Principal |
México :: 06/06/2019

México: Neodesarrollismo y reproducción ampliada de la Dependencia

José Luis Ríos Vera
El proyecto del Istmo contempla el establecimiento de maquiladoras industriales volcadas al mercado exterior y subordinadas a la división internacional del trabajo

Introducción

Más allá de sus relativos logros y avances, uno de los principales rasgos de los gobiernos progresistas en América Latina consistió en mantener incólumes las estructuras de dependencia. Antes bien, fueron agravadas.[1] Al no ser desafiados los nudos de dependencia, las políticas redistributivas sustentadas en el coyuntural auge de los precios de productos tradicionales y en un aparato de especialización productiva totalmente dependiente del mercado externo encontraron su límite con la crisis mundial de 2008. La bonanza económica del período pre-crisis no modificó las bases de acumulación, las cuales aún resienten la gran depresión. La reproducción del capital en sus modalidades predominantes no dejó de impulsar el subdesarrollo. Al mantenerse las bases político-estatales inalterables, se logró imponer la “restauración neoliberal”, empujada a su vez por los golpes de la oligarquía y del gobierno de EEUU. El progresismo “tardío”, no puede abstraerse de estas experiencias.

Las políticas desarrollistas y redistributivas del nuevo gobierno de México están muy lejos de constituirse en un desafío a las condiciones histórico-estructurales de dependencia, así como de levantar un cuestionamiento contra-hegemónico a las políticas económicas neoliberales. Hasta ahora, el proyecto del “nuevo régimen” no puede caracterizarse como una ruptura con el patrón de reproducción del capitalismo dependiente en México. Es en la propia anatomía de este patrón de reproducción del capital donde encontramos el nervus probandi[2] de la llamada Cuarta Transformación (4T) de la vida nacional auto-proclamada por el nuevo gobierno de México.

El gobierno de “reconciliación nacional” que dirige el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es heredero de enormes ataduras. Hasta ahora, AMLO ensaya un pluriclasismo (otro rasgo del progresismo) bajo la hegemonía de las fracciones financieras y exportadoras, quienes controlan hasta hoy el principal núcleo de las políticas económicas en materia fiscal, monetaria, de inversión, comercial.[3]

De este modo, el neodesarrollismo mexicano no cuestiona las bases de acumulación y concentración que caracterizan al vigente patrón de reproducción del capital así como de las relaciones de poder y dominación político-estatal que le subyacen de modo indivisible. Grosso modo, algunos de los ejes principales del patrón actual reposan en: financiarización de la economía; liberalización de inversión extranjera bajo égida estadounidense; asociación subordinada de las fracciones dependientes al capital transnacional; especialización y concentración productiva; predominio de la industria maquiladora de exportación; dependencia tecnológica; bajos niveles de investigación científica-tecnológica y de generación de valor agregado; generalizada descalificación de fuerza de trabajo y estrecha especialización; mercado externo subordinado a EU; TLCAN (hoy T-MEC); concentración de sectores-bienes-empresas exportadoras; procesos estructurales de superexplotación y precarización del trabajo, de despojo territorial, de sobreexplotación biocida de recursos naturales. En conjunto, ejes y procesos de reproducción del capital que de modo inescindible configuran una forma de Estado autoritaria en el que el componente de la militarización de amplios y distintos territorios del país es fundamental para su despliegue.

Dentro de este problemático cuadro de reproducción del capitalismo dependiente, es de llamar la atención que el Pan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (PND) asuma como “el mayor lastre para el desarrollo de México” a la “corrupción” y a la “impunidad”. Para el depositario del Ejecutivo, no es la superexplotación del trabajo y la dinámica que asume la reproducción del capitalismo dependiente, la que lleva a perpetuar el atraso y la desigualdad; no es la subordinación y dependencia con el exterior las causas que reproducen el subdesarrollo, la concentración del capital, la exclusión social, los problemas de soberanía y de democracia.

En su Informe de los primeros 100 días de Gobierno, nos dice AMLO: “En materia económica, estamos aplicando la fórmula de acabar con la corrupción y con la impunidad para liberar fondos que puedan ser destinados al desarrollo y al bienestar del pueblo. En eso consiste nuestro plan económico en esencia. En acabar con la corrupción, con los privilegios, y liberar fondos de esta forma para el desarrollo… [además, jlr.] El plan de austeridad nos permitirá liberar fondos para el desarrollo…”.

Hasta ahora, el nuevo gobierno no pone en cuestión los fundamentos estructurales de la dependencia (financiera, tecnológico-industrial, comercial) con la economía estadounidense. En este sentido, no se ha pronunciado por establecer modificaciones profundas en los ejes de acumulación y circulación del capital. De ahí que el PND no contempla el establecimiento de una compleja política de industrialización que revierta la especialización (altamente importadora) productivo-maquiladora volcada a EEUU, y pueda orientarse hacia una re-articulación al mercado nacional, y con ello, a las necesidades reales de la sociedad.[4]

Más allá de su verdadera relevancia en términos de un portentoso mandato popular que demanda Justicia, bajo la política de combate a la corrupción, los problemas históricos y estructurales de la dependencia económica de México son fetichizados,[5] al tiempo que bajo este combate se recrean paradójicamente nuevas pautas de legitimidad estatal.

