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Nacionales E.Herria :: 11/11/2015

El contexto del debate y el debate del contexto (II).

Petri Rekabarren
Texto propuesto para el debate en el próximo Lenin Eguna a celebrar el día 21 de noviembre en Otxarkoaga


Lenin Eguna 2015 – Propuesta para el debate

 

El 21 de noviembre celebraremos el Lenin Eguna ’15 en el bilbaíno barrio de Otxarkoaga, los dos actos principales del día serán por un lado el debate que comenzara a las 10:30 en el centro cívico seguido despues del homenaje floral a la estatua de Marx y Lenin

Aquí os presentamos el texto que proponemos para debate esta año, es el nuevo artículo de Petri Rekabarren dentro de la nueva seria de artículos que estamos publicando (en los próximos días lo publicaremos en euskara)

El 21 de noviembre nos vemos en Otxarkoaga

El contexto del debate y el debate del contexto (II)

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El contexto del debate y el debate del contexto (II)

Año tras año, desde hace dos décadas, venimos reuniéndonos y debatiendo sobre la actualidad del pensamiento de Lenin. En los últimos tiempos estos encuentros se han ido centrando en la reflexión crítica sobre los avatares de la llamada «realidad concreta». Fue Lenin quien demostró que el «alma» del marxismo es en análisis concreto de la realidad concreta, y que el núcleo de la dialéctica es la unidad y lucha de contrarios. Lenin también fue uno de los comunistas que más insistió, si no el que más hasta su época, en la creciente importancia de las luchas de liberación conforme se desarrollaba el imperialismo, tesis que al materializarse tal vez haya superado lo que el mismo Lenin esperaba.

«La revolución enseña», escribió una vez, pero se olvida o se ignora que, para Lenin, la revolución es un largo proceso de lucha que abarca decenas de años. Por razones que no exponemos, existe la creencia de que las revoluciones son estallidos fulgurantes, muy cortos e intensos, como relámpagos. Pero, como advirtiera Marx, lo que ocurre es que «se abren períodos de revolución social». Las derrotas y victorias puntuales son fases de altibajos y ascensos o retrocesos en la marcha de tales períodos. Ver la historia desde esta perspectiva es decisivo en la actual crisis, como apreciaremos al final de este texto.

Desde el Lenin Eguna de 2014 hemos asistido a la agudización y concatenación creciente de las contradicciones que determinan lo que se está viniendo en llamar la gran crisis del capitalismo, que, en su unidad, afecta cada vez más a nuestro pueblo trabajador. Si no la analizamos con suficiente rigor en su naturaleza interna nos perderemos por entre los miles de vericuetos de sus formas y apariencias externas cada vez más enrevesadas. La actual situación de la izquierda abertzale en su conjunto tiene mucho que ver con lo que estamos diciendo. Es por esto que hemos decidido que esta segunda entrega de la serie El contexto del debate y el debate del contexto, sirva también como documento de debate en el Lenin Eguna de 2015.

Antes de proponer a discusión posibles tareas conjuntas, vamos a discutir tres niveles sucesivos e interrelacionados de la gran crisis.
El primero trata sobre la situación mundial; el segundo sobre la situación de los Estados español y francés; el tercero sobre la situación vasca y en especial sobre el debate abierto en la izquierda abertzale; y el cuarto y último, sobre las perspectivas de futuro.

 

1.

 Es un tópico manido hablar de la crisis sistémica, por lo que no vamos a repetirnos, sólo decir que un conocido economista del sistema ha escrito muy recientemente sobre la «recesión global» que va expandiéndose. Sí es necesario, por el contrario, ver cómo se han tensionado sus características en los últimos tiempos en los que sigue actuando la tendencia a la baja de la tasa media de beneficio del capital industrial mundial, a pesar de los repuntes fugaces en tal o cual país concreto. La mundialización capitalista, innegable en la segunda mitad del siglo XIX, es definitiva e irreversible lo que explica que el retroceso de los beneficios industriales en varias
economías importantes impacte en el acto en otras economías algo más solventes.


Desde la crisis de 1866 tomó fuerza la «solución financiera» consistente en derivar hacia el capital financiero las inversiones poco productivas en la industria, de modo que la tasa de beneficios se recuperase mediante las ganancias obtenidas en los negocios bancarios.

