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Argentina :: 28/04/2015

Federici: El feminismo del siglo XXI

Camila Parodi
Entrevista con la activista marxista feminista, que comparte su análisis sobre el contexto actual del capitalismo y el rol de las mujeres en él.

En su paso por Buenos Aires, entrevista con la escritora y activista marxista feminista Silvia Federici. En esta primera parte habla de sus experiencias políticas, de la organización del trabajo capitalista y la división sexual que éste implica y la importancia del reconocimiento del salario doméstico de las mujeres como herramienta para cambiar las relaciones de poder con los hombres y el capital.

“La incompatibilidad de la magia con la disciplina del trabajo capitalista y con la exigencia de control social es una de las razones por las que el estado lanzó una campaña de terror en su contra”.

Cálida y atenta, esta italiana autora del célebre libro “Calibán y la Bruja” se nos presenta con la tácita potencia dialéctica que se adquiere desde la teoría y la praxis. Nos recibió en el día de su cumpleaños, en su hotel, recién llegada, con ganas de conocer y conocernos ya que sostiene que el feminismo de Argentina es muy activo e importante para quienes teorizan desde afuera.

Federici no da nada por hecho ni dicho. Sus análisis son tan necesarios para los feminismos como para las izquierdas y los movimientos sociales en épocas en que siguen exponiéndose las tensiones y los encuentros en las luchas emancipatorias de las últimas etapas de la historia mundial.

“Las mujeres han pagado el precio más alto, con sus cuerpos, su trabajo y sus vidas”, sostiene en la contratapa de su más reconocido libro. Es que, como ella misma dice, en el corazón del capitalismo no sólo encontramos una relación simbiótica entre el trabajo asalariado- contractual y la esclavitud, sino que en tanto sistema económico y social, está necesariamente vinculado con el racismo y el sexismo.

Ya ansiosas y en diálogo exclusivo con Marcha, esto nos dijo:

-Repasando un poco su recorrido, ¿cómo llegó a teorizar desde y para el feminismo?

Mi recorrido sobre todo fue impulsado por las experiencias prácticas con otras mujeres que crecieron en Italia en el período después de la Segunda Guerra Mundial, en una sociedad todavía fascista y muy autoritaria en especial contra las mujeres, por eso soy feminista desde muy chica. Y después mi encuentro con el feminismo fue a fin de los años sesenta en Estados Unidos, donde tuve una beca para completar mi trabajo con un doctorado.

A principio de los setenta empecé a trabajar con grupos feministas, pero verdaderamente mi compromiso con el feminismo se desarrolló en el año ´72 cuando empecé a trabajar con el Colectivo Feminista Internacional, que fue la organización que impulsó la Comité por el Salario Doméstico de New York; esa fue mi experiencia política más importante.

Luego trabajé un tiempo en distintos países de África con mujeres feministas en otra organización que se llamaba Mujeres en Nigeria. Distintos trabajos pero siempre desde una perspectiva, la cual ha ido ampliando en los años.

-En esa misma época se da el apogeo del feminismo radical que entendía al patriarcado como única estructura de opresión contra la cual luchar. En contraposición, otras feministas, incluida usted, plantean una propuesta superadora tanto para la teoría marxista como para la feminista, desde donde se demuestra como ambos sistemas se refuerzan entre sí.

Es por la organización del trabajo capitalista y la división sexual que éste implica. A diferencia de otras feministas que analizaban el patriarcado únicamente desde una perspectiva cultural como bien decías en el caso de las feministas radicales o las liberales que solo analizaban desde el punto de vista de falta de igualdad con los hombres como objetivo principal. En cambio nosotras pusimos el enfoque no en la posición de la mujer sino en la división del trabajo.

-¿Desde una perspectiva marxista?

Si, sin embargo era necesario ir más allá de él. El análisis marxista de la explotación del trabajo fue la base que nos juntó.

-Existe una tensión permanente entre la teoría marxista y la feminista, ¿considera que con sus aportes se pudo entender mejor al sistema como uno: de opresión capitalista, patriarcal y colonial?

El feminismo ha transformado y ampliado al marxismo. Porque no solo ha añadido lo que el marxismo no ha dicho, sobre la historia de las mujeres. Sino que ha transformado la concepción marxista sobre la división del trabajo.

Porque nosotras nos dimos cuenta que la visión del capitalismo que Marx y los socialistas nos han dado es un análisis limitado. Porque no es capaz de ver el gran territorio de explotación que es el trabajo doméstico por eso no son capaces de ver tantos problemas.