Con la “Austeridad Republicana” -contrario a lo que señala el propio gobierno-, éste honra sus compromisos con “los inversionistas”, se subordina a la tríada hegemónica neoliberal (política monetaria, equilibrio fiscal, cambio flexible), y rechaza la urgencia vital de reformas democrático-populares (por ejemplo, Reforma Hacendaria progresiva).

No obstante, bajo el proyecto neodesarrollista, se presentan disputas y divergencias entre el actual gobierno mexicano y las clases dominantes (locales y extranjeras). El terreno de la disputa se encuentra principalmente en las políticas económicas. Hasta ahora, vemos en este terreno dos conjuntos divergentes de políticas económicas subordinados a un mismo patrón de reproducción del capital.

Existen tensiones entre quienes defienden el papel del Estado en la regulación de la economía, en tanto entidad que promueva el “desarrollo” y “bienestar social”, frente a la doctrina neoliberal que establece dejar la economía en la “mano invisible” del mercado. El neoliberalismo puro y duro sostiene la desregulación de la economía, la privatización, la indiscriminada apertura comercial, el adelgazamiento estatal, la liberalización financiera, etc. La izquierda institucional dice defender la rectoría del estado en la economía, soberanía energética, políticas redistributivas, de “bienestar” y “justicia social”, etc.

Dado el predominio hegemónico de la política económica neoliberal (monetaria, fiscal, cambiaria), es necesario decir que no en todas las políticas económicas existe la disputa. Si bien para AMLO, el combate a la “corrupción” y la “austeridad” son “la nueva política económica”, habría que decir que ésta última ni es nueva, ni es contraria al neoliberalismo. La raíz de la austeridad reside precisamente en la ortodoxia neoliberal, y en el marco de dicha ortodoxia, AMLO no disputa. En este sentido, las disputas no se presentan, hasta ahora, en todo el conjunto de las políticas económicas.

Muy distinto del desarrollismo de las décadas de los sesenta y setenta, el neodesarrollismo es un modelo de “desarrollo económico” relativamente permisible dentro del marco de dominación hegemónica neoliberal. Como parte de este modelo encontramos una menor o mayor puesta en acción de la “política social” con miras a reconstruir un nuevo “pacto social” mediante políticas redistributivas y programas de “bienestar” en distintos sectores de la población. No obstante, dichas políticas son permanentemente circunscritas y vigiladas por la hegemonía de la política económica neoliberal (monetaria, fiscal), la cual expresa una gran capacidad política (poder de clase) para su establecimiento. En esta perspectiva, puede caracterizarse al neodesarrollismo como un bienestarismo neoliberal.

Es por ello que los programas sociales que abandera AMLO se adscriben dentro del “equilibrio presupuestal” previamente diseñado por la secretaría de Hacienda y el cual fue celebrado por las fracciones del capital financiero (locales y extranjeras). Así también, cuando las políticas de fortalecimiento de Pemex y CFE llevan “al límite de las finanzas públicas”, se nos presentan las calificadoras internacionales con los “chantajes catastrofistas” conocidos.[6] Como hemos señalado en otro momento, lejos de definirse dentro de una perspectiva dicotómica, el neodesarrollismo implica una relación conciliatoria y contradictoria al mismo tiempo con las fuerzas políticas y económicas del gran capital.

El problema más grave de situar el conflicto social en el terreno de las divergencias en la política económica, es que es alienada la disputa por los virajes profundos de la acumulación-reproducción del capital, alejándose la lucha de reformas radicales de gran contenido democrático-popular. Con ello asistimos a la corrosión de la <<lucha política>> al terreno de un conflicto por la política económica, y más aún, de una pugna por el sentido de las políticas públicas. Esto nos lleva a otra limitante de la izquierda institucional y de la experiencia progresista: asumir la <<lucha política>> como “gestión” de “políticas” compensatorias.

Austeridad, hegemonía neoliberal y estancamiento: reproducción de la exclusión

En su mensaje de los 100 días de Gobierno, AMLO reiteró: “México va a demostrar que mediante la austeridad y el combate a la corrupción como ejes de la nueva política económica se puede obtener un mayor nivel de crecimiento”.

Contrariamente, a seis meses de gobierno, el escenario real es de recesión industrial[7] y desaceleración económica[8]. Y las perspectivas para el crecimiento anual del PIB giran en torno a un cuasi-estancamiento o recesión económica. Ya se pone de relieve lo que por experiencia propia es conocido: la austeridad es gran responsable de los problemas de crecimiento y recesión.

En el sexto mes del nuevo gobierno, confirmada la desaceleración de la economía y junto con ello, la caída de los ingresos, se multiplican los ajustes al gasto[9], se debilita la inversión pública[10] y entramos a la fase de “pobreza franciscana”[11]. El Dr. Carlos Urzúa, el ingeniero de la austeridad, lo ratifica a su modo: lograremos “el superávit primario de uno por ciento como porcentaje del PIB porque el compromiso del gobierno es mantener la disciplina fiscal y la estabilidad macroeconómica con finanzas públicas sanas”.[12]

Dos ejes de gran significación se ponen de relieve a raíz del dogma de la austeridad:

El extenso y violento ataque a los derechos de los trabajadores al servicio del Estado, a los que se les golpean sus derechos laborales y condiciones de vida (despidos masivos, recortes salariales, precarización e inestabilidad laboral, proliferación de contratos eventuales, aumento de la tercerización, falta de seguridad social, etc.), lo cual permite caracterizarse como una crisis del mundo del trabajo al interior de numerosas instituciones del Estado. Vinculado a ello, asistimos a un deterioro de las funciones sociales del Estado (salud, educación, medio ambiente, agua, cultura, etc.), ya de por sí profundamente desmanteladas tanto por nuestras propias condiciones de subdesarrollo, como por los programas de ajuste y estabilización promovidos por la política económica neoliberal en las últimas décadas. De continuar la tendencia, el grave problema es que la sociedad podría experimentar la ampliación de la reproducción de la penuria social heredada del diluvio neoliberal en las distintas funciones y programas sociales del Estado.

