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Nacionales E.Herria :: 18/12/2025

Así se construye una mentira oficial: policías heridos que nadie vio en Bilbo

DavidBM
Testigos presenciales aseguran que, tras los incidentes del sábado al finalizar la protesta contra CAF y el genocidio israelí, los agentes abandonaron la zona caminando y sin requerir atención médica

La protesta celebrada el pasado sábado en la Plaza Circular (Abando) de Bilba contra la empresa CAF y sus vínculos con el régimen israelí no solo dejó cargas policiales, un detenido -ya en libertad- y una fuerte polémica institucional. Dejó también algo más revelador: un ejemplo casi de manual de cómo se construye un relato oficial que no se corresponde con los hechos, apoyado en versiones policiales, amplificado por instituciones y reproducido sin contraste por buena parte de los medios de comunicación.

El comunicado difundido por GAZARAKO MUGIMENDU GLOBALA Euskal Herria permite reconstruir ese proceso paso a paso, como si se tratara de una guía práctica sobre cómo desviar el foco, invertir responsabilidades y criminalizar una protesta legítima.

Paso 1: Informar sin estar (y convertir la excepción en anomalía)

Toda manipulación eficaz empieza con una ausencia: no estar en el lugar de los hechos. Según denuncian los organizadores, ningún periodista de EITB, Deia o El Correo presenció la protesta sobre el terreno. Hubo cámaras, pero no cronistas. Sin observación directa, el relato se escribe desde despachos y gabinetes, no desde la calle.

La única excepción señalada es Ecuador-Etxea, cuyo comunicador sí estuvo presente, recogiendo testimonios directos y ofreciendo una versión acorde a lo sucedido. Esa mirada basada en la presencia y el contraste quedó, sin embargo, aislada y marginal, frente a un bloque mediático que optó por reproducir fuentes institucionales sin verificación.

Informar sin haber visto permite una ventaja clave: nadie puede contradecir lo que no se observó. Y cuando alguien sí lo hace, se le ignora o se le relega a un segundo plano.

Paso 2: Convertir una única versión en verdad absoluta

El siguiente movimiento consiste en elegir una sola fuente y elevarla a categoría de verdad incuestionable. En este caso, el Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco. No se pregunta a organizadores, no se consulta a testigos ni se contrasta con material audiovisual disponible. La versión policial se publica tal cual, sin matices, como si fuera un acta notarial.

El comunicado denuncia que la mayoría de los medios se limitaron a reproducir esa versión, construyendo un relato uniforme a partir de una sola voz.

Paso 3: Introducir heridos aunque no existan (y que la escena final no estorbe al relato)

Todo relato necesita víctimas. Si no las hay, se anuncian. La mención a cuatro agentes heridos cumple una función inmediata: desplazar el foco desde el contenido político de la protesta hacia el orden público y justificar a posteriori la actuación policial. Poco importa que, según los organizadores, ningún agente requiriera asistencia sanitaria, que no existan partes médicos o que los vídeos difundidos no muestren agresiones.

De hecho, los propios hechos posteriores contradicen frontalmente esa versión. Tras producirse la detención y una vez que el coche policial con el detenido abandonó el lugar, decenas de personas y viandantes fueron testigos de cómo más de una decena de policías municipales y agentes de la Ertzaintza se retiraron caminando, por su propio pie y sin signos visibles de haber sufrido lesiones. No hubo ambulancias, ni personal sanitario, ni intervención de servicios médicos en ningún momento, ni durante ni después del operativo.

Ese detalle -público, visible y presenciado por quienes permanecían en la zona- desaparece por completo del relato oficial. La escena final no encaja con la existencia de heridos, así que se omite. El titular, sin embargo, ya ha cumplido su función.

Paso 4: Alterar la secuencia temporal de los hechos

Una manipulación eficaz requiere romper el orden de lo sucedido. La concentración fue legal, comunicada y pacífica. La posterior sentada sobre las vías del tranvía -fabricado por CAF- fue simbólica, limitada en el tiempo y finalizada voluntariamente.