Hasta entonces y desde el primer tercio del siglo XVII, la «solución financiera» había estaba presente en todas las crisis pero no había llegado a ser la dominante. Desde 1866 empezó a serlo y desde finales del siglo XX constituye una característica básica del capitalismo contemporáneo. Pero en el capitalismo lo que surge como solución en un momento de inmediato se transforma en un problema. La «solución financiera» genera muchos problemas de entre los cuales ahora nos interesan el descenso de la productividad del trabajo y el incremento de la deuda y de la especulación inherente al capital ficticio y a la corrupción imparable.

La unidad entre financiarización, especulación y corrupción ya fue descubierta por economistas burgueses en el primer tercio del siglo XIX y desde entonces no ha dejado de operar de forma incontenible: el reciente «escándalo» de la multinacional Volkswagen es un ejemplo más de cómo el capitalismo recurre a todo para aumentar sus beneficios. Pero, como decimos, en la «solución» están los problemas: a pesar de las dos advertencias dadas a VW en 2007 y 2011 su ciega necesidad de detener la caída tendencial de su tasa de beneficios le llevó a mantener su ilegalidad lo que le está suponiendo unos sobregastos enervantes y, simultáneamente, ha abierto una espiral de inquietantes problemas futuros sobre todo para euroalemania. Lo decisivo de este ejemplo es que confirma la podredumbre inherente al capitalismo financiarizado especulativo y corrupto que domina sobre el capitalismo industrial.

Estados Unidos es el capitalismo más endeudado del mundo; acaba de conocerse que la liquidez de su deuda pública ha disminuido en un 70% desde 2008 y la de la deuda privada en un 50% desde esa misma fecha, precisamente cuando el costo del dinero ha descendido a lo irrisorio durante los últimos años para reactivar la economía y reducir así la deuda. Son datos tan alarmantes estos que ya empiezan a surgir temores que refuerzan la posibilidad de un empeoramiento de la crisis financiero-económica. Temores que se acrecientan porque en Estados Unidos el patrimonio gestionado por los fondos de crédito lastrados por la liquidez ha crecido en un 76% desde 2008, mientras que desde 2005 se han duplicado los fondos en cartera fija y, por el contrario, desde 2010 los bancos han reducido en un 40% las oficinas dedicadas a la compraventa de estos títulos por su bajo rendimiento.

Quiere decir esto que la mayor economía del mundo también ha entrado en una situación interna en la que disminuyen los compradores de fondos mientras que aumentan los vendedores, o sea, se incrementa el capital improductivo sobrante, que no se invierte en la producción de valor, precisamente cuando ese 1,5 cuatrillones de dólares de deuda global mundial se han vuelto irrecuperables. El parón de la muy breve y débil recuperación japonesa, el estancamiento chino y el retroceso de los «emergentes», el terror a la deflación y en especial a la yanqui, los temblores causados por la crisis griega, y las cada vez más nerviosas advertencias del FMI, BM, OCDE, etc., sobre los difíciles perspectivas mundiales…, estos y otros problemas se unen a los lastres profundos anclados en las leyes tendenciales del modo de producción capitalista entre los que ahora mismo citamos el formado por la ley de caída tendencial de la tasa de beneficio y por la tendencia a la baja de la productividad del trabajo.
Un dato, las bolsas europeas han retrocedido en verano de 2015 a la situación de 2011.

Por si esto fuera poco, los crecientes problemas actuales vienen agravados por los sobrecostos del agotamiento de los recursos y del calentamiento mundial: por ejemplo, muy recientemente la poderosa transnacional Shell ha decidido suspender la búsqueda de petróleo y gas en Alaska porque los costos técnicos de extracción son mayores que los beneficios obtenibles dadas las tremendas dificultades geológicas a superar, la poca calidad de las reservas y la crisis económica mundial.
No es una suspensión anormal o rara: conforme se agotan los recursos, se acidifica y desertiza la tierra, se secan los ríos y pantanos, etc., según se agrava la crisis socioecológica se encarecen más y más las inversiones necesarias para mantener los mismos niveles de extracción y producción mantenidos hasta entonces.

