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México :: 30/04/2005

México: A los trabajadores y al pueblo

Partido de los Comunistas
Comunicado del Comité Central del Partido de los Comunistas para este 1ro. de Mayo

La huelga de los mineros de Cananea en 1906, organizada y dirigida por el nayarita Esteban Baca Calderón y otros próceres del partido magonista, es histórica no solo por su momento, si no por sus consecuencias revolucionarias y liberadoras.

Ese movimiento demostró de manera irrefutable que las demandas y reivindicaciones de la clase obrera tienen que plantearse en el marco de la lucha por las transformaciones revolucionarias del país y en cumplimiento de los deberes y derechos que el internacionalismo proletario imponen.

Los huelguistas de Cananea se pronunciaron en contra de la dictadura de Porfirio Díaz y del imperialismo norteamericano que mantenían en la miseria a nuestro pueblo, negándole sus libertades y derechos fundamentales; frenando el crecimiento económico y el desarrollo independiente de un país agrario, minero y atrasado; e impidiendo todo impulso que condujera a los mexicanos hacia el progreso social y la democracia.

También fue replanteada en Cananea la jornada de 8 horas, como una demanda propia y del movimiento obrero internacional que surgió precisamente en la gesta heroica del primero de mayo de 1886 que protagonizaron los mártires de Chicago.

En base a esa experiencia histórica, en este primero de mayo, día internacional de los trabajadores, quienes vivimos de nuestro esfuerzo personal deberemos plantear la demanda de un incremento salarial del 100%, que podría parecer exagerada, pero que significa apenas recuperar el poder adquisitivo que los salarios tenían hace 20 años. Debemos de exigir también que se respete la jornada de ocho horas, que se incumple ante la amenaza del despido o por la necesidad de atender varios empleos. Nos movilizaremos además para oponernos resueltamente a la nueva cultura laboral que nos quiere imponer el foxismo, que no es otra cosa que la negación de la lucha de clases y la cancelación de las conquistas que la clase obrera alcanzó en 1917, cuando el Constituyente de Querétaro consagró el derecho a la huelga, a la libre sindicalización, a la estabilidad en el empleo, a la antigüedad y prestaciones inherentes, a una jornada máxima y a un salario mínimo; pero fundamentalmente, elevaremos la mira para luchar por la independencia nacional y por rescatar a la mayor parte de nuestra población de las garras de la marginación y de la miseria. Debemos plantear además con todo vigor y decisión nuestra solidaridad y nuestra lucha al lado del heroico pueblo cubano, de la Revolución Bolivariana de Venezuela, del martirizado pueblo de Afganistán, de la insurgencia heroica de los combatientes iraquíes y de los derechos históricos del pueblo Palestino por recuperar su territorio.

Después de un largo periodo de resistencia es necesario pasar a la ofensiva.

Vamos a reemprender el camino de la movilización clasista, radical y combativa hasta que logremos arrojar del poder a los testaferros del imperialismo que han dilapidado la riqueza de nuestro país y han despojado a la Nación mexicana de sus derechos patrimoniales y políticos incluyendo la soberanía.

Las autoridades administrativas, legislativas y judiciales, en nuestro país, con el pretexto de una infracción legal, cuya existencia y gravedad nunca fue precisada ni probada, han despojado a los habitantes del Distrito Federal de su gobernante y han privado a millones de mexicanos de un candidato por quien votar en la próxima contienda presidencial. Han clausurado en la práctica la vía electoral. Han cometido un golpe de Estado. Han fabricado un fetiche: "el estado de derecho" que utilizan para hacer retorcidas interpretaciones a la ley, que aplican de la manera que mejor conviene a los intereses de los monopolios y el imperialismo. A nombre de ese fetiche han mutilado nuestra constitución y desmantelado el aparato del Estado, derrocan gobiernos legítimos, entregan al extranjero el patrimonio nacional, protegen a funcionarios criminales, deciden quienes pueden o no participar en las contiendas electorales y, en su momento, podrán negarse inclusive a convocar a elecciones.

Estas autoridades golpistas ya no tienen autoridad moral ni política para seguir al frente de los destinos de nuestra patria.

Los gobiernos neoliberales cuya dictadura se extiende por más de 23 años, vendieron a precios de remate más de mil empresas del sector público de la economía, pero tuvieron que pagar, con el dinero del pueblo, cantidades hasta 10 veces superiores al precio que recibieron por esas empresas para rescatarlas de la quiebra a que las condujeron sus nuevos propietarios de la iniciativa privada, como aconteció con el rescate de la banca hoy en manos del extranjero.

Este gobierno de vende patrias pretende ahora privatizar el Seguro Social, la electricidad y el petróleo, si logra su objetivo se habrá consumado la más grande expropiación que haya sufrido la Nación mexicana en beneficio de las empresas transnacionales y del imperialismo yanqui.

De consumarse este crimen, el país ya no dispondrá de ningún recurso para intentar resolver siquiera los problemas de la marginación y el desempleo. Los pobres deberán de abandonar toda esperanza, como decía aquella frase del Dante inscrita a las puertas del infierno. Ni siquiera habrá recursos para sostener un gobierno propio -hay que recordar que PEMEX contribuye con el 70% del gasto corriente del gobierno- por lo que pasaremos a ser, por méritos propios una colonia, un protectorado apenas del gobierno de Estados Unidos de América.

Sin las riquezas de nuestro territorio; sin la posibilidad de impulsar el desarrollo económico de nuestro país con independencia del extranjero; sin autoridades propias; y destruidos nuestros valores culturales, la población empobrecida irá perdiendo paulatinamente las características de una Nación. La Nación mexicana que surgió plenamente en el siglo XVIII y alcanzó su independencia en el siglo XIX habrá desaparecido para siempre del escenario de la historia.

Es urgente arrojar del poder a los vende patrias.

Pero no basta con derrocar a los actuales gobernantes. Es preciso enterrar para siempre este sistema senil y putrefacto del capitalismo en su fase más odiosa y perversa como lo es el neoliberalismo, para construir un nuevo régimen de la vida social donde la clase obrera y sus aliados, los campesinos, los trabajadores manuales e intelectuales del campo, la ciudad y el mar, los intelectuales patriotas, los artistas y los estudiantes tomen el poder y se beneficien de la riqueza que producen.

Frente a la barbarie, optamos por el socialismo.

¡Proletarios de todos los países uníos!

Comité Central del Partido de los Comunistas
México DF, 1 de Mayo del 2005

 

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