Como ya hemos señalado, al subordinarse al neoliberalismo hegemónico, el gobierno mexicano es forzado a la austeridad (la falta de compromiso de AMLO en la termoeléctrica de Huexca, Morelos, tienen esta raíz) adoptándola como su “principal fuente” de ingresos para “financiar desarrollo”. Y como puede observarse, los impactos de la austeridad llevan a comprometer buena parte de la legitimidad del nuevo gobierno, desechando con ello el “bono democrático” con el que bien puede encarar los desafíos.

Convergencia neodesarrollista: Estado y gran capital

El marco principal de la política económica neoliberal, esto es, disciplina fiscal, altas tasas de interés y metas inflacionarias, limitan los alcances del neodesarrollismo. Sobre estas bases intocables, que obligan al gobierno a las políticas de austeridad, no puede generarse un crecimiento y bienestar generalizado.

Sin más recursos que los que arranca de las funciones sociales del Estado y del combate a la corrupción, el Estado renuncia a una Reforma Hacendaria progresiva que eleve la recaudación de mayores ingresos a través de quienes más tienen.

Ahora bien, el principal impacto de un Estado sometido a la ortodoxia neoliberal, y en ese sentido, con recursos escasos para la inversión, consiste en que éste centra su radio de acción en la inversión privada, impulsa su articulación con los grandes capitales, y amplifica los espacios y circuitos de inversión, mercantilización y acumulación del capital. Veamos.

En una especie de deja vu neoliberal del mantra de la inversión[13], el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, en el foro Impulsando el Potencial Económico de México: Una Nueva Visión para la Inversión y el Desarrollo Económico, señaló: “a pesar de que en este momento en el mundo las inversiones se están deteniendo, en el caso de México no sucede así, pero sí quisiéramos más inversión, y por eso estamos aquí, para que inviertan, inviertan e inviertan”.[14]

Quien expresa de mejor manera el acoplamiento entre el Estado neodesarrollista y el gran capital, es el Jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, cuando nos dice: “El presidente no quiere déficit y no quiere tener desbalances fiscales, esto quiere decir que el sector privado se va a convertir en el motor de la economía, entonces, para allá vamos”[15].

El principal efecto de la subordinación estatal a la ortodoxia neoliberal (austeridad, disciplina fiscal, superávit primario, renuncia a la reforma hacendaria) es el fortalecimiento del mito desarrollista, que coloca a la “burguesía nacional”, y en su actualización neodesarrollista, a la inversión extranjera, en el centro de la acumulación.

El Estado neodesarrollista funge así como articulador económico con las grandes asociaciones empresariales: Primero se forma el Consejo Asesor Empresarial para la presidencia, luego el convenio entre la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaria de Economía para impulsar la Inversión Extranjera y promocionar el sector exportador; posteriormente los encuentros de AMLO con el Consejo Mexicano de Negocios (CMN), las aproximaciones de la presidencia con la nueva dirección del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), entre otros viejos y nuevos acoplamientos con las clases dominantes prevalecientes.[16] La entidad relevante para dicha articulación entre el Estado y el gran capital es la que coordina Alfonso Romo, con el Consejo de Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico, de cuya divisa es: “México está hambriento de capital”[17].

En este sentido, los primeros meses del nuevo gobierno bien pueden resumirse en la exhortación del Ejecutivo a los dueños del dinero a que adquieran “confianza”, lo que expresa una visión abstracta y volitiva para resolver los problemas estructurales de la sociedad y que los principales representantes del Estado fundamentan en “potenciar el flujo de inversiones”.

De un modo acrítico respecto a la inversión y de su dinámica, la secretaria de Economía, Graciela Márquez, nos señala: “Reconocemos la importancia de que México necesita aprovechar una economía global y los inversionistas extranjeros son fundamentales […] la inversión extranjera es esencial para mejorar las vidas de los mexicanos”.[18]

En un encuentro de AMLO con los directivos del Bank of America Merril Lynch, el depositario del poder Ejecutivo, repite sin cesar: “Estoy muy contento porque hay mucha confianza en México, necesitamos la inversión nacional y extranjera para crear empleos bien pagados y ese es el propósito…”.[19]

No podemos sorprendernos de la postura de la izquierda institucional y progresista respecto a la interrelación del Estado con el capital local-internacional como palanca de “crecimiento y desarrollo”, ya que el nuevo desarrollismo implica precisamente una articulación del Estado con los agentes empresariales, entendidos éstos como los heraldos del “desarrollo”.

En resumen, de atadura infranqueable para el desarrollo, el neodesarrollismo fetichiza al gran capital local e internacional como condición para el desarrollo.

