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Medio Oriente :: 22/09/2013

Egipto y el intervencionismo de EEUU

Maryam Rezai Nasab
En lugar de atacar a los activistas que se manifiestan contra los gobiernos títeres, EEUU organiza grupos terroristas político-religiosos que se expanden por la región

Egipto es uno de los países más densamente poblados de África y Oriente Medio, y uno de los principales aliados de los Estados Unidos en la región. Desde hace 2 años se allí observan serios cambios: tras la revolución de 2011, donde Hosni Mubarak, quien gobernó ese país durante 30 años fue derrocado por un gran movimiento popular, Mohamed Mursi ganó las elecciones y fue electo nuevo presidente. En los últimos meses, Mursi fue destituido por un golpe de estado militar apoyado por EE.UU. Desde entonces, Egipto se encuentra sumido en una crisis que no parece tener resolución en el corto plazo.

En el pasado, el gobierno estadounidense apoyaba directamente a los dictadores para que repriman a sus pueblos. En la actualidad, la estrategia de EE.UU., para estabilizar su poder y garantizar sus intereses en la región, busca caotizar los países de Oriente Medio y sostener gobiernos títeres. Para realizar este objetivo, en lugar de atacar directamente a los activistas políticos que se manifiestan contra los gobiernos títeres, organiza grupos terroristas político-religiosos que se expanden por la región. El principal camino a seguir por los EE.UU. es generar estas nuevas guerras en distintos países para debilitarlos.

El nombramiento de Robert Ford como embajador norteamericano en Egipto[1] -uno de los organizadores principales de los grupos terroristas pro-estadounidenses- es un claro indicador de que la política exterior estadounidense busca destruir el país árabe, tal como lo hicieron con Irak, o como lo están intentando hacer con Siria. Los EE.UU. jugaron un rol secreto en la caída del gobierno de Mursi. Mursi había adoptado posturas firmes contra el plan etíope para construir una represa sobre el río Nilo Azul con una capacidad de almacenamiento de 74.000 millones de metros cúbicos (con un costo de 4.800 millones de dólares), para que los países ribereños utilicen de forma equitativa las aguas del río. Pero el Nilo es fuente de vida para los egipcios: proporciona el 95% del agua dulce que consume su población y genera energía para millones de personas. Ante el plan de Etiopía, que ignoraba el derecho propio e inviolable del pueblo egipcio, y los estaría condenando a vivir en bajo terribles condiciones, Mursi declaró a principios de junio de 2013 que “Defenderemos cada gota del Nilo con nuestra sangre si es necesario”.[2] Poco después Mursi fue derrocado y actualmente, junto con varios miembros de los Hermanos Musulmanes están detenidos y serán juzgados por el gobierno militar, acusados por cometer e incitar a la violencia durante fines de 2012. Y las detenciones continúan.

La formación de la revolución egipcia

La revolución egipcia se inició contra Hosni Mubarak y los generales gobernantes. Las relaciones amistosas de Hosni Mubarak con EE.UU. y el régimen israelí convirtieron a Egipto en un aliado clave. De hecho, Occidente hacía grandes inversiones anuales en Egipto dado que Mubarak se sometía a las demandas de EE.UU. e Israel. Según información oficial de EE.UU., el gobierno de Mubarak anualmente recibía de uno a cuatro mil millones de dólares de parte de los estadounidenses y los sionistas. Sin embargo, a base de un informe sobre Egipto publicado en 2011, casi el 40 por ciento de los egipcios se encontraba por debajo de la línea de pobreza.[3] Durante la revolución del 25 de enero de 2011 que derrocó al dictador que gobernó el país durante 30 años, además del establecimiento de un gobierno islámico, el pueblo egipcio se movilizó en busca de “libertad, vida y justicia social”, tal como se expresaba en sus consignas.

Durante el gobierno de Mubarak, la corrupción política llegó a su clímax y muchos jóvenes y activistas políticos fueron encarcelados sin proceso o juicio alguno. En ese período se crearon cárceles secretas, y los activistas, estudiantes, periodistas y predicadores de mezquitas fueron perseguidos a causa de sus tendencias políticas. Asimismo, según la llamada Ley de Emergencia,[4] según la cual existía una situación de excepción, por la cual se ampliaban las facultades para las fuerzas de seguridad, se anulaban derechos civiles y políticos con la excusa de la lucha antiterrorista, con las libertades de prensa y asociación suspendidas

El establecimiento del sistema imperialista en el país árabe día a día aumentó la ira del pueblo egipcio. En 2011, los egipcios terminaron con el gobierno de Mubarak y de inmediato se redactó una nueva Constitución del estado. El ejército egipcio adoptó una actitud imparcial sin unirse al pueblo ni al régimen de Mubarak. Buscaba preparar el terreno para una transición del poder. Finalmente, el 17 de junio de 2012 se celebraron elecciones presidenciales en las que Mohamed Mursi fue elegido presidente.

