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Mundo :: 26/06/2019

Movimientos populares, gobiernos progresistas y alternativas políticas

Guillermo Cieza
Estos procesos ya no pueden evaluarse exclusivamente por lo que hace el gobierno, sino por lo que hace el pueblo y el gobierno

Cuando se habla de gobiernos progresistas me parece necesaria en primer lugar una distinción entre aquellos gobiernos que se plantearon un horizonte anticapitalista y actuaron en consecuencia y aquellos gobiernos cuyas propuestas no superaron un capitalismo inclusivo.

Intentando precisar, creo que en América Latina quienes se propusieron un horizonte anticapitalista fueron exclusivamente los gobiernos de Cuba, Bolivia y Venezuela. El resto no se lo propuso. Y en el caso de Nicaragua, creo que sí hubo una primera etapa, en el apogeo de la Revolución Sandinista en la década del '80, en que desde algunos dirigentes y organizaciones se impulsó un horizonte anticapitalista. Esa perspectiva se perdió posteriormente al punto que resulta polémico afirmar siquiera que el actual gobierno de Nicaragua sea progresista.

El segundo tema que me parece importante precisar es que en la década del '90 se plantea en el seno de la izquierda y los movimientos populares un debate sobre la conveniencia o no de ocupar el Estado para realizar cambios revolucionarios.

Intentando hacer un balance de los temas planteados me parece evidente que :

1- los únicos gobiernos que pudieron resistir la ofensiva imperialista y sobrevivir defendiendo las conquistas obtenidas fueron los que se plantearon un horizonte anticapitalista y promovieron un empoderamiento popular y un desarrollo de organizaciones de base acordes con ese proyecto . Sobre este punto me parece un buen ejemplo el desarrollo de 30.000 Concejos Comunales y 2000 Comunas en Venezuela, que concebidas por Chávez como gérmenes de una nueva institucionalidad, aún reducidos por la política oficial a correas de trasmisión de las políticas de gobierno, se han convertido en sólidos puntos de apoyo para que se puedan distribuir alimento por medio de los CLAPS, y se mantenga una base movilizada frente a la agresión imperial.

2- En los únicos países que se produjeron cambios sustanciales fue en aquellos que se ocupó el Estado y la movilización popular fue más allá del Estado. Sobre el punto me parece importante reflexionar sobre cómo en Argentina la enorme rebelión popular de diciembre de 2001 no pudo ser capitalizada por quienes la impulsaron, y terminó dando paso a una transición progresista encabezada por sectores del Partido Justicialista que venia cogobernando.

Los movimientos sociales y los gobiernos con vocación anticapitalista

Con respecto a la relación de los movimientos sociales con los gobiernos progresistas con un horizonte anticapitalista me parece necesario valorar cual era el desarrollo de esos movimientos sociales o pueblo organizado en el momento que se ocupó el Estado. El caso de Venezuela resulta paradigmático porque desmiente que esa ocupación sea el resultado evolutivo de un proceso de acumulación de poder popular. El chavismo nació planteándose ocupar el poder y hacer una revolución y llego al gobierno con un escaso poder popular acumulado.

La ocupación del poder depende de crisis revolucionarias y de fuerzas dispuestas a aprovechar las oportunidades históricas presentadas. Sin embargo una vez llegado al gobierno y cuando se comienza a ocupar el Estado, las acumulaciones previas no son indiferentes. El Estado burgués debe ser ocupado y neutralizado pero no es una herramienta óptima para avanzar en una transición al socialismo. En ese punto, muchas de las dificultades del actual proceso tienen relación con esas debilidades iniciales. Lo que debe tomarse en cuenta es que estos procesos ya no pueden evaluarse exclusivamente por lo que hace el gobierno, sino por lo que hace el pueblo y el gobierno. Y lo que empuja cada término de esa dualidad puede ser diferente en distintos momentos históricos.

En el caso venezolano se puede identificar distintas circunstancias en que la revolución dependió mucho más de lo que hacia el alto gobierno que de lo que hacía el pueblo que se limitaba a acompañar. Pero también se pueden identificar circunstancias en que fue el pueblo quien salvó a la revolución y permitió la continuidad política del gobierno. En la actualidad, sin desconocer la decisión del Presidente Maduro de no rendirse, sin lugar a dudas la revolución está mucho más fuerte en el pueblo chavista que en el gobierno, y ha sido ese pueblo, más el conjunto del pueblo venezolano, los que están garantizando la continuidad política del gobierno en momentos muy duros, cuyo principal responsable es la la guerra híbrida desatada contra el proceso bolivariano. Todos los días, la presión imperial y los errores políticos del gobierno permiten que las fuerzas del capital invadan posiciones revolucionarias como lo son tierras y empresas recuperadas y todos los días el pueblo contragolpea invadiendo posiciones del capital y haciendo retroceder a los usurpadores.

