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Europa :: 04/07/2025

Ofensivas de verano

Nahia Sanzo
Olvidadas ya las denuncias de quienes lucharon sin sentido en Kursk, los soldados ucranianos que ahora intentan defender Sumi apuntan a los mismos culpables: las autoridades militares

El invierno dio paso a la primavera, una temporada difícil a la hora de realizar grandes operaciones terrestres debido a las lluvias -ese es, al menos, el relato que anualmente se recibe de los medios- y finalmente llegó el verano. Como cada año, la temporada estival viene acompañada de los habituales reportajes en los que diferentes medios anuncian la ofensiva rusa de verano, presentan las direcciones en las que suponen que va a llegar y presagian cuál puede ser el resultado.

En ocasiones, estos artículos son simple alarmismo desinformado en el que periodistas y think-tankers alertan de un peligro exagerado que poco tiene que ver con la realidad en textos que pueden leerse como una plegaria de más armas. Es el caso de un artículo publicado esta semana por Financial Times, un medio generalmente bien informado, pero que en sus análisis y artículos de opinión muestra claramente los objetivos de sus analistas más que la realidad del frente.

El artículo de Gideon Rachman -uno de los profesionales de referencia del medio- publicado ayer es un buen ejemplo de ello. El aumento de la intensidad de los ataques con misiles rusos contra Kiev -que en realidad no han aumentado, sino que han conseguido más eficiencia gracias a una mejor táctica y tecnología, y a la degradación de las defensas ucranianas, además de que no son contra "Kiev" sino contra las bases y fábricas militares de Kiev-, no solo está produciendo graves daños, sino que "también está dañando la moral de los ucranianos. Sin una visión clara de la victoria, o al menos del final de la guerra, el país corre el riesgo de sumirse en la desesperanza", argumenta el periodista, que añade que "el cambio de estado de ánimo dentro del gobierno ucraniano se refleja en la urgencia con la que ahora pide en privado un alto el fuego. Hace uno o dos años, estos llamamientos se habrían considerado derrotismo. Ahora se hacen con creciente insistencia en reuniones a puerta cerrada entre dirigentes ucranianos y occidentales".

Aunque ninguno de los artículos referidos a la situación en el frente lo menciona, el ansia de alto el fuego no se limita a la clase política, sino que se extiende a la población ucraniana. Según el último barómetro publicado por SOCIS, el 72,6% de la población estaría dispuesta a aceptar un compromiso (55,7%) o a congelar el conflicto según la actual línea del frente (16,6%) para conseguir la paz frente al 12,8% que aboga por seguir luchando hasta recuperar las fronteras de 1991 o las del 23 de febrero de 2022 (8,6%). Frente al 72,6% que optan por opciones de finalización de la fase caliente del conflicto, el 21,4% opta por continuar luchando. Sin embargo, la opinión de la población solo es relevante en los casos en los que los datos de las encuestas favorecen la continuación de las políticas dictadas por el régimen o sus aliados.

Así, se observa también en el artículo de Rachman que se escuda en personas del sector más belicista para argumentar que es preciso aumentar el suministro militar a Kiev. "Un grupo de antiguos dirigentes europeos, entre ellos el sueco Carl Bildt y la finlandesa Sanna Marin, visitaron Ucrania recientemente y se dieron cuenta del deterioro de la situación. Después escribieron que «aunque los ucranianos nunca dejarán de resistir, sin más apoyo militar, Ucrania puede perder más territorio. Más ciudades podrían ser capturadas»", alerta utilizando a dos halcones para defender su argumento creando temor por situaciones imposibles.

"Un oficial bien situado cree que el objetivo central de Rusia ahora es capturar Odessa, que Vladimir Putin considera una ciudad históricamente rusa. Sin Odesa, Ucrania perdería el acceso a su principal puerto", escribe sin que haya ninguna evidencia de que Rusia tenga la intención de avanzar, por tierra o por mar, hacia la ciudad portuaria del mar Negro. Desde la retirada de Jersón en el otoño de 2022, las tropas rusas no han intentado en ningún momento cruzar el río Dniéper.

La ruta marítima se ha complicado con el envío de drones marítimos occidentales, por lo que el uso de la marina rusa se limita al lanzamiento de misiles, sin que haya muchas posibilidades de realizar maniobras de acercamiento ni el intento del desembarco anfibio que requeriría y que no se produjo tampoco en febrero de 2022, antes de que Ucrania minara los accesos y organizara la defensa.

Pero aunque no hay mayor peligro de que Rusia vaya a capturar Odesa, el temor a esa posibilidad basta para defender la necesidad de aumentar la ayuda y hacerlo, además, sin necesidad de profundizar en cuál es la situación de las tropas ucranianas en el frente ni poner en cuestión los optimistas informes oficiales ni preguntar por cuál es el nivel real de bajas ni la dificultad para reponer las maltrechas filas. Una mención a Odesa fue suficiente hace un año para que Macron, copa en mano según quienes presenciaron la escena, abriera la posibilidad de enviar a "los chicos", soldados franceses, a sostener el frente.

