Tras nueve meses de pandemia, con los servicios sanitarios otra vez al borde del colapso sin que se haya tomado medida significativa alguna - que no sea el confinamiento - para enfrentar una situación absolutamente previsible, y mientas las expectativas vitales se derrumban en los barrios obreros y para decenas de miles de pequeños y medianos empresarios, tenemos el derecho de afirmar que la estrategia del gobierno central, y de todos los gobiernos autonómicos, se dirige a utilizar todo tipo de instrumentos de control social y de represión contra previsibles revueltas populares.
La respuesta a la crisis: una gigantesca destrucción de capital al servicio de la oligarquía financiera y de las multinacionales de la energía
Aún no sabemos de dónde surgió el virus, pero sí sabemos que antes de que apareciera ya estaban encendidas todas las alarmas del estallido de una gran crisis y de que la situación social era explosiva en muchos países. En el caso del reino de España, "siendo un país rico, vive en situación de pobreza generalizada" afirmaba a principios de 2020 el Relator de la ONU para la Pobreza[1].
Como en todas las crisis capitalistas, y esta es de gigantescas proporciones, la destrucción de capital sigue su curso arrasador barriendo de la escena masivamente pequeñas y medianas empresas[2]. También como ocurre en las crisis, los bancos aceleran los procesos de concentración aderezados con la compra a precio de saldo de lo poco que queda de banca pública con la complicidad directa del Gobierno, como fue el caso de Bankia y con los correspondientes despidos masivos, al tiempo que se constituyen en administradores del crédito procedente de la UE.
En un escenario de empobrecimiento masivo y de hundimiento del modelo económico del turismo y del ladrillo, cuando urge abordar la reconstrucción productiva desde posiciones de soberanía, la UE ha decidido que las prioridades son la transición energética hacia una energía más verde y la digitalización. Esas son las condiciones para acceder a los 760.000 millones de euros del fondo de recuperación europeo, es decir, para asegurar a los bancos y a las multinacionales el control de esa ingente cantidad de dinero, negando cualquier soberanía.
Una mujer con mascarilla en una manifestación en defensa de la sanidad pública.
Todo ello cuando se está destruyendo el poco tejido industrial que queda y no es la contaminación ambiental el principal problema y cuando la digitalización - en manos del capital - servirá para intensificar la destrucción de puestos de trabajo. Es decir, mientras millones de personas se enfrentan a la destrucción masiva de sus condiciones de vida los bancos y las multinacionales, sobre todo las eléctricas y las de la energía se preparan para recibir una lluvia de millones.
A nadie se le oculta que la rápida extensión de la miseria es preludio de grandes explosiones sociales. También es evidente que el Gobierno asiste impasible al desastre que se vislumbra sin adoptar las mínimas medidas para enfrentarlo.
Un cataclismo para la clase obrera y para los sectores populares frente al que no se han tomado las medidas más imprescindibles
El estupor de los primeros meses ante las duras consecuencias de la epidemia ha dado paso a la constatación del hecho innegable - excepto para quienes se tapan no sólo la boca, sino el cerebro - de que, mientras se multiplican los informes que revelan la causalidad esencialmente social de la pandemia, ni el gobierno "progresista", ni los gobiernos autonómicos han adoptado medidas perentorias imprescindibles, aunque tenían la capacidad legal de hacerlo.
Ni me sitúo en teorías conspiratorias, ni hablo de medidas revolucionarias.
He aquí algunos datos.
1º. En el ámbito sanitario, el gobierno central y los autonómicos:
2º En el ámbito social, el gobierno central:
Y mientras, los medios de comunicación dedican más del 80% de su tiempo a extender el miedo a la pandemia
Radios, periódicos y televisiones vomitan a todas horas datos y más datos, la mayoría incomprensibles y carentes del mínimo rigor, aderezados con análisis de tertulianos y de supuestos expertos, todos en la misma dirección. El resultado es la creación de sentimientos de pánico, de miedo a tener la mínima relación social y de inseguridad ante todo lo que suponga salir de casa, que colonizan las cabezas de millones de personas. Todo ello sin que en tan largas horas dedicadas al tema se informe de la situación en Cuba, en Vietnam o en China, países en los que la pandemia está controlada yen los que la población ha vuelto a sus relaciones sociales habituales.
Dado que todos los grandes medios de comunicación son propiedad, directa o indirectamente, de las mismas multinacionales y bancos que gestionan la crisis a su mayor beneficio, caben pocas dudas acerca de que la creación de un estado de miedo generalizado y de preconización del aislamiento social es el ambiente más propicio para conjurar lo que más temen: que la clase obrera y los sectores populares den un puñetazo en el tablero.