El capitalismo ha provocado el inicio de la sexta extinción de la vida en la Tierra y cada día que transcurre se reducen las posibilidades de detenerla y más aún de revertirla. Por ejemplo, para el día 12 de septiembre el capitalismo se había «comido» los recursos disponibles para todo 2015. Ese día 12 fue el «día del exceso» que marca el momento en el que entramos en déficit con la capacidad de carga, reciclase y reproducción de la Tierra. A partir del 13 de septiembre el capitalismo está consumiendo los recursos de 2016 lo que supone un sobrecosto añadido que se cargará a los recursos de 2016. Lo peor es que en este año de 2015 el «día del exceso» se ha adelantado casi una semana al de 2014: la insaciable rapacidad burguesa acelera mes a mes la destrucción del planeta.

Una de causas que explican las dificultades burguesas para salir de la gran crisis, para contener la sexta extinción y para alargar los plazos del «día del exceso» es la carrera militar desatada, el gasto en armas, gasto despilfarrador e improductivo a nivel global y a medio y largo plazo aunque rentable a muy corto plazo para unas pocas burguesías imperialistas. En estos momentos, y desde el año 2000 vienen creciendo los gastos militares de las principales potencias mundiales, con clara tendencia al alza sobre todo en Estados Unidos. La irracionalidad bélica, multiplicada por el aumento de las contradicciones inter imperialistas y las resistencias de los pueblos y clases explotadas, impacta negativamente en todos y cada uno de los espacios económicos, políticos, sociales, culturales, científicos… del capitalismo.

Hasta aquí hemos examinado muy rápidamente el empeoramiento del contexto mundial en los últimos meses. Al final, cuando debatamos sobre las perspectivas revolucionarias en Euskal Herria, no tendremos más remedio que volver a este decisivo capítulo. Ahora vamos a centrarnos en la situación del imperialismo franco-español.

 

2.

 

La Unión Europea está sufriendo la gran crisis con una dureza mayor que la de Estados Unidos porque no dispone de los poderes imperialistas necesarios como para descargar masivamente los costos sobre otros pueblos exteriores, como sí hacen Washington y Walt Street.
Pero las potencias dominantes en la Unión Europea si los descargan sobre los Estados débiles y en especial sobre las naciones oprimidas dentro de la Unión Europea. Alemania, por ejemplo, ha engordado sus repletar arcas con 100.000 millones de euros simplemente con el expolio del pueblo griego, sin tener en cuenta lo que obtendrá tras la claudicación de Syriza. Algo parecido a lo que sucede con la cadena trófica en el mundo orgánico, en los modos de producción basados en la propiedad privada de las fuerzas productivas existe una «cadena trófica» de transferencia de valor, de explotación del pueblo más débil por el Estado más fuerte.

La cadena de explotación y transferencia de valor se sostiene sobre varios pilares, siendo la productividad del trabajo el decisivo a la larga. Sin mayores precisiones ahora, esto explica por qué la nacionalmente orgullosa burguesía francesa ha ido cediendo partes sustantivas de su independencia nacional desde finales de la Segunda Guerra Mundial cuando, en la práctica, acepto la ayuda yanqui para intentar mantener los restos de su imperio en Asia y África. Le economía francesa sufre un estancamiento real aunque los datos oficiales hablen de un leve crecimiento sostenido en lo que va de 2015, de entre el 0,6% y el 0,3% del PIB según diversos cálculos: en realidad es más un estancamiento porque la creación prolongada de empleo y la acumulación de capital exigen que el aumento del PIB sea del 2%. El gobierno «socialista» de Hollande ha impuesto tres recortes duros contra los derechos sociales, el último de ellos justo a finales de 2014 para cumplir las órdenes de Euroalemania y de la troika, pero también para reducir las tensiones con el bloque social burgués que está organizando la vuelta de Sarkozy al Elíseo.

Esta tercera escabechina de derechos es el ataque más duro contra las clases y pueblos explotados, y profundiza en la línea de supeditación francesa a Euroalemania, línea definitivamente establecida en 2009 por el racista y ultranacionalista Sarkozy cuando renunció a la independencia militar francesa, simbolizada en su arsenal nuclear, entregando las llaves a la OTAN.
Cinco años más tarde, en octubre de 2014, el «socialista» Hollande se arrodilla ante los dogmas neoliberales de la Troika y Euroalemania, y aunque meses después aparentase defender una «solución negociada» al problema de la deuda con el gobierno de Syriza, en realidad lo hizo para salvar los muebles de la banca francesa.

