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Argentina :: 09/07/2020

La Educación Popular en épocas de pandemia

Ignacio Moñino
Se deberá luchar contra la segmentación y fragmentación del conocimiento que siempre se promocionó desde la escuela pública

La educación se virtualiza y tecnologiza. Se instala masivamente el teletrabajo y aumentan los índices de pobreza. Los sectores populares a causa de la pandemia sufren aún más las desigualdades sociales ¿Qué debe cambiar en la Educación Popular para estar a la altura de las circunstancias?

En Argentina, como en toda Latinoamérica, conviven múltiples expresiones de educación popular (EP), muchas de ellas sin buscar la acreditación estatal en relación a lo educativo como la reconocida trayectoria del colectivo “Pañuelos en Rebeldía” o el “Movimiento Pedagógico de Liberación” de la Provincia de Misiones, sólo por dar dos ejemplos. Sin embargo, hace más de una década y media que también la EP se coló en el Estado con una diversidad de formas de bajarla a la realidad. Así es a través de la práctica docente en la escuela pública o por medio de sindicatos (y cada vez más, logrando reconocimiento oficial este año los Bachilleratos Populares del SUTEF en Tierra del Fuego) o desde los “Bachilleratos Populares” autogestionados por organizaciones sociales.

 ¿Qué cambios deberá afrontar la educación popular en tiempos de confinamiento? Luego de la pandemia, ¿qué cambios deberá afrontar la EP? ¿Cómo afrontan lxs educadores populares las demandas de campesinxs, migrantes que quedan por fuera de la IFE o aquellas personas de las grandes ciudades que viven en barrios de emergencia, quienes muchas veces no tienen siquiera acceso al agua potable?

Se propone una serie de acciones e ideas para propiciar el debate colectivo, algunas de las que ya se están poniendo en práctica

Primero: relegar los contenidos curriculares, incrementar la acción territorial y de base. La educación deberá centrarse primariamente en poner el cuerpo y el ingenio en algunas tareas donde quizás no implique el desarrollo de los programas y la evaluación de contenidos educativos. Centrar sus energías en acompañar y en preservar determinadas necesidades mínimas. Poner el cuerpo en la organización colectiva, para mantener una alimentación digna (los sectores populares integran en su mayoría trabajadores precarizadxs o desocupadxs), en cuidar y generar lazos afectivos y vinculares para acompañar en la dura situación actual y que sean generadores de autoconfianza. Deberán también dar la pelea con muchos de sus colegas, es común observar algunos docentes que escriben en sus chats de alumnos diciendo: “quién no entregue la tarea, la semana próxima, le pondré un 1”.

Lxs educadores populares saben que hoy es más importante garantizar las ollas populares que el acceso a las plataformas virtuales o manuales digitales. Pese a las duras imposiciones del teletrabajo docente, con el estrés que ello conlleva (y sin haber recibido capacitaciones en su nueva tarea), muchxs docentes también garantizan en las escuelas de forma voluntaria la emergencia alimentaria y aun así en muchas regiones en las cuales el gobierno local no garantiza una canasta básica suficiente y de calidad (como en reiteradas denuncias han hecho a Larreta, debido a que no garantiza tales derechos, en el distrito que más ingresos dispone del país).

En las escuelas de la provincia de Buenos Aires son lxs docentes y auxiliares quienes garantizan la alimentación a más de 1.722.000 chicxs (detallaron las autoridades). Hoy los esfuerzos deben estar garantizados en desarrollar una vida sana y libre de violencias, por lo que la acreditación de educación pasa a un segundo plano. Como sostenía Paulo Freire, no puede pensarse la praxis revolucionaria diferenciando reflexión y acción…van de la mano y una incentiva a la otra. Tomar las acciones territoriales como organizar la lucha o una olla popular como nuestros contenidos educativos y de ahí poder analizar otros “temas bisagra”, como ser qué rol tienen que tomar las autoridades, el Estado, lxs estudiantes y lxs educadores.

Segundo: no se puede educar a distancia, pero sí socializar conocimientos. Debemos usar recursos al alcance de las mayorías. Si se pretende trabajar con tecnología deberán usarse las plataformas que utilizan los sectores populares. Destinar algunas plataformas para lo educativo como pueden ser Jitsi o Zoom, va a excluir más que incluir educandos. Por el contrario, sí pueden resultar útiles para las organizaciones sociales, para actividades de formación, reflexión y organización. Aunque no siempre lxs trabajadores pueden contar con la conectividad y las herramientas preparadas para poder sacarle provecho.