Ese dato desaparece. En su lugar, se presenta una escena continua de conflicto, ocultando que los altercados comienzan después de que la acción hubiera concluido, cuando la Ertzaintza intenta identificar a dos personas señaladas arbitrariamente como "líderes".

Paso 5: Convertir derechos en provocaciones

Cuando una persona se niega a identificarse ejerciendo un derecho, el manual aconseja traducirlo como desafío o resistencia. El comunicado explica que la única detención se produjo exclusivamente por esa negativa, no por agresión alguna.

El detenido pasó la noche en dependencias policiales, denunció trato vejatorio y humillaciones verbales, y fue puesto en libertad al día siguiente. Ese contexto rara vez ocupa espacio informativo.

Paso 6: Sugerir organización violenta sin necesidad de probarla

No hace falta afirmarlo con claridad. Basta con insinuar coordinación, liderazgo o siglas políticas. Según denuncian los convocantes, se llegó a hablar de ataques organizados sin que existiera ninguna agresión colectiva.

La sospecha funciona incluso cuando es falsa. El desmentido nunca tiene el mismo recorrido.

Paso 7: Silenciar el motivo real de la protesta (y borrar la reivindicación política)

Uno de los pasos más decisivos consiste en eliminar el porqué de la movilización. Se oculta deliberadamente que la protesta denunciaba la implicación directa de CAF (Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles) en proyectos ferroviarios clave para la ocupación supremacista israelí de Palestina, así como la responsabilidad del Gobierno Vasco como accionista de la empresa.

La acción señalaba que CAF participa en el Jerusalem Light Rail, una infraestructura que conecta asentamientos considerados ilegales por el derecho internacional y el palestino -como Pisgat Ze'ev, Gilo, French Hill o Givat Hamatos- con el centro de Jerusalén, consolidando la anexión territorial y el régimen de apartheid. También denunciaba su colaboración en el metro de Tel Aviv, construido sobre territorio palestino, y su papel no solo como fabricante, sino como proveedor integral del sistema, encargado del diseño, mantenimiento, señalización, electrificación y, en algunos casos, gestión del servicio.

La reivindicación exigía la ruptura inmediata de todos los contratos de CAF con Israel, el fin de cualquier relación institucional que sostenga la ocupación y la aplicación del boicot político, económico, académico, cultural y deportivo como herramienta legítima de presión internacional. Todo ello respaldado por resoluciones de Naciones Unidas y por los informes de la Relatoría Especial de la ONU, que describen la situación como un régimen de apartheid y destrucción sistemática.

Todo ese contenido desaparece del relato dominante. Sin reivindicación, la protesta queda reducida a una escena de "alteración del orden público". Sin contexto, la represión aparece normalizada.

Paso 8: Repetir la versión hasta que se normalice

Una vez publicada, la versión se replica. Un medio cita a otro, todos citan a Interior. La repetición sustituye al contraste. Cuando llega el comunicado desmintiendo los hechos, la opinión pública ya ha interiorizado la primera versión.

Rectificar no genera titulares; el escándalo inicial, sí.

Paso 9: Presentar todo el proceso como "información objetiva"

El cierre es semántico. Se llama neutralidad a la falta de contraste y rigor. Quien cuestiona el relato es tachado de parcial o radical. La protesta se criminaliza y la mentira se blanquea bajo el paraguas de la oficialidad.

Epílogo: lo que queda fuera del relato

Frente a este esquema, GAZARAKO MUGIMENDU GLOBALA Euskal Herria insiste en hechos básicos: la protesta fue pacífica, no hubo agentes heridos, existen pruebas en vídeo, el detenido está en libertad y la acción denunciaba una complicidad empresarial concreta.

Y lanza una advertencia que va más allá de este caso: cuando la desinformación institucional se normaliza y los medios renuncian al contraste, no solo se criminaliza la protesta, también se erosiona el derecho a una información veraz. Porque, como recuerdan, la solidaridad no es delito, pero la mentira convertida en verdad oficial tiene consecuencias democráticas.

ecuadoretxea.org

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/dD12