Cuando se expulsó Mubarak -talón de Aquiles de Occidente y EE.UU.- también se frustró el plan de conversaciones de paz en Oriente Medio. Este asunto debilitó la situación de Obama en las ecuaciones de poder en la región y en todo el mundo islámico. De ahí en más, el presidente estadounidense resolvió dar todo el apoyo al General egipcio al-Sisi para organizar un golpe de estado militar, con la excusa de estar apoyando las protestas populares contra el gobierno de Mursi. Al-Sisi se pronunció heredero de los militares que gobernaron Egipto durante los últimos 60. Durante los 6 meses que siguieron a la expulsión de Mubarak, lapso durante el cual se incrementaron drásticamente los disturbios, el ejército pasó a tomar las riendas de poder.

El guión del 30 de junio, momento de asunción del poder por parte de Mursi, es el mismo guión esgrimido durante la revolución del 23 de julio de 1952 por Gamal Abdel Nasser y un grupo de oficiales contra el sistema gobernante de aquella época. Abdel Fatah al-Sisi está haciendo lo mismo. Pero el actual régimen militar de Egipto no es más que un grupo para-militar estadounidense, financiado por ese país con miles de millones de dólares y al-Sisi no es más que un dictador títere que sigue las órdenes de la administración Obama.

El papel de EE.UU.

Es evidente que Egipto goza de una situación estratégica privilegiada en el mundo árabe y musulmán. Por ello, durante las últimas tres décadas EE.UU. y el régimen sionista trataron de controlar este país árabe y no permitir al pueblo egipcio desarrollar sus propias tendencias políticas. De acuerdo a los últimos acontecimientos, la Casa Blanca estaría ganando preeminencia sobre lo que allí ocurre, para preparar el terreno para cambiar definitivamente la estructura del poder y del gobierno. El enfoque del ejército egipcio y su relación con los EE.UU. exponen que el reciente golpe de estado contra el gobierno de Mursi fue organizado con total apoyo de los estadounidenses. John Kerry, secretario de Estado, en su primera gira mundial luego de asumir el cargo, visitó nueve países de Europa y Medio Oriente, entre ellos, Egipto.

Washington dialogaba y respaldaba a la Hermandad Musulmana, especialmente porque este grupo apoyaba los acuerdos de Camp David. Pero actualmente, el gobierno estadounidense ha cambiado su postura, y ha pasado a organizar movimientos contra la Hermandad. De hecho, lo que ocurre en Egipto actualmente puede catalogarse de intento de “eliminación de la Hermandad Musulmana”.

Según la prensa estadounidense, los problemas internos de Egipto y la entrada del ejército en la escena política muestran que EE.UU. había planeado un golpe de estado en el país árabe. Entretanto, para Washington, realizar elecciones libres significaba el fracaso de la Hermandad Musulmana en los comicios. Pero el resultado fue diferente. Obama entonces mantenía relaciones con Mursi sólo porque fue el presidente electo en las elecciones democráticas. Pero esas relaciones no implican que el presidente estadounidense haya reconocido a Mursi.

Antes del 30 de junio de 2011, EE.UU. había tratado de manejar la tensión política que existía en Egipto. En aquel tiempo, el gobierno estadounidense consideraba que las manifestaciones de los partidarios y opositores de Mursi probablemente pondrían en peligro la dominación de EE.UU. respecto a los asuntos de la seguridad en la región. EE.UU. entonces conformó “el grupo de manejo de la crisis egipcia” para entrar en la escena política directamente. Este grupo tenía por objetivo presentar ante las autoridades estadounidenses las medidas para lograr soluciones posibles en aquella situación crítica. En este sentido, las oficinas del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos celebraron reuniones para considerar las opiniones y las propuestas de los expertos del asunto Egipto, por lo cual, el Secretario de Defensa, distintos secretarios de Estado, jefes del Pentágono y representantes de diferentes agencias de inteligencia se reunieron en la Casa Blanca. Hacia el fin de la jornada, la cadena televisiva estadounidense CBS anunciaba que los representantes del Congreso de EE.UU. instaban a Mursi a renunciar a su cargo.

