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EE.UU. :: 11/02/2010

Una Comisión del Congreso revela que los Servicios de EE.UU. protegieron al terrorista del vuelo 253

Alex Lantier
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] Esta información pone de manifiesto la falsedad de la versión oficial del Gobierno sobre lo que pudo ser una catástrofe

El 27 de enero, durante las comparecencias ante el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, quedó claro que los servicios de espionaje estadounidenses evitaron que el departamento de Estado revocara el visado a Umar Faruk Abdulmutallab. El estudiante nigeriano, de quien los funcionarios estadounidenses sospechaban era militante del grupo terrorista Al Qaeda en Yemen, en la península Arábiga, el día de Navidad intentó activar una bomba en el Vuelo 253 de Northwest con destino Detroit. La denegación del visado a Abdulmutallab le habría impedido embarcar en el avión.

Sobre la Comisión se informó en un breve artículo publicado el 27 de enero en la página web de Detroit News, titulado “Terror Suspect Kept Visa Avoid Tipping Off Larger Investigation” [Al sospechoso terrorista se le concedió el visado para evitar entorpecer una investigación más amplia]

La revelación de que los servicios de espionaje estadounidenses tomaron deliberadamente la decisión de permitir que Abdulmutallab embarcara en el vuelo, sin ningún control especial en el aeropuerto, se ha silenciado en los medios de información. Hasta la fecha de la redacción de este artículo, casi una semana después de las comparecencias, el New York Times, el Wall Street Journal, Washington Post y Los Angeles Times no han publicado artículo alguno sobre el asunto. Como tampoco lo han hecho los medios audiovisuales.

Todo ello a pesar- o a quizás más precisamente, debido a – que esta información pone de manifiesto la falsedad de la versión oficial del Gobierno sobre lo que pudo ser una catástrofe. La afirmación del presidente Obama, que se reunió con los responsables de los servicios de espionaje, FBI, y de la Seguridad Nacional para insistir en que se permitió que Abdulmutallab inadvertidamente embarcara en el avión llevando explosivos por un fallo en la “conexión de los datos”, ha sido desde el principio un engaño al pueblo estadounidense.

Desde el inicio, la explicación oficial carecía de credibilidad, habida cuenta de los múltiples avisos sobre la relación del estudiante nigeriano con los terroristas yemeníes que estaban proyectando atentados contra EE.UU.

Como se informó ampliamente horas después del fallido atentado, el padre de Abdulmutallab- ex ministro nigeriano e importante banquero- el mes de noviembre se había dirigido a la embajada estadounidense en Abuya [capital de Nigeria] para advertir que su hijo estaba implicado con los radicales islamistas en Yemen y había roto toda relación con su familia. La familia informaba de que había facilitado a los funcionarios estadounidenses una información completa sobre su hijo con la esperanza de que pudieran “encontrarlo y devolverlo a casa”.

Patrick Kennedy, subsecretario del departamento de Estado, en su bien preparada declaración ante el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, afirmaba: “En el caso de Umar Faruk Abdulmutallab, el día siguiente de la visita de su padre a la embajada el 19 de noviembre, enviamos un cable a los servicios de espionaje de Washington y a la Interpol a través de los conductos apropiados ( El sistema de control de visados) con el texto siguiente: ‘Informaciones recibidas indican que [Faruk] puede estar comprometido con extremistas yemeníes’”.

Kennedy confirmó que todos los servicios de espionaje estadounidenses habían recibido advertencias respecto a que Abdulmutallab se estaba entrenando con terroristas en Yemen. Señaló que en el cable diplomático enviado inicialmente desde Abuya, el nombre de Abdulmutallab se había escrito mal, pero que “Simultáneamente, la sección consular introdujo el nombre correcto en la base de datos del Sistema de vigilancia y ayuda consular, conocido como CLASS... así que en ella figuraba cabalmente su nombre, que automáticamente se incorporaba el sistema de vigilancia utilizado por el departamento de Seguridad Nacional (DHS) y era accesible a las demás agencias”.

A las preguntas del congresista Bennie Thompson, presidente del Comité, Kennedy respondió explicando las razones por las que el departamento de Estado no había revocado la orden de emisión del visado a un sospechoso terrorista: “Para cancelar el visado de cualquier individuo que suponga una amenaza para Estados Unidos tenemos que dar pasos previos. Preguntamos a la policía y a nuestros aliados de los servicios de espionaje: ‘¿Tienen fichada a esa persona y quieren que la dejemos seguir con su plan bajo su vigilancia para descubrir un eventual complot de mayor alcance?’”.

Y añadió: “Entonces uno de los miembros [de los servicios de espionaje]- y estaré encantado de facilitarles su nombre en privado- contestó: ‘Por favor, no le retiren el visado. Estamos vigilándole. Estamos siguiendo a ese individuo, que ha conseguido el visado para intentar establecer contacto con una red completa, y así no sólo detendríamos a una única persona.”