La llamada de atención de Financial Times contrasta con el optimista reporte de ayer de Zelensky, que tras reunirse con el Estado Mayor, admitió una situación compleja en la región de Donetsk, pero restó importancia a los peligros que estos días plantean los medios estadounidenses. "El frente, principalmente en dirección a Pokrovsk: Hay una gran concentración de tropas rusas en esa zona, con numerosos asaltos. Agradezco a todas nuestras unidades, a cada guerrero, su resistencia. La región de Sumí: hoy mantuvimos una conversación aparte sobre esta dirección. Hace una semana, asignamos a nuestras tropas tareas específicas y designamos líneas. A día de hoy, esos objetivos se han cumplido plenamente. Esto es importante. El plan ofensivo ruso para la región de Sumí está fracasando, gracias a todas las unidades ucranianas que operan en esa dirección. También continuamos con los esfuerzos activos en el marco de la operación Kursk. Durante casi 10 meses, la operación ha cumplido su objetivo", escribió el presidente ucraniano, dando una imagen de los hechos que no se corresponde siquiera con la visión que muestran los medios internacionales abiertamente proucranianos.

Aunque es especialmente llamativa la mención a Kursk, donde Ucrania no ha conseguido más objetivo que destruir algunas granjas del oblast ruso y finalmente tuvo que retirarse con grandes bajas y enormes quejas de sus soldados, no lo es menos el triunfalismo relativo a Sumi, donde medios como The Wall Steet Journal espera que se produzca la ofensiva rusa a la ciudad acechada.

"Las fuerzas rusas se encuentran a sólo 18 km de esta capital regional del norte de Ucrania, un nuevo objetivo para Moscú, a medida que el Kremlin presiona su ventaja de efectivos en un número creciente de lugares a lo largo del frente. Tras expulsar casi por completo a las fuerzas ucranianas de la región rusa de Kursk a principios de este año, las fuerzas rusas han cruzado la frontera en dirección opuesta, hacia Sumi. Con 50.000 soldados en la zona, superan en número a los ucranianos en una proporción de 3 a 1, según los militares que luchan allí", alerta el medio.

La estrategia, según Oleksandr Syrsky, "es desgastarnos con números". El comentario del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania apunta al verdadero objetivo de esta ofensiva local y a paso lento iniciada por la Federación Rusa tras la victoria en Kursk y cuyo objetivo no es otro que fijar a las tropas ucranianas en el norte, impedir aventuras como la de agosto del año pasado en territorio ruso y agotar el recurso que Ucrania puede reponer con más dificultad, el personal. Aun así, los proyectiles de artillería rusos alcanzan ya las posiciones de Ucrania a las afueras de la ciudad, lo que indica que el famoso fracaso de la ofensiva rusa al que se refiere Zelensky es, cuando menos, dudoso.

Si Financial Times alerta del peligro para una zona alejada del frente y The Wall Street Journal ve en la continuación de la guerra de desgaste una nueva ofensiva, ambos para mostrar una situación preocupante en el ejército ucraniano, The Washington Post se desmarca con un artículo en el que también se refiere a una ofensiva rusa de verano, pero esta vez para destacar los problemas de sus tropas. "Rusia ha desatado su ofensiva de verano en el este de Ucrania y avanza lentamente con su ventaja en mano de obra, proyectiles de artillería y misiles. Los próximos meses serán cruciales para el intento del Presidente Vladimir Putin de forzar la capitulación de Kiev", afirma el reportaje.

Eso antes de dar un brusco giro para centrarse en que "los progresos de Rusia en los dos últimos años contra Ucrania han sido glaciales, especialmente si se comparan con los recientes ataques relámpago de Israel contra un Irán mucho mayor. La razón, según los expertos, es el estado de las fuerzas armadas rusas, un problema que viene de lejos". Teniendo en cuenta el hecho de que Israel haya contado con la asistencia de EEUU y el Reino Unido, sea uno de los países más subvencionados y cuente con armas nucleares frente a un Irán que ha luchado solo, es uno de los países más sancionados del mundo y no dispone de armas nucleares, la comparación entre el tamaño de los países parece poco acertada. Tampoco lo es la comparación entre los supuestos éxitos de Israel en Irán frente a los supuestos fracasos rusos, ya que en ningún momento Tel Aviv o Washington se han planteado la posibilidad de una operación terrestre contra Irán.

En cualquier caso, el habitualmente antirruso The Washington Post prefiere centrarse en los problemas de las tropas rusas, para lo que cuenta con la voz experta de Ian Matveev, miembro de la Fundación Anticorrupción de Navalny, que es presentado como periodista independiente.

