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Mundo :: 18/12/2008

Ecuador: Muerte del ex presidente ecuatoriano León Febres Cordero

Dax Toscano Segovia
Durante el gobierno de Febres Cordero se produjo la violación sistemática, planificada de los derechos humanos. ?A los subversivos hay que matarlos como al pavo, la víspera?

“Es el beso del adiós, perro” le grito Muntadhar al-Zeidi, periodista de 28 años de la cadena de televisión Al Bagdadia a W. Bush, al tiempo que le arrojaba unos zapatos en una rueda de prensa sostenida conjuntamente con el primer ministro iraquí Nuri al Maliki. Inmediatamente al-Zeide fue detenido por miembros de la seguridad de ese país y agentes del servicio secreto de los EE.UU. Tanto su familia como sus compañeros de trabajo han manifestado preocupación por lo que pueda ocurrirle.

Muntadhar al-Zeidi podría enfrentar penas de dos años de prisión si se lo acusa por insultos a un jefe de Estado extranjero de visita en Irak o, señalan algunos abogados, de hasta quince años si se le inculpa por intento de homicidio a un jefe de Estado. Todo es posible bajo la presencia del odioso invasor norteamericano. Lo cierto es que la reacción de al-Zeidi no es más que la expresión de odio, desprecio y rechazo de un amplio sector del pueblo iraquí contra el ocupante que ha causado la muerte de millones de personas, la destrucción del país y el saqueo de sus recursos. Con valentía al-Zeidi le increpó a Bush: “Esto es por las viudas, los huérfanos y todos los muertos en Irak”.

Los medios, ansiosos del espectáculo, han puesto relevancia en el hecho del lanzamiento de los zapatos, pero no en su verdadero significado: el rechazo a la prepotencia imperialista hoy representada por la figura de un psicópata como W. Bush, nefasto personaje de la historia, despreciado no sólo por el pueblo iraquí, sino por los pueblos del mundo entero, incluidos las y los estadounidenses.

Qué gusto da ver como hay personas dignas que se enfrentan a los poderosos y no sólo seres rastreros y serviles con el poder. La lección y enseñanza que deja al-Zeidi es la de la dignidad frente a quienes, con cinismo, pretenden burlarse de las desgracias que han provocado contra los pueblos.

Pero en la viña del señor, encontramos también las otras especies. Son esas personas que, como Marx señalara, “asumen deliberada y gozosamente su destino de criados, de siervos, de rastreros que se humillan y se arrastran ante el poder, que carecen de autoestima, orgullo y dignidad”. Iñaki Gil de San Vicente dice que “estos seres siempre deambulan por la vida buscando agradar al amo, para recibir una palmadita o una migaja”. Así actúa la organización Reporteros Sin Fronteras al señalar con cinismo sobre la reacción de al-Zeidi: “No aprobamos esa forma de comportamiento como medio para expresar una opinión, o una convicción pensada. La relajación con que George W. Bush comentó el incidente debe, a fortiori, impulsar a las autoridades iraquíes a la clemencia”. Para ellos el personaje equilibrado, el verdadero defensor de la libertad es Bush.

Dentro de esa especie se hallan politiqueros de todo tipo, intelectuales pusilánimes y periodistas serviles. Todos estos tienen como objetivo tergiversar, ocultar y falsear la realidad.

Dice Santiago Alba Rico que “la catástrofe es, sobre todo, el imperio del olvido”.

Esa es la tarea propuesta por y para muchos opinadores, políticos profesionales y periodistas relacionados, directa o indirectamente, con las empresas mediáticas. Su objetivo fundamental es lograr que las personas no recuerden, que no tengan memoria sobre su propia realidad, para lo cual utilizan cualquier mecanismo de manipulación. Para ello ponen de relieve las creencias por sobre el pensamiento, la aceptación pasiva de lo establecido por sobre la crítica, el cuestionamiento y la problematización. No les interesa, en definitiva, que las personas tengan las herramientas necesarias para comprender y transformar la realidad. Los procesos sociales no se estudiados en su totalidad, sino en forma fragmentada; claro está, cuando algo se los estudia.

El tratamiento de la enfermedad y muerte del ex presidente ecuatoriano León Febres Cordero, líder del Partido Social Cristiano y representante de la oligarquía ecuatoriana, sucedida el día 15 de diciembre de 2008, a las 16 horas 30 minutos, demuestra que a algunos de los personajes señalados no les interesa que el pueblo ecuatoriano tenga un conocimiento profundo de los hechos. Más importante es lo anecdótico, lo que no es esencial.

La información proporcionada tiende a evitar la comprensión de los procesos y del papel que juegan determinados personajes en circunstancias históricas sociales específicas. Estos aparecen como los verdaderos hacedores de la historia, los conductores y guías que tan solo con sus acciones son los que determinan el rumbo de los pueblos en sentido positivo o negativo. Los medios contribuyen así a la formación de los mitos, de los personajes mesiánicos o de los amados u odiados gobernantes.