Dificultades de la Inversión en las economías dependientes

Contrario a un supuesto “circulo virtuoso” que generaría la inversión (inversión-empleo-crecimiento-bienestar), y que es repetido con suelta simplicidad por representantes estatales y agentes empresariales, una de las principales dificultades de las inversiones reside en que éstas no se establecen en un orden lineal, abstracto y puro. En el fondo de la cuestión, el neodesarrollismo y su convergencia con el gran capital se inscribe en la idea ficticia de una comunidad en la que imperan la libertad (económica) e igualdad (política).[20]

Los impactos del capital (inversiones) buscando su valorización son sustantivamente contradictorios y no operan –según la visión neodesarrollista– sobre las cumbres celestiales de una pretendida “unidad nacional” (comunidad ilusoria). Las inversiones no se desenvuelven en una esfera social dotada de armonía, confianza y progreso. Contrario a ello, en el mundo del capital preexiste el despojo, la competencia, el monopolio y el dominio. En el marco neodesarrollista, tanto se repiten los elogios a la inversión, que se opaca la explotación y las luchas de clases (incluida aquella entre las propias clases dominantes), se acentúa el fetichismo del Estado como instancia “neutra” y el de la comunidad como “fraternidad” (ilusoria). Con sus políticas orientadas a la “configuración de un nuevo pacto social”, el neodesarrollismo ofusca las relaciones de clase que el Estado condensa, y fortifica la visión de un Estado-providencia situado “por encima de todas las clases sociales”.

Las inversiones asumen pautas de desenvolvimiento en su mayor parte establecidas en la forma de un comportamiento cíclico ya dado, y en nuestro caso, relativo a una economía dependiente. De acuerdo con la caracterización elaborada por la teoría marxista de la dependencia[21], de un modo breve, mostramos cinco de los principales problemas que acusan las inversiones:

Si la economía mexicana compite –dada su vulnerabilidad y dependencia de financiamiento– con otras economías por una mayor captación de inversiones, es algo que sin duda aprovecha el capital extranjero bajo determinadas exigencias (menores salarios y derechos laborales, deducciones de prestaciones laborales, exenciones fiscales, disminución de ISR, grandes contratos y concesiones en obras de infraestructura, certidumbre jurídica, licitaciones energéticas, subastas eléctricas, etc.). Las inversiones del capital privado local defienden igualmente éstas y otras exigencias. Para disminuir su elevada propensión a transferir inversiones al exterior y reorientar sus capitales en la economía local, en la actualidad demandan “paz laboral”, Reforma laboral “competitiva”, “Estado de derecho”, “órganos autónomos”, en suma, cuestiones que chocan con los proyectos de “bienestar”, “pacto social”, etc.

En otro nivel del análisis, qué decir cuando vemos las exigencias de Trump de vetar la inversión de China en México. Las inversiones del capital internacional implican problemas de soberanía. Son las grandes corporaciones trasnacionales quienes toman decisiones en términos de los sectores productivos, esferas sociales y mercados a las que se dirigen los productos de éstos. Estas decisiones generan polos productivos inconexos subordinados a sus intereses puestos en las cadenas globales de valor e imponen trabas para una articulación del aparato productivo nacional. En lugar de desarrollo, el resultado ha sido la desarticulación de la estructura industrial, el agravamiento de la desigualdad productiva, fracturas territoriales, y una misma acentuación de la dependencia financiera.

Sin vinculación a la innovación y a la creación de mayor valor agregado, la inversión está mucho más relacionada a la importación de tecnología (dependencia tecnológica), la cual, en esta etapa de Industria 4.0, acentúa la desocupación, y más allá de la actual ideología de la capacitación del “capital humano” para incrementar los salarios, el salto tecnológico que logra establecerse en ciertos “polos de desarrollo” tiende a adaptarse a las condiciones prevalecientes de superexplotación y precarización del trabajo[22]. En este contexto, habría que añadir que, la nueva Reforma Laboral (aprobada en Abril/2019) ignoró proscribir la legalización del outsourcing, lo que es congruente con un Plan Nacional de Desarrollo que tiene como meta mediocre reducir la tasa de informalidad laboral del 56.7% (2018) al 55.3% para 2024.[23]

Las grandes empresas receptoras de inversiones incorporan tecnología de punta que fortalece su capacidad para producir ganancias extraordinarias en la economía local, lo que acentúa las condiciones de concentración de la gran empresa en el aparato de producción, y con ello, reproduce el debilitamiento de los pequeños y medianos competidores que para sobrevivir tienden a deteriorar los derechos de sus trabajadores (precarización del trabajo). El resultado de ello es la ampliación de los rezagos tecnológico-productivos y de las condiciones del subdesarrollo. La superexplotación del trabajo influye en una modalidad específica de reproducción del capital. Las pautas que asume la inversión dentro de esta modalidad no le son ajenas. Para los capitales, si no existe demanda y tasas de rentabilidad “saludables”, éstos no invierten. De ahí que las inversiones tiendan a orientarse-concentrarse fundamentalmente en los principales ejes de acumulación de la economía, reproduciendo con ello los desequilibrios productivos. Dada la gran concentración de riqueza y desigualdad social en México, la base de la pirámide social relativa a poco más del 75% de la población no tiene significativas condiciones de demanda y consumo. Consecuentemente, el grueso de la inversión tiende a orientarse a sectores productivos vinculados a la estrecha esfera de la sociedad con elevado poder de consumo.

