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Mundo :: 30/06/2019

El régimen hondureño vive su mayor crisis desde el golpe de Estado

Agencias / La Haine
Honduras se hunde en una grave crisis, con un presidente apoyado por EEUU y las Fuerzas Armadas pero acosado por protestas callejeras

El país centroamericano ha vivido en el último mes una ola de manifestaciones con represión violenta contra el corrupto mandatario Juan Orlando Hernández (JOH), después de que el gobierno presentara reformas privatizadoras de los sectores de la educación y la salud.

Unas duras intervenciones policiales han atizado la tensión en los últimos días, mientras se acercaba el décimo aniversario del golpe militar contra Zelaya, actualmente líder de la oposición centro-izquierdista de Honduras.

El 28 de junio de 2009, los militares con el beneplácito de EEUU irrumpieron a tiros en casa del expresidente, lo sacaron a la calle en ropa de dormir y lo subieron a un avión rumbo a Costa Rica. Los promotores del golpe lo acusaban, sin pruebas, de intentar establecer en Honduras el ‘socialismo del Siglo XXI’ del fallecido exmandatario venezolano Hugo Chávez.

En medio de violentas protestas callejeras contra el golpe, el presidente del Congreso, el derechista Roberto Micheletti, asumió por su cuenta el poder y convocó elecciones para noviembre de ese año. El candidato del ultraderechista Partido Nacional (PN), Porfirio Lobo, ganó aquellos comicios considerados fraudulentos y que no fueron aceptados por el partido de Zelaya, mayoritario.

Fuera JOH

Diez años después, los analistas dicen que Honduras está en una peor crisis que entonces con un presidente odiado por el pueblo por sus políticas neoliberales, al que recomiendan renunciar.

Los gremios de médicos y docentes, con el apoyo masivo de estudiantes y la mayoría de los sindicatos, mantienen desde hace más de un mes manifestaciones y bloqueos de calles contra los dos decretos gubernamentales que intentan privatizar la salud y la educación. Tres personas han muerto, decenas han resultado heridas y cientos encarceladas por la represión policial y militar.

En las protestas incorporaron la consigna «Fuera JOH», una frase acuñada por la oposición política de centro-izquierda, que se niega a aceptar el fraude electoral de JOH en su elección de 2013 y su reelección de 2017.

«Hay un ingrediente nuevo (en la crisis): hay odio en la gente. En la revisión que hemos hecho nosotros, ocho de cada 10 jóvenes, no es que no apoyan al presidente, es que lo odian, así como siete de cada 10 adultos», asegura un miembro del partido de Hernández.

El régimen ha sido incapaz de atender los problemas económicos y el desempleo que han impulsado a miles de hondureños a emigrar en caravanas. Es más, ha fomentado la corrupción y las políticas que benefician a las grandes familias dueñas del país.

Protestas, huelgas y sublevaciones

En declaraciones a la prensa, Zelaya considera por su parte que, 10 años después del golpe, la situación en Honduras se ha deteriorado. «Desde 2009, EEUU está apoyando aquí a un gobierno (…) militarizado que reprime la protesta», explicó.

«Después de diez años, el pueblo está en las calles, (hay) huelgas de empresarios del transporte, sublevaciones hasta de la policía», argumenta Zelaya.

El expresidente recuerda que Naciones Unidas documentó 22 asesinatos durante las protestas contra el fraude en las elecciones de 2017 y llamó a los militares y policías a «abstenerse de usar la fuerza contra la protesta». Agregó: «La dictadura tiene que salir más temprano que tarde, hay una protesta masiva en el país».

La ONG Centro de Documentación de Honduras (CEDOH) afirma que hace unos meses era impensable una declaración como la que hizo la Conferencia Episcopal de la influyente iglesia católica contra el gobierno.

Los religiosos dijeron «basta ya» a los abusos del ejecutivo y señalaron que «la gravedad que adquieren muchos conflictos» se debe a la forma incorrecta con que gobiernan los poderes del Estado. «Estos son los causantes del problema», afirmó la iglesia.

La CEDOH advierte que Hernández es «cada vez más débil dentro de su propio partido y cuanto mayor es el debilitamiento, mayor es la dependencia de los actores que lo sostienen: EEUU y las Fuerzas Armadas».

Agrega: «la ingobernabilidad que se mide por los niveles de conflictividad social van en ascenso como lo demuestran las masivas manifestaciones de protesta» sometidas a una violenta represión.

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/aA4S