Esta es una de las razones que permite explicar cómo, a pesar de haber sido uno de los representantes de los intereses de la oligarquía ecuatoriana, de ser uno de los responsables de la debacle económica y social del pueblo ecuatoriano, de haber manejado el país como su hacienda, mucha gente de los sectores populares, principalmente en la ciudad de Guayaquil, profesó y profesa admiración y cariño por el líder socialcristiano. Los procesos de alienación son muy fuertes en esos sectores que no tienen conciencia de clase.

Fueron los medios los que siempre resaltaron, sin ninguna crítica, el estilo machista y grotesco de Febres Cordero cuando hablaba frente al público en las tarimas. “¡Adiós a un líder que nunca se ahuevó!” dice un titular del periódico Extra, un tabloide dedicado a la crónica roja. León Febres Cordero fue el macho, el hombre bien parado, el que no se ahuevaba a nada, el que si tenía huevos. León actuaba como un matón, como un cowboy, lo que lo hizo ser amado por unos y odiado por otros. Agustín Cueva, sociólogo ecuatoriano ya fallecido, cita a Ramiro Rivadeneira, autor del libro “El pensamiento de León Febres Cordero” donde se leen las profundas ideas de este personaje: “‘Mi vida es pública, como pública es la de una ramera’… ‘La pistola, mi mejor amigo. No me pide nada, no come y siempre está lista’.” Febres Cordero también diría: “Ronald Reagan y yo tenemos el espíritu de cowboys”.

Pero para sus seguidores, sus partidarios ideológicos enquistados en todos los ámbitos de la vida del país, Febres Cordero, a pesar de todos sus defectos y acciones negativas, fue un hombre justo, un gran empresario y administrador. ¡Un verdadero patriota! La municipalidad de Guayaquil en un comunicado de prensa expresa que la muerte del ex mandatario y ex alcalde de la ciudad “constituye una irreparable e irremediable pérdida, que ensombrece el quehacer nacional”. El municipio porteño se apresta a realizar obras, monumentos, plazas en su honor.

Los medios se encargan constantemente de fabricar la idea de que los capitalistas y sus representantes son seres ejemplares para el resto de la población. Obviamente no podían dejar de señalar que Febres Cordero fue un gran amante del deporte y la naturaleza, sobre todo de los caballos de paso, un buen padre de familia y tantas cosas nobles más. León Febres Cordero, “madera de guerrero”, será exaltado como el modelo de lo que un guayaquileño debe ser.

Frente a las terribles alcaldías que antecedieron a su gestión en la ciudad de Guayaquil, Febres Cordero, que mejoró la imagen de la urbe e hizo diversas obras, se erigió como el salvador de una ciudad a la que los ex ediles la habían sumido en la basura, en el caos, en la destrucción. Y por supuesto, los medios estaban prestos a resaltar esa gestión. Lo que no se dijo o de lo que se habló en forma muy somera es que las obras realizadas en Guayaquil fueron hechas con los recursos de todos los ecuatorianos que contribuyeron con sus impuestos para la realización de las mismas y, además, que detrás de ello también hubo negocios muy rentables para algunos amigos y familiares de Febres Cordero a través de la Fundación Malecón 2000, creada en el año 1996 bajo su administración edilicia.

Durante el gobierno de Febres Cordero se produjo la violación sistemática, planificada de los derechos humanos. Con el pretexto de combatir al terrorismo se persiguió, se encarceló, se torturó, se asesinó, se censuró a todos aquellos que se opusieron a su nefasto régimen.

Son de triste recordación los diversos centros de detención y tortura, como fueron las cárceles del desaparecido Servicio de Investigación Criminal de la policía, donde se llevaron a cabo prácticas crueles contra las y los detenidos al estilo de las dictaduras fascistas del cono sur. Las fuerzas armadas y la policía nacional fueron asesoradas por instructores norteamericanos, taiwaneses e israelitas que les prepararon en la aplicación de técnicas de tortura y de diversos mecanismos de represión con el propósito de garantizar y defender el orden interno, evitar la conmoción e impedir que los revoltosos, subversivos y terroristas, es decir los movimientos revolucionarios, las organizaciones sociales de izquierda, desestabilicen el orden impuesto por la oligarquía vende patria. Todo en nombre de la Ley de Seguridad Nacional.

Estos aparatos represivos recibieron el respaldo absoluto del gobierno de reconstrucción nacional a través de sus ministros de gobierno y defensa como fueron Luis Robles Plaza, Heinz Moeller y Luis Piñeiros, responsables conjuntamente con Febres Cordero de los crímenes perpetrados. Jaime Nebot Saadi, actual alcalde de Guayaquil, en ese entonces gobernador de la ciudad, también estuvo implicado en esas actividades represivas. El gobierno de León Febres Cordero contrató a un asesor israelí en seguridad de nombre Ran Gazit, al que pagaron 150.000 dólares para luchar contra lo que definieron, a través de una campaña de propaganda muy bien estructurada, como terrorismo.

