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Europa :: 11/10/2020

La verdad de Julian Assange

José Steinsleger
Si Trump es relegido y consigue la extradición, nuestro héroe podría ser sentenciado a 175 años de prisión. Si Joe Biden gana las elecciones, ídem

1. ¿En qué momento el poder político empezó a distorsionar la verdad, optando por la mediáticamente llamada posverdad? Sabemos, en cambio, que la verdad del poder fue pensada en 1513, año en que Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) escribió El príncipe.

Hombre probo y austero, erudito, filósofo, diplomático, la posteridad fue injusta con el gran florentino del Renacimiento. Por ejemplo, decir que una política es maquiavélica, induce a identificarla con lo diabólico del poder (maquiavelismo). O con la terrible frase el fin justifica los medios, que Maquiavelo nunca escribió.

El príncipe fue publicado postmortem (1531). Pues de haber circulado en vida del autor, la República Libre de Florencia lo habría condenado a la hoguera, apoyándose en un pasaje de su estudio sobre el historiador romano Tito Livio: Que la patria se debe defender siempre con ignominia o con gloria, y de cualquier manera estará defendida.

Ahora bien. Todo lo descrito por Maquiavelo en El príncipe se sabía. Sin embargo, su reflexión descarnada en torno al ejercicio del poder fue la primera en mostrar, con ejemplos concretos, la hipocresía, cinismo, mentiras y crueldades del poder. Prácticas que ayer, hoy y siempre un gobernante deplora, al tiempo de relativizarlas con un eufemismo vergonzante: razón de Estado.

2. El periodismo de masas surgió a finales del siglo XIX, siendo funcional al frenesí del progreso capitalista y a una visión de la tecnología dominada por el modelo del motor, de la energía mecánica ( La tecnología de la información, Gianni Vattimo). Con el poder total en sus manos, la tecnología de aquella burguesía, podía darse el lujo de originar una sociedad subordinada a un poder central que envía sus órdenes, bien sean impulsos mecánicos, lemas de propaganda política o publicidad comercial, a una periferia puramente pasiva, como las ruedecillas de un engranaje (Vattimo).

De nuestro lado, añadimos: dando cuerda, paradójicamente, a la noción esencialista de verdad (verdad sin contexto). La libertad de prensa quedaba garantizada. Mejor aún: elevada a cuarto poder del Estado.

Por consiguiente, de vez en cuando aparecían periodistas audaces y medios empecinados en desnudar el discurso del poder, consagrando el triunfo de equis verdad. Pero lo cierto es que ningún medio de masas fue, jamás, independiente.

3. Retomo la interrogante planteada al empezar. Siento que la posverdad, entendida como valemadrismo algorítmico del contexto histórico y social (o sea, la puta realidad), tramitó su acta de nacimiento durante el atentado a las Torres Gemelas (Nueva York, 11/9/01). Así, el año entrante se cumplen 20 años del fatídico y fantástico hecho, que tuvo lugar en el único lugar del mundo donde siempre pasa lo que vale la pena contar. King Kong lo sabía. Pero en este caso, el propósito apuntaba a que la realidad nos encontrara 20 años después, gritando “ amazing!” frente al televisor (con o sin vacuna).

Claro… con 20 años más de juventud acumulada. Años en los que fue puesta contra las cuerdas la relación sujeto-objeto, emisor-receptor, futuro-pasado, junto con la imagen rota de la unidad del mundo, y el vertiginoso debilitamiento del principio de verdad, mentira y realidad.

4. El 21 de mayo de 2003, el finado senador Robert C. Byrd (1917-2010), demócrata y decano del Congreso, pronunció un discurso frente al pleno del Senado. Byrd dijo: La verdad siempre encuentra con el tiempo la forma de escabullirse entre las grietas. El peligro, sin embargo, es que en algún momento ya no importe. El peligro es que se infiera el daño antes que la verdad se comprenda por completo.

Tres años después nació Wikileaks, organización impulsada por activistas de derechos humanos, periodistas y otras personas que promueven la filtración de información para luchar contra la corrupción gubernamental y corporativa.

Al año siguiente (abril 2007), Wikileaks pegó un gol de media cancha, publicando un video clasificado de un ataque aéreo en Bagdad, que muestra a un helicóptero de EEUU que mata a 12 civiles, incluyendo dos periodistas de Reuters. Lo sabido desde la explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana (1898). Pero así como en El príncipe, Wikileaks no opina. Muestra.

En diciembre de 2010, el todavía ignoto Julian Assange (miembro fundador de Wikileaks), publicó un texto fijando su posición ('La verdad siempre vencerá', La Jornada, 8/12/10).

Assange empieza devolviéndole a un joven Rupert Murdoch (uno de los grandes canallas del periodismo contemporáneo) sus propias palabras, escritas en 1958: En la carrera entre el secreto y la verdad, parece inevitable que 'La verdad siempre vencerá'. ¿De veras? Maquiavelo sería menos optimista.

