Un día como hoy pero de hace cuatro años 65 trabajadores mexicanos fallecieron debido a la negligencia de un grupo empresarial que en nada se preocupó por otorgar a sus empleados las condiciones mínimas de seguridad para poder llevar a cabo sus labores.
El desastre minero en Pasta de Conchos es prueba fidedigna del desprecio que la élite política, en complicidad con la clase empresarial, siente hacia el pueblo trabajador, aunque ya para nadie esto es una novedad.
Desde antes que ocurriese la tragedia ya los propios trabajadores habían expresado la inseguridad de estas minas. Como es costumbre en la clase empresarial, que en este caso se trató de Grupo México, hicieron oídos sordos a los reclamos de las demandas de los trabajadores.
Las consecuencias fueron fatales, 65 trabajadores mexicanos dejaron a sus mujeres, a sus madres, a sus hermanas, a sus hijas e hijos con el dolor y la rabia de saber que los culpables de esas muertes siguen hoy gozando de plena libertad.
Las autoridades mexicanas en esa ocasión mostraron, una vez más, para quien administran el país-digo administran porque lo que lo que ellos hacen ni siquiera se puede llamar gobernar-protegieron a toda costa a Grupo Minero México y a Germán Larrea, ignorando de esta manera a los familiares que aun hoy, cuatro años después de la tragedia continúan clamando justicia, la cual, todo parece indicar que no les llegará por parte de las autoridades mexicanas y es por ello que se han visto en la necesitad de acudir a instancias internacionales.
En ese entonces la irresponsabilidad del gobierno llego al grado de politizar 65 muertes. Los Pinos lejos de actuar como debía en ese momento, jugó con el dolor de las familias de los fallecidos en la tragedia de aquel 19 de febrero de 2006.
La principal respuesta que se obtuvo por parte del gobierno mexicano, en ese entonces encabezado por Vicente Fox Quezada, fue una campaña de persecución en contra del líder del sindicato minero Napoleón Gómez Urrutia, quien hasta antes de la tragedia parecía tener buenas relaciones con Los Pinos, pero después del desastre en Pasta de Conchos empezó a resultar un personaje incomodo para las autoridades mexicanas.
Primero con Vicente Fox, ahora con Felipe Calderón, la clase trabajadora continúa en el olvido total. La ultraderecha en el poder no ha hecho otra cosa más que asestar golpe tras golpe al pueblo mexicano. Hoy por hoy, el propio gobierno mexicano es quien esta preparando las condiciones necesarias para que el malestar social generalizando llegue a un punto de ebullición.
La tragedia de Pasta de Conchos es solamente un botón de muestra del gran desprecio hacia el pueblo trabajador. Así como en su momento Vicente Fox ignoró a las familias de los fallecidos en la mina, hoy Felipe Calderón ignora el dolor de un pueblo entero, que día con día lucha por sobrevivir en un país donde la clase política le sirve a un puñado de empresarios y a uno que otro sindicato “charro” acomodado a sus intereses, mientras golpea a verdaderos sindicatos que velan por el intereses de las clases trabajadoras, como es el Sindicato Mexicano de Electricistas y deja sin empleo a miles de mexicanos con el inconstitucional decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, que como ya es sabido por muchos, esta maniobra también se hizo a favor de la clase empresarial.
Aunque el gobierno mexicano insista en olvidar esta tragedia, Pasta de Conchos seguirá viva en la memoria de muchos mexicanos que hasta el día de hoy, cuatro años después, continuamos exigiendo justicia.