"Matveev predice que la ofensiva de verano de Rusia no supondrá un avance drástico, pero podría ganar varios miles de kilómetros cuadrados de territorio. Según él, el ejército es incapaz de llevar a cabo operaciones complejas en Ucrania debido a las deficiencias en materia de inteligencia, la escasez, la corrupción, los fallos logísticos y el deficiente adiestramiento", escribe el medio, que posteriormente da voz a su fuente, que añade que "estas tácticas [de asalto masivo] son lo único de lo que es capaz el ejército ruso en estos momentos. Y es muy inhumano porque, de hecho, se intercambian muertos por territorio. Lo que tenemos ahora en el ejército ruso es un montón de soldados, pero no tienen formación".

Al margen de que miles de kilómetros cuadrados capturados sí supondrían un avance drástico en las condiciones de guerra de alta intensidad que se libra en Ucrania, el análisis de Matveev está basado en los mismos paradigmas que tantas veces han sido rebatidos incluso por enemigos acérrimos de la Federación Rusa como Andriy Biletsky. Sin embargo, la idea de que Rusia no es capaz de equipar a sus soldados, que carecen de instrucción y son enviados al frente para luchar en hordas de mareas humanas sigue siendo un dogma repetido en los medios de comunicación occidentales, a pesar de las pruebas en contrario.

"Las fuerzas ucranianas, por su parte, han luchado de forma más racional y su objetivo ha sido más global: la liberación de todos los territorios ocupados. Esto le permite actuar de forma menos lineal y predecible. Ahora, romper el frente desde Zaporizhzhia hacia el sur a través de Tokmak y Melitopol hasta la frontera con Crimea parece la opción más atractiva. El objetivo: subvertir de un golpe la mitad del frente ruso y crear una amenaza tanto contra el este como contra la defensa de Crimea", escribía Matveev en 2023.

Y confundiendo sus deseos con el análisis, añadía que las autoridades rusas "no entienden que Ucrania ya ha ganado. La ventaja que supone la calidad del armamento occidental se ha visto duplicada por el espíritu de los soldados ucranianos, que luchan por su patria. Los soldados de Putin, en cambio, suelen ser mercenarios o personas reclutadas a presión y lanzadas al frente. Hay fanáticos ideológicos, pero son pocos. Puede que Putin intente reclutar a la industria rusa para construir más tanques, piezas de artillería y chalecos protectores, pero este plan fracasará debido a la corrupción incorporada a un sistema podrido".

El fracaso de la contraofensiva terrestre de Ucrania de ese año, la capacidad rusa de aumentar su agrupación en Ucrania sin necesidad de decretar la movilización y el aumento de la producción militar, que ha superado ampliamente a la europea tanto en cantidad como en calidad, como tantas veces repiten los países de la OTAN, desmienten la versión de Matveev, que sigue aferrándose a los mismos argumentos.

"A pesar de las terribles condiciones de los soldados, parece que el reclutamiento ruso sigue aumentando como consecuencia de los elevados salarios y las enormes primas de alistamiento de más de 3 millones de rublos, más de 38.000 dólares. «Yo lo compararía con ganar la lotería», afirma Matveev. «La propaganda sigue diciéndoles que las cosas van bien en el frente y, por supuesto, piensan: Me irá bien»", sentencian The Washington Post y Matveev en el cierre del reportaje, en el que en ningún momento ponen en perspectiva las exageradas dificultades que adjudican al ejército ruso.

Las imágenes diarias de reclutamiento forzoso, las constantes quejas de los soldados y oficiales que luchan en el frente de Donbass o la situación de desconfianza en las autoridades que muestra el reportaje de The Wall Street Journal contrastan con esa visión catastrofista de lo que ocurre en el ejército ruso. Olvidadas ya en el pasado las denuncias de quienes lucharon sin sentido durante meses en Kursk, las declaraciones de los soldados ucranianos que ahora intentan sostener la defensa de Sumi apuntan a los mismos culpables: las autoridades militares, incapaces de prevenir lo previsible y realizar el trabajo que se espera de ellas.

"Durante el medio año que Ucrania ocupó territorio en la región rusa de Kursk, los soldados que lucharon allí dijeron que suponían que el ejército prepararía fuertes posiciones defensivas en el lado ucraniano de la frontera. En lugar de ello, tras una retirada caótica y costosa de Kursk, se encontraron con trincheras anticuadas, sin cobertura aérea de drones. Los soldados están ahora cavando sus propias posiciones, en algunos casos, bajo el fuego de drones", insiste el medio estadounidense.

Pese los innumerables artículos al respecto, no hay, por el momento, ningún indicio de un cambio de táctica de las tropas rusas en Ucrania, cuya misión sigue siendo avanzar poco a poco en una guerra de desgaste en la que el omnipresente uso de drones dificulta cualquier progreso ucraniano. Cada vez más peligroso para los soldados del frente y de la retaguardia, el conflicto continúa en su dinámica habitual de ataques de larga distancia en la retaguardia y un frente convertido en guerra de trincheras de la I Guerra Mundial a la que se ha añadido potencia en la artillería rusa y miles de drones que sobrevuelan constantemente las posiciones y que impiden tanto el ataque como la defensa.

slavyangrad.es / lahaine.org

 

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