Los medios contribuyeron a crear una situación de sicosis colectiva, de miedo en la población hacia las organizaciones revolucionarias, principalmente contra el movimiento Alfaro Vive Carajo. Las acciones realizadas por esta organización recibieron un tratamiento especial por los medios cuyo propósito era el de generar rechazo en la población frente a las mismas, criminalizar en forma absoluta al movimiento y presentar a sus integrantes como vulgares delincuentes. El dilema que se puso fue: “Ecuador ¿otra Colombia o una isla de paz?”. Todo ello sirvió para justificar y tergiversar muchas veces la causa de los asesinatos, de los crímenes perpetrados por el despótico gobierno de León Febres Cordero. En varias ocasiones se montaron operativos falsos para luego presentar como muertos en combate a militantes de las organizaciones armadas que habían sido capturados, torturados y asesinados con anterioridad. El corrupto Secretario de la Administración, Joffre Torbay decía: “A los subversivos hay que matarlos como al pavo, la víspera”.

Eduardo Tamayo indica como Joffre Torbay huyó del país con la ayuda del gobierno una vez que fue sindicado por corrupción en la compra de 350 carros recolectores de basura a la empresa mexicana DINA, transacción por la que se llegó a pagar un sobreprecio de 7 mil dólares por cada uno de los vehículos.

Algunos jóvenes como los hermanos Restrepo, Consuelo Benavides, Arturo Jarrín Jarrín, Fausto Basantes, fueron torturados y asesinados por los organismos de seguridad del Estado.

Febres Cordero llegó a la presidencia en 1984. “¡Juro ante Dios y ante la Patria, que jamás os traicionaré!” fue la frase que utilizó cuando se posesionó como presidente. Su lema de campaña: Pan, techo y empleo, había convencido a la gente más pobre en el país, que le daría su apoyo en las urnas.

Con su gobierno se dio inicio a la aplicación abierta del modelo neoliberal en el Ecuador.

El presidente electo, fiel a su clase, profundizó el proceso de sucretización iniciado en el gobierno del democratacristiano Oswaldo Hurtado (mecanismo por el cual la deuda externa privada la asumió el Estado ecuatoriano, que debía pagar en dólares a los acreedores internacionales, mientras los empresarios endeudados debían pagarle al Estado en sucres) a favor de los empresarios privados a quienes amplió el plazo de pago hasta siete años y el período de gracia hasta un año y medio con una tasa de interés congelada del 16%, cuando las tasas comerciales estaban por encima del 28% y a un tipo de cambio fijado en 46,6 sucres por dólar.

Durante el gobierno de Febres Cordero se desincautaron las divisas, medida que beneficio a los exportadores, los mismos que fijarían los precios del dólar a su conveniencia. Asimismo se permitió a los banqueros el establecimiento de las tasas de interés.

Supeditado al FMI y al Banco Mundial, el régimen aplicaría a raja tabla las medidas dispuestas por estos organismos usureros internacionales. Se eliminaron los subsidios a los precios de los combustibles, se elevaron las tarifas de la energía eléctrica. Los niveles de los salarios reales bajaron considerablemente. De igual manera se inició el proceso de privatización de algunas empresas del sector estatal. Los recursos naturales se entregaron a manos de las empresas transnacionales. El proceso de endeudamiento externo fue más agresivo. Agustín Cueva dice que “la deuda externa de cada ciudadano del país se acrecentó en alrededor del 40%”.

León Febres Cordero fue uno de los mandatarios preferidos del gobernante norteamericano Ronald Reagan quien fuera responsable del fortalecimiento del bloqueo económico contra Cuba, la invasión militar a Granada, la guerra sucia contra los pueblos de Latinoamérica, la agresión contra Nicaragua por medio de un ejército de mercenarios sostenidos con los dineros provenientes del negocio del narcotráfico. Febres Cordero, bajo las órdenes del imperialismo rompió relaciones con Nicaragua cuando el FSLN se encontraba en el poder y Washington tenía como uno de sus objetivos aislar a esa nación centroamericana.

Esos son los hechos que el pueblo ecuatoriano no puede olvidar.

Cuando el nieto del general Carlos Prats González, asesinado en Buenos Aires por órdenes de Pinochet, escupió en el féretro del tirano, se efectuó un acto de justicia para con todas las víctimas torturadas y asesinadas por la dictadura fascista.

Ojalá pudiera lanzarse un par de zapatos a toda esa rancia oligarquía que hoy acompañará al cadáver de Febres Cordero y, tal vez, algún familiar de esos cientos de jóvenes perseguidos o asesinados bajo su odioso régimen pudiera acercarse a su féretro y escupirle. Sería una forma legítima de rechazo a un hombre que ejerció un poder omnímodo, por lo cual se le llegó a considerar como “el dueño del país”.

Para quien escribe este trabajo, como dijera Mario Benedetti al publicar tras la muerte de Ronald Reagan un poema escrito en 1963, titulado “Obituario con hurras”: hoy hay que festejar porque ha muerto el crápula, el monstruo prócer, en fin, otro cretino, otro muerto de mierda.

Y al igual que a Bush hay que decirle: “Es el beso del adiós, perro”

La Haine

 

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