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Cuba :: 16/11/2021

EEUU fracasa en su intento de 'golpe blando' en Cuba

Carlos Fazio
La famosa marcha masiva se redujo a cuatro grupúsculos de gente pagada por la USAID, y la famosa represión violenta no se vio ni en las fotos trucadas de la CNN y El País

Después del experimento piloto del 11 de julio pasado y tras varios meses de una millonaria preparación intensiva, los servicios de inteligencia y varias agencias de EEUU habían definido este 15 de noviembre como el nuevo Día D para intentar provocar un estallido social en la isla, que derive en el derrocamiento del gobierno constitucional y legítimo de Miguel Díaz-Canel, la destrucción de la revolución socialista cubana y la restauración de un capitalismo neocolonial mafioso en clave neoliberal.

La fecha elegida para el nuevo intento provocador subversivo coincidió con el reinicio del ciclo escolar en la isla tras la pandemia y la apertura en una escala masiva de los vuelos internacionales, que, vía la industria turística, permitirán reactivar la economía cubana.

Víctima del trastorno obsesivo compulsivo que afectó a 12 sucesivos inquilinos en la Casa Blanca desde el triunfo de los barbudos de la Sierra Maestra en 1959 (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton, Bush hijo, Obama y Trump), y luego de un criminal bloqueo económico-comercial-financiero de más de 60 años y de la aplicación de las 243 nuevas sanciones impuestas por su antecesor, el régimen de Joe Biden cree que es momento de que fructifique la política de cambio de gobierno en la isla, socorrido eufemismo encubridor de una intervención directa de una potencia extranjera.

Como denunció la semana pasada ante el cuerpo diplomático acreditado en La Habana el canciller Bruno Rodríguez, con el fin de favorecer sus objetivos de dominación y hegemonía, Washington intenta presentar a Cuba como un Estado fallido, viejo señuelo para justificar una intervención militar humanitaria. Pero para ello, antes necesita crear un clima de desestabilización, caos y violencia. Con tal fin, valiéndose de agentes internos reclutados, entrenados, financiados, organizados, apoyados logísticamente e incluso a veces transportados en vehículos diplomáticos de la embajada de EEUU en La Habana, se había convocado a una marcha pacífica para el día 15, según el guion de los llamados golpes blandos o revoluciones de colores.

Las revoluciones de colores en Serbia, Ucrania y Georgia a comienzos del siglo XXI introdujeron las nuevas tácticas utilizadas por la Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU (Usaid, por sus siglas en inglés), la Fundación Nacional para la Democracia (NED), el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI), el Instituto para una Sociedad Abierta, de George Soros, y Freedom House, entre otros, para penetrar, infiltrar y generar subversión en la sociedad civil, a través de un movimiento de oposición capaz de desestabilizar o derrocar a un gobierno considerado enemigo.

El golpe blando se basa en la guerra no convencional (o irregular) y se ejecuta de manera clandestina a partir de tácticas indirectas y asimétricas que buscan debilitar y destruir el poder, la influencia y la voluntad del adversario, con eje en actividades de inteligencia, reconocimiento, espionaje y operaciones sicológicas, y utilizando fuerzas especiales encubiertas, contratistas privados, mercenarios y agentes internos, que calificarían como agentes extranjeros, según las leyes de EEUU, y cuya misión es subvertir y violar las regulaciones diplomáticas del país objetivo. El tradicional cinismo, la hipocresía y el doble rasero de Washington.

Como dijo el canciller Rodríguez, no hay acciones autóctonas de desestabilización en Cuba, sino individuos reclutados por la CIA y el Pentágono y financiados por las agencias de Washington (Usaid, NET, IRI, NDI, etcétera), que actúan como operadores o agentes extranjeros que alientan en sectores de la población violencia de vandalismo para alterar la paz interna y generar represión.

Para ello se usa una muy poderosa maquinaria comunicacional oligopólica, particularmente digital (Facebook y Twitter, por ejemplo), que intenta construir desde la irrealidad y la mentira ( fake news o bulos seudoperiodísticos), un escenario virtual con la esperanza de convertirlo en una verdad inexistente en Cuba.

Con apoyo de la industria de la contrarrevolución anticastrista de la gusanería de Miami –que de manera desaforada pide una intervención militar de EEUU y la OTAN en la isla− y de senadores y representantes demócratas y republicanos afines (entre ellos, Mario Díaz-Balart, María Salazar, Albio Sires y Debbie ­Wasserman), esa y otras plataformas privadas −a las que se suman las cadenas corporativas de difusión masiva hegemónicas (televisión, radio y prensa escrita)−, alterando algoritmos y mecanismos de geolocalización (como ocurrió en los sucesos del 11 de julio pasado), utilizan prácticas comunicacionales típicas de escenarios de polarización extrema y máxima toxicidad, que no sólo alientan mensajes de odio, división y discriminación, incluso racial, sino que incitan a la violencia y al delito.

En la coyuntura, dichas acciones han sido alentadas públicamente por el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan y el secretario de Estado, Antony Blinken. Sólo en septiembre de 2021, la Usaid, vieja tapadera de la CIA, asignó un paquete de 6 millones de dólares para la guerra de espectro completo contra Cuba, a 12 organizaciones anticastristas que operan en la Florida, Washington, Madrid y México.

Bruno Rodríguez denunció la existencia de amenazas violentas contra embajadas cubanas (serían las misiones en Madrid, Buenos Aires, Montevideo y Ciudad de México) y contra corresponsales de la prensa extranjera acreditados en La Habana. Reiteró, asimismo, que la política de Washington hacia la isla es disfuncional, obsoleta, anclada en el pasado, ineficaz y costosa para los contribuyentes estadunidenses, y enfatizó que el gobierno y el pueblo cubano impedirán, con base en la Constitución, las leyes y el derecho internacional, cualquier tentativa de injerencia o intervención humanitaria contra la independencia y la soberanía de Cuba.

La Jornada

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Cuba se burla de la fiesta fracasada de EEUU y la UE

El canciller cubano, Bruno Rodríguez.

El canciller cubano destaca el rotundo fracaso de los intentos de EEUU por generar caos a través de protestas en la isla, como la convocada para el 15-N.

Los organizadores de la marcha, según denuncia La Habana apoyados por Washington, habían convocado desde hace días a los cubanos vestirse de blanco y volcarse el lunes, 15 de noviembre, a las calles en todas las ciudades de la isla, y que colgaran una sábana blanca en su ventana o publicaran contenidos “online” a favor de la iniciativa contra el Gobierno de Cuba.

Sin embargo, la marcha, considerada “ilegal” por las autoridades cubanas no se realizó ni en La Habana, la capital, ni en ninguna otra ciudad, y se observó un ambiente de normalidad en todo el país.

“Los que crearon, fuera de Cuba, otras expectativas que se no han cumplido, se han quedado vestidos para aquella fiesta, que no ha ocurrido”, señaló el canciller cubano, Bruno Rodríguez, en declaraciones para el sitio web Cubadebate.

El máximo diplomático cubano lamentó las informaciones lanzadas desde el Gobierno de EEUU o por la oposición cubana, contra la situación en la isla y, en forma irónica sobre la protesta opositora, dijo que “el guion no ha sido bueno” y que “la puesta en escena ha sido peor”.

HispanTV

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/eN58