Por ejemplo, el uso específico que el capitalismo ha hecho de la relación salarial, no expresa el uso que ha hecho de la diferencia que existe entre el asalariado y no asalariado desde donde se construyen jerarquías y divisiones entre el proletariado mismo.

Y desde esta perspectiva, nos hemos vuelto a problematizar qué es el capitalismo, qué es la lucha de clase y quiénes son sus sujetos, qué es el salario; por eso, creo que hemos dado una contribución muy grande a la transformación de estos conceptos tan importantes del marxismo.

De esta forma pudimos dimensionar que justamente el capitalismo debe crear diferencias entre trabajadores asalariados, otros sin derechos, esclavos es decir que siempre crea jerarquías. Es por eso que afirmamos que a partir de la capacidad de jerarquizar y de desvalorizar la reproducción y el trabajo no pagado es verdaderamente la base material de la acumulación capitalista.

-¿Y considera que el reconocimiento del trabajo doméstico como asalariado implicaría un cambio para la emancipación?

Si, por muchas razones. Primero, para nosotras esta reivindicación es una manera de visibilizar la explotación de la mujer. Y no solamente mostrar que somos y fuimos explotadas sino también el hecho que sobre nuestro trabajo se ha acumulado una riqueza inmensa.

Hemos visto que la falta de salario es una manera de naturalizar la explotación. Por eso, exigir para nosotras un salario era tomarlo como herramienta para cambiar las relaciones de poder con los hombres y el capital. Es decir que no representa en sí mismo un fin, representaba un instrumento para cambiar las relaciones asimétricas de poder y lograr mayor autonomía.

Todas las mujeres hacemos o somos determinadas por un trabajo de reproducción, vivimos la consecuencia del destino de tener que trabajar en la casa entonces eso nos significó como un proceso para unificar la lucha.

- En los próximos días va a estar junto a distintas organizaciones de Buenos Aires, ¿cómo se prepara?

Con mucha esperanza y ganas de compartir y aprender. Porque son desde muchos lugares que venimos mirando de la Argentina como un lugar donde hay un movimiento de lucha muy fuerte.

La experiencia de las Madres de Plaza de Mayo y más adelante la experiencia de los y las piqueteras con el 2001. Todos han sido momentos para nosotras de gran inspiración. Por eso estoy muy emocionada, esperando aprender, no solamente compartir mi experiencia.

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El feminismo del siglo XXI “está en la diversidad de los colectivos presentes”

En esta segunda entrega, comparte su análisis sobre el contexto actual del capitalismo y el rol de las mujeres en él.

En su segundo día por Argentina, la escritora italiana Silvia Federici se acercó al Espacio Cultural Pompeya convocada por la Escuela de los Derechos de los Pueblos de Abya Yala. Con la participación de más de 200 personas, se compartió la mística del feminismo latinoamericano.
Allí, las brujas organizadas se convocaron en aquelarre para seguir profundizando desde la praxis los conocimientos del campo popular.

“El feminismo del siglo XXI está aquí, en la diversidad de colectivos presentes”, expresó Federici al iniciar la conversación en el primer taller que realizó en Buenos Aires. “Estamos en un momento de vuelta del feminismo”, enfatizó. En esa línea, la autora aclaró la pluralidad que implica el término feminismo, y desde esa diversidad manifestó que se encuentra en un momento de cambio. “Las luchas por la igualdad no nos dieron aquello por lo que luchábamos, por eso hay nuevos caminos de lucha”, señaló. Y auguró: “Este feminismo va a ser autónomo, no se va a someter más a los gobiernos ni a las naciones unidas”.

Asimismo, bajo el lema “Mujeres, organización social y la lucha por el territorio en las villas de Buenos Aires”, la incansable escritora se acercó el ayer a la Casa de las Mujeres en Lucha en la Villa 31, para realizar un conversatorio con las compañeras de la Corriente Villera Independiente, del Movimiento Popular La Dignidad-Tupaj Katari, de las Campañas Nacionales por el Aborto legal y Contra las Violencias hacia las mujeres y diversas activistas.

Luego de la realización de una obra colectiva de teatro de las oprimidas a cargo del grupo de mujeres del Movimiento Popular La Dignidad del Bajo Flores, la anfitriona tomó la palabra y muy emocionada expresó: “Caminando la villa vi que a pesar de tantas violencias, nuevas formas se están organizando y haciendo, esta organización nos demuestran que podemos controlar nuestros cuerpos, nuestra salud, inclusive la naturaleza”.

