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Asia :: 25/05/2020

El levantamiento de Gwangju, un hito en la historia del pueblo surcoreano

Fernando Coll
En Gwangju, Corea del Sur, en 1980 el pueblo en armas derrotó al ejército y estableció por algunos días un régimen comunal

El 18 de mayo de 1980 miles tomaban las calles en protesta contra la ley marcial y exigiendo la libertad de los presos políticos, arrestados los días previos. Los estudiantes junto a los obreros enfrentaron la represión, lograron formar milicias populares, luego de conquistar arsenales de armas y consiguieron que las fuerzas del ejército retrocedan. En los días siguientes, el régimen dictatorial hizo una parodia de negociación, para buscar dividir a las expresiones de poder popular construidas al calor de la lucha, para así tomar nuevamente el control de la situación.

Los estudiantes, los obreros y los sectores populares se organizaron no sólo para defenderse, controlaron su ciudad y sus vidas; la gente compartía su existencia, practicaba verdaderos vínculos solidarios, tomaron armas, formaron milicias armadas, se organizaron por fuera del Estado y del capital creando una auténtica comuna. Estos días no tuvieron precedentes en la historia coreana.

La comuna fue derrotada cuando el 27 de mayo, la dictadura, con el apoyo de los EEUU, envía 12.000 soldados para someter al pueblo de Gwangju. La masacre que las fuerzas del aparato represivo del Estado realizaron costó la vida de miles de personas. La represión se efectuó con la bendición del ejército estadounidense, en los meses siguientes alcanzó a todo el país; miles fueron apresados en ocasión de la “Campaña de purificación social”, enviados a campos militares para una “purificación física y psicológica”. Las fuerzas armadas de la República de Corea estaban colocadas bajo el mando conjunto coreano-estadounidense. El grueso del ejército coreano no podía ser movilizado sin la autorización del comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses. Estos días de mayo del 80 tenían antecedentes, la restauración del espíritu revolucionario que cundió en la península tras la liberación del colonialismo japonés en agosto de 1945, cuando surgieron comités populares, efectivos organismos de autogobierno y poder popular.

La península coreana fue unificada en 1392 por una dinastía confuciana, que rechazó con apoyo de China, invasiones de Japón en el siglo XVII y a los manchúes en el siglo XVIII. Le siguió una prolongada reclusión interior terminada por la ocupación de Japón en la primera década del siglo XX, que la expolió económicamente sumiéndola en la miseria e implementando una política de asimilación cultural. El acuerdo estadounidense-nipón firmado en 1905 delimitó las respectivas zonas de influencia de ambas potencias en el este de Asia, EEUU se quedarían con Filipinas, que habían conquistado en 1902; Taiwán y la península coreana correspondería a Japón, que en 1910 concretó su anexión, convirtiéndola en un granero agrícola.

En los momentos finales de la Segunda Guerra Mundial, y virtud de los acuerdos de Yalta, de febrero de 1945, entre los EEUU, el Reino Unido y la URSS, entre otras cosas se fijaba las condiciones de la entrada de la Unión Soviético en la guerra contra Japón, las tropas soviéticas y las estadounidenses ocuparían Corea. Cumpliendo esto las tropas soviéticas fueron las primeras en llegar, en agosto de 1945, recibidas como libertadores por el pueblo coreano, que contaba con un amplio movimiento de liberación anti japonés, constituido por una red de comités populares, que constituyeron la base del aparato del nuevo Estado, y que realizaron una reforma agraria radical.

En el sur de Corea, EEUU acordó con los japoneses su capitulación, significó la partición de Corea en dos sectores, las tropas estadounidenses ingresaron en septiembre de 1945; como respuesta a que días antes una asamblea nacional de los comités populares anti japoneses proclamó en Seúl la República Popular de Corea; ya se había desarmado a los japoneses, liberado a los prisioneros políticos y detenido a los colaboradores.

El 9 de septiembre se autoproclamó el Gobierno Militar de los EEUU en Corea, poco después los norteamericanos establecieron un gobierno civil coreano, bajo la tutela del gobierno militar de EEUU, presidido por Syngman Rhee, un político de derecha del Partido Democrático Coreano (KDP), un partido anticomunista, representante de los intereses de las clases dominantes; el aparato del Estado conservó casi todos los funcionarios y colaboradores de los tiempos de la colonia, especialmente en lo relativo a las fuerzas de represión.