También dentro de la Unión Europea hay tensiones no contradictorias con respecto al trato que hay que dar al capitalismo español. Por un lado, euroalemania y sus aliados salen en defensa de las trampas contables y presupuestarias del PP, como las que sostienen los Presupuestos Generales de 2016, pero por otro lado la burocracia de Bruselas debe hacer que el monetarismo neoliberal se exija por igual a todos los Estados. El bloque dirigente, centrado en Alemania y en la OTAN, sabe que el capitalismo español se mueve en el filo de navaja y que es mejor no matar la débil gallina de los huevos de bronce para que, al manos, pague la ingente deuda que le asfixia; sabe que el malestar social crece, junto al resto del sur de Europa y para amedrentar a sus poblaciones empobrecidas la OTAN realiza en sus territorios maniobras militares con casi 40.000 soldados.

El Estado español está recuperándose muy parcial, lenta y superficialmente del desplome de 2008 en adelante por tres razones básicas: tras tantos años de hundimiento, a la fuerza, la economía debe producir los bienes básicos que se consumen y se rompen; en la práctica ha habido una devaluación real mediante brutales recortes salariales y sociales que ha abaratado mucho el contrato laboral y facilitado la inversión extranjera e interna; y la industria fundamental, el turismo, está boyante con esos 37.000 millones de euros aportados hasta julio de 2015, lo que unido a los 9.800 millones de euros que envían los emigrantes estatales en 2014, por ejemplo, al 24% de economía sumergida y a las masas de capital mafioso internacional, todo esto y más facilitan una recuperación que, sin embargo, es estructuralmente frágil y dependiente del exterior.

La implacable ofensiva del capital contra el trabajo ha logrado que en 2014 la burguesía estatal goce de márgenes de beneficio bruto del 41% frente al 36,2% de 2003, antes del euro, mientras que el coste laboral ha descendido en un 9% en estos mismos años: si era de 64 céntimos en 2003 en 2014 se ha reducido al 58%. Tamaño expolio de riqueza del trabajo en beneficio del capital no está siendo utilizado por la burguesía para una inversión importante en la producción industrial y menos en la de alta tecnología, aunque haya conseguido así recuperar el 58,3% de la competitividad desde 2008 comparada con Alemania. Es decir, la burguesía estatal busca su salvación en la plusvalía absoluta antes que en la relativa, en el palo antes que en la zanahoria: un/a trabajador/a estatal «mete» trescientas horas más al año que un/a alemana que produce el mismo valor con menos trabajo con más y mejores máquinas.

Del mismo modo, la reducción salarial y de derechos laborales y sociales ha hecho que el capitalismo español ascienda del puesto 35 al 33 en el ranking de la competitividad de las 140 economías estudiadas.
Se trata de una competitividad lograda a base de látigo, que no de máquinas nuevas y tecnociencia aplicada. Por ejemplo, en el decisivo campo del registro de patentes entre 2013 y 2014 hubo un descenso del 3,2%, y entre 2014 y 2015 ha sido del 5,8%. Otro ejemplo, sólo tres empresas absorben el 63% de las inversiones tecnológicas en el Estado español, las restantes se quedan con inversiones ínfimas. Hasta el Banco Mundial (BM) ha advertido en este otoño de 2015 de la escasa I+D+i española.

Mucho más grave para el futuro de la productividad del trabajo es el drástico retroceso en las inversiones públicas en educación sustituido por el apoyo al oscurantismo religioso: las universidades públicas han perdido más de 77.000 alumnos en sólo cuatro años, más de 24.000 profesores sólo entre 2012 y 2014, y en 2015 las familias obreras han visto reducidas las ayudas públicas para libros en un 62%, o sea, este año hay que sumar 200.000 educandos más a la cifra de niñas y niños que ya tenían dificultades en 2014 para comprar libros básicos. Todo ello explica que el 43% de la población estatal tenga un nivel educativo bajo para las actuales necesidades de la productividad económica media.

