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Venezuela :: 14/03/2019

Guaidó da ordenes pero no gobierna

Marco Teruggi
La distancia entre el discurso y el poder se mantiene como en el día cero. Quien llegue a la ciudad no se encuentra con un cuadro de devastación

Ayer [por el lunes], en una sesión de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó llamó a decretar el Estado de Urgencia Nacional debido al apagón eléctrico. Ordenó en consecuencia y entre otras cosas a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) movilizarse para proteger las instalaciones, y, prohibió la venta de petróleo a Cuba. Sin embargo, se sabía que al finalizar sus palabras, la sesión, y la aprobación del Decreto, ni la Fanb ni la venta de combustible cambiarían su curso.

Se trata de una puesta en escena sin poder. La AN se encuentra en desacato y sus órdenes han sido declaradas como nulas por el Tribunal Supremo de Justicia, Guaidó no tiene capacidad para traducir sus palabras en hechos. Encarna el papel de "presidente" interino, un rol avalado por muchos medios y agencias, no sin problemas: el portavoz adjunto del Departamento de Estado norteamericano, Robert Palladino, advirtió a los periodistas que no llamar a Guaidó como presidente interino es caer “en la retórica del actual dictador”.

Guaidó debe proyectarse como lo que nombra pero no logra ser, para convencer a sus seguidores, mantener su apuesta de que los elementos tomen el giro que necesita, construir el escenario internacional de reconocimiento y honores con la debida formalidad presidencial –como en Colombia, Paraguay y Ecuador–. Esto último también tiene dificultades: Josep Borrell, ministro de Exteriores de España, afirmó en una entrevista que “la realidad es la realidad” y que, a pesar de reconocer a Guaidó, trabajan en los hechos con “el gobierno 'de facto' del señor Maduro”.

La distancia entre el discurso y el poder se mantiene como en el día cero. No ha logrado cambiar la relación de fuerzas luego de su regreso a Venezuela el pasado 4 de febrero. Ha realizado una reunión con sindicatos, una movilización, una rueda de prensa, la sesión de ayer, y una jornada de protesta para hoy [por ayer, que se saldó con una asistencia minúscula]. La carta con la que amenaza en algunos momentos es el artículo 187 de la Constitución que “autoriza el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país”.

Guaidó parece ocupar el espacio que le corresponde ocupar según el diseño que no tiene marcha atrás. Es la superficie del conflicto, la que no determina pero es imprescindible. Por eso la pregunta principal siempre ha estado en lo que sucede en EEUU, en las decisiones y acciones tanto públicas como no declaradas de quienes están al frente de las operaciones: Mike Pence, Mike Pompeo, John Bolton, Elliot Abrams, y Marco Rubio. Su rol ha quedado en excesiva evidencia desde el inicio de esta etapa.

Por esa misma razón se puede pensar que decidieron retroceder en la amenaza intervencionista pública. La misma genera unificación del chavismo, de narrativas nacionalistas y antiimperialistas, rechazo continental, en particular con un hombre como Donald Trump al frente de la Casa Blanca. Ese movimiento táctico se tradujo en la acción no declarada ni reconocida de sabotaje al sistema eléctrico, que tuvo un impacto múltiple: un golpe violento sobre la cotidianeidad material y psicológica de la gente, la infraestructura nacional, e instala la matriz internacional de gobierno corrupto y país inviable.

Todavía ayer [por el lunes] el gobierno no había logrado restablecer, estabilizar y suministrar el servicio al cien por ciento [el martes se normalizó el servicio]. Desplegó, ante los impactos, operativos de alimentación, camiones cisternas, atención al sistema hospitalario. Insuficiente por la magnitud de los efectos del apagón, imprescindible por la situación. El saboteo cumplió con esos objetivos parciales, agregó dificultades sobre un cuadro complejo, dejó un terreno propicio para intentar desencadenar nuevas acciones.

Ese escenario resulta favorable al cuadro de desgaste que tiene como eje medular las sanciones económicas impuestas por EEUU. Puede pensarse que tomarán nuevas acciones, tanto públicas como no declaradas, según la evolución de los resultados. La pregunta sin respuesta continúa siendo: ¿hasta dónde están dispuestos a avanzar? Según el portal Bloomberg, “a medida que el enfrentamiento se prolongue, la necesidad de buscar algún tipo de solución militar solo aumentará”.