Terminada la ocupación japonesa, existía un movimiento comunista poderoso en el sur de Corea, el Partido del Trabajo, que reunía a centenares de miembros, que estaba en contra de la creación de un estado separado en el sur, y que fue violentamente reprimido por las tropas americanas y su gobierno títere; luego de la guerra de Corea, acabó destruido.

Este régimen fue muy impopular. En 1948 la protesta adquirió la forma de levantamientos populares, dirigidos por el Partido Comunista, fueron fuertemente reprimidos; muchos líderes históricos de la lucha contra los japoneses fueron asesinados. El gobierno de Syngman Rhee para consolidar la lealtad de los sectores económicos más poderosos que constituía su clientela política, les entregó las antiguas estructuras industriales abandonadas por el colonialismo japonés. Los nuevos industriales prosperaron, no gracias a sus propias inversiones, pues casi no disponían de capitales propios, sino gracias a los ingresos de impuestos y, sobre todo, a los subsidios estadounidenses, la burguesía coreana se desarrolló a la sombra del Estado y de los intereses imperialistas.

Ese año la partición fue institucionalizada, con la creación de la República de Corea al sur del paralelo 38, la gran mayoría de las fuerzas políticas estaba en contra. Al estallar la guerra de Corea en 1950, el rápido avance de las tropas norcoreanas se debió a factores militares y también a la falta de apoyo popular efectivo al régimen de Syngman Rhee. La guerra se desarrolló durante tres años, el ejército estadounidense intervino masivamente, con el apoyo de sus aliados occidentales, produjo grandes pérdidas de vidas en el pueblo coreano, la dictadura de Syngman Rhee recurrió a una cruel represión contra la izquierda surcoreana, ejecuciones o asesinatos de militantes opuestos al régimen. El armisticio del 27 de julio de 1953 dejó a las tropas de ambos bandos prácticamente en el punto de partida, a ambos lados del paralelo 38.

Durante este período, la parte sur de Corea era aún un país fundamentalmente agrario; las autoridades militares de ocupación estadounidenses realizaron una reforma agraria para neutralizar la influencia comunista, se expropio latifundios japoneses sin indemnización, mientras que a los terratenientes coreanos se los recompensó. El Estado intervino de forma activa y coercitiva, utilizó los excedentes agrícolas que antes se apropiaban los terratenientes, el campesinado coreano liberado tuvo que trabajar para éste, que fijaba los precios de las mercancías, proveía alimentos a los sectores sociales que consideraba estratégicos, en particular el naciente proletariado industrial; invertía los impuestos y donaciones estadounidense en la infraestructura de comunicaciones, electricidad e industria.

Dos fuentes principales alimentaron las arcas del Estado coreano: los impuestos y contribuciones provenientes del campesino y las donaciones de los EEUU. El desarrollo industrial de los años cincuenta se organizó esencialmente en torno a la producción de bienes de sustitución de importaciones, con el fin de satisfacer las necesidades del mercado interno, la industrialización inicial no dependió de los préstamos ni de las inversiones extranjeras, como tampoco de la inversión de la casi inexistente burguesía industrial, fue fundamental el aporte económico en forma de donaciones de los EEUU.

La dictadura de Singman Rhee fue derrocada por la sublevación urbana de abril de 1960, integrada por estudiantes y sectores populares movilizados bajo la consigna “unificación pacífica de toda Corea”; el freno a la rebelión lo puso el golpe de Estado del general Park Chung Hee, que implantó una dictadura militar, la que reforzó aún más la intervención estatal en la economía, las donaciones de EEUU siguieron siendo su fuente principal de dividendos; el régimen aplicó una política de industrialización acelerada bajo la dirección de una planificación autoritaria, aplicó un proteccionismo estricto y orientó la producción a la exportación. En los años 60 los trabajadores pauperizados son súper explotados por una burguesía que consigue los dólares que necesita para capitalizarse de su situación estratégica, partiendo de tan bajos niveles de salarios y sin arrastrar la pesada herencia de capitales inservibles, rápidamente logra saturar el mercado interno y consolidar una agresiva política de exportaciones.