Como las masas de mercancías elaboradas exceden la capacidad de esta delgada esfera para realizarlas, las inversiones tienden a predominar en los sectores productivos volcados al mercado externo, en el que el TLCAN (T-MEC) representa su mayor paradigma. Así, al orientar su dominio sobre las ramas productivas vinculadas al mercado externo, las inversiones contribuyen a desestructurar la economía, agravan la dependencia comercial, y acentúan la reproducción de un aparato productivo sin correspondencia con las necesidades de los trabajadores que paradójicamente son quienes le dan vida. En resumen, bajo la modalidad de reproducción de una economía dependiente, las inversiones presionan hacia la reproducción ampliada de la dependencia. Por último, debe considerarse el carácter bidireccional de la inversión extranjera. Así como entran, son elevadas las transferencias de ganancias hacia las empresas matrices y sus países de origen, conseguidas sobre la base de la mayor explotación del trabajo, así como de los mecanismos de transferencia de valor existentes, lo que de conjunto presiona a la mayor vulnerabilidad de las cuentas externas.

Más allá del mágico remedio, panakos! dirían los antiguos, que esta convergencia neodesarrollista y sus alquimistas invertebrados hacen de la inversión –Romo llama a “convertir a México en un paraíso de la inversión”–, lo cierto es que la dependencia financiera, tecnológica y comercial reproducen la desarticulación de un aparato productivo (con bajo nivel de valor agregado) y la subordinación de unos cuantos polos de propiedad trasnacional a los circuitos de la economía estadounidense, lo que agrava la tendencia a la reproducción de la superexplotación del trabajo, la degradación de los derechos laborales, y de las condiciones de desocupación y subocupación, problemas inaplazables de nuestra vida social. 

Los planes económicos del nuevo gobierno no representan un cuestionamiento a estas formas de capitalismo dependiente heredadas. Hasta ahora, se inscriben en la ruta de su reproducción subordinada a la economía estadounidense. Asistimos así a un proceso histórico de innumerables cambios en una continuidad estructural que no representa la alternativa.

Solo en espacios donde el Estado encuentra margen de maniobra (contratos públicos con grandes empresas, renuncia a la facultad de condonación de impuestos, etc.), el nuevo gobierno se anima a su “moralización”, más allá de un cuestionamiento de fondo. Es en la política de fortalecimiento a Pemex que comienza a cuestionarse la lógica de acumulación y des-acumulación predominante, lo que no es menor. No obstante, aún falta definirse el rumbo de la estatal y si se continuará o no con nuevas rondas petroleras y la adquisición de nuevos contratos con los capitales privados.

La convergencia y sus rutas: Tras los rastros del dinero

A finales de febrero, el gobierno acordó con la nueva presidencia del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) el impulso a la inversión privada en los proyectos prioritarios del nuevo gobierno. Los máximos representantes de los organismos empresariales han señalado la necesidad de incrementar la inversión privada al 20-22% del PIB para alcanzar las “metas” de 4% de crecimiento según ha fijado el PND (que no corresponde a las necesidades del país). En una oda a la continuidad, según el empresario Carlos Slim, a este gobierno “lo apachurra el gasto corriente”, y con la caída de los ingresos petroleros, la administración actual “necesita más que ningún otro gobierno de la inversión privada”[24]. Mientras mayor la vulnerabilidad heredada del Estado, producto de décadas de dependencia y neoliberalismo, más es subordinado el Estado a los imperativos del capital, con lo que se afianza la convergencia entre Estado y gran capital a favor de este último.

En el marco de los acuerdos entre el nuevo gobierno y el CCE, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, anunció a principios del mes de marzo a este organismo empresarial que inversionistas estadounidenses conformados en la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero (OPIC), asociación que depende del gobierno de EEUU, tienen lista “una bolsa de 4,600 millones de dólares para aplicarla en proyectos de infraestructura, energía y turismo en México”, por lo que les conminó a participar en tales proyectos. Días después de la escandalosa reunión de AMLO con Jared Kuschner, se difundió entre otras cuestiones, la preparación de acuerdos en materia de inversión con EEUU de alrededor de 10 mil millones de dólares, la mitad de los cuales se destinarían a México y la otra parte para Centroamérica, con el objetivo de atender los graves problemas migratorios.

En la undécima edición del US-Mexico CEO Dialogue celebrada en la ciudad de Mérida (11 y 12 de abril), se reunieron organismos empresariales y funcionarios estatales de los dos países, con el objetivo de atraer inversión, según declaró el mismo canciller Marcelo Ebrard, además de tratar los problemas arancelarios y la aprobación del T-MEC. Entre los más de mil representantes empresariales, destacó la presencia de Ryan Brennan, Director de Operaciones de OPIC, y del israelí-estadounidense Larry Fink, CEO de BlackRock, el corporativo de inversiones más grande del mundo y a quien se le debe nada menos que la Reforma Energética[25]. En el marco de esta reunión, trascendió la presentación de Alfonso Romo sobre los proyectos la refinería de Dos Bocas y el Corredor Transístmico, así como la presentación de Rocío Nahle, secretaria de Energía, promoviendo inversiones en el sector energético. En este contexto destacamos las declaraciones que Nahle le hiciera al subsecretario de Energía estadounidense, Dan Brouillette, respecto a la “inviolabilidad de los contratos” petroleros, y la postura del gobierno mexicano de que la reforma energética “no será revertida”[26].

