Principal |
Mundo :: 02/09/2023

El 1 de enero de 2024 cambiará el centro de gravedad mundial

Vijay Prashad
Como ocurre a menudo en la historia, las acciones de un imperio moribundo crean un terreno común para que sus víctimas busquen nuevas alternativas

El último día de la cumbre BRICS en Johannesburgo (Sudáfrica), los cinco Estados fundadores (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) dieron la bienvenida a seis nuevos miembros: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU). La agrupación BRICS ahora abarca el 47,3% de la población mundial, con un Producto Interior Bruto global combinado (por paridad de poder adquisitivo, o PPA) del 36,4%. En comparación, aunque los países del G7 (Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) representan solo el 10% de la población mundial, su participación en el PIB mundial (en PPA) es del 30,4%.

En 2021, las naciones que hoy forman el grupo ampliado de los BRICS eran responsables del 38,3% de la producción industrial mundial, mientras que sus homólogas del G7 representaban el 30,5%. Todos los indicadores disponibles, incluida la producción de cosechas y el volumen total de producción de metales, muestran el inmenso poder de este nuevo bloque. Celso Amorim, asesor del gobierno brasileño y uno de los artífices del BRICS durante su anterior mandato como ministro de Asuntos Exteriores, afirmó sobre el nuevo acontecimiento que “el mundo ya no puede ser dictado por el G7”.

Ciertamente, las naciones del BRICS, a pesar de todas sus jerarquías y desafíos internos, representan ahora una parte mayor del PIB mundial que el G7, que sigue comportándose como el órgano ejecutivo del mundo. Más de cuarenta países expresaron su interés en unirse al BRICS, aunque solo veintitrés solicitaron su adhesión antes de la reunión de Sudáfrica (incluidos siete de los trece países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo u OPEP). Indonesia, séptimo país del mundo en términos de PIB (según la PPA), retiró en el último momento su solicitud de ingreso en los BRICS, pero afirmó que consideraría su adhesión más adelante. Los comentarios del presidente de Indonesia, Joko Widodo, reflejan el ambiente de la cumbre:

“Debemos rechazar la discriminación comercial. No se debe obstaculizar el desarrollo industrial. Todos debemos seguir expresando una cooperación igualitaria e inclusiva”.

El bloque BRICS no opera con independencia de las nuevas formaciones regionales que aspiran a construir plataformas fuera de las garras de Occidente, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). En cambio, la pertenencia al bloque BRICS tiene el potencial de fortalecer el regionalismo para quienes ya forman parte de estos foros. Ambos conjuntos de organismos interregionales son parte de una marea histórica respaldada por importantes datos.

Los hechos son claros: el porcentaje del Norte Global en el PIB mundial cayó del 57,3% en 1993 al 40,6% en 2022, y el porcentaje de EEUU se redujo del 19,7% a solo el 15,6% del PIB mundial (por PPA) en el mismo período (a pesar de su privilegio de monopolio). En 2022, el Sur Global, sin China, tendría un PIB (por PPA) superior al del Norte Global.

Occidente, quizá debido a su rápido declive económico relativo, está luchando por mantener su hegemonía impulsando una Nueva Guerra Fría contra Estados emergentes como China.

Quizá la mejor prueba de los planes raciales, políticos, militares y económicos de las potencias occidentales pueda resumirse en una reciente declaración de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea (UE): “La OTAN y la UE desempeñan funciones complementarias, coherentes y de refuerzo mutuo en apoyo de la paz y la seguridad internacionales. Seguiremos movilizando el conjunto combinado de instrumentos de que disponemos, ya sean políticos, económicos o militares, para perseguir nuestros objetivos comunes en beneficio de nuestros mil millones de ciudadanos”.

¿Por qué los BRICS dieron a la bienvenida este disparatado grupo de países, incluidas dos monarquías? Cuando se le pidió que reflexionara sobre el carácter de los nuevos Estados miembros de pleno derecho, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó: “Lo que importa no es la persona que gobierna, sino la importancia del país. No podemos negar la importancia geopolítica de Irán y otros países que se unirán al BRICS”.

Este es el criterio con el que los países fundadores tomaron la decisión de ampliar su alianza. En el centro del crecimiento de los BRICS se encuentran al menos tres cuestiones: el control de los suministros y las vías energéticas, el control de los sistemas financieros y de desarrollo mundiales, y el control de las instituciones para la paz y la seguridad.

Un BRICS más grande ha creado ahora un formidable grupo energético.
Irán, Arabia Saudita y los EAU son también miembros de la OPEP, que, con Rusia, miembro clave de la OPEP+, representan actualmente 26,3 millones de barriles de petróleo al día, algo menos del treinta por ciento de la producción mundial diaria de petróleo.

Egipto, que no es miembro de la OPEP, es sin embargo uno de los mayores productores africanos de petróleo, con una producción de 567.650 barriles diarios. El papel de China en la mediación de un acuerdo entre Irán y Arabia Saudita en abril permitió la entrada de estos dos países productores de petróleo en los BRICS. La cuestión no es solo la producción de petróleo, sino el establecimiento de nuevas vías energéticas mundiales.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta liderada por China ya ha creado una red de plataformas de petróleo y gas natural en todo el Sur Global, integradas en la ampliación del puerto de Khalifa y las instalaciones de gas natural de Fujairah y Ruwais en los EAU, junto con el desarrollo de la Visión 2030 de Arabia Saudita. Todo apunta a que los BRICS ampliados empezarán a coordinar sus infraestructuras energéticas al margen de la OPEP+, incluidos los volúmenes de petróleo y gas natural que extraen de la tierra.

