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Argentina :: 13/02/2022

Ceferino Namuncurá y el papel de la iglesia en el genocidio mapuche

#NOWAM
Don Bosco, un negro de alma blanca

La iglesia católica -la orden de los salesianos en particular- cumplió un papel central en el genocidio del pueblo mapuche Compartían la mirada de que se trataba de “salvajes” que había que “civilizar”, y por eso acompañaron al Ejército en su campaña militar.

Decía Don Bosco, el fundador de la congregación salesiana -a pesar de ser él mismo de origen indígena-: “sólo el misionero con su conducta de paz puede poco a poco deponer el odio contra lo europeo y con la religión introducir la civilización”.

Sabían perfectamente que se trataba de un exterminio y así lo justificaba Giacomo Costamagna, quien estaba al mando de la misión salesiana y acompañó al ejército en 1879, en una carta: “mi querido Don Bosco, es necesario adaptarse por amor o por la fuerza! En esta circunstancia es necesario que la cruz vaya tras la espada, y paciencia!”.

Así, los curas católicos dieron legitimidad al genocidio y se dedicaron a bautizar, quitarles su verdadero nombre e identidad a miles y miles de prisioneros que fueron trasladados a los campos de concentración, a la cosecha de azúcar, a los obrajes o a las casas de las familias ricas, cuando no murieron en el camino.

El caso de Ceferino Namuncurá (Hamuhkura) es un ejemplo claro del papel que cumplió y todavía hoy cumple la iglesia en el genocidio y el epistemicidio del pueblo mapuche.

Nacido en 1886, ya terminadas las campañas militares, Ceferino Namuncurá (rebautizado por la iglesia como Don Bosco) era nieto del toki Calfucurá e hijo de su heredero Manuel Namuncurá, que combatió a las tropas de Julio Argentino Roca.

Su padre, que se rindió en 1884, no tuvo alternativa: quiso salvarlo del camino de esclavitud en el que se encontraban miles de sus hermanos y cedió a la presión de Monseñor Cagliero que prometió educarlo y formarlo, para lo cual ingresó en un internado salesiano. Lejos de los suyos, se convirtió al catolicismo y a la ideología antiindígena.

La iglesia estaba decidida a convertir a Ceferino Namuncurá en un ejemplo de cómo se podía “civilizar la barbarie”, en especial porque se trataba de un descendiente directo de grandes logkos mapuche: a los 17 años fue trasladado a Roma, donde siguió sus estudios y allí se entrevistó con el Papa Pío X, a quien le regaló un quillango y recibió una medalla destinada a los príncipes.

Enfermo de tuberculosis falleció en 1905. Desde entonces la iglesia lo convirtió en un “indiecito santo” y miles de fieles realizan procesiones y esperan milagros de él.

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