5. En su texto 'La verdad siempre vencerá', Julian Assange compara “la tormenta desatada por Wikileaks” con el sonado caso de Los papeles del Pentágono (https://bit.ly/2SBLcJu). Ayudamemoria. Assange nació en 1971, año en que Daniel Ellsberg (investigador de la Corporación Rand, financiada por el Pentágono), filtró al New York Times y otros grandes periódicos miles de documentos secretos de la Secretaría de Defensa. Los Pentagon Papers advertían que probablemente (sic), la guerra de Vietnam no podía ser ganada, y que el presidente Lyndon Johnson había mentido sistemáticamente, no sólo al público sino también al Congreso. Alegando razones de seguridad nacional, la Casa Blanca trató de impedir la publicación de los documentos.

6. Tras breve disputa en los tribunales, el veredicto de la Corte en favor del Times fue calificado de pilar moderno de los derechos de la Primera Enmienda, con respecto a la libertad de prensa. Las buenas conciencias convirtieron a Ellsberg y al progresista Times en paladines de la libre expresión, y el tenebroso Henry Kissinger declaró que el investigador era the most dangerous man in America. Pero nadie recordó el sugerente aforismo de Mark Twain: En EEUU existen leyes para proteger la libertad de expresión de la prensa, pero no hay ninguna verdaderamente útil para proteger a la gente de la prensa.

7. Medio siglo después, la cuarta revolución industrial acabó con la funcionalista relación emisor-receptor. Cualquier chico listo en programación puede hackear y romper con facilidad los candados de privacidad que, según los bancos y las enloquecedoras actualizaciones digitales, cuidan nuestra seguridad. V.gr.: el pequeño equipo de Wikileaks. Durante las invasiones militares de Irak y Afganistán, Wikileaks desnudó las mentiras y tortuosidad humanística del capitalismo occidental, mostrando el perfil criminal de la diplomacia estadunidense. Millares de informes secretos, videos, chismes de embajadas, frente a los que resultaba inútil decir que fueron sacados de contexto.

8. ¿Qué diferenciaba a Wikileaks de un Maquiavelo o un Ellsberg? Resulta tentador inferir que si el autor de El príncipe fue una suerte de pionero de la modernidad, el investigador de la Rand reveló su crisis terminal. En cambio, usando en su favor la tecnología del fuerte, Wikileaks probó que el débil podía humillar al fuerte. Detengámonos en el par de nociones que buscan dar cuenta de la realidad: develar y revelar. De buenas a primeras, parecen sinónimos. No lo son. Tal como su nombre indica, develar consiste en correr el velo de la realidad. Pero revelar aporta la evidencia que permite conocer la verdad, rayando la cancha entre ficción y realidad.

9. En el escrito de marras, Assange apuntó una expresión vulgarizada en la época que vivimos: Somos los de abajo. Algo que, en efecto, lo diferenciaba de Maquiavelo, hombre de Estado, o de un investigador culposo del sistema, como Ellsberg. En todo caso, cuando Washington y Londres pusieron precio a su cabeza, Assange entendió que estaba solo, y que el apoyo moral de millones de simpatizantes era insuficiente para salvar el pellejo.

10. Sin apoyo político real o de gobiernos que lo protegieran, Assange optó por pedir ayuda a los de arriba, asilándose en la embajada de Ecuador en Londres. Un arriba encabezado por el presidente Rafael Correa, líder político de la revolución ciudadana, o pinche progresista según las almas ideológicamente puras. Assange permaneció siete años en la embajada ecuatoriana (2012-19). Allí pudo estudiar y conocer la realidad política de América Latina, la ecuatoriana en particular. Pero en el interín, las cosas cambiaron. En EEUU, un mafioso se alzó con la presidencia y la de Ecuador fue ocupada por un títere de Washington.

11. A inicios de 2019, un enviado de Donald Trump se entrevistó en Quito con el presidente Lenín Moreno, y el 19 de abril Assange fue entregado a Scotland Yard. El líder de Wi­kileaks fue encarcelado en Belmarsh, prisión del sur de Londres que los bien informados califican peor que la de Guantánamo. Bastante lejos del trato que la justicia británica dispensó al genocida Augusto Pinochet. Ayudamemoria. En octubre de 1998, Pinochet fue detenido en Londres por delitos de lesa humanidad. Su caso fue ventilado en la honorable House of Lords. Pero quien diga que el crimen no paga, faltaría a la verdad. Pues a cambio de los favores recibidos en la guerra de Malvinas (1982), el genocida fue liberado en marzo de 2000.

12. En pésimo estado de salud física y emocional, Assange agoniza en Belmarsh. Si Trump es relegido y consigue la extradición, nuestro héroe podría ser sentenciado a 175 años de prisión. Si Joe Biden gana las elecciones, ídem: Assange es un terrorista de alta tecnología, dijo el candidato demócrata. En tales circunstancias, la única esperanza es que el clamor universal se imponga: ¡Libertad para Julian Assange!

La Jornada

 

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