Las tensiones entre Rusia y Arabia Saudita por los volúmenes de petróleo se han agudizado este año, ya que Rusia superó su cuota para compensar las sanciones occidentales que se le impusieron debido a la guerra de Ucrania. Ahora estos dos países tendrán otro foro, fuera de la OPEP+ y con China en la mesa, para construir una agenda común en materia energética. Arabia Saudita planea vender petróleo a China en renminbi (RMB), socavando la estructura del sistema del petrodólar (los otros dos principales proveedores de petróleo de China, Irak y Rusia, ya reciben el pago en RMB).

Tanto los debates de la cumbre BRICS como su comunicado final se centraron en la necesidad de reforzar una arquitectura financiera y de desarrollo para el mundo que no esté regida por el triunvirato del Fondo Monetario Internacional (FMI), Wall Street y el dólar estadounidense. Sin embargo, los BRICS no pretenden eludir las instituciones mundiales de comercio y desarrollo establecidas, como la Organización Mundial del Comercio (OMC). Por ejemplo, los BRICS reafirmaron la importancia del “sistema de comercio multilateral basado en normas, con la Organización Mundial del Comercio como eje central” y pidieron “una sólida Red de Seguridad Financiera Mundial, con un [FMI] basado en cuotas y dotado de recursos suficientes en su centro”.

Sus propuestas no suponen una ruptura fundamental con el FMI o la OMC, sino que ofrecen una doble vía para avanzar: En primer lugar, que los BRICS ejerzan más control y dirección sobre estas organizaciones, de las que son miembros pero que han sido subordinadas a una agenda occidental, y en segundo lugar, que los Estados BRICS hagan realidad sus aspiraciones de construir sus propias instituciones paralelas (como el Nuevo Banco de Desarrollo, o NBD). El enorme fondo de inversiones de Arabia Saudita está valorado en cerca de un billón de dólares, lo que podría dotar parcialmente de recursos al NBD.

La agenda de los BRICS para mejorar “la estabilidad, fiabilidad y equidad de la arquitectura financiera mundial” se está llevando a cabo principalmente mediante “el uso de monedas locales, acuerdos financieros alternativos y sistemas de pago alternativos”. El concepto de “monedas locales” se refiere a la creciente práctica de los Estados de utilizar sus propias monedas para el comercio transfronterizo en lugar de depender del dólar.

Aunque aproximadamente 150 monedas en el mundo se consideran de curso legal, los pagos transfronterizos casi siempre dependen del dólar (que, a partir de 2021, representa el 40% de los flujos a través de la red de la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales, o SWIFT).

Otras monedas desempeñan un papel limitado, y el RMB chino representa el 2,5% de los pagos internacionales. Sin embargo, la aparición de nuevas plataformas mundiales de mensajería —como el Sistema de Pago Interbancario y Transfronterizo de China, la Interfaz Unificada de Pagos de India y el Sistema de Mensajería Financiera (SPFS) de Rusia—, así como de sistemas regionales de moneda digital, prometen aumentar el uso de monedas alternativas. Por ejemplo, los activos de criptomonedas proporcionaron brevemente una vía potencial para nuevos sistemas de comercio antes de que sus valoraciones disminuyeran, y el BRICS ampliado aprobó recientemente la creación de un grupo de trabajo para estudiar una moneda de referencia del BRICS.

Tras la expansión de los BRICS, el NBD dijo que también ampliará sus miembros y que, como señala su Estrategia General, 2022-2026, el treinta por ciento de toda su financiación será en moneda local. Como parte de su marco para un nuevo sistema de desarrollo, su presidenta, Dilma Rousseff, afirmó que el NBD no seguirá la política del FMI de imponer condiciones a los países prestatarios. “Repudiamos cualquier tipo de condicionalidad”, dijo Rousseff. “A menudo se concede un préstamo con la condición de que se lleven a cabo determinadas políticas. Nosotros no hacemos eso. Respetamos las políticas de cada país”.

En su comunicado, las naciones BRICS plantean la importancia de una “reforma integral de la ONU, incluido su Consejo de Seguridad”. Actualmente, el Consejo de Seguridad de la ONU tiene quince miembros, cinco de los cuales son permanentes (China, Francia, Rusia, Reino Unido y EEUU). No hay miembros permanentes de África, América Latina ni del país más poblado del mundo, India.

Para reparar estas desigualdades, el bloque BRICS ofrece su apoyo a “las legítimas aspiraciones de los países emergentes y en desarrollo de África, Asia y América Latina, incluidos Brasil, India y Sudáfrica, de desempeñar un papel más importante en los asuntos internacionales”. La negativa de Occidente a conceder a estos países un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU no ha hecho sino reforzar su compromiso con el proceso BRICS y potenciar su papel en el G20.

La entrada de Etiopía e Irán en el bloque BRICS muestra cómo estos grandes Estados del Sur Global reaccionan a la política de sanciones de Occidente contra decenas de países, entre ellos dos miembros fundadores del BRICS (China y Rusia). El Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de la ONU —iniciativa de Venezuela a partir de 2019— reúne a veinte Estados miembros de la ONU que se enfrentan a la peor parte de las sanciones ilegales de EEUU, desde Argelia hasta Zimbabue. Muchos de estos Estados asistieron a la cumbre del BRICS como invitados y están deseosos de unirse al BRICS ampliado como miembros de pleno derecho.

No vivimos un periodo de revoluciones. Las y los socialistas siempre tratan de hacer avanzar las tendencias democráticas y progresistas. Como ocurre a menudo en la historia, las acciones de un imperio moribundo crean un terreno común para que sus víctimas busquen nuevas alternativas, por embrionarias y contradictorias que sean. La diversidad de apoyos a la expansión de los BRICS es un indicio de la creciente pérdida de hegemonía política del imperialismo.

thetricontinental.org

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/bH5