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Chile :: 14/07/2021

Chile y la sombra del islamoizquierdismo

Maciek Wisniewski
La crisis permanente del capitalismo y su globalización lo lleva siempre a la búsqueda de nuevos enemigos, sean pro Palestina o pro mapuche

Uno. Quiero llevar al país lejos de los restos de la dictadura y del neoliberalismo, dice Daniel Jadue, el alcalde de la municipalidad (la comuna) santiaguina de Recoleta, miembro del Partido Comunista (PC), que en noviembre podría convertirse en el próximo presidente de Chile.

Su discurso, centrado en lo social −creadas por él farmacias e inmobiliarias populares parecen un ensayo para futuros programas sociales establecidos con la elevación de los impuestos a los más ricos−, apunta a la (re)construcción de un país en que la mayoría no tendría que irse endeudando para poder comer y en la liberación de Chile −la recién convocada Asamblea Constituyente es un paso en esta dirección− del tutelaje de las élites (bit.ly/3dMUr4S).

Nieto de migrantes palestinos, con Chile albergando la más grande diáspora palestina fuera de Medio Oriente, laico, pero proveniente −como Edward W. Said− de una minoría cristiana, Jadue, que se siente íntimamente vinculado con la política en Medio Oriente, se formó primero en el Frente Popular para la Liberación de Palestina chileno y sólo después en el PC.

Dos. Sus críticas a las políticas de Israel frente a Palestina de acuerdo con el trend de igualar el antisionismo con el antisemitismo (bit.ly/3dSIlXF), le han traído las −previsibles− acusaciones de ser un antisemita (sic). En 2020 el Centro Simon Wiesenthal, puso a Jadue en su lista meramente −siendo él un político tan prominente− por su involucramiento en la campaña de boicot, desinversión y sanciones a Israel (BDS).

Igualmente el centro tachó la posibilidad de su victoria como chocante (sic), algo que abrió la puerta a más ataques dentro y fuera de Chile, aunque el propio Jadue insiste que en su historia no hay nada que denote al antisemitismo −sólo tengo algunos problemas con los sionistas− y como lo enfatiza en su caso un grupo de académicos “es inconcebible tratar una crítica a Israel que creó una realidad del apartheid en los territorios ocupados como una forma del antisemitismo”.

Tres. Frente a las −rituales− acusaciones del antisemitismo, hay que recordar que lo mismo que hoy con Jadue, un comunista propalestino, ocurrió en su tiempo con Salvador Allende, igualmente tildado de antisemita (sic) por dirigentes de la comunidad judía en Chile que “preferían hablar de ‘antisemitismo’ en lugar de abordar su oposición a las políticas económicas de la izquierda”, alertando de supuestos horrores del comunismo, mientras el único horror que trajo consigo miles de muertos, desaparecidos, torturados y decenas de miles de exiliados vino con el golpe de Pinochet.

A lo largo de los 70 y 80 Israel apoyó extensamente con armas y asesores a la dictadura pinochetista [documentos desclasificados estadounidenses sitúan a Israel entre los principales exportadores de armas a Chile, con la que tuvo además una alianza de carácter político en foros internacionales] de cuyo legado los chilenos finalmente se están liberando, aunque −nuevamente−, tras un periodo de una aguda represión basada, entre otros, en el modelo de seguridad (la mutilación, etcétera) suministrado por Israel al multimillonario presidente Piñera.

Cuatro. En un curioso vuelco de la historia, las denuncias contra Jadue emulan el ímpetu ideológico con el que hace 100 años se estigmatizaba a los migrantes judíos y comunistas (y/o sus descendientes). No obstante el giro de la judeidad hacia la derecha (véase: E. Traverso, El final de la modernidad judía, 2013), el paso sistémico del antisemitismo/judeofobia hacia la islamofobia y la irrupción del llamado islamoizquierdismo que ocupó el lugar del mito del judeobolchevismo, sustituyeron la vieja figura del otro (un judío) por una nueva (un islamista).

Igual que en los años 20-30, cuando toda una generación de intelectuales y radicales marxistas en la izquierda comunista que abandonó sus vínculos con el judaísmo seguía siendo vilipendiada en estos términos, hoy toda una serie de intelectuales o políticos de origen musulmán que abandonaron las prácticas religiosas y se definen como tales sólo en reacción al racismo dominante −igual que Jadue cuyo palestinanismo, más allá de sus raíces cristianas, es sinónimo de lo extraño−, están siendo denunciados y difamados en estos términos.

Cinco. Así, el caso de Chile es muy ilustrativo: originalmente el concepto de islamoizquierdismo fue acuñado hace dos décadas por Pierre-André Taguieff para estigmatizar la solidaridad propalestina y los sectores de la izquierda altermundialista/antineoliberal, suponiendo la existencia de un eje opuesto “al orden ‘americanosionista’” (sic) en un marco de la supuesta ola del nuevo antisemitismo (véase: La nouvelle judéophobie, 2002).

Para Taguieff, la alianza de la izquierda antineoliberal con el islamismo bajo la bandera palestina (sic) era el principal enemigo de la benévola globalización neoliberal amenazada por el neocomunismo y el neoantisemitismo.

Si bien hoy el islamoizquierdismo responde ante todo a las particularidades de la guerra cultural en Francia, que Jadue, un comunista chileno-palestino que encarna un afán de liberar a Chile de los vestigios del neoliberalismo, acabe tachado por su activismo de antisemita, denota que esta herramienta ideológica trasciende sus fronteras y que la crisis permanente del capitalismo y su globalización lo lleva siempre a la búsqueda de nuevos enemigos.

@MaciekWizz

 

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