El Estado favoreció el desarrollo de chaebols, amplios conglomerados creados a partir de un número limitado de sociedades privadas seleccionadas por Park, para constituir la punta de lanza de una nueva industria, se beneficiaron de aportaciones financieras del Estado que aportó fuentes importantísimas de capitales provenientes fundamentalmente de aportes y préstamos de los estadounidenses, asimismo asumió el control de la economía con mano de hierro; el Estado creó la clase capitalista coreana. El crecimiento de las chaebols y el énfasis en la educación eran justificados ampliamente por el crecimiento económico sostenido. Eso le otorgaba a la educación coreana su verdadero lugar, no el esfuerzo gubernamental que lo ratificaba sino el hecho encontrar una vía de movilidad social real para los sectores populares.

La preferencia por carreras técnicas en un país con una industria en expansión, lo expone claramente. Pero también explica, junto a la histórica represión del movimiento obrero organizado el papel protagónico que tuvo el movimiento estudiantil.

Durante la dictadura de Park Chung Hee, la sociedad surcoreana cambió profundamente; la estructura de la población activa se modificó radicalmente, de una clase obrera que trabajaba en la agricultura principalmente se pasó a un proletariado industrial y de servicios. Uno de los elementos más importantes del desarrollo económico fue la sobreexplotación de la clase obrera industrial, gracias a la derrota de los sindicatos coreanos, los asalariados carecieron de organización y resistencia. La dictadura impidió a la clase obrera organizarse en sindicatos clasistas y la reprimió con dureza. A pesar de la represión, estallaron grandes movimientos de protesta en los que los estudiantes desempeñaron un papel de primer plano, por ejemplo, las grandes manifestaciones de 1965 contra la firma del tratado de paz con Japón, y en 1972 contra la promulgación de la ley marcial y la nueva constitución que permitía al dictador seguir en el poder hasta su muerte.

Las manifestaciones de estudiantes de octubre de 1979 desataron una crisis del régimen; en la ciudad industrial de Pusan, la rebelión juvenil derivó en un enfrentamiento con la policía, el gobierno proclamó de inmediato el estado de excepción y envió efectivos del ejército, las manifestaciones se propagaron a otras ciudades, incluyendo Seúl. Gran cantidad de obreros se sumaron a las acciones en la calle; Park respondió ampliando el estado de sitio, los enfrentamientos duraron cuatro días y fueron detenidas miles de personas. El 26 de octubre, el dictador fue abatido por los disparos de su colaborador más próximo, Kim Jae Kyu, que había entendido que eliminando a Park sería posible controlar la situación; el ejército estaba dividido, un sector sugería la perspectiva de cierta “liberalización” del régimen, pero la movilización persistía. A la mañana siguiente, se declaró la ley marcial, la Asamblea Nacional (Parlamento) se disolvió, y se prohibieron todas las reuniones públicas. Sin embargo, muchos ciudadanos coreanos eran optimistas sobre el cambio, ya que ahora tenían un presidente civil en funciones, Choi Kyu-hah, que prometió entre otras cosas poner fin a la tortura de presos políticos.

Sin embargo, el 12 de diciembre de 1979, el comandante del Ejército, general Chun Doo-Hwan, que estaba a cargo de investigar el asesinato del presidente Park, acusó al jefe del Estado Mayor de conspirar para matar al presidente. General Chun quedó al mando de las tropas por debajo de la zona de distensión, tomó el control total del ejército, hizo arrestar a su principal rival el general Ching, invadió el edificio del Departamento de Defensa en Seúl y detuvo a treinta de sus compañeros generales acusando a todos de complicidad en el asesinato. Con este golpe, el general Chun tomó efectivamente el poder en Corea del Sur, aunque el presidente Choi se mantuvo como una figura decorativa. En los días que siguieron, el régimen dejó claro que la disidencia no sería tolerada; extendió el estado de sitio en todo el país, envió escuadrones de policía a las casas de los líderes pro-democracia y a los militantes estudiantiles con el objeto de intimidar a los potenciales oponentes.