Pero la tendencia fuerte hacia el aumento del analfabetismo funcional seguirá creciendo porque la inversión pública en ciencia ha caído casi un 40% entre 2010 y 2013, y sigue reduciéndose. En la última década el capitalismo estatal ha bajado del puesto 15 al 17 en I+D+i en la Unión Europea, y en 2014 el 30% de las empresas estatales han reducido I+D+i.
La tendencia a la «desindustrialización» es tan real, y nunca mejor dicho, que hasta el rey de los españoles, Felipe VI, reconvenido en otoño de 2014 a la gran burguesía para que «reindustrialice a España».
Pocos meses antes, en mayo, el ministro de Industria dijera exactamente lo mismo: «Necesitamos reindustrializar España».

La indiferencia histórica hacia educación, ciencia e industrial con alta tecnología, la única que produce valor y plusvalía, es una de las causas fundamentales que explican el endeudamiento masivo. En 2007 la deuda global del Estado era de 2,66 billones de euros pero en el primer trimestre de 2015 ha llegado a 3,33 billones de euros, o sea, ha aumentado en 670.000 millones de euros en sólo siete años. La deuda total supera el triple del PIB estatal lo que indica que no se puede pagar a no ser que de la implacable ofensiva arriba vista se pase a la inhumana ofensiva que exige el imperialismo. El FMI, ha advertido a mediados de agosto de 20015 del bajo crecimiento potencial a medio plazo lo que dificulta el pago de la deuda aunque el Banco Central Europea (BCE) trate con especial mimo al Estado español.
La entrada en una fase deflacionaria, ya iniciada, agrava mucho las perspectivas futuras. Después de la Estados Unidos, la española es la segunda deuda del mundo dependiente del extranjero.

Las dificultades obvias para «satisfacer la deuda» se acrecientan cuando vemos que desde que el PSOE llegó al gobierno de 1982, se han cerrado o privatizado nada menos que 120 grandes empresas públicas, el grueso, casi todas, de lo que formaba la base que sustentaba la «independencia económica» del aparato de Estado, decisiva para sostener la «soberanía nacional» y los servicios sociales; empresas vendidas a la burguesía estatal e internacional a precio de ganga tras haberlas «saneado» con dinero público. Estas y otras razones están en la base de que, ahora mismo, nada menos que el 43% de las empresas que cotizan en la Bolsa española, mientras que sólo un 26,2% pertenecen estrictamente a la burguesía estatal según datos de finales de 2014. O sea, un capitalismo dependiente del exterior.

En estas condiciones, la gran burguesía, su bloque social de apoyo y el reformismo, han cerrado filas alrededor del Estado porque saben que sólo él puede impedir que la «nación española» siga retrocediendo en la jerarquía imperialista: en 2007-2008 ocupaba el noveno puesto con alguna posibilidad de subir al octavo, pero se ha hundido hasta el decimocuarto a pesar de las crueldades sociales que impone para frenar la caída. Un Estado que ha hecho que cada habitante, desde el recién nacido hasta el moribundo, «preste» 5.500 euros a la banca para salir de su crisis. Un Estado que a finales de 2014 la policía militar empezase a entrenar a unidades militares en la represión policial de protestas obreras, populares y sociales, y con las nuevas medidas represivas como la Ley Mordaza y otras; etc.

Las cesiones de independencia que hace el imperialismo franco-español a la troika y al capital financiero internacional son compensadas mediante el aumento de la explotación de las clases trabajadoras y de las naciones oprimidas. La ideología imperialista, racista y machista que se expande en ellos no sólo responde a honda raíz autoritaria y reaccionaria de la cultura burguesa sino que también es deliberadamente impulsada por la industria político-mediática con el visto bueno del Estado que no la combate. Lo decisivo que debemos tener en cuenta es que la mundialización capitalista exige ya de una manera irreversible que hasta las burguesías antaño poderosas, como la francesa, se dobleguen a las exigencias del capital financiero transnacional y de los Estados-matriz que son su puño acorazado.

 

3.

 

Algo más que un ejemplo del endurecimiento del imperialismo español lo tenemos en los cada vez más duros ataques del Estado al Concierto Económico de la CAV, la refulgente joya del PNV sobre la que gira el nuevo engaño de «Euzkadi» como «nación foral». El CEC es el instrumento por excelencia de la burguesía vascongada para quedarse con parte de la plusvalía que obtiene explotando al pueblo trabajador después de pagar el tributo de ocupación. También es, como decimos, el argumento fuerte de su propaganda.