Posterior a esta cumbre México-EEUU, tres elementos se ponen de relieve respecto a las inversiones estadounidenses en los proyectos prioritarios del nuevo gobierno:

El primero se refiere a la declaración de AMLO respecto a que el gobierno de Trump está “dispuesto a invertir y ayudar para que se construya el Tren Maya y otras obras de infraestructura en el sureste”.[27]

El segundo punto trata sobre la Carta del CEO de BlackRock al presidente de México, fechada el 18 de abril, y hecha pública casi 15 días después, y en la que el más grande banco de inversión a nivel mundial, mayor tenedor de acciones en la Bolsa Mexicana de Valores, y con grandes inversiones en Pemex, se declara listo para “asociarnos en la construcción de infraestructura de servicio de internet en todo el país, y para desarrollar el Istmo de Tehuantepec”, a lo que la presidencia de México calificó como “una muestra de la confianza en el país”[28].

Por último, mes y medio después de la edición US-Mexico CEO Dialogue, trascendió en voz de Alfonso Romo, tres exigencias que el gobierno de EEUU a través del secretario de Comercio Wilbur Ross, planteara a los representantes del gobierno mexicano en las reuniones celebradas en el marco de aquella cumbre. Según Romo, entre otros puntos, Wilbur Ross expresó: 1) “queremos fortalecer la relación [con México] porque el único camino que tiene EEUU es tener un frente común en bloque comercial muy fuerte para competir con China”; 2) “no queremos la participación muy activa de la inversión china en México, sobre todo en proyectos estratégicos”[29]; 3) “queremos que nos ayuden a parar la migración que viene de Centroamérica”.[30].

En resumen, al seguir los rastros del dinero, vemos que la convergencia neodesarrollista sin mayor cuestionamiento dirige su reproducción bajo las predominantes pautas de la dependencia con la economía del Norte, lo cual, según se constata con las significativas exigencias de Trump, no hará sino agravar y multiplicar nuestros problemas.

El Sur-Sureste a los brazos de “América del Norte”: las pulsiones de Thanatos

En los últimos 20 años, la inversión extranjera directa fue concentrada en solo seis estados del país, los cuales encierran una relación estructural con la industria maquiladora de exportación. En 2016, la tasa de pobreza del estado de Nuevo León fue de 14%, en contraste al 77% experimentada en el estado de Chiapas. Ha sido de tal dimensión la desigualdad regional, la desarticulación territorial, el deterioro productivo y el incremento de las brechas sociales, emanados a partir de la modalidad de acumulación y reproducción del capital en México, que orientar los capitales de Bank of America o incluso de uno de sus propios accionistas como lo es BlackRock, hacia el Sur de México, es considerado por un gobierno de izquierda como parte de un proceso histórico sin precedentes.

Desde una interpretación equívoca del nuevo gobierno sobre la crisis del capitalismo dependiente y neoliberal inmersa en la propia crisis de la mundialización del capital y de sus impactos civilizatorios, vinculada a su vez a la visión referente a una “dimensión social” en la dinámica económica (Urzúa ha hecho referencia de un “clic” entre AMLO y Larry Fink en una visión “social”), el Estado neodesarrollista se compromete a emprender los megaproyectos de muerte íntimamente vinculados al gran capital. En la etapa neo monroísta, el nuevo gobierno no tiene problema de destinar a los propios capitales del norte las subastas de la riqueza del Sur (energética, minerales, biodiversidad), devastar el medio ambiente, y en el mejor de los casos, transformar en siervos a centenas de comunidades indígenas.

Uno de los problemas centrales de los Megaproyectos consiste en su total falta de correspondencia con las necesidades sustantivas de los pueblos y de las comunidades. La reproducción del subdesarrollo gira en torno a las modalidades específicas de acumulación-reproducción del capital.

En el estadio de las nuevas fuerzas productivas y los encadenamientos globales de valor, para llevar al Sur lo que considera algún “fruto del crecimiento”, AMLO hace suya la narrativa de las “ventajas comparativas”. Con ello ha optado por construir la vieja osadía que no lograran la oligarquía extranjera ni la burguesía dependiente en ninguno de los gobiernos anteriores, esto es, conectar el Pacífico con el Atlántico a través del Corredor del Istmo de Tehuantepec, el cual, más allá de orientarse a las necesidades de acumulación-reproducción del capitalismo mexicano, se inscribe en una clara tendencia que “responde a las necesidades del sistema mundial capitalista en tiempos de mundialización”.[31]

Con el “Tren Maya”, y de la mano de un auge de los esquemas de Asociación público-privada, se abre una nueva etapa en la vida nacional de la producción destructiva, que en el capitalismo de hoy se manifiesta con sus pulsiones de muerte, en nuestro caso, sobre las comunidades indígenas (y su corporeidad inorgánica, la naturaleza), con los violentos procesos de desposesión territorial, y la devastación del equilibrio ambiental.