A comienzos de 1980 cientos de miles de personas se manifestaban en respuesta a la brutalidad represiva y a la ley marcial, pidiendo nuevas elecciones y la caída de la dictadura. La movilización compuesta por un potente movimiento social anti dictatorial encabezado por los estudiantes se enfrentó abiertamente a la dictadura; la respuesta fue una sangrienta represión con el apoyo de Washington y de Tokio, todos los jefes de la oposición fueron arrestados, lo que provocó grandes estallidos sociales cuyo punto culminante fue la insurrección urbana de Gwangju. En marzo de ese año, a los estudiantes universitarios y profesores, que tenían prohibido realizar actividades políticas, se les permitió regresar a los claustros.

Sus históricas peticiones de reforma, de libertad de prensa, de fin de la ley marcial, y elecciones libres y justas comenzaron a circular de manera más fuerte. El 15 de mayo de 1980, aproximadamente 100.000 estudiantes marcharon en la estación de Seúl exigiendo la reforma. Dos días más tarde, el general Chun promulgó restricciones aún más severas, el cierre de las universidades y periódicos, nuevamente la detención de cientos de líderes estudiantiles, así como la captura de veintiséis oponentes políticos, entre ellos el activista democrático Kim Dae-jung.

En la mañana del 18 de mayo, indignados por la represión, unos 200 estudiantes fueron a la puerta principal de la Universidad de Chonnam en Gyungju; allí se encontraron con fuerzas del ejército que habían sido enviadas para mantenerlos fuera del campus, respondieron lanzando piedras. Luego los estudiantes marcharon al centro atrayendo a más seguidores a su paso. Por la tarde, los efectivos de la policía local se vieron desbordados por 2.000 manifestantes, por lo que el ejército envió a unos 700 paracaidistas para reforzar la represalia; estos reprimieron a los estudiantes y transeúntes. Un joven de 29 años de edad Kim Gyeong-Cheol, se convirtió en la primera víctima mortal, los soldados lo golpearon hasta la muerte. A los soldados les dieron autorización para asaltar casas, golpear, bayonetear, disparar, torturar y asesinar a manifestantes e incluso a transeúntes en las calles.

Existieron casos de violación, incluidos de adolescentes y mujeres embarazadas. Asesinaron a tiros a trabajadores médicos que prestaban primeros auxilios, así como a niños menores de diez años. Los medios de prensa coreanos censurados, no informaron de los asesinatos, difundían informes falsos de vandalismo y acciones policiales, nunca se mencionó la brutalidad del ejército.

A medida que la ciudad se movilizaba, personas de todos los ámbitos de la vida que se incorporaban a la rebelión empequeñecieron a los estudiantes en la manifestación; una verdadera respuesta espontánea de un movimiento popular que logró generalizar la revuelta. La gente se defendió con piedras, cuchillos, tuberías, barras de hierro y martillos contra 18.000 policías antidisturbios y más de 3.000 soldados. Aunque muchas personas fueron asesinadas, la ciudad se negó a ser sometida. Durante todo el día el 19 de mayo, el pueblo de Gwangju se unió a los estudiantes en las calles, indignados por la violencia represiva, trabajadores, amas de casa, y diversos sectores populares, salieron a defender a los jóvenes de Gwangju. Los manifestantes lanzaron piedras y cócteles Molotov a los soldados. A pesar de severa represión y cientos de arrestos, los estudiantes se reagruparon continuamente y lucharon tenazmente.

Por la mañana del 20 de mayo, había miles de personas protestando en el centro de la ciudad, se publicó por primera vez un periódico llamado Boletín de los Militantes; ese día el ejército respondió enviado 3.000 soldados adicionales. Las fuerzas represivas se dedicaron a golpear a la gente, hubo apuñalados y mutilados con bayonetas, utilizaron gases lacrimógenos y munición real indiscriminadamente, disparando contra la multitud; mataron a veinte niñas en la Escuela Superior Central de Gwangju.

Muchos conductores de ambulancias y de taxi que intentaban trasladar a los heridos a los hospitales fueron fusilados; los estudiantes capturados tenían las manos atadas a la espalda con alambre de púas; algunos fueron ejecutados sumariamente. La rebelión unificó a trabajadores, agricultores, estudiantes y a personas de todos los sectores populares. Una vez más, los soldados atacaron brutalmente, y esta vez toda la ciudad se defendió. Durante la noche vehículos fueron incendiados y empujados a las fuerzas militares. Aunque el ejército atacó repetidamente, la noche terminó en un punto muerto, en la estación de tren muchos manifestantes fueron asesinados.

