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Medio Oriente :: 03/12/2019

Palestina: Pensamos que la casa estaba vacía

Vijay Prashad
Los bombardeos erróneos de los terroristas israelíes

El 13 de noviembre de 2019, como parte del ataque mortífero sobre el pueblo de Gaza, las fuerzas armadas israelíes bombardearon un edificio en el barrio de Deir al-Balah. Ese ataque mató a ocho personas: Rasmi Abu Malhous (45 años), Miriam Asoarka (45 años), Yoseri Asoarka (39 años), Sim Mohamed Asoarka (13 años), Mohand Malhous (12 años), Moad Mohamed Asoarka (7 años) y dos niñas pequeñas de las que no se dio el nombre. Las fuerzas armadas israelíes dijeron que el ataque se dirigía a un comandante de la Yihad islámica, aunque todos en el barrio dijeron que ningún comandante de ese tipo vivía en el edificio ni en la zona.

“Esta era una familia muy humilde y pobre, que vivía al día en una casucha de lata, sin agua ni electricidad”, dijo un vecino. “Vivían del pastoreo de ovejas”. Los oficiales israelíes dijeron que pensaron que la casa estaba vacía.

Lo que pasó ese día se ha vuelto rutinario en Gaza, que es una ruina poblada por casi dos millones de personas. Gaza, un pedazo de tierra estrangulado en el mar Mediterráneo, no puede importar bienes para sobrevivir, ni menos para reconstruir el daño causado por los ataques israelíes. En 2012, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA, por su sigla en inglés) sostuvo que se necesitarían “esfuerzos titánicos” en las áreas de salud, educación, energía, agua y saneamiento para hacer de Gaza un lugar habitable. Tres años más tarde, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por su sigla en inglés) sugirió que el constante bombardeo israelí sobre la infraestructura de Gaza, junto con el embargo, harían que el territorio fuera “inhabitable para el 2020”. No se ha hecho ningún intento de revertir esa dirección.

El año pasado, EEUU cortó el financiamiento a la UNRWA, que ahora cojea sin ninguna expectativa de lograr recaudar los fondos necesarios para el personal de las escuelas, hospitales, servicios de emergencia, servicios sociales y de socorro. Apoyos fundamentales para los palestinos cuyas familias han estado en campos de refugiados o en el exilio por cinco generaciones. La UNRWA cumple un rol muy relevante para los palestinos, especialmente en Gaza. Durante los bombardeos israelíes de mediados de noviembre murieron al menos 34 palestinos. Entre ellos estaba Ameer Rafat Ayad, un estudiante de la clase II en la Escuela Primaria Zaitoon de la UNRWA.

Por seis décadas, al pueblo palestino se le ha negado el derecho a un Estado y a la ciudadanía. Han sido reducidos por la crueldad de la historia a ser refugiados y un pueblo ocupado. La promesa de una solución de dos Estados está prácticamente destruida. Los asentamientos en Cisjordania, el desgaste de Jerusalén oriental, y el enclaustramiento de Gaza han hecho imposible la soberanía —e incluso la existencia— de cualquier Estado palestino en estos territorios.

Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel con más años de servicio, ha hablado de la anexión a gran escala de Cisjordania; ahora el gobierno de EEUU dijo abiertamente que Israel puede reclamar los asentamientos como parte de su territorio, lo que significa que pueden apoderarse de Cisjordania. Ese es el desprecio mostrado por el régimen israelí —y sus facilitadores estadounidenses— hacia la solución de dos Estados. Quieren una solución de tres Estados: expulsar a los palestinos a Jordania, Líbano y Egipto. Es por eso que el régimen israelí humilla diariamente al pueblo palestino de manera tan sistemática e insensible.

Esta humillación sistemática se produce en los allanamientos, los insultos y el encarcelamiento; en la devastación de los olivares; en el muro de apartheid que rodea tanto a Cisjordania como a Gaza; y en los puestos de control donde los palestinos soportan una denigración cotidiana. La agrupación Stop the Wall [Detengan el muro] acaba de publicar en línea una colección de ensayos llamada Build Resistance Not Walls [Construir resistencia, no muros, traducción libre], en la que la intelectual, jurista y feminista palestina Nadera Shalhoub-Kevorkian escribe sobre la perseverancia de los niños palestinos que se niegan a aceptar la ocupación colonial; y donde Hala Marshood y Riya Al’Sanah, de la organización 'Who Profits from the Occupation' [Quién se lucra con la ocupación], observan cómo cientos de millones de personas en el mundo —incluyendo palestinos— “se han embarcado en viajes agotadores y a menudo mortales en busca de una vida mejor”.

Un muro solamente existe si no lo desafías. Si lo enfrentas, el muro es simplemente piedra que puede desmoronarse. Si resistes, no estás parado detrás de un muro. Son los inhumanos quienes están encerrados por el muro. Se están escondiendo detrás del muro. Es su muro, no es nuestro. Vivimos en un mundo sin muros.

El Estado israelí y amplios sectores de la sociedad israelí rechazan la solución de un Estado, la posición con la mayor posibilidad, por considerar que ya no permitiría la existencia de un Estado judío. Los palestinos serían mayoría, y una democracia así es inaceptable en un Estado etno-nacionalista. Dado esto, lo que Israel plantea es que está conforme con ser un Estado de apartheid y con la anexión de cinco millones de palestinos en el territorio ocupado que se convertirán en residentes de segunda clase dentro del Gran Israel. Esto es apartheid, como lo señaló un informe de la ONU hace dos años. Esta es la situación que enfrentamos. Es una situación promovida por el gobierno estadounidense. Es la realidad actual.

Hace algunos días en la ONU, Andrew Gilmour, secretario general adjunto para los Derechos Humanos, señaló que nada puede “justificar los frecuentes ataques de francotiradores [israelíes] que saben perfectamente lo que hacen y que están apuntando con gran precisión —a veces para matar, más a menudo para herir, pero produciendo heridas de por vida, incluyendo pérdida de la visión y amputación de miembros— a miles de niños palestinos con demasiada frecuencia”. “Como totalidad”, dijo Gilmour, “es una injusticia enorme y un ejemplo sistemático de discriminación y humillación”.

Mientras Gilmour hacía su presentación, las fuerzas israelíes atacaron a periodistas en Surif, cerca de Hebrón, en Cisjordania. Muath Amarneh, un fotógrafo palestino, recibió un disparo en su ojo izquierdo mientras reporteaba sobre la toma de tierras palestinas por el ejército israelí. “Los ojos de la verdad nunca serán cegados”, gritaron sus colegas en una manifestación en Bethlehem. Para los periodistas, este tiroteo trae a la memoria el asesinato de Yaser Murtaja mientras reporteaba en el cerco de Gaza el año pasado.

Cinco mil cincuenta palestinos están presos actualmente en cárceles de Israel, muchos bajo “detención administrativa” arbitraria e ilegal. Entre ellos está Khalida Jarrar, del Frente Popular para la Liberación de Palestina, quien había sido arrestada anteriormente en 2015 y 2017, y liberada el 18 de febrero de 2019. Fue arrestada nuevamente el 31 de octubre de 2019. Este lenguaje es absurdo: arresto, juez, tribunal, ley, nada de esto es real, ya que Jarrar está siendo retenida al margen de todas las disposiciones legales y está siendo torturada en una cárcel israelí.

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