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Mundo :: 16/09/2019

La lucha del Rif por su dignidad

Reda Benzaza
La población del Rif, un territorio ocupado por el régimen de Marruecos, lleva adelante una lucha silenciosa y constante desde hace décadas

El Hirak es un movimiento popular que nace de manera espontánea tras la muerte trágica de Mohsine Fikri, en la ciudad de Alhucemas, el 28 de octubre del 2016, en el Rif (región situada al norte de Marruecos y que ha sido castigada históricamente por el régimen marroquí). Mohsine Fikri fue un vendedor de pescado triturado por un camión de la basura, tras serle decomisada su mercancía por la policía.

Uno de los pilares bajo los que se sustentan todas las reivindicaciones del movimiento popular rifeño es acabar con la “hogra” (el abuso de poder y la impunidad de la que gozan unos pocos).

Las primeras palabras que entonaba un joven desempleado tras la muerte de Mohsine Fikri eran: “En este país, la justicia no es igual para todos, en este país, la justicia nunca se aplica a los de arriba”. Este joven, llamado Nasser Zefzafi, luego se convertiría en uno de los líderes de las protestas, detenido y condenado a 20 años de cárcel; fue finalista, el año pasado, al premio Sájarov a la libertad de conciencia, que otorga anualmente el parlamento europeo.

La muerte de Mohsine Fikri se suma a la herida popular de otros cinco jóvenes torturados hasta la muerte en los calabozos de Alhucemas, en las revueltas del 20 de febrero de 2011. Hechos no esclarecidos aún ni depurado responsabilidades y donde la versión oficial del Estado ha sido que esos jóvenes murieron calcinados en una sucursal bancaria, pero la coartada no caló en el seno de un pueblo históricamente represaliado (las cámaras de vigilancia del banco dejaron de funcionar casualmente ese día).

Así se inició el Hirak (Movimiento Popular del Rif) en Alhucemas para expandirse por todo el Rif y llegar hasta Europa, donde se han creado más de 30 comités de apoyo.

Es fácil entender la implicación de las rifeñas y los rifeños en la diáspora, dado el desapego que sienten por las políticas de Marruecos y que siempre han señalado como uno de los motivos para emigrar.

En las asambleas que se organizaban principalmente en las plazas y zocos en toda la geografía del Rif, se fueron trazando las reivindicaciones del movimiento, en su mayoría, de índole social, económica y cultural: un centro oncológico en la región, una universidad y acabar con el estado de militarización (hay que recordar que Alhucemas vive bajo un decreto real de militarización desde 1958).

En el Rif, no hay ningún centro oncológico y los índices de cáncer son los más elevados en todo Marruecos, a causa de los bombardeos con gas mostaza por parte de España entre 1921 y 1924, y con napalm entre 1956 y 1959 por parte de Marruecos.

El Hirak fue creciendo y, en la otra parte de la vereda, el régimen alimentaba dos teorías conspiratorias para evitar la expansión al conjunto del país: separatismo y financiación extranjera.

Cuando el movimiento ya había crecido lo suficiente y rechazando cualquier oferta de negociación con los partidos políticos, considerados por el Hirak parte de los problemas y “pañales” de un régimen dictatorial, llegó la represión: miles de rifeños encarcelados, cientos de menores de edad, mujeres, periodistas, maestros, activistas, etc. Asimismo, varios pudieron huir del país, entre ellos, un abogado que llevaba la defensa de los activistas. Todos han solicitados asilo político en países europeos, sobre todo, en España (Melilla) y Francia.

Las condiciones de encarcelamiento en Marruecos son muy duras, la mayoría de los activistas han denunciado torturas, intentos de violación, situaciones que Amnistía Internacional y Human Rights Watch recogen en sus últimos informes. Las condenas han llegado hasta los 20 años de prisión y los delitos que se les imputan van desde participar en concentraciones no autorizadas hasta atentar contra la seguridad interna del país.

La situación para los familiares de los presos se vuelve cada día más tortuosa porque, por un lado, las cárceles donde han sido recluidos sus seres queridos se encuentran a miles de kilómetros de distancia de sus hogares, lo que les implica tener que buscar recursos económicos, endeudarse o perder las pocas cosas materiales que poseen para poder desplazarse; por otro lado, las represalias y agresiones a las que son sometidos por parte de las autoridades marroquíes.

Un ejemplo claro de esta situación son Ahmed Zefzafi -padre del líder Nasser Zefzafi- y su esposa Zoulikha Sihaddou, cuyo hogar estuvo cercado por un cordón policial que les impedía recibir visitas.

En el parlamento europeo, se ha constituido un grupo de amigos del Rif –FHRO, Freedom & Human Rights Organization), que trabaja junto a distintos activistas rifeños para buscar una solución política al conflicto y, sobre todo, para ejercer presión a Marruecos y que se liberen a todos los activistas rifeños.

APDHA

 

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