El 21 de mayo la violencia en Gwangju continuó; a medida que los soldados disparaban contra la multitud, los manifestantes irrumpieron en comisarías y armerías, obteniendo fusiles, carabinas y hasta dos ametralladoras. La policía local se negó a dar más ayuda al ejército; soldados golpearon a algunos agentes de policía por intentar ayudar a los heridos. El pueblo destruyó edificios simbólicos del poder hegemónico, como los inmuebles de medios masivos de comunicación, la Oficina de Impuestos y otros establecimientos vinculados con el régimen, tambien la Oficina de Supervisión Laboral, la estación de autotransporte y vehículos policiales.

Un grupo confiscó a la empresa contratista militar Asia Motorsun vehículos, incluidos carros blindados de transporte militar, con estos recorrieron toda la ciudad para convocar a la población y también fueron a pueblos y aldeas vecinas para difundir la rebelión. Con la ayuda de los mineros de carbón de Hwasun, los manifestantes obtuvieron grandes cantidades de dinamita y detonadores. Autobuses llenos de trabajadoras textiles condujeron a Naju, donde capturaron cientos de rifles y municiones que llevaron de regreso a Gwangju. Se produjeron incautaciones de armas similares en las localidades de Changsong, Yoggwang y Tamyang.

La batalla en la estación de tren alrededor de las 4:00 de la mañana fue intensa. Los soldados volvieron a usar armas de guerra contra la multitud, matando a muchos; con una fortaleza increíble el pueblo prevaleció y las fuerzas militares se retiraron apresuradamente. Para las 5:30, el ejército se vio obligado a replegarse del centro de Gwangju. Por la mañana del 22 de mayo, la milicia se había retirado por completo de Gwangju, estableciendo un cordón alrededor de la ciudad. Un autobús lleno de civiles intentó escapar del bloqueo el 23 de mayo; el ejército abrió fuego, matando a 17 personas.

El comandante estadounidense en Corea dio su aprobación formal al ejército coreano para trasladar a una división de tropas coreanas bajo el Mando Conjunto de EEUU y Corea y desplegarlas en Gwangju. Un estrecho cordón militar ya había aislado a la ciudad y los pueblos circundantes de toda comunicación. Helicópteros militares comenzaron a sobrevolar la localidad instando al ejército popular de Gwangju, que había tomado posiciones en el edificio de la capital de la provincia en el centro de la ciudad, a rendirse; un consejo de ciudadanos de Gwangju pidió al embajador de EEUU, William Gleysteen, que interviniera para buscar una tregua negociada, pero la petición fue rechazada.

Mientras tanto, equipos de profesionales y estudiantes formaron comités para brindar atención médica a los heridos, algunos de los estudiantes se dedicaron cocinar comidas comunitarias para la población de la ciudad. Cuando la noticia de la matanza se extendió por toda la provincia, las protestas contra el gobierno estallaron en las ciudades cercanas como Mokpo, Gangjin, Hwasun y Yeongam. La rápida proliferación de la revuelta es otra indicación de la capacidad del pueblo para auto organizarse. Con la esperanza de llevar el levantamiento a Chunju y Seúl, algunos manifestantes se pusieron en marcha, pero fueron rechazados por las tropas que bloqueaban, las carreteras y los ferrocarriles. Los helicópteros de combate atacaron grupos de manifestantes armados de los condados de Hwasun y Yonggwang que intentaban llegar a Gwangju. Si los militares no hubieran controlado tan estrictamente a los medios y restringido los viajes, la revuelta podría haberse convertido en un levantamiento nacional.

Indignados por la represión militar, el pueblo de Gwangju se había defendido heroicamente protagonizando una enérgica resistencia, formando milicias ciudadanas, casi un cuarto de millón de personas, inspiradas y dirigidas por miles de estudiantes, se unieron y expulsaron de Gwangju a las tropas de élite enviadas para reprimirlas. Con armas confiscadas en los arsenales del ejército y la policía, un ejército popular expulsó a las fuerzas represivas. Mientras el ejército coreano acordonaba estrechamente a Gwangju, el pueblo se encargaba de sus propios asuntos. Prácticamente toda la ciudad participó, creando una comunidad autónoma que recordaba la Comuna de París de 1871.

