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Madrid :: 18/03/2009

Otra denuncia de torturas en el CIE de Madrid

Pablo Rodríguez
Tres asociaciones madrileñas han presentado una denuncia judicial por los abusos en el Centro de Internamiento de Aluche. A un interno le rompieron el brazo a golpes.

“Denunciamos el maltrato físico y psicológico al interno argelino Ali Khamel. Los guardias entraron en su celda, sobre las 2:30 de la madrugada, lo levantaron de mala manera y sin motivo lo empujaron y golpearon, partiéndole la muñeca y el brazo. Su número es el 21. Él está incomunicado y aislado, ¿por qué motivos?”, se preguntan 61 internos del CIE de Aluche, en Madrid, en una carta recientemente hecha pública.

El pasado 17 de febrero las asociaciones Araminta Ross, Médicos del Mundo Madrid y SOS Racismo Madrid presentaron ante los juzgados madrileños una denuncia penal basada en esa carta colectiva, que los internos habían logrado sacar al exterior del CIE. Según estas organizaciones, tras haber sido incomunicado en una celda de aislamiento, no se sabe nada de Khamel desde el 9 de febrero. Lo más probable es que ya haya sido expulsado.

Aunque la misiva de seis folios se centra en los abusos que habría sufrido uno de los internos, también describe un clima de violación de los derechos humanos y agresiones físicas y verbales. “En la celda de castigo hay un interno con la cabeza rota”, agrega la carta y sentencia: “Sabemos que han golpeado a una de las mujeres y que entre nosotros hay una persona con tuberculosis que no ha sido separada del resto”.

También denuncian la detención de mujeres embarazadas, y de madres y padres de niños con ciudadanía española, además de serias deficiencias en las condiciones de habitabilidad del recinto en el que pueden estar detenidos hasta 40 días. “Nos tratan muy mal, incluso hace poco en la visita a una chica española le pusieron una multa de 300 euros por abrazarse a su novio cuando él se largó a llorar”, cuenta un joven que a diario visita a su esposa y tiene que soportar “verla dos minutos sin poder abrazarla sabiendo que lo está pasando muy mal, que no come bien y está muy triste”. Desde Colombia, Marco Antonio ratifica las denuncias. Cuenta que en octubre pasado sufrió una parálisis facial que no le fue atendida. “Cuando me vio el médico me dijo que tenía un evento en el lado izquierdo del cerebro y que debía ser llevado urgentemente a un neurólogo. Pero como no me llevaban, mis compañeros empezaron a hacer ruido, hasta que vino el director y me dijo: “Ah... eso no es nada, es un dolor de muelas, eso ahora se le pasa”. Actualmente sigue un estricto tratamiento de recuperación en su Cali natal.

También B., que aún camina por las calles de Madrid con el miedo en el cuerpo, recuerda que había “un moreno de Senegal al que le tocaba volar, él se resistió, se abrazó al catre y decía ‘no quiero ir, tengo a mi esposa española, no voy a ir’. Vinieron los policías con su cara cubierta y empezaron a golpearlo. Entre cinco le pegaban en los genitales, con el palo ese negro que tienen lo golpeaban en las partes más vulnerables, en el estómago y en las costillas. Se cansaron de golpearlo”, rememora atemorizado.

Son muchas las voces que siguen denunciando lo que está sucediendo en los Centros de Internamiento españoles, y aunque en la reforma de la Ley de Extranjería se prevé permitir la entrada de ONG, diferentes organismos y asociaciones desconfían de las intenciones del Gobierno. “Las denuncias y testimonios que dan cuenta de golpes, insultos y condiciones inhumanas de detención son muchas, pero hasta ahora no se ve una decisión política seria de terminar con estos abusos”, se quejan. Por otro lado, el 25 de febrero, un niño de 15 meses y sus padres, que aseguraban ser originarios de Sudán, país en guerra, fueron expulsados a Nigeria desde el CIE de Capuchinos. Según denunciaron organizaciones sociales de Málaga, la decisión de las autoridades ha sido “injusta, irregular y deshumanizada” y hace oídos sordos a los repetidos llamamientos de puesta en libertad por motivos humanitarios.

Diagonal

 

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