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Colombia :: 07/03/2019

Colombia en su laberinto humanitario

Juan Alberto Remedi
Colombia es el país de América Latina con mayor riesgo de crisis humanitaria, situándose por encima de Guatemala, México, Honduras y muy por encima de Venezuela

El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) ha difundido a través de integrantes algunas cuestiones definiendo la realidad económica social de un país pivote de EEUU en el armado de un golpe de estado contra Venezuela y la posibilidad de una nueva invasión militar.

No se trata de hacerlas conocer encubriendo otras realidades, nada de eso, las objetividades lo son gusten o no, teniendo en general un mismo origen: la conducta del capital sedienta de ganancias y derramamientos de sangre popular en defensa de sus intereses con saqueos a mansalva y la profundización de directrices hacia una meta a largo plazo de vaciamiento de las funciones del estado, reemplazándolas por acciones de las grandes corporaciones trasnacionales, tal y como está haciendo el gobierno de Mauricio Macri en nuestro país, sin ser el único.

Según un organismo de la comisión Europea (inform) -no de Cuba, China ni Rusia- Colombia es el país de América Latina con mayor riesgo de crisis humanitaria, situándose por encima de Guatemala, México, Honduras y la propia Venezuela. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) ha publicitado algo particular, un niño Colombiano tendría que esperar 330 años en promedio para dejar de ser pobre, algo así como 11 generaciones, y, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) 1 de cada 3 niños viven en condiciones de pobreza multidimensional, y la mitad menores de 2 años en hacinamiento crítico.

Así mismo, los preceptos neo fascistas periféricos han generado en los últimos 11 meses los asesinatos de 162 defensores de los derechos humanos y líderes sociales en 99 municipios. Al son, “transparencia internacional” informa sobre el empeoramiento del índice de percepción de la corrupción, encontrándose en el lugar 99 de 180 países analizados – según la controladoria del estado, ésta supone un 5% del producto bruto interno (PBI) o el 15% del presupuesto nacional.

Entre los años 2015- 2018 en opinión de la “Fundación para la libertad de prensa” los ataques contra periodistas se incrementaron en un 89% encontrándose entre los 14 principales países donde los asesinos no son castigados por los tribunales. En el mismo sentido, las informaciones del “alto comisionado de la ONU para los refugiados” reflejan un verdadero drama: es la nación con mayor cantidad de desplazados internos en el mundo, con 7,7 millones de seres humanos en el año 2017. Desde el punto de vista económico (informaciones del banco central) muestran a la actividad industrial retrocediendo del 25% al 12 % entre los años 1971- 2016, mientras la banca siguió ganado peso, reflejado en sus activos representando el 48% del PBI en momentos que un 55% de los trabajadores ganas menos del salario mínimo.

Al unísono el “grupo de acción financiera internacional” (GAFI) en su último reporte expone “los sistemas y herramientas de supervisión del anti lavado de activos y contra la financiación del terrorismo no se encuentra en la línea prevista, existiendo una importante brecha en la supervisión de dichas actividades."

En cuanto al denominado “sistema democrático” es el país de la región con más bajo nivel de participación electoral para las presidenciales con un 54,12 % de votantes. Las cifras engorrosas, por cierto, merecen ser conocidas a fin de seguir brindando algunas luces sobre el papel del capitalismo trasnacional y su exponente Donald Trump, en la injerencia violenta en otras partes del mundo, aplicando el principio del “espacio vital” y más concretamente de la intromisión en nuestra región, apoyándose en socios gubernamentales y no gubernamentales, portando como único estandarte, además de la defensa de las políticas foráneas, el hambre, miserias y represión con todas sus diversas consecuencias.

La indispensable respuesta democrática y humana en el contexto de movilizaciones callejeras, implica una mayor ampliación de los marcos solidarios con el pueblo hermano permanentemente atacado por los amos del mundo. Le corresponde a esos mismo pobladores resolver independientemente y sin ningún tipo interferencia externa, las propias contradicciones, como sepan, como puedan, con la mira puesta en su liberación nacional y social.

Si llegan a invadir la patria de Simón Bolívar (entre otros indispensables) los días para los vivientes en esta parte del planeta serán largamente grises, extremadamente violentos y más inhumanos que nunca. La consigna “No pasaran”, debe transformarse en una no solo de los afectados directos, sino del conjunto de los colectivos nacionales e internacionales atacados por el mismo enemigo común.

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