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Euskal Herria :: 26/01/2005

Ernaga, un ejemplo de aislamiento extremo

PAT - Presoen Aldeko Taldeak
Pasar gran parte del día en la celda, salir a un patio de dimensiones reducidas sólo una hora al día, no poder mantener contacto verbal o visual con otros presos, y tener restringidas las comunicaciones son algunas de las manifestaciones de la política de aislamiento. Joxepa Ernaga, que participa en este turno, ha padecido esa situación durante muchos años. EPPK reclama eliminar este régimen.
El fin del aislamiento es una de las reivindicaciones por las que el Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) inició a principios de enero una dinámica de «lucha permanente». Tras realizar un plante en todas las prisiones dieron paso al encierro rotativo. Yel lunes comenzó el tercer turno en Fleury-Merogis, Villepinte, Tarascon, Murcia, Albolote (Granada) y Jaén II. En esta última prisión está Joxepa Ernaga, vecina de Mezkiritz. Lleva diez años en régimen de aislamiento y quince sin poder ver a su madre. Lo más cerca que ha estado de Euskal Herria ha sido a 450 kilómetros cuando, tras su detención en 1987, la llevaron a Carabanchel. Desde entonces, ha estado en Badajoz, Murcia, Puerto II y Jaén II. Al igual que muchos de los presos políticos, Ernaga conoce bien las condiciones de vida y las restricciones que acarrea el aislamiento, en ocasiones extremas. La cara más cruda de este régimen la vivió en Puerto de Santamaría, donde ingresó en el año 1993. En agosto de 1999, Senideak denunció el trato que varias carceleras dispensaban a Ernaga en la prisión gaditana. Precisó que no le dejaban apagar la luz de la por la noche, le ser- vían la comida en bandejas sucias y tampoco le respetaban las horas de patio. «Le permiten estar cuatro horas al día en el patio, pero las funcionarias la sacan cuando les da la gana, ya sea lloviendo o a pleno sol», relató en su día la hermana de Joxepa Ernaga, Juana Mari. En cuanto a las comunicaciones, explicó que «sólo le permiten hablar por teléfono con nuestra madre dos veces al mes, durante pocos minutos, y además, las llamadas están condicionadas a que ese mes no tenga más de dos visitas». En una posterior rueda de prensa, Etxerat subrayó que mientras estuvo en el módulo de aislamiento de Puerto II, consistente en cinco celdas, una ducha y un patio, a Ernaga no se le permitió acceder al gimnasio ni a la biblioteca, ni realizar actividades de ningún tipo. «Podía pasar meses y meses sin oír otras voces, sin ver colores, sin ver ni hablar con nadie, y sin hacer siquiera el movimiento de subir y bajar un escalón», remarcó el organismo de familiares. Además, durante los diez años en los que estuvo en Puerto II fue objeto de «cacheos y registros continuados así como de provocaciones y tensión». En 2002 cumplió las tres cuartas partes de la condena. Ante su situación, colectivos y vecinos de Erroibar, Aezkoa y Orreaga constituyeron una plataforma para reclamar su puesta en libertad. Los párrocos de Mezkiritz, Garralda, Aurizberri, Biskarreta, Erro y Lintzoain, el prior de la Colegiata de Orreaga, la sociedad Irati, alumnos y profesores de AEK, el consejo de Salud, Aezkoa Kultur Elkartea, la sociedad Etxabarrengoa, trabajadores de Oihana, Elkarri, Euskara Taldea, Auñamendi Pilota Eskola, la charanga de Orbaitzeta, Auzperriko Txokoa, Herriko Txoko y la izquierda abertzale conforman esta plataforma. Recientemente intentó visitar a Ernaga y entrevistarse con el director de la cárcel. No pudo ser porque, según explicaba ayer Juana Mari Ernaga a GARA, «denegaron la visita y el director se negó a recibir a la plataforma». En cuanto a la situación actual de su hermana, manifestó que «al patio sale una hora por la mañana y, si bien está en aislamiento, mantiene contacto con otras presas vascas cuando sale al patio o va al comedor. También puede ir a leer y hacer algo de costura o punto. A la semana puede hacer una llamada de teléfono de diez minutos o dos de cinco minutos. Nuestra madre, eso sí, sigue sin poder verla, una situación que se mantiene desde hace quince años», resalta. Las visitas en Jaén son el domingo a primera hora de la tarde, y el vis a vis por la mañana. «A veces nos juntamos en Gasteiz con otros familiares, pero si no vamos en coche directos. Solemos salir el sábado por la tarde para poder dormir algo antes del vis a vis o la visita. El viaje dura nueve horas y media, por lo que a Mezkiritz llegamos pasadas la una de la madrugada del lunes, con el tiempo justo para dormir e ir a trabajar. A cada uno nos cuesta esto 120 euros», detalla. Su hermana es una de las doce personas que protagonizan el encierro del Colectivo en Jaén II para exigir el reconocimiento del estatus político y la no aplicación del aislamiento, entre otras demandas. Precisamente por realizar esta protesta, que se prolongará hasta el 5 de febrero, la dirección esta prisión andaluza ha suspendido, según denunció ayer Askatasuna, «todas las vías de comunicación con el exterior. Por tanto, mientras dure el encierro no tendrán ni visitas ni vis a vis ni tampoco la posibilidad de llamar». En Navalcarnero, mientras, el lunes hicieron una encartelada durante 15 minutos.

Presoen Aldeko Taldeak (PAT) www.pat-eh.org

 

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