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Venezuela :: 26/03/2019

La democracia no existe en EEUU

Clodovaldo Hernández
Entrevista con Marinella Correggia: "Las invasiones de la OTAN destruyen países, matan a mucha gente y ayudan al terrorismo"

La ligereza con la que algunos venezolanos invocan una invasión militar extranjera no deja de asombrar a Marinella Correggia, pacifista y ecologista italiana. Ella sabe por experiencia propia lo que es una guerra imperial, pues ha estado presente, como activista de la paz, en las intervenciones perpetradas por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde los años 90 en países de Europa, Asia y África.

Ella no cesa de ofrecer sus testimonios sobre estos conflictos que han dejado a prósperas naciones convertidas en guiñapos, en nombre de la libertad y la democracia.

Correggia estuvo en Caracas para participar en la Asamblea Internacional de los Pueblos y luego decidió permanecer unos días más para seguir dialogando e investigando. Al hacerlo fue testigo del comportamiento de la colectividad nacional durante el apagón del 7 de marzo. Luego de la vuelta a la normalidad, conversó con LaIguana.TV. A continuación, una versión de la entrevista con el periodista Clodovaldo Hernández:

-Tú que has estado en los conflictos en los que han participado las fuerzas invasoras de la OTAN en los últimos años, Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia y Siria, habrás notado que en Venezuela hay gente que es partidaria de que acá también haya una intervención militar. ¿Qué le dirías a esa gente? ¿Cómo es una invasión de la OTAN?

-Una intervención de la OTAN destruye un país, mata a muchísimas personas y favorece al terrorismo. Esto ocurrió con todas las intervenciones del pasado. A veces desintegra políticamente al país intervenido, lo divide en pedacitos como ocurrió en Yugoslavia y en Libia y como tratan de hacer con Siria. Una intervención es una guerra de agresión, es decir, una guerra que no se hace para defender a un país. Y no debemos olvidar que la Organización de las Naciones Unidas ha calificado a las guerras de agresión como el crimen internacional supremo. No hay nada peor que eso. Entonces, ¿cómo un patriota, alguien que dice que ama a su país y que quiere el bienestar de este pueblo, puede llamar al infierno? Para mí es algo increíble. Ojalá los venezolanos que piensan así pudiesen hablar con un sirio, un libio, un iraquí, un serbio. Estoy segura de que cambiarían de opinión.

-Durante el apagón vivimos algunos de los males que sufren los países en guerra, como falta de electricidad, agua, transporte, comunicaciones, actividad comercial. Cuando se está en guerra pasa todo eso pero ocurren situaciones todavía peores, ¿cierto?

-Todavía peores. Sin hablar de los bombardeos aéreos que normalmente vienen acompañando a la invasión, hay muchas cosas muy negativas. Doy el ejemplo de Irak. Estuve en 2003 por cuarenta días. Primero viví los bombardeos. Luego cesaron, cuando ya se produjo la ocupación gringa, salvo por los (helicópteros) Apache que seguían bombardeando. Estuve en un hospital del interior del país. Había un soldado con todo el cuerpo quemado, y los médicos no lograban comunicarse con Bagdad para saber si había algún centro asistencial donde pudieran enviarlo. Todo era así, una total incomunicación. Después de un año empezó el terrorismo porque todas estas acciones terminan reforzando a los terroristas, les ayudan, les dan fuerza y armas. Esto ocurrió también en Afganistán, luego de la intervención de EEUU y Arabia Saudita con mercenarios locales, llamados luchadores por la libertad. Lo que ocurre en una invasión es que mueren muchos civiles, incluyendo niños. Estos ejércitos invasores disparan sin miramientos. Nosotros vimos cráteres donde antes había un mercado en Bagdad. También me tocó ver la destrucción del hotel Palestina, donde estaban alojados los periodistas y fue atacado por un tanque estadounidense.

-Aunque son guerras de invasión, no defensivas, siempre tienen una justificación previa. Así ocurrió en todos esos países y también está pasando con Venezuela…

-El guion es el mismo, pero estoy convencida de que el resultado será diferente. El guion se aplica para justificar la guerra de agresión porque es el crimen internacional supremo. ¿Cómo se justifica algo así? Bueno, para eso cuentan con muchos actores, un círculo vicioso que no lo forman solo los gobiernos y los medios. Ese un Eje de la Guerra que conforman los países de la OTAN y sus aliados en el Medio Oriente. Hay otros actores, como las redes sociales (desde el conflicto de Libia para acá) y las ONG que juegan un papel y a veces se arrepienten, como pasó con Amnistía Internacional cuando en 1991 creyeron la gran mentira de que los soldados iraquíes en Kuwait habían sacado a los recién nacidos de las incubadoras. No era verdad, pero ellos solo lo admitieron muchos meses después, cuando la guerra había pasado e Irak estaba destruido.