Como parte de la tendencia neodesarrollista de adaptación del sur-sureste en la dinámica de reproducción del capitalismo dependiente, el proyecto del Istmo contempla el establecimiento de una región para eslabones de maquiladoras industriales volcados al mercado exterior y subordinados a la división internacional del trabajo, con bajo valor agregado, extensa superexplotación del trabajo, y una recreación del esquema pro-mercantil de las Zonas Económicas Especiales, cuyas ganancias estarán concentradas en las corporaciones trasnacionales ampliamente beneficiadas de la integración subordinada del capitalismo mexicano en la valorización mundial.

En este marco de integración subordinada y reproducción ampliada de la dependencia, se inscriben las propuestas de Alfonso Romo, rendidas al imperialismo trumpista en su disputa frente a China por la hegemonía mundial, la cual no está lejos de una guerra devastadora. Subsumiendo al Sur, en una plataforma de valorización para el Norte, el Jefe de la Oficina de la Presidencia, se pronuncia a favor de aprovechar el TLCAN (T-MEC) y “convertir el bloque comercial norteamericano en uno de los más fuertes del mundo”[32]. Romo, levantando la bandera de las más conspicuas burguesías dependientes del imperio, convoca a “construir el polo más poderoso de América del Norte” (léase EEUU, Canadá, México).

¿Acaso “Norteamérica” no era el proyecto oficial del “viejo régimen”?

----

Notas

[1]Así cuestionaba Vania Bambirra en el prefacio a su libro: "¿por qué la ruptura de la dependencia estructural no es parte de la orden del día de los gobiernos progresistas latinoamericanos?". O capitalismo dependente latino-americano, IELA-Editora Insular, 2013. Citado por Adrián Sotelo Valencia en, "Encrucijadas, límites y perspectivas del ciclo progresista en América Latina", 25/09/2015, Ver, https://lahaine.org/eU1t

[2] Nervio de la prueba.

[3]En otro trabajo nos preguntamos: “¿Hasta qué punto el gobierno de reconciliación nacional, podrá modificar la forma de reproducción del capital predominante desde hace más de tres décadas?¿Cómo podrá construir fuerzas políticas para inclinar la balanza de poder hacia la construcción de una nueva modalidad de acumulación del capital, según el discurso del nuevo gobierno, “incluyente”, de “bienestar general”, con “justicia social”, “democrática”? […] ¿Un gobierno de raigambre pluriclasista puede construir la capacidad de transformar el patrón de reproducción del capital vigente? Ver, “El gobierno de reconciliación y el programa ilimitado del capital en México”, 13/09/2018, https://www.lahaine.org/mundo.php/el-gobierno-de-reconciliacion-y

[4]La meta del contenido nacional de las exportaciones manufactureras, maquiladoras y servicios de exportación es saltar de 27.09% (2018) a 33% (2024). Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Anexo XVIII-Bis. p. 154.

[5] Un ejemplo muy claro: La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, en su discurso al Senado de la República (29/05/2019), señala que la “corrupción” y la “inseguridad” son “factores que limitan el crecimiento, y encarar esos problemas es una importante prioridad para las políticas públicas”. https://www.eluniversal.com.mx/cartera/fmi-limitan-corrupcion-e-inseguridad-crecimiento

[6] El capital financiero ha logrado adquirir un enorme poder destructivo, que se acentúa en los países de mayor dependencia y vulnerabilidad externa. Su poder impacta de un modo casi instantáneo, mediante fuga de capitales, devaluación de la moneda, inflación, transferencia y quema de reservas, etc. Es este poder el que lleva a muchos gobiernos a aceptar sin cuestionamientos los imperativos del capital por sobre las economías nacionales.

[7] Según datos de INEGI, con una caída del 1.3% del sector industrial en el último trimestre de 2018, y una contracción del 0.6% en el primer trimestre de 2019, puede hablarse de recesión del sector industrial.

[8] De acuerdo al Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), en el mes de marzo el PIB retrocedió ‑0.6%, lo que influyó para que el primer trimestre de 2019, el PIB creciera a 0.1% (a tasa anual). Y en relación al último trimestre de 2018, el PIB retrocedió -0.2%.

[9] Derivado de la austeridad, en el primer cuatrimestre, el gasto del sector público disminuyó 6% en términos reales, respecto a igual periodo en 2018, con un subejercicio del gasto de 110 mil millones de pesos. Destaca una reducción del gasto en la Secretaría de Salud del orden del 10.2% y en la Secretaría de Educación Pública con una disminución del 16.6%. Ver, https://www.eleconomista.com.mx/economia/Gobierno-presenta-subejercicio-de-mas-de-100000-mdp-en-primer-cuatrimestre-20190530-0061.html

[10] Según cifras oficiales, el promedio de la inversión pública en las últimas tres décadas es del orden del 3% del PIB. Actualmente es del 2.6%. En el primer cuatrimestre de 2019, la inversión física (de obra pública) cayó 16.8% (equivalente a 36,854 millones de pesos) respecto a igual periodo de 2018, lo que aunado al incremento de deuda de 4.8%, sin duda incide en las tasas negativas de distintos sectores de la economía. Ver, https://www.eleconomista.com.mx/economia/Pago-de-intereses-de-la-deuda-supero-el-gasto-en-inversion-20190603-0132.html