Pues bien, ahora no se trata de un ataque más del Estado dentro de los muchos y cada vez más duros que lleva tiempo realizando, sino sobre todo de una movilización que quiere ser de masas y con contenido supuestamente social: por ahora son ya nueve autonomías las que acusan a la CAV y a Nafarroa de insolidaridad antidemocrática al abusar de los llamados «privilegios forales» que permiten a la burguesía de Hegoalde -Régimen Foral más CEC-, y en el proyecto del PP, PSOE, Ciudadanos, etc., está el objetivo de movilizar cuantas más autonomías posibles. El nacionalismo español reactiva el viejo método del siglo XIX de reducir los derechos nacionales a «privilegios abusivos» que niegan la solidaridad y que empobrecen al resto de los españoles.

La movilización de masas por el nacionalismo español se realiza al margen del contenido más o menos reaccionario de las fuerzas políticas que lo impulsan: la aplicaron los liberales, los republicanos, los franquistas y los socialdemócratas, y ahora lo hacen todos juntos, a la vez, lo que nos da una idea de la profundidad del ataque. La respuesta del PNV y de UPN ha sido la de siempre: pataleo, lloro e imploración, y claudicación. Podemos reforzar este ejemplo con otros muchos más, pero llegaremos siempre al mismo punto: la evolución del capitalismo mundial obliga a los Estados a multiplicar sus ataques a las clases y naciones explotas en su interior, y a los pueblos del exterior.

La burguesía que extrae parte de sus ganancias en Hegoalde tiene características históricas que la diferencian de la catalana, sobre todo y fundamentalmente de la mediana y pequeña burguesía, y apenas de la grande. La burguesía «vasca» no se va a arriesgar a un choque frontal con la española: antes y como siempre, intentará sacrificar en su beneficio al pueblo trabajador. La lucha de clases interna a Eukal Herria, que es lucha de liberación nacional de clase, será decisiva para detener esta nueva agresión redoblada en su fuerza por la alianza entre el nacionalismo español y la burguesía «vasca».

Este es el contexto en el que estalla la crisis interna de Sortu y surge definitivamente el debate estratégico en la Izquierda Abertzale en su conjunto, discusión que ya está dada en la realidad pero que debe mejorarse mediante un plan democrático de participación masiva. Durante los debates específicos de Sortu habidos en primavera-verano de 2015 ha saltado en añicos el sistema de control y silencio de las discrepancias internas montado por su actual dirección. Sus esfuerzos por ocultar la creciente marea de malestar entre sus bases, por ejemplo diciendo que la salida de Sortu de militantes conocidos no es debida a la discrepancia política sino a «problemas personales», han fracasado antes presiones de los hechos objetivos.

Vamos a hacer un rápido y superficial repaso de la acelerada caída de uno de los capítulos de la «línea de masas» de Sortu sólo en 2015, el de la asistencia a las movilizaciones públicas: en la bilbaína manifestación de enero por los prisioneros y prisioneras se bajó de 130.000 en 2014 a 80.000; en la donostiarra manifestación de marzo contra represión acudieron 34.000 cuando lo normal solía ser entre 37.000 y 40.000; no vamos a extendernos en la poca movilización de la izquierda abertzale en la campaña de las forales y municipales de mayo y en el bajón de votos subsiguiente; sí queremos recordar el increíble desplome entre las 150.0000 de Gure Esku Dago de 2014 y las 60.000-70.000 de junio de 2015, según los métodos de conteo; la tónica de este verano ha sido la misma hasta llegar al estrepitoso fracaso de tan solo 6.500 personas de la donostiarra manifestación «por la paz» del 3 de octubre, por no hablar de la poca asistencia media a los actos de Sare.

Pero si las movilizaciones públicas son sólo un capítulo de la «línea de masas», otros son los de la presencia activa y directora de la militancia de Sortu en la calle, barrios, pueblos, etc., en donde el desplome es innegable sobre todo si lo comparamos con los niveles de militancia alcanzados en los peores momentos de la peor represión.
Dejamos de lado, por sabidos, los efectos negativos de la creciente pasividad militante en los resultados electorales; y no queremos decir nada sobre el estado pre-agónico de la vida interna de Sortu.

