
Petróleo, motor del mundo. El planeta se mueve con hidrocarburos. Sin él no funcionarían automóviles, ni aeroplanos, ni maquinarias cultivadoras y cosechadoras de alimentos, ni dispondríamos de plásticos, de vías asfaltadas ni de la mayoría de los insecticidas y fertilizantes. Una población mundial que sobrepasa los 8.000 millones de seres ya no puede regresar a la producción artesanal.
Aproximadamente 87,4% de la energía que consume el planeta proviene del combustible fósil. Los hidrocarburos no son recursos naturales renovables. Para estimar la potencial duración de nuestro estilo civilizatorio actual debemos calcular sus reservas y el ritmo de consumo de ellas.
El "pico de los hidrocarburos" a partir del cual estos se harán cada vez más escasos, difíciles de extraer y antieconómicos, ya está aquí. Materia tan compleja genera pronósticos disímiles, pero todos anticipan su proximidad. El ministro de Finanzas ruso, Vladímir Kolichev, estima que "el pico del consumo bien podría haber pasado". (bloombergquint.com/markets/russia-starts-preparing-for-life-after-peak-fossil-fuels).
British Petroleum calcula que nunca retornará al nivel de 2019, "la marca más alta en la historia del petróleo". La compañía estatal Equinor de Noruega sitúa el derrumbe de la producción hacia 2027-28; la investigadora noruega Rystad Energy lo prevé para 2028; la francesa Total SA hacia 2030; la consultora Mc Kinsey para 2033; el grupo Bloomberg NEF y los consultores Wood Mackenzie en 2035; la estimación más optimista es la de la Opep, que lo fecha hacia 2040 (bloomberg.com/graphics/2020-peak-oil-era-is-suddenly-upon-us/).
A partir del "pico de los hidrocarburos" se estima que en cuatro o cinco décadas, para extraerlos se hará necesario invertir más energía que la que éstos producirán. Los países con mayores reservas serán los que más tardarán en llegar a este virtual de agotamiento.
El país con mayores reservas probadas de petróleo es Venezuela, con 303.806 millones de barriles y el segundo Arabia Saudita, con 260.000 millones de barriles. Rusia ocupa el octavo lugar en el rango mundial de reservas, con 80.000 millones de barriles, casi el doble de las de EEUU. El mayor consumidor de hidrocarburos del mundo, que ocupa apenas el décimo lugar, con 47.053 millones de barriles.
La inmensa China ocupa el puerto 14, con 25.000 millones de barriles.
La sigue Brasil, en el puesto 15, con 16.184 millones de barriles.
La muy poblada India está en el puesto 22, con 2.625 millones de barriles.
Y Sudáfrica en el rango 83, con 15 millones de barriles.
Estas cifras son aproximadas y calculadas con pequeñas diferencias de años, pero ofrecen una visión general de las disponibilidades de una de las mayores fuentes de energía fósil.
Con la amable colaboración de Freddy Molina, Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Türkiye, acopiamos datos sobre EEUU, país décimo en reservas caracterizado, por su voraz consumo y su necesidad de importar entre 30% y 35% del rubro.
En 2023, devoró en promedio 20,25 millones de barriles de petróleo diarios, unos 7,39 miles de millones de barriles al año. A mediados de 2025, según el US Department of Energy, su reserva estratégica alcanzaba unos 410 millones de barriles. A fines de 2023 tenía en el subsuelo reservas probadas de petróleo crudo y condensados de unos 46,4 miles de millones de barriles.
Estas reservas probadas, a un ritmo de consumo de 20,25 millones de barriles diarios, bastan para unos 2.290 días, o sea unos 6,3 años. Por otro lado, la reserva estratégica de unos 410 millones de barriles daría para 20,2 días de consumo nacional al ritmo actual.
Esta es la razón por la cual EEUU, el mayor consumidor de energía fósil del mundo, ha agredido o apoyado la agresión contra los siete países de la célebre lista del general Wesley Clark: Irak, Siria, Libano, Libia, Irán, Somalia y Sudán, todos con petróleo o estratégicamente cercanos a países petroleros.
Es también la razón por la cual una desmesurada flota de delincuentes navales bloquea las costas de Venezuela y asesina tripulantes de pequeñas lanchas pesqueras.
La Tercera Guerra Mundial arranca con el intento del patrocinio de la mayor reserva de hidrocarburos del planeta, para acapararla y destruir por inanición energética a los países que no dispongan de energía fósil propia.
La fabricación y operación del armamento moderno requiere asimismo de masivos acopios de hidrocarburos, por lo cual el país o países que saqueen la mayor cantidad de estos intentarán destruir o inutilizar a los restantes antes de quedar a su vez debilitados o paralizados por falta de energía fósil.
En el plano ecológico, resultará dificultoso sustituir en pocas décadas el consumo energético de hidrocarburos con otras fuentes escasas, costosas y hoy apenas en desarrollo, como la eólica, la geotérmica, la hidroeléctrica, la fotovoltaica.
Los picos de extracción de otros recursos naturales los harán también progresivamente incosteables. Ello propiciará el agotamiento de combustibles orgánicos como la madera o la biomasa fluvial. La producción de alimentos se hará la industria prioritaria. Las transnacionales intensificarán la disputa por la privatización y el monopolio de las tierras y del agua dulce, amenazando los pulmones vegetales de Siberia y la Amazonia, patentando nuevas especies y organismos modificados. La escasez de hidrocarburos y fertilizantes químicos dificultará los cultivos masivos de la agroindustria. Los campesinos incrementarán la lucha por las tierras y por la sustitución de los latifundios agroalimentarios por granjas comunales, cooperativas o familiares.
En el plano demográfico y social, se acentuará la declinación de la población en los países desarrollados y su incremento en los subdesarrollados.
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