Todo queda olvidado, nadie paga, hay una impunidad absoluta. Eso pasa en cada guerra: siempre hay una gran mentira que la justifican en nombre de algo positivo: guerras humanitarias, guerras justas, guerras para hacer cumplir el derecho internacional, guerras para proteger a los civiles. En Libia se aplicó la “responsabilidad de proteger” que ahora nadie quiere invocarla porque se vio cómo fue esa protección: con bombardeos de la OTAN que solo favorecieron a los terroristas, que allá en Libia son también racistas. Por ejemplo, deportaron en masa a toda una población de libios de piel negra, los tahuerga, a quienes les vaciaron su ciudad.

Correggia acotó que en el mes de marzo se cumplen aniversarios de casi todos los conflictos impulsados por el Eje de la Guerra: Yugoslavia, Irak, Libia. Esto es una especie de remembranza del imperio yanqui y sus lacayos, pues los romanos dedicaron el mes de marzo a Marte, su dios de la guerra.

-En EEUU se pretende hacer ver que hay diferencia en esto de las guerras entre los gobiernos republicanos y demócratas. Pero al analizar estas guerras se observa que ambos son igualmente belicistas. La de Libia, una de las más crueles, en la que los funcionarios se burlaron del líder asesinado, fue con un presidente que no solamente era demócrata, sino que era el primer afrodescendiente en llegar a ese cargo. ¿Es una ficción esto de que con unos nos puede ir mejor que con los otros?

-La democracia no existe en EEUU, en mi opinión. Votan muy pocas personas y todo está dominado por quienes tienen el dinero para apoyar la campaña electoral de los funcionarios, a los que luego les piden retribuir los favores. No es democracia, es plutocracia. También es un imperio, aunque esté en decadencia lo sigue siendo. No hay diferencia entre esos dos bandos. Es un juego que hacen. Por ejemplo, esto que acaba de ocurrir con el New York Times, que desmintió que los camiones en la frontera hayan sido quemados por los chavistas, no es algo que ese medio hizo para el bienestar de Venezuela, sino porque se oponen a Trump. Si hablamos de demócratas, hay quien preguntarse quién hizo la guerra contraYugoslavia… Fue Clinton, basado en mentiras como las fosas comunes. Hasta hay una estatua de Clinton en Kosovo, a pesar de que allí la guerra de la OTAN llevó al poder a terroristas narcotraficante del llamado Ejército de Liberación del Kosovo. También tenemos a Obama, con la guerra de Libia. En el Congreso, los dos partidos actúan igual: por ejemplo, Hillary Clinton votó a favor de la guerra de Irak. Muy pocos demócratas votaron contra la decisión de Bush, por lo que esa no fue una guerra de Bush, sino de EEUU y sus aliados.

-¿En Europa pasa lo mismo: los gobiernos, independientemente de su signo político, de que estén más o menos a la derecha, siempre se alinean con EEUU en sus guerras?

-Desafortunadamente. Es un gran dolor ser ciudadana de un país que participa en guerras de agresión. Sueño con el momento en que EEUU nos invite a una guerra y nosotros (Italia) digamos no. Casi paso en el caso de Libia porque (Silvio) Berlusconi, siendo de derecha, no estaba de acuerdo, pero el presidente (Giorgio) Napolitano, llamado de izquierda, dijo que era necesario proteger a los libios. ¿Quién los protegió? Es falso: los mataron, no solo a Gadafi. Los libios más progresistas o están muertos o tuvieron que irse de su país. Esto es, por cierto, algo que deberían analizar los venezolanos que se impresionan por la cantidad de ciudadanos que han emigrado. ¿Saben cuántas personas salieron de los países bombardeados por la OTAN, Israel y las petromonarquías del Golfo? De Irak, en 2003, salieron cuatro millones de personas. Cuando todavía estaba en paz, de Siria había salido un millón de personas, pero con la guerra han tenido que irse 9 millones desde 2011. En Libia hay dos millones fuera del país y 400 mil sin techo, incluidos los Tahuerga. En Afganistán se han ido cinco millones de personas.

