Mil opiniones se han oído y se las ha llevado el viento sobre el macrosumario contra la juventud vasca. Ahora, con un poco más de perspectiva, se pueden analizar más tranquilamente las condiciones y las consecuencias que tiene ese proceso y la posterior sentencia. Recordemos que en todo ese período la sociedad vasca hizo frente a lo que se consideró una de las mayores agresiones (y por qué no, injerencias) del estado español contra un sector concreto, y que la sentencia se tomó como una victoria, sensación motivada por haber desmontado la mayor parte de las tesis del juez estrella Garzón (se concluía que Segi y sus predecesoras no eran terroristas), y por la reacción de los partidos "democráticos", medios oficiales y demás fauna reaccionaria, poniendo en entredicho la validez de dicho veredicto. Pero no debemos pasar por alto uno de los ejes de dicha sentencia: estas organizaciones no son terroristas, pero sí son declaradas ilegales. La reacción no tardó en darse por parte de los mismos acusados: "¿quiénes son ustedes para declarar una organización ilegal, la cual no conocen y de la que no han sabido demostrar nada fuera de la ley?"
Tras aquel punto y final que siguió provocando ríos de tinta y protestas ante la supuesta medida de gracia que se había dado, en Euskal Herria parecía surgir un interrogante: una vez concluido el proceso, que dejaba las cosas sentadas, ¿cuál iba a ser la respuesta de los jóvenes? ¿Qué camino iban a tomar? Tras varios días de fuertes protestas contra la intrusión que se pretendía desde el Estado español, la réplica se produjo claramente en todos los rincones del país. Una campaña de verano que se daba a conocer con los primeros carteles que nos sonreían con un GUREKIN JAI DUZUE! (Con nosotros tenéis fiesta). Simple y llanamente, los jóvenes iban a seguir realizando el mismo trabajo, con las mismas ganas y por encima de juicios, sentencias y ataques. Como bien señalaban los encausados, el tribunal de excepción franquista no es quién para determinar la legalidad de ninguna organización: aquí la legalidad se basa en la legitimidad, simple y llanamente, y esta se la otorga el pueblo, y nadie se puede arrogar esa capacidad. A lo largo de más de 25 años, han trabajado por y para los jóvenes vascos, actuando en todos los ámbitos en los que ha sido necesario, y siempre han sido un referente claro en la lucha por construir una sociedad de futuro, en la que nosotros seamos parte y no sólo espectadores ausentes. Por eso, a estas alturas de la historia, ningún juez por la gracia de dios puede anular la capacidad de organización y lucha de la juventud de este país.
Pese a todas las prohibiciones, en este mes que ha transcurrido, el mensaje ha sido muy claro: pueden seguir la misma política que hasta ahora, o cambiarla, los mismos ataques, o diferentes: Segi va a seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora, porque el tiempo le ha dado la razón, y los jóvenes han demostrado, una vez más, que por encima de los mil y un ataques que suframos (que los estamos ya sufriendo), la capacidad de organización es uno de los pilares fundamentales en la construcción de nuestro futuro, y se va a seguir trabajando en ello, pese a quien pese. Así que, a todos los órganos de represión españoles, recordarles que por nosotros se pueden tomar fiesta, porque la juventud vasca va a seguir trabajando, luchando y !reivindicando lo que es nuestro!