Las mujeres compartían comida y agua con los combatientes. Los taxistas y conductores de autobuses transportaron a los rebeldes por la ciudad y en varias ocasiones, utilizaron sus vehículos como armas contra los soldados. Se desarrolló una estructura organizativa democrática; reunidos en el Parque Kwangju y Yu-tong Junction, se formaron células de combate y agitación. Aunque sus armas eran muy inferiores a las del ejército, la valentía y los sacrificios del pueblo demostraron ser más poderosos que la superioridad técnica del ejército. La Comuna Libre duró seis días. Las asambleas diarias de ciudadanos dieron voz a la frustración de años y a las aspiraciones profundas de los de abajo. Los grupos de ciudadanos mantuvieron la organización y crearon un nuevo tipo de administración social comunal. Fue la primera insurrección armada en la historia moderna de Corea del Sur.

Durante la madrugada del 27 de mayo, cinco divisiones del ejército se trasladaron al centro de Gwangju; estudiantes y ciudadanos trataron de bloquear su camino en las calles, mientras que las milicias populares armadas se preparaban para nuevos enfrentamientos. Después de una hora y media de lucha, el ejército tomó el control de la ciudad, los soldados derrotaron a las milicias ciudadanas armadas y tomaron el control de Gwangju, arrestando a 1.740 manifestantes. El gobierno de Chun Doo-hwan emitió un informe que indicaba que 144 civiles, 22 soldados y cuatro policías habían muerto en Gwangju; sin embargo, las cifras de la masacre revelaban que casi 2.000 ciudadanos desaparecieron de Gwangju, según de datos surgidos del censo, durante este período de tiempo, los testigos dijeron ver cientos de cuerpos arrojados en varias fosas comunes en las afueras de la ciudad.

El régimen afirmó y justificó que los rebeldes eran “simpatizantes y amotinados comunistas” quienes instigaron la rebelión, mientras que otras fuerzas derechistas en Corea del Sur afirmaron que fue “dirigida por 600 soldados norcoreanos que se infiltraron en la ciudad en ese momento”. La Comuna de Gwangju fue superada por la fuerza militar a pesar de la heroica resistencia. Aunque fue brutalmente reprimido en 1980, durante los siguientes años el movimiento continuó luchando por la democratización de la sociedad.

Las tropas de EEUU fueron corresponsables de la masacre, no solamente por el apoyo a la junta militar de Corea del Sur del presidente Chun Doo Hwan. En público EEUU deploró el asesinato en masa y afirmó repetidamente que no tenía nada que ver. El imperialismo norteamericano y el régimen se preparaban desde mucho antes para aplastar a la oposición, recordemos que en ese momento que EEUU tenía 40.000 soldados en Corea del Sur. En virtud de un acuerdo de 1978, las fuerzas armadas de EEUU y Corea del Sur operaban con una estructura de mando conjunto con el comandante militar de EEUU a cargo de John Wickham Jr., que tenía el control operativo de ambos ejércitos. Desde febrero de 1980 el gobierno estaba movilizando tropas especiales bajo el mando de EEUU para aplastar a los disidentes, además el general Wickham le había dado a Chun el control sobre estas unidades militares claves. El embajador William Gleysteen manifestaba que “la necesidad de mantener la ley y el orden y obstruiría el desarrollo de planes de contingencia militar reforzando la policía con el ejército”.

Uno de los objetivos de los EEUU en el respaldado al régimen dictatorial en la masacre de Gwangju era mantener su control en Corea del Sur, que había sido un baluarte del dominio imperialista estadounidense en la región de Asia y el Pacífico y una base de avanzada contra la “intrusión comunista” en general, y contra la Unión Soviética y la China en particular. Corea del Sur sirvió como un área de montaje militar clave para EEUU durante su guerra contra Vietnam, y sigue siendo hasta el día de hoy un baluarte crucial en esa región para sus intereses.

