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:: 10/04/2020

Sobre miedos, terrorismos, pandemias y paranoias conspiranoicas diversas

Aldo Gili
Hay que resistir y pelear

Tal vez haya que comenzar diciendo que un sistema que controla formas y normas que tienden a lo universal, pero que esencialmente se expresan en relaciones de producción, económicas, sociales, culturales, ideológicas, políticas, así como en paradigmas históricos, científicos y un larguísimo etc., siempre se va a ver favorecido (a costa de sus adversarios y enemigos, a priori y desde el principio), por los cambios, las crisis (en sus diversas acepciones), las oportunidades y novedades que puedan aparentar romper las rutinas anteriores.
Simplemente porque estratégicamente tiene más márgenes de maniobras que sus adversarios, de poder en todo sentido, y puede adaptar a los nuevos tiempos sus viejas costumbres, rutinas y funcionamientos recreando bajo otras formas sus antiguas normas y estructuras. En el caso del capitalismo sus sistemas de explotación y sus instrumentos políticos y estatales.
Esto es lo que ha hecho el capitalismo desde que surgió. Es una de las causas por las que Marx planteó que el mismo se derroca política y socialmente o seguirá existiendo. Es por ello que Rosa gritó “Socialismo o Barbarie”. El capitalismo no se autodestruirá, no caerá porque otro modo de producción aparezca como más eficaz y lo sustituya - hay que recordar que el mismo capitalismo tuvo que sustituir al feudalismo con matanzas, barbaries y revoluciones -: no se destruirá asimismo por una catástrofe mundial, caos o pandemias. Sólo lo hará por la revolución social y política, en conjunto o por separado.
Es una de las razones por las que no concuerdo con quienes pregonan cuanto peor le vaya al capitalismo mejor, cuanto más crisis y desórdenes ídem. Esto es verdad si existen herramientas que permitan aprovechar estos fenómenos: sino es el caso, simplemente veremos que nuevamente que quienes paguen las facturas serán los pobres, las explotadas/os y oprimidos/as del mundo, cualquiera sea su raza, religión, tendencia sexual, etc. Y la naturaleza seguirá acercándose a la sexta extinción global de especies conocidas. El catastrofismo a nada lleva salvo para acusar a los demás de traidores y por lo tanto a la frustración y desesperación gratuita.
No se precisa, entonces, creer o pensar en conspiraciones para explicar el virus que nos asola, que no es más que otro de los tantos de la larga lista de homicidas patógenos que han existido y seguirán existiendo por un largo tiempo.
- Si el virus se creó o no en un laboratorio, al capitalismo hegemónico, el que corta el bacalao, al capitalismo más poderoso, no le importa en lo esencial. Aprovecha o aprovechará la oportunidad para hacer sus ajustes y reestructuras; - Si diferentes potencias, gobiernos, repúblicas, republiquetas, reinos responden de distinta forma al insuceso, al capitalismo más poderoso no le importa en lo esencial. Aprovecha o aprovechará la oportunidad para hacer sus ajustes y reestructuras; - Si el fenómeno se perpetúa por tres meses o un año afectando las economías regionales, nacionales o mundiales, provocando muertes por hambre y necesidades que serán muchas más que las provocadas por el pringoso corona virus, al capitalismo más poderoso no le importa en lo esencial. Aprovecha o aprovechará la oportunidad para hacer sus ajustes y reestructuras; - Si diversos gobiernos se fortalecen o debilitan, si se generan o no caos político y social, si se aplican políticas de control de masas mediante el miedo o las teorías conspiranoicas más extrañas y disparatadas (todavía los extraterrestres no han sido mencionados pero ya lo serán), al capitalismo más poderoso no le importa en lo esencial. Aprovecha o aprovechará la oportunidad para hacer sus ajustes y reestructuras; - Si las bolsas de valores caen de forma récord revelando todas las burbujas financieras y especulativas posibles, cayendo estruendosamente una jornada para al día siguiente volver a crecer, perdiéndose en el camino billones de dólares (un billón = diez elevado a la potencia doce), haciendo entrar en crisis a millones de especuladores individuales que se creyeron el mito del capital, haciendo por lo tanto mucho más difíciles las salidas menos dolorosas a la situación, al capitalismo más poderoso no le importa en lo esencial. Aprovecha o aprovechará la oportunidad para hacer sus ajustes y reestructuras.