[11] Esto fue anunciado por el mismo Jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, quien señalo desde finales de marzo, en el marco de la 102 Asamblea Anual de la America Chamber (AmCham), asociación que agrupa a inversionistas estadounidenses: “Lo de pasar de una austeridad republicana a una pobreza franciscana, no lo duden. En las últimas dos semanas nos han pedido más recortes” […] “el problema de recortar tanto, es que yo veo a las secretarías agobiadas, por eso las defiendo, porque les quitaron una gran parte del presupuesto y de la gente. Tenemos una inercia que no podemos cortar y no queremos paralizar, pero de que hay una determinación a no incurrir en un déficit fiscal, no tengan duda”. Ver, “Se cumplirá llamado a pobreza franciscana”, Revista Proceso, 25/03/2019,https://www.proceso.com.mx/576790/se-cumplira-llamado-a-pobreza-franciscana-alfonso-romo-anticipa-mas-recortes

[12]Ver,https://www.elfinanciero.com.mx/economia/urzua-se-compromete-a-cumplir-meta-de-superavit

[13] Quizá valga la pena recordar que en un estudio de Cepal-2013, se muestra que en el periodo 2003-2013, la Inversión Extranjera Directa captada en América Latina, participó creando cinco de cada 100 empleos formales. En contraste, transfieren a sus matrices elevadas ganancias que se convierten en un factor de vulnerabilidad financiera frente al exterior. Ver, “Cepal: un ´mantra´, que la inversión extranjera genere empleo en AL”, La Jornada, 30/05/2014, https://www.jornada.com.mx/2014/05/30/economia/025n3eco

[14] Ver nota 12.

[15] Juan Luis Ramos, “Reactivará estado rondas petroleras en seis meses”, El Sol de México, 8/03/2019, https://www.elsoldemexico.com.mx/finanzas/reactivara-estado-rondas-petroleras-en-seis-meses-3158538.html

[16] Nos dice Alfonso Romo: “…nunca habíamos tenido a tanto empresario haciendo ´lobbying´ en la Oficina de la Presidencia, ni siquiera en la época del expresidente Carlos Salinas de Gortari”. El Financiero, 30/05/2019.

[17] Una de las expresiones a que recurrentemente acude Alfonso Romo.

[18] The Dallas Morning News , 1/05/2018, www.dallasnews.com/news/mexico-election-2018/2018/05/01/mexicos-lopez-obrador-team-foreign-investorshe-wont-take-money

[19] “Bank of America ofrece invertir en México, AMLO presume confianza”, Forbes-México, 30/05/2019, Ver, https://www.forbes.com.mx/bank-of-america-ofrece-invertir-en-mexico-amlo-presume-confianza/

[20] En su discurso a propósito de la instalación del Consejo de Fomento a la inversión… Romo nos dice: “No vemos la propiedad privada como una concesión benévola del Estado, sino como un derecho inherente a cada hombre y a cada mujer”. https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/politica/vamos-a-armonizar-a-conciliar-alfonso-romo-asume-consejo-para-la-inversion-3078856.html

[21] Ver, entre otros trabajos, Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia. Puede consultarse en línea: http://www.marini-escritos.unam.mx/024_dialectica_dependencia.html

[22] En la última década la región del Bajío lideró el crecimiento, dos o tres veces el promedio nacional. Así, “Aguascalientes tuvo un crecimiento del 80% en la parte industrial mientras que Querétaro creció 70%... [no obstante, jlr.], los estados en donde se ha tenido éxito en función de las exportaciones, que es Aguascalientes y Querétaro, principalmente, se obtuvo con base a precarización salarial, el modelo de apertura generó crecimiento en esos estados, son estados muy competitivos pero los buenos salarios han ido en retroceso”. Ver, Laura Quintero, “Precarización laboral, el precio del ´boom´ económico del Bajío”, https://www.economiahoy.mx/economia-eAm-mexico/noticias/9084694/04/18/Precarizacion-laboral-el-precio-del-boom-economico-del-Bajio.html

[23] Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Anexo XVIII-Bis. p. 148.

[24] https://www.eluniversal.com.mx/cartera/este-gobierno-mas-que-ningun-otro-necesita-inversion-privada-slim

[25] Alfredo Jalife-Rahme, “BlackRock: el mayor inversionista del mundo detrás de la privatización de Pemex”, La Jornada, 11/12/2013, https://www.jornada.com.mx/2013/12/11/opinion/026o1pol

[26] https://www.jornada.com.mx/2019/04/13/economia/017n2eco

[27] https://www.elsoldemexico.com.mx/finanzas/amlo-donald-trump-ya-acepto-invertir-en-tren-maya-3320025.html

[28] https://expansion.mx/empresas/2019/05/02/que-decia-la-carta-del-ceo-de-blackrock-a-amlo

[29] No obstante el interés de China en invertir en México, se debe añadir el veto a la economía de China que se colocó en la renegociación del TLCAN 2.0 hoy T-MEC. Además, de lo que se conoce en la reunión AMLO-Kuschner, se ha mencionado que el hierno de Trump pidió a AMLO cerrar la inversión de China en México.

[30] https://www.elfinanciero.com.mx/economia/eu-pidio-a-mexico-no-aceptar-inversion-china-alfonso-romo

[31] Jaime Osorio, Crítica de la economía vulgar. Reproducción del capital y dependencia. UAZ-Miguel Angel Porrúa. 2004. p. 61.

[32] Ver, nota 30.

La Haine

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/cB5M