Tercero: lo enviado no implica comprensión. Es común escuchar en muchos educadores “esto ya lo di”, “ya se los expliqué mil veces”, “no quieren entender” y ahora con el trabajo virtual: “ya les envíe”, “tienen los TP” o “ya lo subí al Facebook/Classroom y no responden”. Denotan esas frases que se adopta una concepción bancaria. Lxs educadores populares debemos personalizar las preguntas, escuchar a cada educando, sentarnos a su lado. Ahora habrá que preguntar a cada estudiante que no responde: qué le sucede, qué necesita, qué preguntas tiene, qué reflexión crítica puede hacer. Quizás recurrir a armar los llamados “tutoriales”, audios apoyando las actividades, preguntar “por privado”, generar videos sintetizando los saberes colectivos de la clase, etc. Ser contemplativxs con cada realidad socioeconómica y cultural de cada estudiante.

Cuarto: denunciar y supervisar los negociados de la tecnología y plataformas en educación. La EP deberá centralizar sus críticas a los diferentes gobiernos sobre su participación y discusión con la utilización de los recursos educativos. Con excepción de los gremios docentes, muchos otros actores de la EP no apuntan la mirada a esos negociados que se hacen con dinero de todxs lxs argentinxs. Los negociados de Cambiemos con las “Escuelas del futuro” y el beneficio a grandes empresas para implementar la robótica en algunos contextos escolares en los cuales ni siquiera había computadoras o conectividad, se asemejaban a una película clase B de ciencia ficción.

Quinto: revisar y adaptar las currículas (aunque mi diccionario no le guste y la RAE no lo permita, podemos usarla en femenino) para estar acordes a los cambios culturales. Debemos pensar y orientar los contenidos a los emergentes. En épocas de reclusión se nota aún más que el machismo no cesa y el femicidio aumenta. El patriarcado se reproduce en la esfera más íntima de los hogares y se contagia más rápido que el COVID. Los programas deben transversalizar problemáticas centrales para entender nuestra realidad latinoamericana: analizar las miradas con un sesgo anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial y cultural.

Por eso los emergentes hoy en día son los problemas que derivan de ellos como los que sufren lxs migrantes (desde el racismo más solapado de no poder recibir al IFE), el recrudecimiento de las violencias domésticas y de género, la precarización laboral, la vivienda, la salud, la mala alimentación y la comunicación. Propiciar una mirada cooperativista, revolucionaria y de género, indigenista (de pueblos originarios), que contemple derechos de la población LGTTBI, que propicie la organización democrática, la solidaridad, la ESI, la soberanía alimentaria, la interculturalidad, la recreación y la autogestión. Se deberá luchar contra la segmentación y fragmentación del conocimiento que siempre se promocionó desde la escuela pública y como la enseñan aún hoy en universidades como la UBA. Trabajar más en áreas y con núcleos temáticos prioritarios.

Sexto: destinar más fuerza militante a la generación de contenidos virtuales. Existe un aumento desmedido de “fake news” y de identidades “troll”, desviando discusiones políticas que deben darse. La EP debe tomar en sus manos las tecnologías, sus militantes transformarse en educadores “antispam” para poner filtros y socializar información viable y con perspectiva de clase. Adaptar las redes sociales para los sectores populares, generando contenidos orgánicos a lxs oprimidxs.

Séptimo: lxs educadores populares deben crear sus propios softwares. Lxs educadores populares, deberán cada vez más generar sus propios softwares que se adapten a los proyectos políticos pedagógicos consensuados, aquellos que resguarden la identidad, se adapten a las necesidades de la EP y no al servicio de las empresas (las mayorías de las herramientas que usamos tienen un doble fin: copiar datos con fines de lucro). Si bien existen muchas herramientas libres, muchas veces no se adaptan al hardware que comúnmente se utiliza o no se destinan talleres populares para aprender a usarlas. No es algo sencillo, pero no suele estar en los objetivos a largo plazo de las organizaciones sociales y políticas.

