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EE.UU. :: 05/03/2021

Mumia Abu-Jamal, 40 años ilegalmente en prisión, tiene Covid-19

Dave Lindorff

El preso político de EEUU Mumia Abu-Jamal, internacionalmente conocido, ha informado a su familia y amigos de que ha contraído la covid-19 en la prisión de Pensilvania en la que está encarcelado y que tiene dificultades para respirar. Su vida corre peligro inmediato y necesita urgentemente ser hospitalizado.

Desgraciadamente, esta nueva atrocidad era previsible. Durante años, las prisiones estadounidenses han permitido que las enfermedades graves actúen como una “ejecución silenciosa” de los reclusos, muchos de ellos absolutamente inocentes de los crímenes por los que les condenaron. Muchos presos en el sistema, culpables o no, están cumpliendo condena en unas condiciones deplorables que les mantienen confinados hasta la vejez, por lo que son particularmente vulnerables a enfermedades potencialmente letales, ya sea la gripe, el cáncer, la hepatitis, la neumonía y, ahora, la covid-19.

El destacado periodista y activista político Abu-Jamal, que tiene ahora 66 años y este año llevará 40 encerrado [28 de ellos en aislamiento en el corredor de la muerte], cumple sentencia de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional tras su condena por el asesinato de un policía blanco en 1982.

Como he explicado en mi libro sobre el caso, Killing Time, su condena se produjo tras un juicio en el que los testigos de la acusación (entre otros, algunos oficiales de la policía) mintieron siguiendo instrucciones del fiscal, hubo mala praxis por la parte acusatoria, se retuvieron pruebas exculpatorias, hubo un sesgo racial en la selección del jurado y se oyó decir al juez simpatizante con la causa fiscal que “iba a freír al negro*”. Su proceso de apelación fue igual de corrupto, pues fue el antiguo fiscal de distrito de Filadelfia, Ron Castille, que rechazó las iniciativas legales de apelación de Mumia, el mismo que las recusó posteriormente, cuando presidía el tribunal supremo de justicia que decidiría sobre esas apelaciones que él mismo había recusado anteriormente.

La totalidad del proceso legal en el caso de Abu-Jamal ha sido una grotesca atrocidad y un escándalo de proporciones épicas.

Mumia ya sufría de cirrosis hepática porque, como prácticamente a todos los reclusos de cárceles estadounidenses, se le denegó el acceso a tiempo a una medicación (efectiva en el 95% de los casos) para tratar el virus endémico de la hepatitis (hasta que un tribunal federal lo ordenó). Las responsables de esta negación de ayuda médica fueron las autoridades de la prisión, conscientes de que si no se trata la enfermedad suele provocar cirrosis y, a la larga, la muerte. En el caso de Mumia, los obstáculos legales interpuestos por los abogados del Estado al sistema de prisiones retrasaron intencionadamente dicha orden del tribunal hasta que la enfermedad ya hubo provocado la cirrosis del hígado.

Ahora Mumia ha contraído, como era de prever, el coronavirus. Digo, una vez más, como era de prever, porque las prisiones de EEUU están superpobladas y es imposible mantener en ellas la distancia de seguridad, por lo que son el perfecto caldo de cultivo para la epidemia. Aún no se les ha declarado lugares prioritarios para la vacunación que protege de este virus que ya ha matado a medio millón de estadounidenses.

La negación de la vacuna a una población cautiva de 2,3 millones de personas es todo un crimen contra la humanidad. Un crimen aún más intolerable porque, debido a las sentencias excesivas tan habituales en esta sociedad vengativa, racista, clasista y deliberadamente cruel, muchos reclusos tienen una avanzada edad. La Agencia de Prisiones informa, por ejemplo, de que el 20% de la población carcelaria es mayor de 50 años. Las prisiones federales son aún peor, pues muchos de sus reclusos tienen penas de 40 años o, en caso de violación o asesinato, de cadena perpetua sin derecho a libertad condicional. Comparemos esta realidad con la de la mayor parte de naciones civilizadas que limitan las sentencias a 10-12 años incluso para los delitos más graves.

Dada la actual crisis médica por la pandemia que atraviesa EEUU y el resto del mundo, EEUU y todos sus 50 Estados deberían ordenar inmediatamente la liberación de todos los prisioneros de edad avanzada a menos que pueda argumentarse en casos concretos que algunos de ellos podrían volver a cometer actos violentos de ser liberados.

Mumia Abu-Jamal no es uno de esos casos, pues durante la totalidad de sus 39 años entre rejas ha mostrado una modélica conducta no violenta.

¡Libertad inmediata para Mumia y todos los presos de edad avanzada!

Hay convocada una manifestación virtual por la liberación de Mumia el día 6 de marzo.

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N. del T.: El juez utilizó la palabra “nigger”, el mayor insulto racista, tan ofensiva en la lengua inglesa que muchas personas ni quieren pronunciarla, y si tienen que hacerlo dicen “la palabra con ene”.

counterpunch.org. Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo. Extractado por La Haine.

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/dR3i