Después del asesinato del dictador Park Chung Hee y la instauración de la dictadura del general Chun Doo Hwan, junto con el fin del levantamiento popular; la orientación económica y social no cambió esencialmente. Se mantuvo el control autoritario de la economía, el gobierno determinaba qué productos se podía fabricar, por ejemplo, decidió reestructurar la industria a la producción de automóviles especialmente para el mercado mundial. Por su parte, los obreros intentaron formar nuevos sindicatos independientes, desafiando la política colaboracionista de la dirección oficialista de las organizaciones legales. El motor de este movimiento fueron jóvenes, obreros o estudiantes contestatarios, que decidieron proseguir en las fábricas la lucha política iniciada en la universidad.

El movimiento de estudiantil comenzó a recuperarse en 1983, vivió un momento de radicalización y de profundización política; la importancia del movimiento en las universidades quedó reflejada en el hecho de que los estudiantes constituyeron la gran mayoría de presos políticos y que participaron de forma autónoma en el movimiento democrático. Las posteriores luchas estuvieron marcadas por una fuerte combatividad, particularmente de los trabajadores.

Por su parte el régimen aplicó la fuerza represiva del Estado contra la oposición, pero esta política fracasó dado que los sectores populares de la sociedad, tenían afinidad con las reivindicaciones democráticas. El gobierno estaba debilitado por las secuelas de estas políticas y sobre todo por estar presionado por los movimientos de protesta, en una situación de crecimiento de la fuerza de una clase obrera joven y combativa, Washington pasado algunos años tuvo que obligar a la dictadura que se despendiera el poder político. La dictadura cayó en 1987, tras enormes manifestaciones estudiantiles en junio de ese año en lo que fue llamado “La primavera de Seúl”; será el comienzo de una efervescencia social y política, con muy numerosas huelgas obreras y la creación de sindicatos, en 1988 se organizaron por primera vez en el país elecciones por sufragio universal.

Desde los años ochenta hasta mediados de los noventa, Corea acumuló éxitos en términos de su posición en la producción industrial. En ese período la guerra fría llegaba a su fin, en 1989 cayó el muro de Berlín y la URSS implosionó en 1991; la situación política y militar internacional heredada de la segunda guerra mundial, de la victoria de la revolución China de 1949 y de la guerra de Corea de 1950-1953 cambió fundamentalmente. EEUU consideraba que en adelante no valía la pena empeñarse en apoyar a dictaduras, enfrentadas a poderosos movimientos de oposición y a la revuelta social.

Frente a unas movilizaciones que amenazaban con ir hasta el fin, era mejor salvar lo esencial, los intereses económicos del imperialismo y de la burguesía coreana, era necesario reemplazar la dictadura, es más eficaz tener un gobierno democrático para aplicar la agenda neoliberal, porque así se evita hacer frente a una unión de la oposición democrática con un movimiento social opuesto al neoliberalismo. Es importante agregar que Corea del Sur, al ser una plaza militar estratégica para el imperialismo, comenzó en este periodo a aplicar un modelo económico neoliberal; la supresión de las barreras u otras formas de limitación a las importaciones, la privatización, y la liberalización de los movimientos de capitales, ésta agenda neoliberal encontró una fuerte resistencia de los obreros.

Se puso en marcha en los años 90 un reordenamiento estructural; un fuerte aumento de la deuda pública, una reforma regresiva del código de trabajo, recortes en los gastos sociales, programas de privatización y de apertura al capital extranjero. El proteccionista estado coreano se va transformando en el liberalizado estado coreano, en la medida que la realidad de su economía lo hace conveniente; si hubo una continuidad represiva, ahora bajo un régimen de democracia formal, un ejemplo de cómo los distintos sectores burgueses se adaptan a distintas formas institucionales y de gobiernos. Ejecutan diferentes medidas económicas, formalmente disímiles, pero coincidentes en su orientación en la valorización del capital; si hay algo que el poder político y económico mantuvo es la falta de libertades para los sectores populares y una mayúscula tasa de explotación de los trabajadores.

El propagandeado desarrollo económico surcoreano fue viable por una enorme acumulación primitiva apoyada por métodos fuertemente coercitivos; alcanzó los resultados económicos bajo la tracción de un régimen dictatorial y represivo, privilegiado por los EEUU en el marco de su lucha contra los regímenes llamados socialistas. Adoptó un modelo de industrialización por sustitución de exportaciones, adaptado a la demanda del mercado mundial, favoreciendo a la industria que proporcionaba un alto valor agregado. Asimismo, habría reemplazado la exportación de materias primas por mercaderías cuya elaboración requería una tecnología avanzada.