Nuestro colectivo lleva varios años advirtiendo que esta crisis iba a llegar. No es ningún mérito: cualquiera que domine y aplique el método marxista sacó hace tiempo las mismas conclusiones. Pero el componente marxista se ha visto muy reducido en Sortu tanto por depuraciones internas suaves o explícitas como por abandonos voluntarios de militantes que comprendieron que su aportación a la lucha sería mayor fuera de Sortu que dentro.

Lo cierto es que el debate que se avecina será decisivo para el futuro del independentismo socialista: si fracasa por las obstrucciones de la burocracia y del reformismo interno, y por el cansancio desilusionado e indiferente, la enorme fuerza popular y obrera creada durante más de medio siglo caerá en barrena desintegradora; pero si se realiza democrática y asambleariamente puede abrir una fase de recuperación que, como mínimo y al margen de los resultados últimos ahora impredecibles, sirva para insuflar fuerzas e ilusiones revolucionarias.

De cualquier modo, pensamos que lo más sabio es mantener la línea actual de impulsar una convergencia estratégica de fuerzas abertzales comunistas por encima de las tácticas diversas en el presente. A día de hoy esta convergencia es la única garantía de que arraigue y crezca el contenido socialista del independentismo obrero y popular; es también la única garantía de que la altanería burocrática se pliegue a las conversaciones de igual a igual; es la única garantía de que, por mil vericuetos, la rica teoría creada por el independentismo socialista pueda coger fuerza en el pueblo trabajador, y es la única garantía de que reivindicaciones vitales como la Amnistía, el euskara, y otras vuelvan a desplegar su potencial concienciador y movilizador.

 

4.

 

Nos hemos extendido un poco en la gran crisis y en el Estado español para disponer de una idea cierta del contexto objetivo en el que ya estamos inmersos: más que nunca antes, ninguna alternativa reformista tiene visos de triunfo. Han pasado los tiempos en los que el reformismo podía ofrecer institucionalmente algo que suavizara la ferocidad de los ataques burgueses por mucho tiempo. La derrota de EH Bildu en Gipuzkoa así vuelve a demostrarlo. Con sólo tres meses, lo visto en los «gobiernos ciudadanos» -Madrid, Barcelona y Valencia, Santiago, Zaragoza, Cádiz y otros-, se orientan en la misma dirección reformista. Aquí tendremos un muy interesante campo de debate porque sintetizan varias problemáticas: opresiones nacionales y presencia del nacionalismo español; composición de clase, popular, vecinal, precariado… y «ciudadanismo»; gran crisis y gestión institucional de la pobreza y de la deuda burguesa; relaciones entre espontaneidad, movimientos y organizaciones; posturas ante las elecciones españolas del 20-D, etc. Un debate internacional simultáneo al que oficialmente está abierto entre nosotras y nosotros del que tendremos que aprender.

Una cosa es la reforma por la reforma, que se limita a ella misma, estática y pasiva, cercada por el poder burgués que reorganiza su contraataque; y otra es la lucha por victorias tácticas que mejoren las condiciones sociales y que multipliquen las fuerzas populares con una estrategia revolucionaria clara orientada a la independencia socialista.
Pero en el contexto actual la vía revolucionaria ha de ser más consciente que antes de la creciente importancia de la perspectiva histórica del comunismo como necesidad, dentro de la tesis leninista de la actualidad de la revolución.

Participar en el debate abertzale desde el «exterior» a/o en el «interior» de Sortu según las circunstancias, sólo tiene sentido si se hace desde esta perspectiva de largo alcance y asegurando siempre la confluencia del independentismo comunista. Exceptuando casos excepcionales logrados mediante luchas heroicas que obligan a sectores burgueses a negociar con el pueblo, mientras que otros sectores insisten en seguir reprimiendo, dejando esos contados casos que confirman la regla, en el contexto actual el grueso del imperialismo rechaza toda negociación o concesión significativa. Y cuando acepta es porque piensa que reformando algo, concediendo baraturas y aparentando negociar, logrará ganar tiempo, dividir al pueblo, cansarlo, reorganizar sus fuerzas, descubrir y señalar a las fuerzas revolucionarias para reprimirlas cuando pase a la contraofensiva.