En ese marco, la escritora manifestó su necesidad de conocer y aprender de las experiencias de Nuestra América: “Aquí las mujeres están involucradas en tantos proyectos, y si bien siempre América Latina fue una inspiración de lucha para nosotras, con mi visita por Buenos Aires pude confirmar con mis ojos que son el ejemplo, por eso vengo a escuchar la experiencias.”

Con lo compartido con Federici seguimos confirmando que nuestro feminismo se construye en colectivo y desde abajo. Compartimos algunas de sus palabras, donde lo comprobamos.

-De sus producciones, “El Calibán y la Bruja” es el libro que más circuló por nuestro país. A partir de tu noción de acumulación originaria pudimos profundizar en el conocimiento sobre complicidad e interdependencia del capitalismo y el patriarcado, y en esa línea, la necesidad de la mujer-objeto. En la actualidad no estamos ajenas…

-El papel de la mujer hoy en el capitalismo cambió ya que, por un lado, tiene el rol de la reproducción pero, por otro, lado debe tener un segundo trabajo. En los años sesenta y setenta, el capitalismo cambió su perspectiva sobre el rol de la mujer en respuesta a las luchas de las mujeres como así también a la crisis del trabajo -en los años setenta el capitalismo se enfrentaba a una gran crisis- entonces el capitalismo descubrió que las mujeres en sus búsquedas de autonomía podían convertirse en el motor para alimentar la nueva economía global. Por eso, el capitalismo se involucró tanto en la política feminista y en la ideología de la emancipación, de la cual no se emancipó ninguna. Pero usó esta búsqueda de autonomía de las mujeres para presentarla a su favor con la imagen de la mujer “emancipada” pero con dos trabajos, uno no pagado y el otro mal pagado. En ese marco, ahora la nueva imagen de la mujer es aquella que trabaja en la casa y a su vez que sostiene uno o dos trabajos de forma tal que su vida se consume trabajando y culpándose por el no poder lograr de forma completa las tareas del cuidado en el hogar. Estamos en una crisis muy grande de la vida de las mujeres a nivel general y también a nivel de reproducción porque la entrada masiva de las mujeres al trabajo asalariado no fue compensada con estructuras.

-Actualmente una de las formas de expresión del capitalismo es a través del extractivismo. En ese marco, en América Latina las feministas llevamos como bandera la consigna que “nuestro cuerpo es nuestro territorio”, el cuerpo como primer trinchera de resistencia de un sistema que consume nuestros cuerpos como mercancías y se apropia de nuestros bienes comunes. ¿Qué opina al respecto?

-Las mujeres se encuentran más involucradas en los bienes comunes, el ataque a la tierra, a los bosques, al agua. En muchos países, las mujeres dependen de las riquezas naturales porque no tienen una relación fuerte con el salario por lo que históricamente fueron más dependientes de la tierra. Por otra parte, el cuerpo es el primer territorio de conquista por el capitalismo. Claro que hay muchas formas de conexión, sobre todo porque el cuerpo de las mujeres desde la primera fase del capitalismo fue objetivo de control para el capital, porque tanto en el cuerpo de la mujer como la tierra generan riqueza. Yo sé que a muchas feministas no les gustaría esta relación porque colocamos el cuerpo de las mujeres como si fuera una cosa de la naturaleza pero no. En realidad lo pasa es que el capitalismo explotó la tierra desde el control y la comercialización como así también sobre el cuerpo de las mujeres. Es la transformación del cuerpo de la mujer, y, sobre todo, de su capacidad reproductora y su sexualidad en medio de producción. El cuerpo de la mujer produce a todos los futuros trabajadores y por eso la necesidad de control. De forma tal que este puede conformarse a necesidad del mercado. El capitalismo así decide quién puede reproducirse y quién no. También cuándo, dónde y cómo son todas cuestiones que cercaron siempre para que no se pueda decidir.

-¿Cómo ve la relación de los movimientos sociales de Argentina y el feminismo?

-Estamos en un momento en el los movimientos accionan en conjunto ante muchas luchas. Yo participé en muchos espacios mixtos y fue de mucho aprendizaje. Sin embargo, lo que me parece importante es que las mujeres no pierdan sus espacios. Se puede y tiene que luchar con los hombres pero con momentos propios, si no se hace es una pérdida para todos y todas porque significaría que toda una problemática extremamente importante por la lucha anticapitalista no puede ser reconocida como terreno de lucha. Nos atraviesa una historia de desigualdad de poder por la que es imposible que las mujeres compartan experiencias de sexualidad en reuniones comunes, por el miedo y el menosprecio que existe.

Fotos: glenda rojas. Marcha

 

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