Tras la celebración de varias reuniones previas al 1 de julio y a la emisión del comunicado del ejército en el que daban a Mursi 24 horas para llegar a un acuerdo con los grupos políticos, los estadounidenses comprendieron que no se realizaría un acuerdo dado que Mursi había anunciado que defendería su derecho legítimo a permanecer en el gobierno mientras el ejército ya estaba en escena. Los estadounidenses adoptaron este enfoque en base a la ley aprobada por el Congreso en 1961 según la cual un golpe militar en cualquier país implica la interrupción de toda ayuda al gobierno golpista.

Los frecuentes contactos entre Abdul Fatah al-Sisi con Anne Patterson, por entonces embajadora de EE.UU. en El Cairo, indican que la situación era manejada favorablemente por los estadounidenses. El Wall Street Journal publicó que al-Sisi se comunicaba telefónicamente asiduamente con Chuck Hagel, Secretario de Defensa de EE.UU., durante los momentos más duros de la crisis post-Mursi.[6] En esas conversaciones “largas y detalladas”, Hagel y al-Sisi fueron mucho más allá de la relación militar entre ambos países, para pasar a intercambiar opiniones y opciones de trabajo respecto de las formas para restablecer el gobierno que satisfagan a Washington, cómo contener la protesta callejera, la elección de los integrantes del gobierno de transición, o la búsqueda de más interacción y amistad entre ambos países a futuro. Susan Rice, Asesora de Seguridad Nacional de Obama, y Derek Chollet, consultor principal del Secretario de Defensa en asuntos de seguridad internacional realizaban el trabajo de consultoría, asistiendo a Hegel antes de cada conversación con al-Sisi.

Al-Sisi, ferviente admirador del General Gamal Adbdel Nasser, ha estado en contacto con las fuerzas militares estadounidenses por más de 30 años. En 1981 tomó un curso de infantería en Georgia. Continuó su entrenamiento en la Escuela de Mando y Estado Mayor del Reino Unido en 1992.[7] En 2006 estudió en la Escuela Militar de Carlisle, Pensilvania. donde disfrutó de una buena relación con los norteamericanos.[8]

Allí se entrevistó con muchos asesores estadounidenses como William Bronze con el fin de expulsar los hermanos musulmanes de Egipto.

El periódico sionista Haaretz considera a Abdul Fatah Al-Sisi como el nuevo héroe de Israel y sostiene que el general egipcio disfruta de altos niveles de respeto y legitimidad entre las élites políticas y militares de régimen sionista.[9]

El golpe de estado contra Mursi se produce pocos días antes de que Hosni Mubarak se presentara en la corte penal de El Cairo acompañado por sus hijos Alaa y Gamal, el ex ministro del interior Habib Al Adli, y otros seis asesores, todos acusados por el asesinato de cientos de manifestantes egipcios durante el levantamiento popular del 2011. Finalmente la Corte liberó a Mubarak.

Esta decisión tiene una significativa relación con los más recientes acontecimientos. De hecho, EE.UU. buscó evitar que se produzca una revolución en Egipto tratando de poner fin a los protestas con la ayuda de las autoridades del ejército. El embajador estadounidense se encontraba en Egipto cuando ocurrió el golpe de estado y junto al comandante de las Fuerzas Armadas egipcias pidieron a Mursi que renuncie a la presidencia.

El ejército se preparó para la maniobra que llevó a Egipto al momento previo a la revolución que derrocó al régimen de Mubarak. Apenas dos días antes del golpe de estado liderado por al-Sisi fueron nombrados 25 nuevos gobernadores provinciales, muchos de los cuales eran generales retirados del gobierno de Mubarak. El nombramiento de generales retirados como gobernadores fue una de las medidas clásicas de Mubarak durante sus 30 años de presidencia. EE.UU nunca consideró la maniobra que termina por destituir a Mursi como golpe militar, colaborado así con al-Sisi para avanzar en el programa estadounidense para Egipto.

