1.- La guerra imperialista es multiforme y asimétrica: adopta todas las formas posibles y se da en situación de desigualdad. No es nuevo, siempre ha sido así.
Sin embargo, habría que precisar en qué consiste esa asimetría y si en todos los planos se da la misma desigualdad en la correlación de fuerzas. Por ejemplo, en el caso de Venezuela, indudablemente la potencia imperialista (USA) y sus socios tienen una fuerza superior en el ámbito económico, en el control de las instituciones internacionales y el sistema financiero, etc. pero el gobierno bolivariano maneja mejor los factores subjetivos: Identidad nacional, soberanía, memoria histórica, valores comunitarios, etc.
Chávez supo ver la importancia de construir un sujeto político revolucionario y no hacer descansar sólo en lo objetivo (mejora de las condiciones de vida) la fuerza del proyecto bolivariano. Esta es también la experiencia de Cuba en donde la revolución va unida al sentimiento de independencia nacional. En los últimos años Fidel desarrolló el arma de “la batalla de las ideas” colocando en el centro de la contienda la defensa de los valores revolucionarios en los que se apoyan el resto de las armas que puede desplegar e incrementar la revolución.
2.-Dentro de la multiplicidad de formas que adopta la guerra imperialista, la guerra tecnológica-comunicacional se ha convertido en central (Guerra de cuarta generación G4G). Esto es así porque en un mundo globalizado y supertecnologizado los medios de comunicación han adquirido un papel hegemónico en las relaciones de poder. Cuanto más fragmentada es una sociedad más poder tienen los medios de comunicación (incluimos aquí las redes sociales e Internet)
La guerra imperialista no sería posible sin los medios de comunicación de masas. Pero tampoco las democracias modernas podrían sobrevivir sin unos medios cuya principal función es construir una opinión pública cómplice, consentidora y consumidora. En el momento actual la guerra por las mentes es una de las formas centrales de la guerra.
La tendencia de las democracias actuales es a convertirse en Estados de excepción permanente pero sin que esto sea evidente para la mayor parte de la población. Las corporaciones mediáticas han desarrollado mecanismos específicos y personal entrenado para naturalizar y ocultar la deriva autoritaria de las “democracias occidentales”. Esto se evidencia con la pandemia. La tecnología digital y los medios hegemónicos cobran una importancia fundamental en el control interno de la población. Tal y como describió Naomi Klein, mantener en estado de shock a la población permite poner en marcha las medidas que necesita el Capitalismo para reorganizarse y eliminar las resistencias.
3.- Pedro Santander Molina en el libro “La batalla comunicacional” señala que cuando Fidel utilizó la metáfora de “la batalla de las ideas” y Chávez hablaba de “la artillería del pensamiento” señalaban la dirección en la que se deben desarrollar las estrategias defensivas hoy en día. Chávez decía que “El hecho comunicacional es un hecho político”, lo que quiere decir que es tanto un arma para la revolución como para la contrarrevolución. Pero es necesario profundizar en el significado de “hecho comunicacional” ya que no podemos confundir la comunicación con las herramientas que utilizamos para transmitir ideas, señalar objetivos, acumular fuerzas y enfrentar al imperialismo. Como hecho político lo comunicacional está relacionado con el poder.
PROPUESTAS PARA EL DEBATE 1:
1.– El enemigo está “sobrediagnosticado”. No podemos centrarnos constantemente en denunciar lo que “el enemigo (nos) hace”: “En la guerra los enemigos, actúan como tal, y cumplen su rol de acuerdo a sus propias convicciones; no podemos pedirles que no actúen como lo que son” El enemigo: miente, silencia, impone la agenda, divide, genera un “régimen de verdad” y lo monopoliza.
Controlan los medios masivos, las redes sociales y la tecnología comunicacional, y la usan contra los pueblos que se resisten. Tienen más medios y más capacidad de influencia (asimetría) A pesar de eso han sufrido grandes derrotas en el pasado (Vietnam, Cuba, Venezuela, Nicaragua)
Tal vez el imperialismo, en tanto que forma necesaria de la expansión capitalista, esté “sobrediagnosticado” ¿pero el arma tecnológico-comunicacional también lo está? ¿Sabemos realmente cómo está funcionando esta forma de guerra? Cuando analizamos cómo se comportan, cómo nos comportamos los militantes antiimperialistas en relación a las redes sociales, los medios de comunicación y las tecnologías de la comunicación y la información en general, percibimos falta de comprensión de su naturaleza (límites y potencialidades).
2.- Problemas del movimiento antiimperialista en relación a la guerra tecnológica-comunicacional:
–Ponemos el objetivo en la parte técnica, en el desarrollo de medios de comunicación más potentes, menos controlados, que lancen más cantidad de mensajes. Pero no sabemos ni a quienes llegan ni nos preocupamos de los efectos de nuestros mensajes, ni si realmente modifican la percepción. También esto conduce a una sobrevaloración de lo cuantitativo.
3.- El Campo de batalla: la tecnología digital supone un salto de escala en la guerra comunicacional. La nueva fase en la que hemos entrado con la pandemia aumenta la capacidad e influencia de la guerra comunicacional (limita nuestras acciones al reducirlas a acciones virtuales, nos expone a mayor vigilancia, usamos herramientas que no podemos controlar, potencia lo individual frente a lo político-colectivo….)
– Características del contexto digital (Tecnologías de la Información y la Comunicación): Mayor capacidad de control de la información, vigilancia de las personas, acumulación de datos prácticamente ilimitada, micro y nanosegmentación de audiencias, mayor manipulación y predicción de comportamientos.
De la misma forma que se han diseminado bases militares por todo el planeta, el imperialismo ha hecho lo mismo con las bases mediáticas (F. Buen Abad)
4.- Prácticas de los medios hegemónicos y su potenciación con la pandemia:
5.- Estrategia antiimperialista en la batalla comunicacional:
1) preparar a la población para una “resistencia cognitiva”. Esto no se puede hacer desde los medios digitales. Hay que pensar en estrategias más globales donde lo educacional y pedagógico estén en el centro.
2) crear “comunidades interpretativas”. La población interpreta las informaciones que le llegan a partir de la matriz de conocimiento que ya tiene instalada, por tanto hay que apuntar hacia la destrucción de estas matrices.
3) generar “conexión comunicativa con la población”. Crear vínculos con las audiencias. Estos vínculos no pueden ser débiles, y las tecnologías digitales tienden (debido a su naturaleza) a ser débiles.
4) Conectar a los receptores de nuestros mensajes.
5) nuestros medios deben dirigirse a “organizar a los receptores”: “receptores política y comunicacionalmente conectados entre sí, capaces de reconocerse en comunidad interpretativa, más alertas y menos vulnerables” (Estas cinco propuestas nos las hace Pedro Santander Molina)
f) Trabajar en la desnormalización de los principios que hacen tan eficaces las armas tecnológico-comunicacionales (no es normal que la comunicación siempre sea mediada y no personal, no es normal la individualización, sustituir la relación personal por la conexión…..) Tender hacia la construcción de un sentido común distinto.
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