Ese mismo que la burguesía fustigaba hasta hace algunas décadas (y todavía condena de forma ideológicamente declamativa) como un lastre de burdo proteccionismo populista. No hay previsión más eficaz para garantizar los negocios privados que guareciéndose bajo la mascarada pública que -como se advierte- puede servir como fomento, sostén y beneficio de la actividad privada.