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Estado español :: 18/12/2025

La gran estafa del 78: por qué lo que tenemos no es una democracia (y está diseñado para no serlo)

Bea Talegon
Llamamos 'democracia' a un sistema que, técnicamente, es una partitocracia. La misma Constitución se diseñó para garantizar que el poder nunca saliera de las cúpulas de los partidos

Esta semana he tenido la oportunidad de conversar en profundidad con Santos Manuel Cavero López, jurista, doctor y autor de una obra que debería ser lectura obligatoria para cualquier ciudadano que quiera dejar de ser súbdito: La trampa de la democracia. Sobre la perversión del sistema democrático en España (Mandala Ediciones).

No estamos ante un libro más sobre "lo mal que van las cosas". Estamos ante una autopsia forense del régimen del 78.

La arquitectura de la mentira

Durante nuestra entrevista, Cavero fue quirúrgico en su diagnóstico; vivimos en una ficción semántica. Llamamos democracia a un sistema que, técnicamente, es una partitocracia. Como bien desgrana en su libro, el problema de España no son unos políticos "malos" que han corrompido unas leyes "buenas". El problema es que la propia Constitución y el desarrollo legislativo posterior se diseñaron para garantizar que el poder nunca saliera de las cúpulas de los partidos.

El autor lo explica con la claridad del experto que no necesita esconderse en tecnicismos:

- No hay separación de poderes: el Ejecutivo nace del Legislativo y controla al Judicial. Es un "monstruo de tres cabezas" pero un solo cuerpo: el partido gobernante.

- El ciudadano es irrelevante: con el sistema de listas cerradas y bloqueadas, el diputado no se debe a sus votantes, sino al jefe que le puso en la lista. Quien se mueve no sale en la foto, y quien no obedece, no cobra.

- La indefensión está garantizada: al no haber contrapesos reales, el ciudadano carece de herramientas para frenar los abusos del poder.

"La trampa": diseñados para la corrupción

Uno de los momentos más lúcidos de nuestra charla fue cuando abordamos el concepto de trampa. Cavero sostiene que el sistema genera una selección inversa: no llegan arriba los mejores gestores, sino los más aptos para la supervivencia interna del partido. Esto convierte a las instituciones en agencias de colocación y al presupuesto público en un botín a repartir.

En el libro, Cavero combina su faceta de jurista con la de analista económico para demostrar cómo esta estructura política lastra inevitablemente nuestra economía. No es mala suerte: es que un Estado colonizado por intereses partidistas es, por definición, incapaz de gestionar eficazmente los recursos de todos.

Romper el espejo. Lo más inquietante de "la trampa de la democracia" es que nos quita la excusa de la ignorancia. Ya no podemos decir que "no sabíamos". El libro documenta cómo se han ido desactivando, uno a uno, los controles democráticos hasta dejar el esqueleto de un Estado que es fuerte con el débil y servil con el fuerte.

Como comentamos en la entrevista, la solución no vendrá de quienes se benefician del problema. Los partidos no se reformarán a sí mismos para perder poder. La regeneración, si llega, tendrá que venir de una sociedad civil que despierte del sueño dogmático y exija, no mejores jugadores, sino reglas de juego diferentes.

Os invito a ver la entrevista completa para entender la magnitud de la estafa. Es hora de llamar a las cosas por su nombre.

ElNacional.cat

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/dD11