A las peguntas del congresista Dan Lungren, Kennedy confirmó que el caso de Abdulmutallab es una de las excepciones en las que los servicios de espionaje han intervenido para evitar la revocación del visado.

En la misma Comisión, Michael Leiter, Director del Centro Nacional Contraterrorista, afirmó: “Los servicios de espionaje teníamos información estratégica relativa a que la rama de Al Qaeda en la península Arábiga [AQAP, el grupo terrorista yemení con el que Abdulmutallab estaba en contacto] tenía intención de ejecutar operaciones contra Estados Unidos, con anterioridad al atentado frustrado del 25 de diciembre, pero no dedicamos más efectivos contra AQAP, ni insistimos en que los criterios de la lista de sospechosos se pusieran al día antes del incidente”. Añadió que los analistas del servicio de espionaje estadounidense “no incluyeron a Abdulmutallab en la lista de terroristas en búsqueda”.

Esta pasividad se produjo a pesar de que los servicios de espionaje estadounidenses eran conscientes de la amenaza que suponía AQAP. Según Leiter: “ Los servicios de espionaje habían subrayado la creciente amenaza que suponía AQAP para los intereses de Estados Unidos y de occidente en la región, cuyos precursores habían atacado nuestra embajada en la capital yemení, Sana’a [en septiembre de 2008]. Nuestros análisis se centraron en los planes de AQAP para atentar contra objetivos estadounidenses en Yemen, aunque destacaban asimismo - cada vez más en el otoño de 2009- la posibilidad de que atentaran en Estados Unidos”.

Sorprendentemente, el gobierno estadounidense no declaró a AQAP organización terrorista hasta el 19 de enero de 2010, incluso aunque durante el año 2009 se refiriera a ella como tal. Philip Crowley, portavoz del departamento de Estado declaró que considerar a AQAP grupo terrorista: “hubiera impedido la obtención de armas y material de apoyo, así como la prohibición de envío de dinero procedente de los emigrantes, lo que hubiera impedido su financiación”. Así que, según Crowley, hasta casi un mes después del atentado fallido, no se les exigió a los altos responsables estadounidenses tomar una serie de medidas contra AQAP, entre ellas, “la congelación de cuentas, la prohibición de viajar y el embargo de armas”.

En su comparecencia del 27 de enero, Leiter declaró que se habían producido “muchos fallos” en la reacción del gobierno de Washington a las advertencias de un atentado inminente. A pesar de ello, ninguno de los tres altos cargos que comparecieron- Kennedy, Leiter y Jane Lute-, subsecretaria del departamento de seguridad nacional-, informaron de que se hubieran tomado medidas disciplinarias contra los responsables..

Janet Napolitano, secretaria del departamento de Seguridad, invitada a comparecer y que se encontraba en Washington en esos momentos, se negó a hacerlo, sin previo aviso a los miembros del Comité. Napolitano, fue duramente criticada cuando el 27 de diciembre declaró que “el sistema había funcionado”, antes, durante y después del intento de atentado.

Ahora, los testimonios oficiales reconocen que los servicios de espionaje estadounidenses, deliberadamente, permitieron que Abdulmutallab embarcara en el vuelo 253, poniendo en peligro la vida de centenares de personas, en el marco de una operación más amplia todavía no revelada. Pero sigue sin aclararse si los servicios estadounidenses desconocían los planes de Abdulmutallab o, si conscientes de ellos, decidieron permitirle que llevara a cabo el atentado.

En este contexto, debería subrayarse que la razón para la pasividad estadounidense ofrecida en la Comisión de Investigación- es decir, que el espionaje estadounidense no quería alertar a Al Qaeda de que estaba vigilando a Abdulmutallab- no tiene lógica alguna. Durante las comparecencias, los congresistas fueron informados de que los servicios de seguridad de Fronteras y Aduanas estaban preparados para interrogar a Abdulmutallab a su llegada a Detroit, que su nombre se encontraba en la base de datos de presuntos terroristas, y que hubiera sido contraproducente que los servicios estadounidenses hubieran llevado a cabo una operación concertada para ocultar su interés en Abdulmutallab.

Existen varias explicaciones posibles para la decisión de permitir que Abdulmutallab embarcara en el vuelo 253 de Northwestern. Una de ellas, es que tuviera relación con los intentos de ciertos elementos del aparato de espionaje estadounidense para desestabilizar políticamente al gobierno Obama.

Para investigar seriamente los posibles motivos que subyacen en las actuaciones del gobierno, debería plantearse este pregunta: ¿Cuáles hubieran sido las consecuencias si el atentado hubiera tenido éxito? La histérica cobertura de los medios hubiera suministrado argumentos para que los ultraderechistas de la clase dirigente exigieran la guerra contra Yemen u otros países musulmanes. En el interior del país, se hubieran pedido investigaciones masivas, tal como ocurrió tras los atentados del 11-S, y se hubiera producido una enorme presión política para la puesta en marcha de una nueva batería de leyes de carácter policíaco.

