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Argentina :: 18/11/2022

El submarino ARA San Juan y una de sus 44 historias

Marcelo Valko
Nuevo y trágico aniversario del siniestro del submarino argentino

Navegaba desde Ushuaia a Mar del Plata. Tenía a bordo 44 tripulantes que perdieron la vida. Aquí me interesa hablar de la historia de uno de ellos. Tal como expongo en mi libro “Esclavitud y Afrodescendientes” se llamaba David Melián y era un afrodescendiente nacido en San Andrés un diminuto caserío santiagueño donde aún habita parte su familia. Ciertos detalles de su vida merecen conocerse. Allí existe una pequeña lagunita donde los animales de los lugareños acuden a beber.

En su niñez David soñaba con navegar en el mar y de hecho con gran inventiva se puso a recolectar botellas de gaseosas que ensambló de alguna manera para fabricar una balsa con la que intentó surcar la lagunita imaginando la inmensidad del océano que, aún sin leer el poema Tengo del afrocubano Nicolas Guillén lo imaginó con claridad “gigante, abierto, azul, democrático”. En esa aguada barrosa aprendió a nadar.

Para alguien proveniente de un origen muy humilde en un paraje polvoriento con más cabras que personas, no era sencillo cumplir semejante propósito más aun habiendo nacido en el interior de una provincia periférica y por colmo mediterránea. Sin embargo. este pequeño David enfrentó al terrible Goliat de la adversidad del destino. Sin ninguna opción de trabajo, la marina fue su salida laboral pero también la posibilidad de navegar y conocer otros horizontes.

El fatídico día en que se perdió el ARA San Juan David Melián era el encargado del manejo del sonar, es decir, Melián era los ojos del submarino. Como fue notorio tras la pérdida de la nave lo único que se le ocurrió hacer al entonces gobierno del derechista presidente Macri fue patear el tema para adelante pero era imposible esconder la desaparición de la nave y de toda su tripulación.

En una antología del mamarracho lanzaron una lluvia de 'fake news', sus 'trols' fabricaron toda clase de idas y vueltas, partes confusos, la verdad disfrazada y mentiras flagrantes anunciadas en la prensa con cara de congoja o de esperanzas imposibles según el caso que llevó aún más desamparo al dolor de las familias de los marinos.

Demoraron la búsqueda desorientando versiones disparatadas, desde que la nave navegaba a la deriva en superficie hasta que habían sido rescatados por un pesquero asiático al que no le funcionaba la radio, y tantas otras que los mandos filtraban a la prensa amiga haciendo gala de la clásica ficcionalidad nacional. Intentaron, desmemoria mediante, que la sociedad hundiera en el olvido al submarino. Que lo hundiera por segunda vez.

Entre tanto los familiares golpearon puertas, recorrieron infinidad de medios periodísticos, se encadenaron en Plaza de Mayo, otros hacían una vigilia en la base naval de Mar del Plata mientras una comitiva acudió al Congreso solicitando ayuda, obligando a las autoridades a reaccionar en tanto eran espiados por los aparatos del Estado.

Estos familiares a quien lo único que le interesaba era la suerte de sus seres queridos y no estaban para favorecer o estar en contra de unos u otros comenzaron a advertir la presencia de personas extrañas que preguntaban por ellos y que de pronto cuando eran recibidos en los despachos la gente del gobierno sabía de antemano lo que les iban a preguntar…

Finalmente ubicaron los restos del submarino como por arte de magia en el lugar donde debía estar de acuerdo a su última ubicación, justo el último día cuando finalizaba el rastrillaje del buque oceanográfico Seabeded Constructor, contratado al efecto despertando todo tipo de sospechas sobre la posibilidad de un lucrativo negocio económico… 

Hace unos meses Mauricio Macri fue absuelto por la causa del espionaje a los familiares del ARA San Juan en una tragedia en la que hay más oscuridades y sospechas que certezas incluso sobre el negociado que representó la búsqueda.

“Hacete amigo del juez / Pues siempre es bueno tener/ Palenque ande ir a rascarse” acierta a decir José Hernández en el 'Martín Fierro' y el ex presidente Macri es cultor de la llamada Patria Judicial, y así fue absuelto del caso de espionaje a los familiares del submarino.

Tener presente que uno de los tripulantes era una afroargentino sirve también para tener presente una realidad que se intentó invisibilizar a como dé lugar. Nuestro país está en Latinoamérica, mal que le pese a las elites que miran otro mapa y buscan, historia oficial mediante, lo que no es más que un elocuente racismo barnizado para inventar un país a espaldas de la Patria Grande.

Pero la verdad asoma en cada detalle, asoma si uno se dispone a ver lo que mira como el caso del submarinista de ascendencia afro, o admitir por ejemplo que Argentina tiene tres veces más originarios que Brasil de acuerdo a los censos respectivos y que el 25 de mayo de 1810 (cuando el pueblo de Buenos Aires expulsó al virrey español), de cada cuatro porteños, uno provenía de Congo, Angola o Mozambique.

La memoria existe y navega en las profundidades de la sangre heredada como un punto de fuga donde emerge otra realidad, la verdadera. La historia oficial repite como una letanía que todos los argentinos venimos de los barcos: en este caso es cierto, solo que el barco que trajo a los ancestros del submarinista Melián no vino de Europa sino de África y no llegaron en busca de empleo sino esclavizados como combustible biológico. Como sucedió con millones de personas en el resto de los países de la región para utilizarlos en tierras usurpadas a los indígenas.

Y aunque dado el fallo absolutorio es repudiado por la querella integrada por los familiares y de alguna manera hunde al submarino por segunda vez, la historia es larga. Es lento, pero viene…

marcelovalko.com

 

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