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Nacionales E.Herria :: 08/03/2015

Aportación de Herri Gorri a un debate necesario.

Herri Gorri
Respuesta de Herri Gorri a la organización Reconstrucción Comunista

 

El debate constructivo debe nutrir la verdadera línea de confluencia entre comunistas, definiendo la finalidad del mismo, que no es otra que establecer posicionamientos, líneas y aportaciones con capacidad de generar un espacio de referencialidad comunista, marxista-leninista para la clase obrera y el Pueblo Trabajador Vasco. Eso se traduce en que en el movimiento real y el análisis y la praxis derivada del mismo, debe generar espacios de aproximación, a pesar de las contradicciones o divergencias que puedan estar presentes.
En esta fase, asistimos a diferentes formas de afrontar la imperativa necesidad de reconstruir una alternativa comunista y de ahí el inevitable surgimiento de colectivos y organizaciones que, tras una derrota estratégica como la que sufrimos, prácticamente debemos partir de cero. En muchas ocasiones, reproduciendo debates que ya fueron resueltos en el pasado, y en otras, estableciendo debates “nuevos”, utilizando de manera más o menos satisfactoria, los recursos teóricos y prácticos existentes y con vocación de no salir del campo de la ciencia que ofrece el materialismo histórico.
La definición de Euskal Herria como marco autónomo y nacional de lucha de clases, no es una premisa retórica o un constructo ideológico al servicio de una tendencia u otra. De lo que hablamos, es de la definición científica de Euskal Herria como Formación Económico Social, con una historicidad propia, en la que el capitalismo surge y articula de manera concreta y específica, la dinámica política, ideológica y económica. Las características de Euskal Herria como tal realidad histórica, determinan un proceso de formación de las clases y de fracciones en el seno de las mismas, ligadas a una especificidad en la que, lógicamente, la contradicción capital-trabajo, asume características centrales desde el momento en que el Modo de Producción Capitalista se constituye en dominante y, con posterioridad, en predominante y exclusivo.
Primera cuestión importante, la existencia de la realidad nacional de Euskal Herria, es ajena al nacionalismo. De hecho es un producto de esa realidad de la que surge y alude incluso de manera patrimonialista, como respuesta ideológica y política a situaciones y procesos históricos previos incluso a la propia configuración del capitalismo como Modo de Producción Dominante.
Un desarrollo del capitalismo, que no puede ser abstraído de una identidad cultural/idiomática que ha sido objetivamente oprimida y minorizada y de la existencia de múltiples identidades culturales/idiomáticas coexistentes. Tampoco del patriarcado como institución asentada y consolidada, y de las consecuencias que, en el terreno de la política y de la ideología, tienen todos estos elementos en sí mismos y de forma articulada en la configuración de Euskal Herria internamente y en relación a su propia exterioridad.
El propio Partido Comunista de Euzkadi, antes de su liquidación por el fascismo y por la posterior purga carrillista de post-guerra civil, hablaba de liberación nacional, de autodeterminación y de confluencia de los pueblos ibéricos, desde su soberanía y desde una orientación revolucionaria clasista, hacia el socialismo. Como ejemplo histórico, tenemos que el propio PSUC mantuvo representación propia en la Komintern.