Incluso a pesar de haber fallado, el atentado ha servido de excusa para ampliar las operaciones militares estadounidenses en Yemen, para aumentar las medidas de seguridad en los aeropuertos y ampliar la lista de pasajeros “no autorizados para volar”, así como las bases de datos de servicios que no tienen que rendir cuentas ante el pueblo estadounidense.

Los testimonios prestados el 27 de enero echan por tierra, asimismo, la explicación ofrecida por los medios de información de las elites, que unánimente repitieron la frase utilizada por el gobierno para explicar el incidente del vuelo 253: “el fallo en la conexión de la información” por parte de los servicios de espionaje de Estados Unidos. Por supuesto, se trata de la misma expresión utilizada para justificar oficialmente los atentados del 11-S.

El 2 de enero, el New York Times en un editorial con el título de “Why Didn’t They See It?” [¿Por qué no lo detectaron?], decía: “No hay duda de que manejar ingentes cantidades de información y decidir qué es lo urgente o lo que, incluso, merece un seguimiento puede ser abrumador. Pero, resulta increíble, y aterrador, que el Gobierno no sea capaz de llevar a cabo su trabajo de poner al día sus archivos al menos tan rápidamente como lo hace Google”.

El propio Times, en una articulo posterior del día 18 de enero, informaba de los resultados de su investigación, basada en entrevistas con altos funcionarios de la Casa Blanca y de los servicios de espionaje. El periódico revelaba, “más puntos clave omitidos”, entre ellos el hecho de que los responsables del espionaje sabían desde principios de noviembre, por la interceptación de las comunicaciones de los seguidores de Al Qaeda en Yemen, que un hombre llamado “Umar Faruk” se había ofrecido como voluntario para una operación inminente. Pero a pesar de esta prueba del encubrimiento oficial, mantuvo la explicación de que lo que pudo ser una catástrofes fue el resultado de errores, omisiones e incapacidad de “cruzar datos dispersos”.

Ahora podemos contestar al editorial del New York Times de 2 de enero: Ellos “lo sabían”, y el increíble y cínico intento de explicar el atentado del vuelo 253 como el simple resultado de la incompetencia no fue sino parte de una campaña de desinformación. Una campaña en la que, con su silencio sobre las comparecencias del 27 de enero, el Times sigue colaborando.

La Comisión de Investigación confirma el análisis de World Socialist Web Site, que denunció las muchas incoherencias de la versión oficial, señalaba la posibilidad de la implicación del gobierno estadounidense y exigía que los nombres de los funcionarios responsables del caso Abdulmutallab se hicieran públicos y fueran investigados.

En una columna del 31 de diciembre (“The Northwest Flight 253 intelligence failure: Negligence or conspiracy?”) [El fallo de los servicios de espionaje: ¿Negligencia o conspiración?], World Socialist Web Site decía: “Las circunstancias esenciales del intento de atentado de Northwest y de los de los atentados del 11-S son alarmantemente similares. Se podría incluso afirmar que se trata de un modus operandi. En ambos casos, quienes supuestamente llevaron a cabo las operaciones habían sido objeto de investigaciones y vigilancia de los servicios de espionaje estadounidenses, se les había permitido entrar en el país y embarcar en vuelos en circunstancias que normalmente hubieran hecho saltar las múltiples alarmas de seguridad.

“Entonces y ahora, el Gobierno y los medios de información, esperan que la gente acepte que lo sucedido fue un cúmulo de errores. Pero ¿Qué razones existen para que alguien crea que la incapacidad para actuar de un enorme servicio de espionaje que tenía como objetivo a Abdulmutallab, constituya simplemente un cúmulo de “errores inocentes” y no algo mucho más siniestro?”.

En el artículo del New York Times del 18 de enero, ya citado, el periódico informaba también de que el propio Obama se reunió el 22 de diciembre con los responsables de la CIA, FBI y departamento de Seguridad Nacional porque estaba “preocupado por un posible atentado en las vacaciones de Navidad”. Según el Times, el mismo día, en otra reunión con su consejero de seguridad, John Brennan, Obama habló con él sobre Yemen, “donde una serie de informaciones inquietantes sugerían que elementos de Al Qaeda estaban preparando alguna operación, quizás un atentado, el día de Navidad”.

No obstante, Obama se dirigió a través de la radio y de Internet con una alocución en la que falsamente calificó a Abdulmutallab de “extremista aislado”. Asimismo, declaraba: “Se ha puesto en marcha una investigación exhaustiva sobre este intento terrorista, y no descansaremos hasta que encontremos a todos los implicados en él y les exijamos responsabilidades... Seguiremos utilizando todos los instrumentos a nuestro alcance para impedir, desmantelar y acabar con los extremistas violentos que nos amenazan”.

Más de un mes después de que Obama hiciera estas afirmaciones, está claro que los servicios de espionaje estaban muy implicados y la Casa Blanca controla el masivo encubrimiento de lo ocurrido.

WSWS, 3 de febrero de 2010


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