De lo que se trata, en definitiva, es de multiplicar las discusiones colectivas, en grupos, etc., sobre la estrategia revolucionaria común que sigue sin tener el pueblo trabajador vasco debido, entre otras causas, a la negativa de la actual dirección de Sortu para concluir el debate abierto en su momento y que sigue hurtado al pueblo. ¿Cómo hacerlo? Proponemos cuatro pasos:

Uno, masificar la demanda de que, por fin, se hagan públicas las bases ideológicas del anterior debate. Al margen de qué postura crítica pueda tenerse frente a Sortu, incluso quienes lo rechazan por su burocratismo reformista e institucionalista, esta demanda democrática es necesaria para disponer de un conocimiento pleno de la realidad política; además, es una crítica de la inmoralidad política de una dirección que niega un derecho elemental al pueblo trabajador como es el de conocer, si así se desea, la estrategia de una organización legal: ¿qué democracia socialista sustentadora del Estado vasco puede crearse si se parte de la conculcación de un derecho/necesidad básico? ¿Qué fiabilidad puede darse a una parte de las fuerzas políticas, Sortu, que impone la censura a su base y al pueblo? ¿Con qué confianza puede participarse en un debate ya previamente censurado con tanto descaro?

Dos, exigir que se respete el derecho a la presentación de ponencias discrepantes con la oficial, incluidas a la totalidad. Rechazar la «técnica» de la mercadotecnia para volver al método democrático de ponencias diferentes, sean parciales o globales, argumentadas con rigor al no tener que ceñirse a un solo tema y con muy poco espacio. Exigir que las ponencias estén disponibles por escrito además de por internet, pero en abierto y no mediante una contraseña dada por la burocracia.
Algún sector puede sentirse tentando a repetir las manipulaciones realizadas por la dirección de Podemos con su tramposa «democracia digital». Exigir que las ponencias estén a disposición del conjunto del independentismo socialista para que opine en aquellas cuestiones que le afectan, así como arbitrar medios para que organizaciones revolucionarias no independentistas aporten sus ideas de forma no vinculante.

Tres, exigir que se forme un equipo supervisor legitimado por su capacidad intelectual, espíritu democrático y ecuánime. Cualquier persona no vale para esa tarea, y menos quienes tienen una propensión a la aceptación acrítica y fácil de las «sugerencias» de terceras personas. Tampoco sirven de mucho las personas liberadas, que cobran sueldo de la organización a la que pertenecen como asalariados, porque están inconsciente o conscientemente predispuestas a influir en la evolución del debate sobre todo si puede poner en riesgo su sueldo. Una de las tareas más importante de este equipo ha de ser la de facilitar la libre expresión, reducir o anular la tendencia a la aceptación acrítica, al silencio, a la pasividad, a lo que alguien definió en la segunda mitad del siglo XIX como «aceptación acrítica de la autoridad del partido».

Y cuatro, priorizar la visión estratégica sobre la táctica, es decir, desmontar la creencia de que el acuerdo urgente, blando en lo político, sin contenido de clase y sin objetivos revolucionarios a medio plazo, es más efectivo en lo institucional que la acumulación política de fuerza de masas que, en su momento, pueda dar el salto a confluencias mayores. De lo que se trata es de argumentar la necesidad de la independencia política de la Izquierda Abertzale. Hay que argumentar que lo decisivo en el actual contexto de crisis sistémica es, en primer lugar, dejar claro que la independencia política es la única garantía de éxito en la dinámica de acumulación de fuerzas; que se debilita cuando se dan mensajes ambiguos y oscuros y sobre todo cuando abandonan reivindicaciones históricas; y que por último, que se pierde la independencia política cuando, en la práctica, se lucha sólo por los objetivos puramente institucionales de la pequeña burguesía, del reformismo.

Iremos viendo cómo se desarrollan las nuevas realidades y cómo debemos incidir en ellas, pero hemos de ampliar la confluencia del comunismo independentista dentro de la amplia Izquierda Abertzale como organización específica, a la par que hemos de incidir, en la medida de cada cual, en el debate estratégico una vez que se haya iniciado.

Petri Rekabarren

Euskal Herria, noviembre de 2015


 

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/eV03