El alto el fuego más disparatado del mundo comenzó hace apenas unos días y parece mantenerse. No fue anunciado por las partes implicadas, sino por Trump, quien lo hizo público dos minutos antes de la reapertura de los mercados (¡menudo abuso de información privilegiada!). El Nasdaq subió 150 puntos en dos minutos, el precio del petróleo cayó y algunos amigos ricos de Trump se enriquecieron aún más.
Israel, tras finalizar un bombardeo sobre Teherán (respondido, faltaría más, por Irán), se adhirió inmediatamente al alto el fuego, declarando que «todos los objetivos del ataque se han cumplido».
Como nunca tuvimos el placer de saber de antemano cuáles eran exactamente esos objetivos, nos queda la duda.
Irán declaró que no había acordado ningún "alto el fuego", pero anunció que si después de la hora designada (aparentemente las 4:00 a. m.) no se producían más ataques israelíes, no procedería con más agresiones.
Para que quede claro, en la última media hora antes del inicio no oficial de la tregua, las fuerzas iraníes con misiles atacaron con fuerza Beersheba, Tel Aviv y Jerusalén. El mensaje detrás de este ataque era clarísimo: "Ustedes empezaron esto, nosotros lo terminaremos. Si les parece bien, tenemos una tregua. De lo contrario, continuamos".
Respecto a EEUU, Irán ya había aclarado su postura con el ataque "telegrafiado" contra la enorme base estadounidense de Al Udeid en Catar; una postura que, en palabras, sonaría más o menos así: "Podríamos causar daños reales, pero preferimos una desescalada sin que ustedes intervengan. Por lo tanto, estamos llevando a cabo un ataque simbólico al que no deberían responder". En realidad no fue tan simbólico...
El resultado de esta estúpida e inútil "guerra de 12 días" es una destrucción generalizada, numerosas víctimas en ambos países, pero ningún cambio en la dinámica de poder regional.
El programa nuclear de Irán continuará.
El garante de esto —independientemente de la magnitud (poca) de los daños a la infraestructura nuclear o del asesinato de científicos iraníes— es Putin, quien reafirmó, no solo que Irán tiene todo el derecho a desarrollar capacidades nucleares civiles, sino también que Rusia seguirá cooperando (casi toda la infraestructura nuclear iraní es producida por la empresa rusa Rosatom).
Esto significa que, independientemente de lo que se le haga a Irán, con la ayuda y la tecnología rusas, este siempre podrá reconstruirse, y eso debería poner fin a cualquier fantasía de detener estos programas por la fuerza.
Irán ha sufrido graves daños en la infraestructura y en su población civil, pero es un país extenso con una población numerosa, joven y educada, por lo que se recuperará rápidamente. El gobierno emerge de esta confrontación fortalecido, tras haber aprovechado la oportunidad para purgar a muchos infiltrados del Mossad, haber demostrado que puede librar tanto la guerra como la paz, y haber demostrado que puede contar con un apoyo internacional crucial.
De hecho, la reunión entre Putin y el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, fue decisiva para la actual desescalada, insinuando claramente que Rusia podría haber brindado apoyo a Irán en caso de un conflicto prolongado.
Israel, que sufrió daños aun mayores que los de Irán, parece haberse quedado sin objetivos que bombardear en sus alrededores, pero nadie duda de que Netanyahu, reacio a afrontar un ajuste de cuentas, ideará una nueva escalada creativa, quizás hacia Gaza, cuyo martirio no ha cesado ni siquiera en los últimos días.
En cualquier caso, en la historia de Israel después de 1949, nunca ha habido tal nivel de destrucción interna, ni siquiera durante la Guerra de Yom Kipur, y la presuntuosa idea de que podía salirse con la suya sin pagar un precio se ha desvanecido. No está claro si esto afectará a la política interna, ni cómo, pero a simple vista, la era de la aparente impunidad parece haber terminado, y eso suele ser un paso importante hacia la madurez.
Substack de Thomas Fazi