El destino de Venezuela se define en términos de la batalla Nación vs Imperio, pero también en el marco del desarrollo de una activa de lucha de clases que se inserta también en el seno del chavismo y del gobierno. Resumiendo podría decirse que en aquellos gobiernos progresistas con vocación anticapitalista la responsabilidad de los movimientos sociales es por un lado de defensa del gobierno y de la unidad política para defenderse de las amenazas imperiales, y por otro mantener una actitud movilizada para que no se tuerza el rumbo de la transición al socialismo. Solo en momentos en que recrudece la agresión externa deben ser "oficialistas", en tiempos más normales deben preservar su autonomía para seguir ejerciendo el pensamiento crítico y aportar constructivamente al avance revolucionario.

Los movimientos sociales y los gobiernos progresistas que no superan los límites del capitalismo inclusivo

Creo que en este tema nuestra propia experiencia, en Argentina, nos permite hacer un buen balance. El hecho que desde gobiernos progresistas como sin duda fueron los de Kirchner y Cristina, y también el de Alfonsin, se tomaran medidas por las que el pueblo luchó por muchos años, o que fueran sensibles a reclamos populares, no altera la caracterización que corresponde sobre los rumbos políticos que asumen esos gobiernos. El necesario y muy correcto apoyo a esas medidas por parte de los movimientos populares tampoco tendría que obnubilarnos al punto de desconocer algunos conceptos básicos.

Por ejemplo, que más allá de los gestos que aplaudimos y apoyamos, son el rumbo y el proyecto de un gobierno los que determinan el contenido de sus acciones políticas. Si se elige el capitalismo, no se propone dar poder a los pobres para eliminar la pobreza, sino gestionar y distribuir recursos para aliviarla. Por eso no es lícito en términos teóricos reprocharle al PT o al kirchnerismo que les faltó formación política- ideológica y empoderamiento popular, cuando nunca se propusieron que gobernara el pueblo. La relación clientelar y el punterismo no tienen contradicción con el capitalismo, expresan un modo de relación con quienes intenta reducirse a objetos que merecen atención, o ser incluidos.

Si como decíamos anteriormente, parece lo más sensato que los movimientos populares mantengan niveles de autonomía con gobiernos con que comparten un rumbo general, estratégico, con mucho más razón debían mantenerlos con quienes manifestaban otros horizontes. El proceso que que se inició con buena parte de los movimientos populares, la mayoría territoriales, en el período kirchnerista y se acentuó con el macrismo, puede reconocerse en un antecedente histórico que es el proceso realizado por una parte de la resistencia peronista que fue protagonizada por el activismo fabril.

Las agrupaciones obreras peronistas que se constituyen desde las bases en los años 56-57 para defender las conquistas y resistir a la Revolución Fusiladora, empiezan a reencauzar su actividad a partir de 1957 en movimientos de recuperación sindical con la idea de "recuperar los sindicatos para lanzar la huelga general, para echar a los milicos y traerlo de vuelta a Perón al poder". Con el correr de los años y cuando con la gestión de Frondizi se devuelven muchos sindicatos a los trabajadores, el horizonte de lucha se achica hacia lo exclusivamente corporativo como es defender salarios y convenios, para después reducirse a ser un factor de poder que daba margen de negociación con todo los gobiernos. Se paso de un sindicalismo combativo que trataba de voltear al gobierno, al vandorismo que ladraba para negociar y se terminó en el participacionismo que agarraba lo que le tiraban, manteniendo esa actitud incluso con las dictaduras militares.

Volviendo a los movimientos territoriales podría decirse que si en los inicios para muchos de nuestra consigna fue "Trabajo, Dignidad y Cambio Social", lo del "Cambio Social" se ha ido destiñendo. Los problemas de perspectivas de los movimientos sociales están muy ligados a la confusión en que estamos inmersos por el proceso de repliegue del movimiento obrero, la despolitización de los movimientos territoriales, y por la ausencia de alternativas propias desde la izquierda con vocación de poder.