Por lo tanto, afirmar las características propias de Euskal Herria, como Formación Económico Social, con un proceso de formación de clases y fracciones diferenciado y propio, desde la polarización principal, determinante y antagónica de la contradicción capital-trabajo, conduce a lo que consideramos un segundo punto de importancia fundamental.
La lucha por el socialismo en Euskal Herria, requiere una estrategia propia, adecuada a nuestro contexto, coordinada desde la premisa del internacionalismo proletario con otras luchas en otros espacios nacionales y/o estatales, pero no subordinada bajo ningún concepto.
El socialismo, en el ámbito de la teoría, se define como fase de transición hacia el comunismo, en el que la lucha de clases seguirá estando presente, sólo que bajo la hegemonía política, ideológica e institucional de la clase obrera y del Pueblo Trabajador. Se puede incluso realizar una clasificación de ciertos rasgos que pudieran definir ese régimen de transición y que pueden ser comunes a cualquier proceso revolucionario. Pero afirmar que no existen elementos nacionales, históricos y específicos en los procesos revolucionarios, significa no salir del terreno de la abstracción pura y dura.
Y eso no significa recurrir a fórmulas de “socialismo identitario”, ni “del siglo XXI”, sino que implica dar cuenta de cuestiones muy sencillas. Por ejemplo, en el caso de la URSS, el debate sobre socialismo en un solo país, frente el aventurerismo de la “oposición de izquierdas”, sólo era factible en una realidad como la de la URSS, con inmensidad de recursos para consolidar una fase de acumulación socialista. Las vías que afrontaron Vietnam o Corea…las diferencias fundamentales que afrontaron en su construcción socialista Albania, sin liberación por parte del Ejército Rojo al término de la Segunda Guerra Mundial o Polonia, las condiciones de Cuba o del Chile de Allende… ¿no aportan procesos de lucha de clases diferenciados, realidades concretas y evoluciones, victoriosas o malogradas de socialismos ?
Hacer abstracción de los elementos que definen la transición al socialismo en Euskal Herria, implica no considerar elementos fundamentales de la dinámica de la lucha de clases, como por ejemplo, la sobre-representación política e ideológica de sectores de la pequeña y mediana burguesía y la capacidad de establecer espacios político-ideológicos con sectores del Pueblo Trabajador Vasco, desde un nacionalismo de izquierdas.
También el rasgo diferenciador de una clase capitalista dominante, en realidad ligada al marco estatal de reproducción ampliada del capital, precisamente por las características de Hegoalde, con un desarrollo de las fuerzas productivas sobredimensionado, en relación al mercado interior de reducidas dimensiones o la existencia de una ideología nacionalista reaccionaria, propia del PNV como representante histórico, cualitativamente diferenciada del nacionalismo revolucionario.
Y qué decir de la opresión ideológica y política del nacionalismo español, cuyo sustrato incluso en organizaciones que se decían y dicen comunistas, negando incluso el derecho de autodeterminación, han alimentado y retroalimentado una dinámica de confrontaciones en torno al eje identitario, que han llegado a difuminar el carácter de clase y la contradicción capital-trabajo en Euskal Herria, llegándose incluso en los últimos tiempos, a organizarse políticamente una identidad navarrista, de características aún no muy claras.
Pero es que en Euskal Herria, el abertzalismo “hace pie” en situaciones objetivas de opresión cultural-identitaria sobre amplios sectores del Pueblo Trabajador Vasco. Más aún, esa opresión cultural identitaria, fue asumiendo de manera progresiva y creciente, expresiones políticas y represivas, de negación de derechos y libertades fundamentales por parte de los estados, generó unas condiciones propias en Euskal Herria, que llegaron a ir más allá del propio abertzalismo, puesto que el abertzalismo de izquierdas, asumió en una reforma del franquismo truncada, sin ruptura democrática de por medio, una estrategia, que llegó a aglutinar a otros sectores revolucionarios en un mismo movimiento de resistencia.
La cuestión nacional, debe estar subordinada a la lucha de clases, a la contradicción fundamental y antagónica entre capital y trabajo, pero la propia cuestión nacional, dota a la lucha de clases de una naturaleza específica. No hay liberación nacional, si no se desarrolla bajo una hegemonía de la clase obrera y del Pueblo Trabajador Vasco; pero no existe la posibilidad de una hegemonía de la clase obrera y del Pueblo Trabajador Vasco, si el marxismo-leninismo en Euskal Herria, no convierte la cuestión nacional en un elemento fundamental del programa político dentro de una estrategia desde y para nuestro marco específico de lucha de clases.
Existen organizaciones en el ámbito estatal español, que apuestan de manera clara, decidida y honesta por el derecho de autodeterminación, lo que respetamos y nos parece adecuado -y marxista- dicho planteamiento, pero en Euskal Herria posicionarse por la autodeterminación, es una consigna vacía si no se afirma el sujeto que se autodetermina, y si no se le dotan de unos contenidos políticos y programáticos de clase. Autodeterminación como soberanía para instaurar un régimen de transición socialista, sólo de esta forma, se le despoja de su caracterización de clase otorgada por el nacionalismo burgués. Sólo de esta forma, se despoja al sujeto revolucionario en Euskal Herria, de caracterizaciones nacional-identitarias.
Independencia si, pero sólo bajo una nueva correlación de fuerzas, en la que dicha Independencia adopte una inequívoca caracterización popular, bajo hegemonía de nuestra clase. El binomio Independencia-Socialismo, sujeto de manipulaciones interesadas, de dislocación entre ambos procesos, en términos de fases o etapas diferenciadas, se sintetizan en AUTODETERMINACION SOCIALISTA en la que la lucha de clases es el verdadero motor de transformación social.
El Estado español, es el garante de la reproducción social, al servicio de las diferentes fracciones capitalistas, unificadas bajo el régimen del 78. Sin duda alguna, la quiebra del Estado español, como cárcel capitalista de pueblos es un objetivo que precisa de una coordinación estratégica, pero teniendo presente que será desde el internacionalismo proletario, el respeto a la soberanía y a las vías propias en las que tomen forma la democracia popular y la transición hacia el socialismo. Por ello, consideramos esencial que el futuro Partido Comunista de Euskal Herria, sea independiente desde su origen, como producto de la forma que adopta la lucha de clases en Euskal Herria.

 

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