
Se la he oído decir a alguien de mi entorno al que ya pido disculpas por no recordar. En el área en el que trabajo se ha construido un hospital la pasada legislatura (uno de los ocho). Las lista de espera de especialidades no sólo no ha mejorado, ha empeorado. Hay excepciones, pero la media es peor que antes.
Atendí hace unos días a una paciente que se había caído al suelo y se hizo daño en la muñeca. Fue a la urgencia de traumatología y la sospecha diagnóstica era de fractura de escafoides. Preguntando a la mujer me dijo que le fallaba una pierna en la que, explorada, tenía una marcada paresia. Intenté una derivación preferente a neurología: para septiembre. Vuelta a la urgencia, finalmente la ingresan para estudio.
La cita preferente de neurología en septiembre, una normal en trauma para octubre…
Esta frase sí se de quién es (José Antonio González-Posada, compañero de centro y de blog) “La urgencia es la demanda del hospital“. En efecto, las esperas y la dinámica de las consultas de atención especializada producen un curioso efecto: o puede esperar muchas semanas/meses o… a la urgencia. Algunos servicios han habilitado mecanismos para atender a su demanda/urgencia con un impacto favorable en el servicio a los pacientes y también en su lista de espera. Para completar el cuadro en la urgencia está, las más de las veces bastante sólo, el personal menos bregado de la empresa: los residentes. La demanda -sin límite- sabemos que quema mucho.
Lo que sí parece claro es que hay que hacer más hospitales ¿no?
Seguir construyendo edificios mientra se reduce la plantilla (no cubrir las vacaciones y bajas es ,”de facto”, reducir la plantilla) me produce perplejidad, pero seguro que es cosa mía, que me falta un máster de esos buenos, de los de gestión.
* José Luis Quintana es médico de familia
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