Después de que el ejército emitiera su declaración respecto al derrocamiento de Mohamed Mursi, el presidente derrocado escribió en su página de Facebook que “no va a aceptar esta deposición humillante”, que se trata de un “golpe de estado” y que es “inaceptable para cualquier nación libre, para todas las personas que han luchado para convertir Egipto en una sociedad democrática y libre”.[10]

Según decenas de documentos del gobierno estadounidense, ese país desempeñó un papel clave en el apoyo financiero a los que organizaron y llevaron adelante el derrocamiento del gobierno de Mursi, especialmente a los miembros del Frente de Salvación Nacional y a los Cristianos de Egipto, detrás del llamado al fortalecimiento de la democracia en Oriente Medio. Esas medidas tomadas por EE.UU. pueden considerase violaciones de las leyes egipcias, dado que en Egipto está prohibido recibir financiamiento de parte de los gobiernos de otros países para realizar actividades políticas. A su vez, dichas medidas violaron las propias leyes estadounidenses que prohíben el uso de impuestos para apoyar partidos u organizaciones políticas extranjeras.

Incluso Aymán al Zawahirí, el líder de Al-Qaeda, aseguró en sus primeras declaraciones en torno a los acontecimientos en Egipto, que EE.UU. tuvo un rol importante en la realización del golpe contra Mursi y su derrocamiento, a través del apoyo a los grupos seculares y la colaboración con el ejército.[11]

¿Cuáles son los posibles objetivos de EE.UU. detrás del golpe de estado contra Mursi y la instalación del gobierno militar títere de al-Sisi?

1. La división de Egipto

Algunos políticos y analistas consideran que EE.UU. y sus aliados crearon un conflicto entre el ejército y los grupos islámicos con la ayuda de al-Sisi con el fin de balcanizar Egipto. Según ese enfoque, para llegar a sus objetivos, EE.UU. pretende utilizar el poder de al-Sisi tal como lo hiciera con el dictador Suharto en Indonesia, quien en 1965, con el respaldo de EE.UU. asesinó 850 opositores comunistas.

Una fuente judicial indicó al periódico egipcio Al-Ahram que según documentos de distintos órganos extranjeros se prueba que la separación de Halaíb y Shalatin de Egipto está en su agenda. Dichos documentos también muestran que Egipto sería dividido en cuatro partes: Qana, Saíd de Egipto, Gran Cairo y Delta. Abdulrahman Ahmed Osman, jefe del Centro de Investigaciones y Estudios de África en Sudán, respecto al futuro del mundo árabe sostuvo que “los acontecimientos ocurridos en el mundo árabe son parte del plan de dividir los países de la región, incluido Egipto. Distintas publicaciones en occidente mencionan los detalles de este plan. Aun así, los países árabes son incapaces de entender los objetivos detrás de las crisis.”

2. Poner fin al Islam Político en Egipto

Dada la importancia política y cultural de Egipto para todo el mundo árabe y en Oriente Medio, es claro que EE.UU. está decidido no permitir que los grupos islamistas lleguen al poder nuevamente. El partido de los Hermanos Musulmanes participó en el juego elaborado de EE.UU. y fue derrotado.

Hasta ahora, los islamistas de la Hermandad Musulmana han gobernado en muchos países árabes como Sudán y Palestina, o han tenido fuertes liderazgos políticos como el de Necmettin Erbakan en Turquía y sus seguidores del Partido de la Justicia y el Desarrollo. La Hermandad Musulmana es considerada el principal y más importante grupo de islamistas en Egipto. Su victoria en ese país traía a escena la experiencia de la victoria del Frente de Salvación Islámica en Argelia. La victoria de los Hermanos Musulmanes en Egipto representó el primer gobierno islamista serio en el mundo árabe. Después de décadas de intentos, los Hermanos Musulmanes fueron capaces de pasar a controlar el gobierno y el parlamento. En el camino por alcanzar este objetivo no estuvieron solos. Contribuyeron a esa victoria, muchos salafistas del Partido de la Luz.

Hace algunos años, cuando la Hermandad Musulmana fue formada como partido político independiente, el grupo islamista eligió una consigna que en el futuro se convertiría en la consigna central de todos movimientos islamistas políticos en la región: “El islam es la solución”. No fue solo un lema sino una estructura y un programa. En el tiempo que los pensamientos seculares de grupos como los liberales occidentalizados eran considerados como los únicos pensamientos políticos sistemáticos posibles en Egipto y en otros países árabes, la Hermandad Musulmana y su lema entró en la escena política como símbolo del pensamiento político islámico moderado y democrático. Desde el principio, esta consigna planteaba un enfrentamiento con los movimientos seculares afiliados a EE.UU. A menos de un mes de que Mursi asumiera la presidencia, comenzaron las críticas hacia la ineficacia del gobierno de los Hermanos Musulmanes. Actualmente el nuevo gobierno está determinado a suprimir definitivamente a los islamistas que llegaron al poder por medio de elecciones libres.