Esto embellece la alternativa que proponen los Fernández.. Se convierte lo que es una decisión de sentido común (hay que echarlo a Macri, no puede seguir gobernando aunque sea por una cuestión de autoestima de los pueblos) en un proyecto político. Lo que podría ser una opción de voto en segunda vuelta termina siendo un argumento para involucrarse en la campaña. En el marco de esa confusión se advierte en los últimos años una reaparición de perspectivas que cuestionan la ocupación del Estado y la construcción de proyectos de poder.

Debería recordarse que a partir de la crisis del 2001 casi todas las lineas que se proclamaban autonomistas, zapatistas o neoanarquistas, terminaron en el kirchnerismo (MTD Solano, asambleas Autónomas de Capital, MNCI, etc) porque los vacíos que generaron la negativa a construir organizaciones fuertes y alternativas políticas de poder, fueron compensadas con adhesiones tardías a quienes si tenían proyectos de poder y herramientas políticas aptas para actuar en el terreno electoral. En este caso el kirchnerismo y el Partido Justicialista. Quien no crea proyectos de poder, termina sumándose como adornos de proyectos ajenos, o sumidos en la lloradera por los compas que se nos van a buscar a otro lugares (algunos nefastos) lo que no fuimos capaces de construir entre todos. Frente a situaciones como esta las opciones son ensimismarnos en debates sobre las debilidades de la condición humana y su propensión a la traición, o preguntarnos hasta que punto, por soberbia y sectarismo, tenemos alguna responsabilidad en la falta de alternativas populares.

¿No será que muchos hemos supuesto que donde nosotros ponemos la vara, se delimita la lucha de clases aunque el pueblo no comparta nuestra opinión?. ¿No será que nuestra negativa a reivindicar algunas figuras históricas (como por ejemplo Eva Perón) u otros símbolos populares porque no aprobaron nuestro examen académico, no coincide con lo que piensa el pueblo?. No será que en vez de preocuparnos tanto por los "traidores", a mucho de los cuales encontraremos en seis meses luchando en la calle con nosotros, deberíamos preocuparnos por los deberes que no hicimos, como por ejemplo construir una potente institucionalidad alternativa con herramientas para dar las múltiples batallas necesarias (entre ellas, y aunque suele nostálgico, los humildes periódicos de difusión masiva que contribuyan a politizar la base de nuestras construcciones sociales).

¿No será que nos hemos quedado atrapado en los debates de los grandes rótulos y de las consignas súper radicalizadas, en los fundamentalismos que no mueven un centímetro la conciencia y la organización popular? ¿No será que si por un milagroso fenómeno político. desaparecieron de golpe las agrupaciones ex- compañeras "que abandonaran la línea correcta", nos quedaríamos sin tema de conversación?. Como ocurrió en otros momentos históricos, la nube de las esperanzas masivas populares se depositara en actores políticos que nos merecen desconfianza. Más que putear contra la nube (y pelearnos con quienes la habitan: muchos amigos y personas decentes del pueblo), o gastarnos todas las municiones en denunciar a los que seguramente no van a estar a la altura de las esperanzas populares, tendríamos que ocuparnos más en qué hacemos para que en algunos años esa nube se pose en un proyecto popular promovido desde abajo y desde la izquierda.

Me parece evidente que en 2001 los movimientos populares que tuvieron una enorme incidencia en la despedida a De La Rua, no pudieron capitalizar la crisis política. Y que 18 años después están presentes en la calle pero muy pobres de alternativas políticas en momentos como estas elecciones presidenciales donde se juega una parte del poder político, que determinará el futuro del país en los próximos 4 años. El 2 o 3% que sacará el FIT [izquierda no peronista] en las elecciones me parece muy por debajo de la incidencia política que han tenido esos mismos movimientos en los últimos años, donde la ola verde [feminiswta] ha sido su expresión más dinámica y masiva. Es más cómodo decir que la fragmentación política es responsable de la ausencia de alternativas populares promovidas desde abajo y desde la izquierda, y más incómodo preguntarnos hasta que punto la falta de esas alternativas promueve la fragmentación. Quienes nos proponemos hacer política transformadora y no sociología, deberíamos preocuparnos por los interrogantes incómodos.

Junio 2019
La Haine

 

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