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Argentina :: 16/07/2021

En marcha hacia las elecciones: La crisis manda

Daniel Campione
La pregunta es qué importancia tiene el proceso electoral para un pueblo sumergido en una de las peores crisis entre las muchas que aquejaron a Argentina

Los plazos se acortan y el cierre de las listas de candidatos es inminente.

En estos días se pone en marcha el calendario electoral. El 14 de julio vence el plazo para la presentación de alianzas y diez días después es el término para la inscripción de candidaturas. En tiempos de pandemia y crisis económica, la proximidad temporal puede coexistir con la lejanía mental en lo que respecta a los comicios. Pocos parecen creer que algo cambiará en su vida después de estas elecciones de medio término En esas circunstancias de agobio, resulta previsible que el descontento activo y organizado ocupe un lugar creciente en el desenvolvimiento de la sociedad.

Descontento y protesta en tiempos preelectorales

Según publica La Nación del 13/7, la cantidad de movilizaciones de protesta ha crecido un 60% entre el primer semestre de 2020 y el mismo lapso del presente año. Incide sin duda la disminución de manifestaciones del año pasado, ocasionada por las medidas restrictivas de los primeros meses de pandemia. Pero la magnitud del incremento hace pensar en un descontento social creciente. Organizaciones sociales, agrupaciones de desocupados, sindicatos, partidos de izquierda, todos están de nuevo en las calles.

Las razones del descontento no reconocen misterios. Ya no hay ingreso familiar de emergencia (IFE). Los salarios y las jubilaciones crecen por debajo de la inflación. El poco trabajo que puede conseguirse es precario en proporción creciente. El propósito de alcanzar cierto equilibrio presupuestario se ha impuesto sobre el de prestar socorro a las necesidades más acuciantes. Se extiende además la demanda de “trabajo genuino” en lugar de asistencias que equivalen apenas a la mitad de un ya escueto salario mínimo. Hasta ahora no se percibe una respuesta integral de parte del aparato estatal que pueda satisfacer ese reclamo. Planes como el Potenciar Trabajo que según fuentes oficiales llega a un millón de personas tienen gravitación, pero están muy por debajo de los requerimientos en ese campo.

En lo que respecta a lxs trabajadorxs “en blanco”, la capacidad de negociación de los sindicatos se muestra en la reapertura de la negociación de convenios colectivos. Camioneros, bancarios y otros gremios han alcanzado incluso aumentos por arriba del 40%. El porcentaje puede parecer importante. Es una apariencia que se diluye en cuanto se considera que el salario real viene en franco deterioro desde 2018. Otrxs trabajadorxs tienen como principal preocupación conservar sus empleos, frente a la perspectiva de cierre o de reducción de las empresas que los emplean.

De alianzas y candidaturas

Si regresamos a lo electoral las novedades de los últimos días distan de resultar cautivantes. En la provincia de Buenos Aires aparece como elemento nuevo la agrupación de fuerzas en torno a Florencio Randazzo. En realidad la nueva alianza “Vamos por vos” innova poco respecto a lo que fue Consenso Federal, el frente que en los comicios de 2019 llevó la candidatura a presidente de Roberto Lavagna.

El ex ministro del Interior no parece aportar otra cosa que la potencialidad de quitarle algunos puntos en la futura votación al Frente de Todos. Se habla de que algunos medios, en particular los pertenecientes al grupo Clarín, ven con beneplácito esta postulación. Sería un esfuerzo más para tratar de forzar una derrota del kirchnerismo en la Provincia. O al menos una victoria por escaso margen, que pueda ser presentada por Juntos por el Cambio casi como un triunfo.

Algo más interesante resulta la reciente confirmación del neurólogo Facundo Manes como primer candidato a diputado de la lista de la Unión Cívica Radical (UCR) en Buenos Aires. Enfrentaría en las internas a la o las listas de Pro. Lo que parecía ser un camino allanado para Diego Santilli y su patrocinador Horacio Rodríguez Larreta se ha complicado.

Manes no es del todo un advenedizo en el campo de la política partidaria. Hace tiempo que se manifiesta identificado con el radicalismo. Y se le ofrecieron candidaturas en elecciones anteriores. Pero ha sido este año que se decidió a ingresar al campo electoral.

Es sabido que los candidatos venidos “de fuera de la política” constituyen una práctica en nuestro país al menos desde la década de 1990. Desde Carlos Reutemann a Miguel Del Sel, pasando por Ramón “Palito” Ortega y Daniel Scioli. Salvo el cómico santafesino supieron llegar a los primeros planos, excluida la Presidencia de la Nación.

La diferencia que aporta el neurólogo es que no proviene como sus predecesores del campo del deporte o de las industrias del entretenimiento. Puede exhibir un origen mucho más “serio”, ligado a la ciencia y desplegado en la excelencia profesional y académica. Ha sabido complementar esos pergaminos con un desempeño en el terreno de la llamada divulgación científica. Publicó varios libros que fueron éxito de ventas y ha llevado adelante una firme presencia en los medios, lo que incluyó la conducción de sus propios programas televisivos y hasta alguna serie. En cuanto a sus ideas políticas, parecen remitirse a un conservadorismo de buenos modales, lo que en la jerga de las derechas se llama “moderación”.

El “operativo” Manes lleva el sello de la dirigencia de la UCR, guiada por el propósito de hacer pie en la provincia de Buenos Aires. Un distrito decisivo donde le cuesta alcanzar un papel protagónico desde los tiempos aciagos de 2001. La movida se inscribe en una perspectiva más amplia. La de sacar al radicalismo de su poco lucido rol de escolta de Pro para ponerlo a disputar el rol protagónico. Son varios los radicales, incluido el propio Manes, que tienen aspiraciones a una candidatura presidencial en 2023.

Por el lado del Frente de Todos reina la indefinición en cuanto a los nombres de candidatos, tanto en CABA como en la provincia. Sólo puede presumirse que no habrá pluralidad de listas y que la decisión final estará en pocas manos. Incluso circula una frase clásica del kirchnerismo, la que afirma que “el candidato es el proyecto”. Por lo tanto a quiénes se postula para la elección no sería el dato decisivo.

Esta tesitura parte de la suposición de que el gobierno llegue a septiembre y noviembre en buenas condiciones para competir. Ello estaría dado por un avance sostenido de la vacunación y alguna recuperación del nivel de ingresos y consumo de la mayoría de la población.

Con gusto a poco

Es comprensible que para muchxs argentinxs toda la perspectiva electoral aparezca como poco relevante y alejada de su realidad cotidiana. En unas elecciones sólo legislativas los discursos dramáticos no suenan muy creíbles. El de la oposición acerca de que un triunfo del kirchnerismo convertirá a Argentina en Venezuela (lo que ni siquiera está claro qué significa) anuncia un apocalipsis que nadie ve venir. La pretensión del oficialismo de que una victoria suya sobre Juntos por el Cambio será un golpe definitivo a la ideología y la práctica neoliberales tampoco parece consistente.

La mayor certeza es que ninguna fuerza con posibilidades reales de triunfo es portadora de un cuestionamiento más o menos radical al estado de cosas existente. La pobreza, la precarización laboral y el desempleo son lamentadas por la dirigencia política en sus consecuencias, sin que haya quien aborde con seriedad sus causas, ni muestre disposición para revertirlas. Los grandes conglomerados empresarios que aumentan sus ganancias en medio de la crisis son objeto de alguna crítica de superficie, nunca de desafíos a fondo, con disposición a confrontar con sus intereses.

tramas.ar

 

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