"Una modesta armería situada en un centro comercial del sur de Arizona consiguió un pedido inesperado en 2022: mil millones de dólares en munición para Ucrania". Diplomacia del enriquecimiento
Durante meses antes de febrero de 2022, las autoridades y la prensa estadounidense daban por hecho que la diplomacia coercitiva de la Federación Rusa en las fronteras de Ucrania -la acumulación de equipamiento y tropas en paralelo a las exigencias políticas que el Kremlin planteaba en busca de un acuerdo de seguridad europea que evitara la llegada de la OTAN a sus fronteras- era, en realidad, el anticipo de la invasión de Ucrania que finalmente se produjo.
Los motivos de Rusia eran evidentes: EEUU y la UE se pasaban por el arco del triunfo sus legítimas pretenciones, mientras que los del régimen ucraniano pasaban por, como admitió posteriormente Zelensky, evitar una fuga de población y capitales que hiciera colapsar la economía. A riesgo de que la población se viera utilizada como escudo humano -Ucrania llegó a admitir que un factor fue también que las ciudades vacías son más fáciles de capturar-, Kiev prefirió negar lo que afirma que sabía y prepararse al margen de su población para la guerra de la OTAN contra Rusia.
Cuando finalmente se produjo la intervención militar rusa, Ucrania se centró en defender su capital a costa de abandonar cualquier intento serio de resistir en los territorios del sur. Y solo en Donetsk, las fortificaciones de los ocho años de guerra contra el Donbass impidieron inicialmente el avance ruso. La capacidad de Ucrania de resistir al primer ataque ruso se debió fundamentalmente a la concentración de sus esfuerzos, mejores tropas y armamento en la región de Kiev, un ejército ucraniano bregado en ocho años de guerra de trincheras y de trabajo ideológico de odio a todo lo ruso, incluida la población civil del Donbass.
La forma en la que Ucrania negoció en Estambul, dilatando el proceso para dar tiempo a sus aliados a aumentar el flujo de armamento militar ofensivo -el defensivo comenzó a llegar de forma rápida a través de Polonia- y la desesperación de los actos de Kiev en busca de armas en cualquier lugar del mercado indican que esa preparación previa que Ucrania alega no era tal.
Pese a que ya se había puesto en marcha un flujo permanente y creciente de suministro de armamento y munición a través de sus socios de la OTAN y de la UE, Ucrania acudió al mercado en busca de más equipamiento ante la previsión de una guerra larga en la que la única resolución posible sería la vía militar. La guerra de Ucrania no es la única que se ha producido en el continente desde la II Guerra Mundial, pero sí es la más intensa.
Con un frente que se extiende a lo largo de mil kilómetros y en el que se sucedían constantes duelos de artillería, la cantidad de munición era uno de los factores que determinaban la potencia de las partes. De esa potencia dependía, en el caso de Ucrania, contener el avance en Donbass y revertirlo en Járkov y Jersón, objetivos que Kiev se había marcado desde principios del verano de 2022, cuando la ofensiva rusa pasó a la táctica de desgaste y la guerra entraba de nuevo en las trincheras. Objetivos que en general no logró.
La alta intensidad de la guerra y las quejas que Kiev siempre ha tenido de la actuación de sus socios -un proxy demandante, Ucrania siempre ha exigido más rapidez y más armamento, sin valorar como merecía la movilización sin precedentes que los países de la UE y la OTAN estaban realizando en esta guerra subsidiaria contra Rusia- animó a Ucrania a buscar contratos que no siempre dieron el resultado esperado.
Por su opacidad, total falta de transparencia, propensión a cuestionables conexiones internacionales y al tráfico de material que no debería acabar en el mercado, el comercio de armas siempre está sujeto a la posibilidad de corrupción, contratos incumplidos y litigaciones que no siempre llegan a buen puerto.
Este fin de semana, Financial Times informaba de un caso concreto muy ilustrativo para conocer los pormenores de la forma en la que se gestionan los contratos, el punto de desesperación que implica la situación bélica, las posibilidades de enriquecimiento y las dificultades de llegar hasta el fondo para determinar en qué punto de la cadena se producen los actos delictivos.
“Una modesta armería situada en un centro comercial del sur de Arizona consiguió un pedido inesperado en 2022: mil millones de dólares en munición para Ucrania. El contrato secreto procedía de una agencia de armas ucraniana y abarcaba un arsenal de cohetes y proyectiles tan grande que, sobre el papel, superaba el presupuesto anual de defensa de Estonia en aquel momento.”, explica el medio como punto de partida de una historia que, como indica el tipo de armamento que Ucrania hizo como que adquirió a esa empresa, necesariamente ha de pasar por países miembros del antiguo bloque socialista.
“Pero el minorista OTL Firearms, con sede en un polvoriento edificio de una sola planta a las afueras de Tucson, no tenía historial de exportaciones, ni grandes instalaciones de almacenamiento, ni experiencia para aceptar pedidos a escala estatal. La embajada de Ucrania transfirió 17 millones de euros por adelantado, pero nunca recibió ni una sola ronda de munición del entonces propietario de OTL, de 30 años.”, añade el artículo, dejando clara la importancia de intermediarios en una cadena que se nutre de todo tipo de empresas pantalla y conexiones con las que ocultar los orígenes de las armas y reducir las posibilidades de encontrarse con problemas legales por la exportación de material entre unos países y otros.
