En 1825, catorce cañoneras francesas entraron en el puerto de la capital de Haití, Puerto Príncipe, y obligaron al Gobierno a pagar una indemnización de 150 millones de francos. Esto sumió a Haití en un ciclo de deudas que frenó su desarrollo y redujo a la mayoría de la población a una situación de pobreza extrema que perdura hasta hoy. Thomas Piketty ha descrito esto como «neocolonialismo a través de la deuda».