber organización detrás, si no la derrota está garantizada.

El Salto

 

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