-¿Qué es lo que aprecias de distinto en Venezuela con respecto a otros países donde han ocurrido estas guerras?

-Varias cosas. En lo interno, veo que la oposición no existe sin ayuda extranjera. Hay mucha gente descontenta con la situación económica, pero eso es normal que pase. Si se pregunta en EEUU sería peor. Pero veo que las personas son muy organizadas y están movilizadas. Esto lo saben los actores políticos en el exterior, los guerreristas, aunque los medios no lo digan. Por otro lado, lo que pasó en Libia no fue propiamente un éxito para el Eje de la Guerra. Ahora la situación no está bajo control de nadie. Es un país de milicias, de tribus armadas y terroristas. Rusia también aprendió la lección porque en el caso de Libia se abstuvieron, pero en Siria tuvieron otra actitud y los resultados se vieron. Los dos grupos geopolíticos saben lo que paso. Estas lecciones se aprenden aunque nadie paga, hay impunidad total para los millones de muertos y heridos. Venezuela no está sola, como si lo estuvo Libia, a pesar de que ayudó mucho a otros países. Los únicos países que se opusieron a la guerra de la OTAN contra Libia fueron los de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, con Fidel Castro y Hugo Chávez a la cabeza. La izquierda europea no hizo lo suficiente. El tercer factor por el que creo que en Venezuela no va a ocurrir lo mismo que ha pasado en otros países es la política exterior.

Creo que Venezuela ha actuado bien al procurar establecer alianzas alternativas. Está el ALBA, que es un ejemplo internacional para los esfuerzos contra el Eje de la Guerra. Hay que aislar el Eje de la Guerra del que, por cierto, forma parte también Turquía. No se puede olvidar que Turquía destruyó a Siria. Sin Turquía, la guerra en Siria no hubiese sido posible. Es necesario hacer una gran alianza internacional de países de paz, diferentes pero enfocados en la paz. Hubo un Papa que dijo que con la guerra todo está perdido, pero sin guerra todo es posible. La guerra es una aventura sin posibilidad de volver.

Un homenaje al comandante

Marinella Correggia ha venido varias veces a Venezuela. Con sus observaciones del proceso bolivariano escribió un libro, El presidente de la paz, al que considera un homenaje al comandante Hugo Chávez. Se imprimió en su versión en italiano, pero está disponible en español en formato digital en la página web de la editorial El Perro y la Rana.

-Es una investigación sobre el papel de nuestro presidente… yo lo llamo nuestro porque los presidentes en Italia no son del pueblo. Hablo de la importancia de lo que hizo Chávez contra las guerras del imperio, pero también hago referencia al papel que tuvo Cuba antes de que en Venezuela comenzara la Revolución. Por ejemplo, en 1991, cuando la primera guerra a Irak, Cuba fue la única en oponerse, junto a Yemen, un país pobre al que no debemos olvidar. También repaso lo que ocurrió con Libia. Ese caso es emblemático porque es una derrota total de la información a cargo de ese círculo vicioso formado por ONG, actores locales que dicen mentiras, redes sociales que las convierten en verdad en el exterior y los gobiernos. A ese círculo vicioso mortal, que mata países, Fidel, Chávez y Evo trataron de contrarrestarlo, sin éxito porque en ese tiempo los otros países, los que no estaban en el Eje de la Guerra, se abstuvieron. En otro de los capítulos del libro me refiero a la solidaridad internacional entre iguales y sin competencia, con complementariedad. Allí hablo no solo del ALBA, sino de la Alianza América del Sur- África, que fue una idea genial que esperamos que se reactive.

El libro también aborda la labor de dos personalidades importantes del mundo insurgente, a quienes la autora ubica a la misma altura que Fidel, el Che Guevara o Chávez. Son Thomas Sankara, primer presidente de Burkina Faso (derrocado y asesinado por un golpe de Estado con apoyo francés) y el economista indio (Joseph) Kumarappa.

-Sankara hizo una revolución increíble en el país más pobre del mundo y Kumarappa fue de los primeros en advertir que la OTAN iba a destruir el mundo, y lo dijo cuando esa organización acababa de nacer, en los años 50. Advirtió que era necesario hacer una alianza mundial de países de paz, que se propongan comerciar, intercambiar experiencias, a hacer complementarios, en contraposición a los que quieren destruir a los otros países.

LaIguana.TV

 

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