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Venezuela :: 15/08/2014

Capacidad y necesidad en el proceso bolivariano

Guillermo Cieza
Construir el socialismo supone construir una sociedad emancipada que reconozca el principio orientador de “de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad”

En Venezuela no existe todavía una sociedad socialista pero se la intenta construir y esa construcción debe prefigurar, anticipar, el objetivo.

Durante una primera etapa del proceso bolivariano sus dirigentes han tenido una especial preocupación por pagar la deuda social acumulada por durante décadas con un pueblo que estaba sumergido en la pobreza y la indigencia.

Contemplando las necesidades populares y tratando de conservar el gobierno por la vía electoral,  se distribuyó riqueza apelando a distintos proyectos compensatorios.

Pero después de ese necesario, o al menos justificado, primer momento resulta evidente que no contemplar la primera premisa de “dar a cada cual según su capacidad” está aportando al desarrollo de nudos políticos que traban la organización popular y la construcción de una economía socialista.

Desde el punto de vista de lo organizativo,  reconocer y premiar a quien demuestra capacidad y compromiso, genera efectos motivadores. Por el contrario, poner en el mismo plano de reconocimiento a quienes permanecen inmóviles y descomprometidos sin mas actitud que esperar el Papa Estado le resuelva el problema, abona al facilismo y al parasitismo. Si el pueblo fuera consultado sobre este tema sin lugar a dudas advertiría estas diferencias y sería muy severo proponiendo mecanismos que compensen o castiguen las distintas actitudes. Y sería capaz también de delimitar cuestiones de adhesión partidaria, con la decisión de comprometerse a resolver lo problemas individuales y colectivos. A modo de ejemplo, seguramente acordarían que en un proyecto de autoconstrucción, quien no cumple un mínimo de trabajo efectivo no merece recibir una casa, sea chavista u opositor.

Facilismo y sistema clientelar

Cuando el gobierno bolivariano distribuyó riquezas promoviendo una mejora en las condiciones de vida de los sectores populares, desde la derecha se promovió la crítica al “facilismo”. Esta crítica que ha tenido una fuerte adhesión en sectores de las clases medias, condimentada con un fuerte componente racista, vincula la supuesta condición de “flojo” del pueblo venezolano con políticas que contribuirían a promover “la flojera” , pretendiendo dividir  a la sociedad entre los que se han esforzado y quienes no lo hacen.

Desde filas de revolucionarias se ha respondido con mucha firmeza defendiendo  derechos básicos del pueblo venezolano a la alimentación, la vivienda, la salud, la educación y la atención a la vejez. Afirmando también que son los humildes quienes  se paran muy temprano todos los días para ganarse su sustento,  a diferencia de las  minorías oligárquicas que nunca trabajaron y que durante décadas se dedicaron a despilfarrar los dineros públicos.

Despejada esta polémica con la derecha, me parece importante señalar que también en nuestro propio pueblo surgen, desde otra perspectiva, críticas al “facilismo”. En barrios populares muy humildes, en urbanismos habitados por personas provenientes de zonas de derrumbe o de ranchos, que provienen de ser los más pobres entre los pobres, también hemos encontrado críticas al facilismo. Pero esta vez la crítica no esta centrado tanto en el derecho a recibir recursos, sino en las consecuencias políticas de recibir recursos sin realizar ningún esfuerzo.

Se critica al facilismo como un cáncer que afecta a la organización popular. Y la crítica me parece correcta, porque el facilismo es funcional a la dominación del sistema clientelar.

El sistema clientelar que tuvo su apogeo en la IV Republica, pero que aún persiste con mucha fuerza en Estados con mucha presencia originaria,  como el de Amazonas, domina a partir de cinco estrategias básicas.

1-      Negar saberes y capacidades de las comunidades y las personas que son reducidas a objetos. Esta desvalorización suele estar asociada a algunos gestos populistas y demagógicos donde se recrea la farsa de reconocer y reivindicar a los que se ignoran.