EE.UU. dedicó mucha atención a los acontecimientos de Egipto y especialmente a los grupos islamistas, ya que según el eje de su política exterior, el proceso de conversaciones de paz de Oriente Medio debería ser renovado. Para ello, contar con el acuerdo de Egipto es un factor muy importante dado que por un lado es país vecino de Palestina y del Régimen sionista de Israel, y por otro, porque cada modificación en los Acuerdos de Camp David pueden representar un peligro para la paz y la seguridad de la región en función de los intereses de la potencia occidental. EE.UU contaba con Egipto para convencer a Hamás para que participe en las conversaciones de paz con Israel y para que respalde las negociaciones entre Israel y Mahmud Abbs, presidente de la Autoridad Nacional Palestina.

Conclusión

Al ignorar el gobierno de Mursi y respaldar los opositores seculares y partidarios de occidente y EE.UU. las autoridades estadounidenses apoyaron los intereses de Israel en la región. Mantener los intereses de Israel es el principal objetivo de la diplomacia estadounidense en Egipto y otros países islámicos de la región.

Cada vez que un gobierno tuvo un acercamiento a EE.UU., la potencia imperial se hizo más determinado a destruirlo. En efecto, Mursi no cumplió con las expectativas de su pueblo, pero la intervención del ejército en la crisis de Egipto no era necesaria, dado que en la Constitución existían varias otras opciones para resolver el problema y encausar la protesta popular.

Aunque EE.UU y el régimen sionista han demostrado no ser capaces de predecir correctamente el futuro de la situación en la región, nunca han dejado de apoyar el desarrollo de procesos de desestabilización y crisis de seguridad en la región. EE.UU. e Israel consideran que si el desarrollo de los sucesos no es beneficioso para sus intereses, tampoco es contraproducente. De este modo puede decirse que EE.UU. es uno de los principales partidarios de la crisis actual de Egipto.

El desarrollo de los sucesos en Egipto expone que con el intento de dividir a partidarios y opositores de Mursi, EE.UU. y sus aliados buscan el establecimiento de un gobierno dictador en el país árabe, y mantenerlo bajo su control. El objetivo de dicho plan es la eliminación de “Islam político” en Egipto. La liberación de Mubarak después del derrocamiento de Mursi es un ejemplo claro que muestra las intenciones de occidente.

En conclusión, consideramos que EE.UU. con el fin de satisfacer sus intereses estratégicos, busca destruir la estabilidad de la región. Pero actualmente, muchos países y la Comisión de Derechos Humanos se han manifestado en contra de las intervenciones de EE.UU. en los asuntos internos de Egipto y condenan los recientes crímenes de este país en Oriente Medio.


Notas

[1] Robert S. Ford nombrado embajador de Estados Unidos en El Cairo. Red Voltaire, 6-8-2013 http://www.voltairenet.org/article179743.html

[2] Crece la tensión entre Egipto y Etiopía por la presa del Nilo. ABC.es, 11-6-2013. http://www.abc.es/internacional/20130611/abci-crece-tension-entre-egipto-201306111441.html

[3] 40% de los egipcios vive por debajo de la línea de pobreza. Estalla huelga de empleados públicos en todo Egipto. Aporrea, 10-2-2011. http://www.aporrea.org/internacionales/n174661.html

[4] Egipto dice adiós a ley de emergencia. Juventud Rebelde, 31-5-2012. http://www.juventudrebelde.cu/internacionales/2012-05-31/egipto-dice-adios-a-ley-de-emergencia/

[6] U.S. Defense Chief Mans Hot Line to Cairo. The Wall Stree Journal, 11-7-2013. http://online.wsj.com/article/SB10001424127887324425204578597981624524800.html

[7] Profile: General Abdel Fattah el-Sisi. Al Jazeera, 24-8-2013. http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2013/07/201373112752442652.html

[8] Insight: In small American town, a window into Egyptian general’s past. Reuters, 23-2-2013. http://www.reuters.com/article/2013/08/23/us-usa-egypt-sisi-insight-idUSBRE97M01920130823

[9] Longing for Egypt’s General Sisi. Haaretz, 11-7-2013. http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.535095

[10] https://www.facebook.com/Egypt.President.Morsi?fref=ts

[11] Ayman al-Zawahiri says US behind coup against Mohamed Morsi. The Guardian, 3-8-2013. http://www.theguardian.com/world/2013/aug/03/ayman-zawahiri-coup-mohamed-morsi

ASINS / www.noticiaspia.org

 

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