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Pensamiento :: 02/11/2005

Emancipación nacional y praxis científico-crítica

Iñaki Gil de San Vicente - La Haine
El capitalismo concentra y centraliza el desarrollo tecnológico y científico en un área cada vez más reducida, en EEUU, Unión Europea y Japón.

A la vez, destruye todo desarrollo por pequeño que sea en el Cuarto y Tercer Mundos, y vigila muy atentamente su situación en el Segundo, países que sin haber caído todavía en la extrema pobreza, no tienen ya posibilidad alguna de incorporarse en el “núcleo de poder”. En suma, el capitalismo es muy consciente, como lo era desde finales del siglo XIX y de todo el siglo XX, que bajo su control la ciencia y la tecnología son instrumentos de poder opresor. Pero también sabe que, al contrario, utilizadas en otras condiciones y estrategias, son instrumentos de poder emancipador. De ahí su necesidad férrea de controlar ese complejo y contradictorio instrumento. Esta contradicción no surge de la naturaleza del pensamiento humano, de la capacidad de conocimiento de nuestra especie, sino precisamente de su escisión y alienación a partir del momento histórico en el que se imponen tres opresiones estructurales con desastrosos efectos sobre la capacidad humana de conocimiento. La opresión de la mujer por el hombre, de un pueblo por otro y de una clase por otra rompieron la unidad esencial del conocimiento humano e impusieron una escisión global entre pensamiento oprimido y pensamiento opresor.

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