2-      Promover la inmovilidad de los dominados, saboteando toda iniciativa que intente reunirlos, movilizarlos y emprender colectivamente actividades o gestiones exitosas.

3-      Generar la dependencia del sistema clientelar y de su red de operadores o caudillos políticos.  Fortalecer  la dependencia de los pueblos de las ideas, de los recursos económicos y de la capacidad de gestión del sistema clientelar.

4-      Promover la baja de la autoestima de los pueblos. Recibir sin dar nada a cambio genera humillación y dependencia. La dominación  se ejerce en base a una cadena de favores que se pagan con subordinación política. Ningún pueblo con baja autoestima puede organizarse.

5-      Promover diálogos asimétricos. El del Estado-gobierno con un jefe de familia inmovilizado y aislado. El del Estado-gobierno con un operador o caudillo de la comunidad o territorio que es cooptado o impuesto para servir como correa de trasmisión del sistema clientelar. El del operador o caudillo con su comunidad o territorio.

El facilismo es funcional al sistema clientelar porque al negar el protagonismo popular, reduce a objetos a las personas; inmoviliza, genera dependencia, baja la autoestima y promueve los diálogos asimétricos.

La promoción del facilismo y la construcción de un sistema de dominación política tienen en Venezuela un sello de origen, la IV Republica, pero no es propiedad exclusiva de la oposición. Se ejerce también desde dirigentes oficialistas que, como decía Chávez en el cuento del chiwire y los indios, hablan de socialismo pero llevan adentro la cochinada capitalista.

Lo opuesto al sistema clientelar es el protagonismo popular

El protagonismo popular, construye sujetos, moviliza, promueve la autonomía, la autoestima y los diálogos entre pares.

Solo es capaz de organizarse, aquel que es capaz de autovalorarse. En palabras de una jefa de hogar que salió a cortar rutas para pelear por sus derechos en Argentina en los tiempos del gobierno neoliberal de Menem, “Cuando salí a la ruta me empecé a sentir persona”.

Si se garantiza la democracia comunal,  uno de los rasgos mas distintivos del espíritu y la organización comunal, será el reconocimiento del esfuerzo y los compromisos asumidos por quienes participan de una comunidad.

La idea de que conductas opuestas al igualitarismo y al facilismo pondría en riesgo derechos elementales de personas indefensas, subestiman a nuestro pueblo.

Las decisiones del pueblo son severas, pero también generosas.

En plena crisis del año 2000 en la Argentina en los comedores populares que obtenían alimentos gracias a su movilización, no se excluía a las personas ancianas, discapacitadas o a los hijos de las familias que no se sumaban a la lucha. Solo los adultos mayores que por su propia decisión se negaban a movilizarse, eran excluidos del derecho a participar en esos comedores.

Distribución de la riqueza o economía socialista

En lo productivo, el fracaso de las cooperativas  pudo justificarse alegando que al menos aportaron a distribuir riqueza. Pero quince años mas tarde de iniciado el proceso bolivariano con sus consecuencias de crecimiento de la conciencia y la organización esta justificación, ya no puede aceptarse.

Distribuir dinero entre miles de proyectos que seguramente van a fracasar por falta de escala, por falta de experiencia productiva y de gestión acumulada, o porque no se controlan las redes de distribución, no solo no es construir economía socialista. Significa repetir los lineamientos del Banco Mundial que apuntan precisamente a generar fracasos y a promover la desmoralización popular sobre las posibilidades de la producción social, cooperativa y autogestionaria.

Por el contrario construir prefigurando una economía socialista debería impulsarnos a lo que en palabras de Meszaros significa  “producir sobre la base del pleno desarrollo de las potencialidades de los individuos sociales”, como condición necesaria para garantizar en forma permanente y a largo plazo la satisfacción de las necesidades de los individuos.

Construir una economía socialista presupone reconocer las capacidades demostradas, asentarse en las experiencias más exitosas de comunas  e identificar los nudos de los sistemas productivos, para afrontarlos desde la nueva institucionalidad en colaboración con el Viejo Estado.