Octavo: volver a los “círculos de cultura” para enriquecer a la EP. La tradición freiriana no hablaba en sus orígenes de EP sino de “cultura popular”. Se puede ampliar la mirada de la EP, muchas veces utilizada como sinónimo de escuela, incorporando a actores por momentos excluidos de ella. Pensemos en oficios, pero también en poetas, músicos populares, teatreros, deportistas, juglares populares, cineastas, titiriteros, animadores, luthieres, etc. Artistas con mucho conocimiento pero que no tienen quizás la didáctica ejercitada para compartir sus saberes.

Noveno: Rebelarse en las redes pero también volver a las calles. Las empresas capitalistas, Cambiemos y el kirchnerismo (con diferencias graduales, sabemos diferenciar que no son lo mismo) ya vienen mostrando que la crisis van a pagarla lxs trabajadores, ya sea con el anuncio de suspensión de los salarios, pagos en cuotas de aguinaldos, docentes sin cobrar, escuelas sin conectividad, programas como los FINES suspendidos, Bachilleratos Populares sin ser reconocidos y docentes cesanteados como sucedió en Tigre o en Avellaneda. Frente a la dura realidad que comienza a vivirse en los barrios trágicamente abandonados, la EP deberá pensar cómo rebelarse virtualmente, y plegarse a los llamados de muchos sectores que ya comienzan a sumarse a las calles.

La EP deberá dejar de ser sectorizada y ampliar aún más las redes que ya venía construyendo. Abonar a la lucha en conjunto y no quedarse solamente en la olla popular del barrio sino confluir con quienes se movilizan de la educación pública en general, pero también con aquellas que se levanten, así sean médicxs, delivery precarizadxs, campesinxs, cumunidad LGTTBI, ecologistas, indígenas, migrantes, etc. ¿deberemos aceptar la miseria y la muerte sin siquiera protestar con justa rabia? ¿podemos garantizar una “continuidad pedagógica” en la situación de precaridad que se encuentra la educación? Deberíamos manifestarnos para no volver al aula, si no se garantizan condiciones mínimas de salubridad e higiene, cosa que no se estaría resolviendo a Julio de 2020. Habrá que ingeniárselas para ejercer el derecho de “peticionar a las autoridades”, cuidándose sigilosamente del aumento del abuso de poder de las fuerzas represivas.

Decimo: la EP deberá tomar protagonismo sobre el nuevo rol del estado. Grandes cambios suceden, otros vendrán y el capital monopólico fácilmente se reacomoda. Una vez más, el capitalismo ajustará “gastos” (o sea salud y derechos de los trabajadores), pero tendrá que ceder algo. Claramente no será la EP de forma aislada la que logrará cambios profundos, pero tiene mucho para aportar por sus prácticas prefigurativas que hace más de medio siglo ejercita: no se puede negar que es un importante elemento generador de contrahegemonía en el cono sur. Su aporte como una educación revolucionaria y politizada (nunca neutral) desde la lucha cultural, tiene mucho para abonar al debate, rescatando la organización y la acción como principios pedagógicos. Deberá tomar el desafío de nuevas coyunturas, para que se escuchen la voz de lxs oprimidxs en esta reconfiguración del capitalismo mundial.

¿Pagar la deuda o que lxs trabajadores suspendan sus salarios? ¿Contar la cantidad de muertos de cada país del mundo, analizar las curvas de la cuarentena de cada Nación o instalar de nuevo en la opinión pública y en la agenda de gobernantes, la legalización del aborto (ley IVE)? ¿aprovechar la discusión coyuntural “de la vuelta” al Estado protector y de bienestar? ¿qué tipo de Estado exigir? ¿Quiénes pagarán la fiesta financiera evasora de Cambiemos? ¿qué rol protagónico jugar sabiendo la efectiva reconfiguración de las fuerzas del capital frente a las crisis?

Las experiencias de EP deberán comenzar a pelear por la democratización del Estado e instalar en los sectores populares y en la escuela pública, la discusión sobre la distribución de la riqueza. Las experiencias que se encuentran con cierta regulación estatal, tendrán el desafío de no caer en recetas de la educación bancaria (buscando sólo la acreditación de conocimientos, mediante la virtualidad), romper los límites de la escuela e ir más allá del aula, junto a las organizaciones sociales y políticas de la sociedad que acepten los nuevos desafíos, participando de los cambios profundos que se avecinan en lo político-económico y cultural.

CALPU

 

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