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Nacionales E.Herria :: 08/03/2013

Boltxe Kolektiboa ante el 8 de marzo, día de la mujer trabajadora

Boltxe Kolektiboa
Las mujeres necesitamos una organización fuerte que sea parte necesaria e indiscutible de la izquierda abertzale y del MLNV.

Viviendo como vivimos en un mundo en que todo está mercantilizado, el 8 de marzo no deja de ser para muchos y muchas un producto más dentro de ese amplio mercado snob y retro que gusta de desplegarse en determinadas fechas y que no deja de ser más que una careta que gente de derechas se ponen para parecer que son de izquierdas, para aparecer políticamente correctos. Aunque hay personas que no ocultan su machismo fascizante, en general cuando se habla de los derechos de las mujeres se tiende a decir que se está de acuerdo, aunque también muchas veces se añade que ahora las mujeres ya han conseguido la igualdad y que poca cosa tiene que hacer ya.

Por eso nos encontramos con los que dicen apoyar los derechos de las mujeres, por un lado, y , por otro, les arrebatan lo poco conseguido, porque la absoluta igualdad pasa por destruir completamente el patriarcado en todos sus aspectos.

La explotación y opresión de las mujeres va desde la explotación de la mujer en la no-retribución del trabajo doméstico, en el amplio sentido de la palabra, hasta la extrema violencia contra las mujeres, pasando por los salarios más bajos de las mujeres que realizan el mismo trabajo que los hombres. Mientras exista el sistema actual de relaciones de producción no será posible acabar con el patriarcado, lo que no significa tampoco que por el simple hecho de acabar con él se acabará con el patriarcado. El patriarcado, la opresión y explotación de la mujer es mucho más que un sistema concreto de relaciones de producción.

Tenemos que organizarnos para llevar a cabo una revolución que no dejará nada sin tocar, una revolución que tiene que atacar todos los sistemas de la sociedad, sin dejar nada igual, solo con esta revolución total podremos acabar con esta economía política patriarcal.

En la situación actual de crisis estructural del sistema capitalista, vemos que, como siempre ha pasado y pasa, son las mujeres las que pagan el precio más alto, son las que antes se despiden, a las que se les baja el sueldo si quieren mantener su trabajo fuera de casa, las que se ven obligadas a trabajar sin contrato y en condiciones de máxima explotación, etc.

Igualmente, si bien en situaciones de bonanza económica la violencia contra las mujeres es extrema e insostenible, en momentos de crisis, la violencia se dispara, y para acabar con ella no basta con unas cuantas leyes o una cuantas concentraciones cuando asesinan a una mujer, lo cual no significa que no deba lucharse por ello, únicamente decimos que con eso no es suficiente, y que no debemos irnos a casa con la conciencia tranquila porque hemos asistido a una manifestación, a una concentración. Aunque las leyes promulguen oficialmente la igualdad, no implica que la igualdad exista, para ello se debería aceptar antes que la desigualdad existe, cosa que la sociedad actual no acepta. Antes que nada debe aceptarse que le desigualdad es un sistema y que se hemos de luchar a muerte contra ese sistema.

De aquí podemos encontrarnos ante la opción que nos ofrece el sistema, que es la de agachar la cabeza y decir SÍ a todo. Decir sí en el trabajo y trabajar en unas condiciones lamentables, decir sí en casa y aguantar lo que nos venga encima en forma de maltratador, decir sí en la calle y aparentar todo aquello que no se es. O queda la opción de decir NO. Rebelarse contra este sistema injusto que no nos representa, en el que las condiciones laborales son deplorables y decir que en esas condiciones no se trabaja, decir que no en casa ante situaciones que no se deben transigir y por último decir que no a los modelos impuestos de una sociedad falsa y farisaica, basada únicamente en la acumulación de capital como único elemento destacable.

Y es que somos nosotras las que debemos dar la vuelta a la situación, sin esperar que nadie venga a salvarnos, pero sabiendo que la unidad hace la fuerza y que un movimiento popular fuerte es capaz de cambiar el panorama económico, social, político.

Porque históricamente, el movimiento popular vasco siempre ha sido rico en imaginación. Se tienen precedentes riquísimos de experiencias que se han desarrollado en Euskal Herria. Y es que todas esas actividades han ido y van en el camino de lograr una sociedad en la que la igualdad sea la nota predominante y las discriminaciones, sean por la razón que sea, sean la excepción.

Las mujeres necesitamos una organización fuerte que sea parte necesaria e indiscutible de la izquierda abertzale y del MLNV. No puede haber lucha por la liberación de Euskal Herria, por la destrucción de la sociedad actual, por un Estado popular vasco, si una de las componentes, al mismo nivel que las otras componentes, del movimiento para avanzar por ese camino no es el movimiento feminista.

 

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