Al capitalismo más poderoso no le importa en lo esencial esta crisis en particular: no le interesa el corona virus, ni los sistemas de salud pública destrozados por el neoliberalismo (ver Italia y España), ni los muertos y enfermos, ni las pérdidas de trabajo, ni el freno de la economía, ni las crisis políticas que conllevará todo esto, ni el hambre ni las muertes por la pobreza en los años por venir. Aprovecha o aprovechará la oportunidad para hacer sus ajustes y reestructuras PARA AUMENTAR SUS GANANCIAS A COSTA DEL SUFRIMIENTO MUNDIAL.
De esto es de lo que tenemos que tener miedo. De la guerra entre capitales que se desatará a continuación por ver quien aprovecha mejor el sufrimiento humano. No es que se pongan de acuerdo y conspiren para hacer de la crisis un reparto del tesoro. Capitalismo es competencia. Nunca se pondrán de acuerdo, es por eso que existen guerras. Pero sí aprovecharán las oportunidades.
Lo escrito no significa que el corona virus es simplemente una excusa conspirativa y que no pasa nada con él. El corona virus puede matar, así como la neumonía y en algunos casos la gripe matan lo mismo o más por año. Hay que cuidarse y ser sensatos/as.
Pero no entrar ni caer en la paranoia ni en las conspiraciones diversas. Hace tiempo que nos controlan con y por el miedo -ver por ejemplo las películas y que pasan diversos cables y plataformas desde hace años, pero que en estos meses agudizaron su contenido de miedo, terror, conspiración, etc., por doquier.
Nos hacen un terrible control de masas, nos permean, nos asustan, nos enfrentan a “los otros”, y encima nos hacen creer que nos gusta, que somos responsables al acusar a las/os trasgresores que no aceptan ser encerrados y controlados; nos hacen pensar que “estamos bien” encerrados perdiendo puestos de trabajo mientras nos tiran limosnas, con futuras rebajas salariales en puerta (es la crisis, vió?), aumentos de tarifas e impuestos (hay que financiar la crisis, vió?). Todo eso mientras nos estupidizamos frente al televisor, computadoras varias y teléfonos en cantidad. O pasamos hambre lisa y llanamente, sin casa, abrigo o algo que rebuscar en la basura. Por que la basura con la crisis también se achica.
Todo ello bajo el grito aturdidor y aparentemente liberador de la “responsabilidad y solidaridad”, del “quedate en casa” que son los nuevos nombres de la represión, autocesura y autoencierro.
La contracara de este proceso son las ollas populares, que por escapar en parte al sistema y al estado de cosas generan unidad y apoyo entre los pobres. Es sin dudas lo mejor de todo este fenómeno. Pero hay ollas populares y están las cheto-ollas o farámbulollas que se difunden al mismo tiempo en múltiples programas televisescos.
La humanidad hace décadas que perdió un paradigma de liberación, el gestado a partir de la Revolución Francesa, que habrá sido bueno, malo, regular, pero que existía como alternativa al capital puro y duro.
Es un vacío que hay que llenar, sino los platos rotos lo pagarán como siempre los explotados/as, las oprimidas/os con rebaja salarial, trabajos precarios, o trabajos esclavos, de niños/as oprimidos y despojadas de derechos, de pobres cada vez más pobres, de aniquilación de derechos conquistados, etc. Esta será la contracara de la reestructuración capitalista, que nunca precisó de conspiraciones para hacer cada tanto una, simplemente aprovechando oportunidades que nosotros no podemos aprovechar ahora, (como sí aprovechamos en el pasado), porque estamos débiles, derrotados, vacíos de una ideología liberadora, estando a la expectativa hasta ahora, más o menos quietos/as, más o menos inquietas/os, esperando por algo que no viene, que no cae del cielo, a pesar de triunfos meramente electorales y por lo tanto superficiales y efímeros.
Ese algo que no viene ni cae del cielo hay que construirlo, resistiendo y peleando, luchando por las viejas, pero sobre todo, las nuevas banderas libertadoras que se le están sumando por suerte: la defensa de la ecología y los múltiples derechos sociales, junto al combate ya añoso contra la explotación, la opresión de la mujer, y algo casi olvidado, la alienación. Es la única forma de superar el vacío paradigmático de la liberación humana.
Hay que resistir y pelear insistimos, sino el capitalismo aprovecha o aprovechará, sin ningún costo para sus intereses, la oportunidad para hacer sus ajustes y reestructuras PARA AUMENTAR SUS GANANCIAS A COSTA DEL SUFRIMIENTO MUNDIAL. Con corona virus o sin él.

4/4/2020

La Haine

 

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