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Estado español :: 06/04/2013

Los escraches aterran a un PP acorralado

Juanlu González
Y si los gobiernos van a seguir esta senda marcada a espaldas de la ciudadanía, es muy probable que se vayan subiendo nuevos peldaños en la dureza de la lucha de los de abajo.

Un nuevo palabro acaba de aterrizar en los medios de comunicación españoles: el escrache, término acuñado en Argentina que consistía en retratar a una persona que había hecho daño a la sociedad. El vocablo se hizo famoso cuando se aplicó a la denuncia de personajes de la dictadura de aquel país que habían sido indultados y exonerados por Carlos Menem de cualquier responsabilidad por muy atroz que hubieran sido los crímenes que cometieron. Hoy es la palabra de moda en nuestro país. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, después de varios amagos, ha decidido hacer escrache a miembros del PP que van a manifestarse en el Parlamento —así lo han anunciado— contra la ley presentada mediante Iniciativa Legislativa Popular que pretende defender a la ciudadanía de los abusos hipotecarios ejercidos por la banca de nuestro país y denunciados incluso por la justicia europea.

Manifestantes de la PAH han ido en manifestación a las viviendas —y a los hoteles— donde se alojan diputados del PP para informarles de las consecuencias que sus políticas están causando en la ciudadanía. Iñaki Oyarzábal, Ruiz Gallardón y González Pons han sido algunos de loes elegidos para las protestas. No se lo han tomado bien precisamente, Pons ha ido directamente a comisaría para inculpar a los participantes en la acción de protesta. El mayoritario y poderoso coro de la derecha mediática se ha lanzado con todas sus fuerzas a desacreditar a uno de los movimientos más respetados de nuestro país. Que si así comenzó la kale borroka en Euskadi, que si es violencia punible, que si los pobre niños y familiares que viven dentro de las casas de los diputados no tienen culpa de nada, que si es una invasión de la intimidad, que si es coacción… son los argumentos que repiten múltiples editoriales, artículos y tertulias varias.

El debate está en la calle. Obviamente no le va a salir gratis a la PAH esta escalada en la protesta porque ha tocado la fibra de los poderosos, pero ¿es tan grave? Personalmente creo que no, que es un proporcionar un baño de realidad gratuito a unos políticos que viven tan plácidamente al margen de la calle y de las consecuencias que sus políticas tienen sobre la población. Quieran o no, la mayoría de ellos son una especie de casta superior que vive en su burbuja ajenos al terremoto que está sacudiendo las bases de nuestra democracia y demoliendo nuestro exiguo estado de bienestar. ¿Cómo si no se entiende, por ejemplo, que el PP indemnice al corrupto Sepúlveda con 230.000 euros de dinero público mientras centenares de miles de españoles se van al paro con una miseria en sus bolsillos por mor de la legislación que la derecha nos ha impuesto a golpe de decreto?, ¿en qué mundo viven? Desde luego no en el nuestro, donde los órdenes de magnitud de las cantidades por despido improcedente después de toda una vida de trabajo no llegan ni a la décima parte de lo que cobrará este señor por no hacer nada contratado por el Partido Popular. Así que, si los dos mundos paralelos que conviven en nuestro país convergen en algún momento diferente al del periodo electoral, bienvenido sea.

Porque ese es parte del problema, la clase política no soporta que haya contacto con la ciudadanía más allá de las elecciones. En muchos análisis se destaca que ellos son los representantes políticos elegidos por mayoría absoluta y tienen el derecho a legislar como les venga en gana con el poder que les ha otorgado un proceso electoral democrático a pesar de que tienen poco más del 30% de los votos. No acaban de creerse que los tiempos de la democracia representativa han pasado, que es necesario pulsar a diario la opinión de población y superar de una vez por todas eso que llaman democracia y no lo es, ese engendro partitocrático que se gestó durante la fallida transición de la dictadura a nuestro régimen actual.

¿Cómo se puede ser tan sensible a la supuesta coacción que sufre un diputado sin tener en cuenta el dolor causado por centenares de miles de desahucios de familias enteras expulsados de sus hogares con violencia por las fuerzas de seguridad en virtud de leyes injustas y hasta ilegales? Muy enferma tiene que estar nuestra sociedad si nos vamos a escandalizar por lo que le sucede a cuatro privilegiados a los que gritan en la puerta de sus casas mientras asistimos impasibles a la sangría de una sociedad condenada a vivir de la caridad o de la solidaridad de algún miembro afortunado de su familia que aún no haya sido tocado por los efectos de las políticas neoliberales apoyadas por sus señorías.

El escrache incluso podría no ser legal, pero en cualquier caso es absolutamente legítimo y hasta necesario, es la consecuencia del manifiesto divorcio entre el pueblo y sus representantes. A una ciudadanía a la que se le cierran todas las posibilidades de encauzar sus necesidades y sus aspiraciones no le queda otra que salir a la calle para reivindicar lo que le corresponde. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca está siendo bastante cuidadosa en sus acciones de protesta, sobre todo teniendo en cuenta la gravedad del problema que enfrentan y los dramas humanos que nuestros diputados parecen no estar dispuestos a solucionar, ya que deben o profesan más sumisión a la gran banca que a la población a la que fielmente deberían servir por mandato democrático. El escrache es un aviso a navegantes, se está pasando de la desafección, al señalamiento activo. Y si los gobiernos van a seguir esta senda marcada a espaldas de la ciudadanía, es muy probable que se vayan subiendo nuevos peldaños en la dureza de la lucha de los de abajo. Simplemente por aplicación del puro principio físico de la acción y reacción que, por el momento, se está saldando con muy poca contestación para el gran daño que los mercados y sus aliados nos están infringiendo. Que nadie se sorprenda o se lamente si es que esa hora llega…

 

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