El modelo económico, social e institucional de Corea del Sur se sustentó en una fuerte intervención del Estado; un apoyo financiero y técnico del imperialismo norteamericano; la realización de una reforma agraria; la aplicación de un modelo de industrialización por sustitución de importaciones, que se fue cambiando progresivamente en sustitución de exportaciones; la política permanente de represión del movimiento obrero y de los sectores populares; la sobreexplotación de campesinos y obreros; la difusión de prácticas culturales individualistas; una ideología liberal, antipopular y anticomunista; el control disciplinario de la sociedad junto con el control del Estado sobre los distintos sectores económicos y sociales; la aplicación de una planificación autoritaria; y un control estricto de los movimientos de capitales. EEUU al considerar a Corea del Sur como una zona estratégica desde el punto de vista militar frente al bloque “comunista”, y no como una fuente esencial de materias primas permitiendo cierto desarrollo económico y tecnológico, apoyó económica, militar y políticamente a los distintos gobiernos.

Los estudiantes y la juventud sacaron de la experiencia de Gwangju la convicción de que sería necesaria una movilización de gran amplitud para acabar con la dictadura, ampliar también su base social incluyendo en ella a la clase obrera que conoció en los años 80 un crecimiento muy rápido. Así miles de estudiantes entraron en unas fábricas que contrataban masivamente en aquella época, iban a construir nuevos sindicatos, compartiendo las luchas con un movimiento campesino basado en pequeñas explotaciones. Surgieron durante las etapas posteriores nuevas generaciones de militantes que consideraban que la lucha por la democratización del país debía ir pareja con las reivindicaciones sociales, reivindicaciones que han sido ampliadas en los últimos decenios a la ecología, el feminismo o la defensa de los derechos LGBT; también el antiimperialismo fue desarrollándose.

Los movimientos sociales conocieron después de la dictadura un desarrollo importante y una ampliación de sus temas de acción. Movimientos y asociaciones ecologistas, feministas o pacifistas aparecieron y se desarrollaron, poniendo en cuestión el carácter central del movimiento obrero que era hasta entonces la norma. Más recientemente las movilizaciones de la “revolución de las velas” se estructuraron y se extendieron gracias a internet y a las redes sociales. Hoy la situación de los movimientos y organizaciones es muy diferente de la que existía a la caída de la dictadura. La central obrera sigue representando una fuerza importante, pero el centro de gravedad de su acción se ha desplazado, ahora son los sindicatos de empresa quienes juegan un papel primordial. Existe todo un conglomerado de asociaciones y de movimientos, pero las movilizaciones reales se apoyan en la implicación de forma individual de los que se informan y se coordinan en internet.

El histórico levantamiento popular de una semana de la ciudad surcoreana de Gwangju contra el régimen del dictador general Chun Doo-Hwan, respaldado por el imperialismo norteamericano, aunque fue suprimido sangrientamente, ayudó a encender una cadena de rebeliones similares en toda Asia, que lograron ganar muchos derechos democráticos.

Un evento que se destaca como faro de la capacidad espontánea del pueblo para gobernarse a sí mismo; dignos herederos de la Comuna de París de 1871. Una ciudadanía desarmada, en oposición a su propio gobierno, ganó el control del espacio urbano y lo mantuvo por varios días a pesar del accionar de fuerzas represivas del Estado que buscaban restablecer la “ley y el orden”; cientos de miles de seres humanos aprovecharon la ocasión y crearon órganos populares de poder político que reemplazaron de manera efectiva y eficiente las formas tradicionales de gobierno; y las personas ejercían formas de solidaridad previamente inexistentes; estos momentos de liberación revelaron capacidad para el autogobierno y la cooperación.

Fueron las fuerzas represivas del Estado, no el pueblo sin gobierno, pero con auto organización, las que actuaron con gran brutalidad e injusticia, como habitualmente lo hace el capital y sus gobiernos. El significado histórico de Gwangju es internacional, no simplemente coreano o asiático.

Su significado y lecciones se aplican igualmente a Oriente y Occidente, Norte y Sur. El levantamiento del pueblo coreano de 1980, como otras experiencias simbólicas e históricas de rebelión popular, son grandes escuelas para los pueblos del mundo.

CALPU

 

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