Los centros de acopio, por ejemplo, que son puntos estratégicos en la producción agropecuaria deben constituirse con propiedad estatal y administración comunera.

La referencia a las comunas más exitosas merece atención. La valoración en capacidades demostradas debe ser tenida en cuenta, para realizar pasantías, para que puedan brindar cursos de producción y de vivencia de la experiencia productiva comunal, pero además para que se les asignen las mayores responsabilidades cuando se intente avanzar en controlar los puntos estratégicos de un sistema.

Que las comunas asuman esas responsabilidades no se corresponde con el desarrollo “natural” de su crecimiento. Desde lo comunal lo “natural “es la diversificación y extenderse en lo local.  Es el viejo Estado el que da la visión nacional, la perspectiva macroeconómica.  El problema del viejo Estado es que es incapaz de desarrollar esas perspectivas, todas sus iniciativas terminan metabolizada por el capitalismo.

Desde lo económico, la agregación comunal para la conformación de redes productivas de la  nueva institucionalidad no significa prescindir totalmente del viejo Estado, ni promover el igualitarismo. La asignación de roles diferenciados en una red productiva debe contemplar las distintas capacidades de conciencia socialista, organización, producción y gestión demostradas.

En la Comuna de Canoabo, estado de Carabobo, podemos encontrar un ejemplo en  escala reducida pero muy demostrativo de esta idea.

.En la Comna de Canobo el grupo mas consolidado políticamente controla la compra y distribución de alimentos y la producción de ponedoras. Unidades productivas familiares desarrollan la producción de huevos que son entregados a la Comuna para ser comercializados. Otras familias asumen las responsabilidades de los puntos de venta.

El control de los puntos estratégicos del sistema por parte del grupo mas consolidado políticamente garantiza que no haya desviaciones de objetivos y recursos, pero además genera un apadrinamiento de las nuevas iniciativas, promoviendo valores y aportando desde lo organizativo y lo productivo, para que se desarrollen sus máximas potencialidades.

Aportar a estos padrinazgos no genera dependencia. Por el contrario supone fortalecer un compromiso conciente con la actividad productiva que, satisfaciendo las necesidades de la comunidad, garantizará los objetivos propuestos y estimulará un proceso continuo del desarrollo de las capacidades de los productores.

Capacidad y formación política

Es fácil ponerse de acuerdo que las carencias de formación política es uno de los puntos mas débiles del proceso bolivariano.

También es fácil coincidir en que como ocurre en el campo de la economía la formación política pensada en términos masivos ha transitado entre el tutelaje y el espontaneismo, entre la clase magistral con power point, y versiones de la educación popular que eluden su papel orientador y promotor de organización popular. Y sin ser ningún gurú puede anticiparse que esos recorridos pendulares que vinculan experiencias fallidas van a continuar.

Repensando sobre el origen de la subestimación de la formación política ejercida, con escasas excepciones, por movimientos populares y gobernantes, la cuestión  de la premisa de “a cada cual según su capacidad”  merece nuestra atención.

Porque si solo nos limitamos a contemplar necesidades, si solo trata de promover el igualitarismo, ¿porqué vamos a interesarnos por la formación política?

A modo de conclusión

Observar distintos temas aisladamente nos pueden llevar a prestar demasiada atención a factores secundarios, particulares de cada cuestión y de escasa relevancia. .

Nuestra preocupación debe ser insertar estos temas en las dificultades y las acechanzas del  recorrido heroico de una revolución que pretende avanzar con todos, frecuentemente tentada a adherir a las  supuestas “conveniencias” de la sustitución política, del tutelaje o las viejas prácticas del caudillismo político.

Estas contradicciones deben debatirse en el plano de las ideas, pero solo pueden irse resolviendo en el plano de la práctica,.de la construcción concreta que afirmen el rumbo del socialismo comunal.

La fragilidad del proceso revolucionario amenazado por enemigos externos e internos nos obligan a ser consecuentes, pero también estratégicos en la concertación de alianzas y  extremadamente  precisos en la utilización de los recursos disponibles.

Amazonas, agosto. 2014
La Haine

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/eJ1D