La agenda para los próximos días indica que habrá tanto movimientos internos, con las acciones de protesta [cada vez menores] por parte de la derecha, como internacionales. Sobre ese último punto, en la mañana de ayer el canciller Jorge Arreaza anunció que recibió al equipo de la misión técnica de trabajo de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los DDHH, Michelle Bachelet. La chilena tiene prevista una visita al país con fecha aún sin determinar.

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En busca de volver a la normalidad luego del apagón

El país no ha volado por los aires. Podría haberlo hecho si se toma en cuenta la profundidad del impacto generado por el apagón nacional que comenzó el jueves a las 17 horas y aún no ha terminado de restablecerse el suministro por completo.

Las consecuencias del apagón fueron múltiples, las formas de enfrentarlas también. Tanto por parte del gobierno como de iniciativas espontáneas. Las políticas, por ejemplo, fueron de abastecer con camiones cisternas los principales puntos, como cerros y hospitales, y garantizar distribución de alimentos a través de diferentes mecanismos. Se trata de normalizar un país que ya estaba en un cuadro de dificultades prolongado, luego de un golpe de una magnitud aún difícil de calcular.

La respuesta no logró dar abasto ante la magnitud de la demanda, por ejemplo, de agua, ya que el sistema de bombeo se vio afectado por el apagón, lo que se tradujo en iniciativas colectivas, como abrir un caño en El Valle o San Agustín, zonas populares de Caracas, para llenar botellas y botellones. Son muchas las imágenes de personas haciendo colas para abastecerse de agua en todo sitio donde se pueda conseguir, comercios, llenaderos, cisternas, manantiales.

Ante una situación de esas características se podría haber esperado una multiplicación masiva de focos de protesta espontáneos, violencia, movilizaciones, por fuera de lo que la oposición intente convocar. Se dieron hechos como saqueos [muy pocos], por ejemplo, en el centro comercial Sambil, en Maracaibo, donde según informó el gerente general, se trató de un grupo de trescientas personas que lograron derribar portón, fachada y puerta hasta ingresar al interior. No se puede hablar de un cuadro que desbordó y masificó en un escenario inestable, peligroso, por los hechos en sí y los llamados de la oposición. El Fiscal General informó que se iniciará una investigación contra Guaidó por su presunta participación en el sabotaje al sistema eléctrico nacional.

El clima en las calles caraqueñas durante el día ha sido de preocupación, resolución, cotidianeidad, restablecimiento de comercios, sistemas electrónicos de pagos, de transporte, aunque el sistema de metro aún no esté activo. Quien llegue a la ciudad no se encuentra con un cuadro de devastación sino con un escenario de dificultades acumuladas y nuevas, una idiosincrasia venezolana que permite enfrentar adversidades de manera sorprendente para una mirada ajena, un chavismo activado en su dimensión de gobierno y organización popular, una tranquilidad en regreso marcada por la conciencia de que nada ha terminado, sino que se está en el centro de un conflicto nacional e internacional.

Esta última dimensión ha estado sobre la mesa de manera central en la mañana del martes con la decisión del gobierno de Venezuela, anunciada por el canciller Jorge Arreaza, de dar por terminadas las conversaciones con EEUU para el establecimiento de oficinas de interés, y la orden al personal diplomático norteamericano de abandonar Venezuela en las próximas 72 horas.

Por otro lado, la administración de Donald Trump incluyó en el pedido de presupuesto para el año 2020, la suma de 500 millones de dólares para “la transición en Venezuela”, ratificando la política y la probable prolongación del conflicto.

La misión técnica de trabajo de la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los DDHH elaborará un informe de la situación dentro de un contexto muy complejo, donde existen datos antagónicos, muchas veces sin confirmación. El caso más claro es el de los muertos que habría provocado el apagón: según voceros de la oposición primero fueron 17, luego un periodista afirmó que fueron 296, entre los cuales 80 neonatos, cifra que luego fue desmentida por la presidenta del Colegio de Médicos del estado Zulia y no fue retomada. El ministro de Salud, por su parte, afirmó que no ha habido muertos en hospitales públicos debido al apagón.

Ayer se dieron protestas convocadas por la oposición, aunque solo reunieron unos pocos cientos de manifestantes. Pero los acontecimientos se mueven con mucha velocidad, se superponen los días con las noches, y la confirmación de los hechos requiere siempre la verificación por diferentes fuentes. La verdad, se sabe, es una de las principales víctimas en estos contextos.

Pagina12.com.ar. Extractado por La Haine.

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/bT29