El miedo y la creación de una psicosis de guerra - las ruedas de prensa con militares y guardias civiles servían directamente a ese objetivo - son el mejor instrumento para disciplinar a las masas y para neutralizar, mediante la criminalización, cualquier desobediencia o resistencia.
Si a ello le añadimos el discurso que desde el gobierno "progresista" se extiende a los sectores populares proclives a la movilización a través de sus alguaciles políticos y sindicales subvencionados, de que no se debe criticar al PSOE, ni a Podemos, porque peor es que venga la derecha, el control social está garantizado. Las únicas movilizaciones admisibles son aquellas dirigidas contra los gobiernos del PP.
Ese es el servicio fundamental que presta al capital, Podemos y en general la auto-proclamada izquierda institucional: controlar el estallido de la revuelta social cuando en enero los ERTEs acaben y comience la cascada de empresas en bancarrota.
Y la función ha empezado. Ante las brutales cargas policiales contra la juventud vallecana, con varias personas heridas y detenidas, que exhibía su conciencia de clase frente a la segregación impuesta a los barrios obreros gritando "menos policía y más sanidad", la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid, con fuerte presencia de Podemos e IU, envió e lsiguiente twit: En Vallecas se han producido disturbios en los que las asociaciones de vecinos no tienen nada que ver".
En los últimos días las movilizaciones de jóvenes ocurridas en varias ciudades se han sancionado desde Podemos atribuyéndolas a la extrema derecha o a posiciones negacionistas, adelantando la criminalización de la protesta y, precisamente, la utilización de la alarma al servicio del control social. Todo ello en un intento de ocultar la evidencia de que en momentos en los que la miseria y la desesperación invaden a millones, es precisamente la supuesta izquierda institucional, débil y cobarde, la que alimenta el fascismo.
La lucha de clases no se confina
Desde todas las instancias del poder, desde los aparatos represivos a los medios de comunicación, se preparan para hacer frente a rebeliones sociales que sin duda van a producirse.
Cuando el hambre y la desesperación se extienden sin que, como he argumentado, los gobiernos adopten siquiera las medidas más elementales para paliarlas, no se puede caer en el juego de quienes pretenden confinar la resistencia y la movilización social, por la vía de la criminalización.
Es preciso que desde posiciones de independencia de clase se desenmascare la complicidad del gobierno "progresista" y de sus agentes políticos y sindicales con la estrategia de la oligarquía nacional y europea, mientras deja sumirse en la miseria y la desesperación a millones de personas de la clase obrera y pequeños y medianos empresarios condenados a la ruina más absoluta.
En este momento no son suficientes críticas abstractas al capitalismo o a las clases dominantes. Dos líneas de trabajo, íntimamente conectadas, deben regir la acción dirigida a enfrentar lúcidamente el cataclismo que se avecina.
Por un lado es necesario "identificar cuál es el elemento que más "destroza" a siniestro y hasta a diestro; cuál es el elemento sobre el que se puede acumular más fuerza en contra y que, además, sea un pivote sobre el que descansa todo el sistema; es decir, aquel elemento que, si logramos desprendernos de él, habremos dado pasos de gigante para acabar con el capitalismo. Este no es otro que el capital financiero, al que urge expropiar de nuestras vidas y contra el que hoy entran en contradicción la mayoría de sectores populares"[10].
Es de gran importancia que frente al poder de la banca, que objetivamente aniquila no sólo a la clase obrera, sino a pequeños y medianos empresarios, se pueda construir una alianza que impida que este sector alimente las filas del fascismo.
Por otro lado, es decisivo que se activen de manera unitaria espacios de organización y de movilización, creando desde la base estructuras de poder popular, de defensa intransigente de la vida en todas sus facetas y de preparación para el duro periodo de confrontación de clase que cada vez está más cerca.
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Notas
[1] https://news.un.org/es/story/2020/02/1469232
[2] https://www.vozpopuli.com/economia-y-finanzas/pymes-destruccion-empleo-despidos_0_1408959747.html
[3] https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2020-3692
[5] https://afectadosporlahipoteca.com/2020/01/28/desde-2008-se-han-producido-1-002-000-desahucios/
[6] https://www.mscbs.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=5006
[7] https://www.elsaltodiario.com/vivienda/relacion-suicidios-desahucios
[9] https://marearesidencias.org/
[10] https://redroja.net/articulos/informe-politico-octubre-2020/
Público / www.redroja.net