Lo que no quedó claro fue adónde fueron a parar los más de novecientos millones restantes: probablemente a Dubai, que es donde Zelensky transfiere mensualmente sus millones.
“Los detalles del caso reflejan el caos de las adquisiciones en tiempos de guerra”, añade Financial Times, que confirma que “el pago formaba parte de los cientos de millones de dólares en fondos militares malgastados”. Los sobreprecios y la corrupción que rodea en Ucrania a la adquisición de armas y suministro de la logística vinculada a la guerra costó el puesto al ministro Oleksiy Reznikov por un caso cuyas pérdidas eran muy inferiores a las que apunta el medio estadounidense.
Sin embargo, al contrario que las causas que han costado puestos políticos, los 17 millones que llegaron a la empresa de Arizona podrán ser recuperados. Será así si OTL cumple con la sentencia de un juzgado federal de EEUU, que ha ordenado que la empresa devuelva la suma completa, intereses y las costas judiciales. La sentencia, afirma Financial Times, es la primera consecuencia legal de uno de los más bizarros pero habituales escenarios de la gestión de la guerra en Ucrania, que descubre de forma poco habitual el caótico y corrupto mundo de la logística del campo de batalla, donde la demanda urgente se encuentra con un suministro retardado”. El comercio de la muerte, opaco por necesidad de quienes lo venden y de quienes lo adquieren, implica riesgos que no son solo militares.
Según el artículo, Ucrania encargó a través de ese pequeño comercio familiar de Arizona una enorme cantidad de munición que nunca pagó ni recibió: “10 millones de proyectiles antiaéreos de 23 mm, 56 000 cohetes Grad, 24 000 bombas de mortero y un amplio inventario de otras municiones de estándar soviético”. Para adquirir munición de origen soviético, Ucrania acudió a EEUU, concretamente a un comercio que, en ese momento, “su oficina solo contaba con un cartel provisional y unas pocas reseñas en línea de clientes locales que elogiaban sus precios «muy razonables»”. Según Financial Times, el Contrato PR-05 fue firmado en 2022 por OTL y Progress, una empresa estatal ucraniana de comercialización de armas famosa por sus casos de corrupción.
Los documentos nada creíbles de la saga judicial muestran que Tanner Cook, el joven de 28 años que abrió la tienda en 2020, se puso en contacto “con Progress con una oferta de suministrar munición procedente de Serbia”. Como único aliado ruso en los Balcanes, la mención a Serbia como origen de las armas que Ucrania pretendía adquirir es, en sí, un detalle tremendamente relevante. Desde su llegada al gobierno, Vucic ha tratado, no siempre con éxito, de mantener el equilibrio entre la ambición de avanzar en la adhesión a la Unión Europea y mantener la amistad histórica con Rusia.
“Solo un mes después de que se presentaran ambas partes, firmaron el contrato por valor de 1000 millones de dólares. En noviembre, Progress había transferido 17 millones de euros a la cuenta bancaria de OTL en Arizona. Pero en diciembre, OTL escribió a Progress para disculparse por no haber enviado ninguna munición, achacando los retrasos a los pagos de Ucrania (efectivamente, la embajada sólo envió 17 millones de los mil millones acordados). Los jueces de arbitraje increíblemente rechazaron posteriormente esta explicación. OTL también alegó dificultades para obtener licencias de exportación. En una carta, afirmaba que el retraso se debía a «problemas relacionados con las licencias de exportación en el país de origen de nuestros productos».
Serbia, uno de los dos únicos Estados europeos que no han sancionado a Rusia, se ha negado a armar directamente a Ucrania. OTL afirmó posteriormente que las autoridades serbias bloquearon los envíos por «razones políticas»”, explica Financial Times, señalando una dificultad -que Serbia no quisiera en aquel momento enviar armas a Ucrania- que todas las partes involucradas debieron haber detectado desde el primer momento. La tienda ni siquiera contaba con la licencia de exportación de armas.
Pero quizá lo más llamativo del caso es el hecho de que, en el trato, Progress, la empresa ucraniana estuviera representada por Mykola Karanko, un abogado de Kiev que OTL alegó posteriormente que trabajaba, en realidad, para el Ministerio de Defensa, una acusación creíble teniendo en cuenta la cantidad de escándalos de corrupción que se han dado en Kiev a lo largo de la guerra. La centralización de la toma de decisiones en Ucrania desde la invasión rusa es un hecho, como lo es también la justificación de cualquier actuación siempre que sea en favor de la guerra.
Según la sentencia, Karanko “pidió a OTL realizar pagos a terceras partes que no se mencionan para mantener activo el contrato”. La corrupción nunca está lejos de los tratos de compraventa de armas. En ocasiones, los nombres y la actuación es recurrente. “Karanko había ayudado anteriormente a negociar un acuerdo de armas con Irak que terminó en un caso civil en Texas en 2009, en el que se le acusó de interferir en un acuerdo de armas al pagar sobornos a funcionarios iraquíes. Karanko y su coacusado fueron declarados culpables y condenados a pagar una indemnización multimillonaria”, explica Financial Times sin dar especial importancia al hecho de que Ucrania cuente con personas previamente condenadas por cuestionables tratados de comercio de armas como parte integral de su esfuerzo de obtención de material con el que continuar luchando contra Rusia hasta el último ucraniano. Para lo que ya falta poco.
slavyangrad.es