
Una de las personas que se concentraron el lunes en la Plaza de Cervantes para recordar al asesinado Carlos Palomino relata al Diario de Alcalá que, cuando ellos se manifestaban de manera pacífica, “entre 30 y 40 personas con botellas, piedras y palos” corrieron hacia ellos “gritando Sieg Heil”.
Según cuenta este joven, “una oleada de objetos cayó a su alrededor” y un grupo de neonazis “pateó brutalmente en el suelo” a uno de sus compañeros. Un hecho que corrobora uno de los vecinos que presenció el ataque en la calle Cerrajeros. “Algunos llevaban botellas en la mano. Yo salí del bar y vi que había un chico tirado en el suelo y que otros siete u ocho le estaban pegando. La gente empezó a gritarles que le dejaran, que lo iban a matar”, cuenta el testigo.
Según afirma, “al final torcieron por la calle Ramón y Cajal y llegaron hasta el Burger King, que fue donde les paró la Policía”. Fue ahí donde se identificó a nueve de los jóvenes que huian de la barbarie nazi, aunque según el testimonio de otros vecinos del barrio, cuando los agentes llegaron al lugar del ataque muchos de los fascistas ya habían huido.
“Un coche de la Policía Municipal llegó al lugar de los hechos y, como de costumbre, fueron a registrar a los manifestantes pacíficos que estaban esperando a ver si el chaval agredido podía levantarse”, asegura el joven presente en la concentración por Carlos Palomino.
Aún más tarde llegaron los agentes del "Cuerpo Nacional de Policía" ya que, a pesar de que en el ataque podrían haber intervenido más de medio centenar de fascistas, el susodicho cuerpo sólo tiene prisa a la hora de reprimir antifascistas.
Los neonazis salen de caza
Continúa el joven: “Nos concentramos en el quiosco de la Plaza de Cervantes y desplegamos una pancarta que decía "Carlos, un año contigo, un año sin ti". Una compañera iba a leer un comunicado cuando pasó un coche de Policía por delante, pero no pararon. Y justo cuando la Policía dobló la esquina, vimos correr hacia nosotros a un grupo de 20 o 30 personas, tirándonos botellas y piedras”. El joven es una de las personas que tuvo que testificar el lunes ante la Policía, después de que la concentración acabara en un ataque campal por parte de un grupo de ultraderecha que provocó un herido y dos detenidos.
El joven dice que lo que ocurrió en la esquina de la Plaza con la calle Cerrajeros, más que una "pelea" o batalla o reyerta como gustan decir los medios, fue una agresión en toda regla, y que es algo habitual.
“Lo que ocurrió el lunes no es nada nuevo. Pasa, si no cada fin de semana, cada 15 días”, asegura este vecino. Él cree que los jóvenes de ideología neonazi en Alcalá son “una pequeña minoría”, pero que “basta que sean 100 o 200 para que un día salgan 50 de caza y la monten”. “A veces salen por bares a los que va gente que no piensa como ellos, y si ven que alguien que no les gusta se va a casa solo, le siguen. Aunque no pase a mayores, le insultan, le escupen y le humillan”, relata el joven.
Él se considera “antifascista”. “Da igual lo que pienses, porque esta gente de ultraderecha va a por todo aquel que no piensa como ellos o no les gusta, no sólo a por homosexuales o gente de otros países”, añade.
El joven cuenta que, además de las dos lluvias de piedras y botellas "empezaron a pegar entre tres o cuatro nazis a uno de mis amigos. El policía del Ayuntamiento, en lugar de socorrerle, reculó hacia dentro del edificio. Varios vecinos consiguieron separarlos, y él lo vio todo y no hizo nada”.
Hace unas semanas, el comisario principal, Jesús Figón, aseguró que en Alcalá no existen problemas con grupos radicales en la ciudad. No obstante, durante los últimos meses se ha procedido a la detención de antifascistas para evitar problemas en las concentraciones nazis.