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Nacionales E.Herria :: 18/05/2016

No es nuestra batalla, aunque sea nuestra guerra

Jon Ibaia, militante de Herri Gorri
La posición del Movimiento Comunista, debe centrarse en la imposibilidad real del reformismo para solucionar los problemas del Pueblo Trabajador-Proletariado.

Ante las próximas elecciones al parlamento español, podríamos sumarnos al coro de proclamas “boicotistas”, lanzar consignas “en contra del parlamentarismo burgués” o realizar un llamamiento a la “abstención activa”. Pero no lo haremos. El “ultra-izquierdismo” subyacente en estas posiciones, alejan al Movimiento Comunista de su relación dialéctica con las masas, al utilizar una fraseología “revolucionaria” ajena a un análisis riguroso de las correlaciones de fuerzas existentes.

La configuración de un polo democrático-popular en el Estado español, adquiere un carácter progresivo y progresista, que encuentra en el ámbito electoral, donde plasmar su carácter espontáneo, en condiciones de fuerza. La situación del Movimiento Comunista, su desconexión organizativa, política e ideológica con las masas, sólo encuentra en esta fraseología revolucionaria hueca y engolada, una forma más de alienarse respecto a un despertar de una “conciencia espontánea”, que debe ser trabajada, gestionada, no para consolidarla, sino para posibilitar su avance cualitativo y cuantitativo hacia una conciencia revolucionaria.

El leninismo parte de “la más profunda comprensión de los fundamentales objetivos revolucionarios del proletariado, y la definición extraordinariamente flexible de las tareas concretas de la táctica desde el punto de estos fines revolucionarios y sin las menores concesiones al oportunismo o a la frase revolucionaria” (Lenin).

Por ello, la posición del Movimiento Comunista, debe centrarse en la presente coyuntura electoral, no en la denuncia de las elecciones como “farsa” o en el parlamentarismo burgués como forma política en la que la clase dominante legitima su poder, sino en la imposibilidad real del reformismo para solucionar los problemas del Pueblo Trabajador-Proletariado.

De otra parte, tenemos otra línea en el Movimiento Comunista, de carácter “derechista”, en dos variantes diferenciadas; la primera de ellas, trata de “llevar las posiciones comunistas a las instituciones”, participando en las elecciones como “organizaciones comunistas”, sin considerar las condiciones y supuestos, en los que la presencia y la instrumentalización de las instituciones burguesas, pueden llegar a ser tácticamente valiosas para el Movimiento Comunista. Sin unas bases firmes consolidadas en los movimientos de masas, con una estructura (teoría y praxis) referente, las instituciones burguesas no pueden ser un ámbito de lucha, de denuncia y de agitación y propaganda revolucionaria y el electoralismo y el oportunismo, se convierten en un fin en sí mismo.

La segunda variante derechista, es aún más peligrosa, pues se somete al reformismo, se ata de pies y manos y se subsume en él incluso de manera orgánica, mediante prácticas de entrismo, oportunismo y liquidacionismo, al acabar de hecho y de palabra, con la innegociable independencia del Movimiento Comunista respecto a los objetivos revolucionarios del proletariado.

El carácter progresivo y progresista del polo popular-democrático surgido como respuesta a los “desmanes” del neoliberalismo, implica en el presente contexto, una firme posición de principios marxistas-leninistas y un combate ideológico-político en torno a las reformas.

¿Cómo defender una sanidad y una educación públicas, gratuitas y de calidad si el gasto público está sometido a los intereses del pago de la deuda ilegítima producida por el “saneamiento” del sistema financiero? ¿Cómo solucionar el problema del desempleo y la precariedad, si en el actual modelo, es la condición para presionar a la baja los salarios y mejorar la competitividad mediante una devaluación interna vía salarial? ¿Cómo afrontar una política que acabe con los sectores y ramas económicas oligopolizados? ¿Se impulsarán medidas contra el ”dumping social” estableciendo controles y regulaciones sobre el capital, para evitar sus fugas y su deslocalización? ¿ Vamos a seguir integrados en una organización como la OTAN, verdadero instrumento armado al servicio del capital y su reproducción ampliada?. Estas son algunas de las cuestiones que deben ser transformados en los ejes de una línea política que, de manera simultánea, combata al reformismo y al oportunismo, y desarrolle vías de penetración de planteamientos revolucionarios, capaces de establecer una fusión entre el Movimiento Comunista y los sectores del Pueblo Trabajador-Proletariado políticamente más conscientes. Lógicamente, cualquier intento de responder a cualquiera de las cuestiones que hemos apuntado, nos lleva a presentar como ineludible y necesaria, la inmediata ruptura con el marco de dominación imperialista de la Unión Europea, y con su política de agresión sistemática y sistematizada contra los Pueblos Trabajadores. Nos llevarían a transformar la deuda ilegítima, producto de la “socialización” de las pérdidas del sistema financiero, en una palanca estratégica mediante la cual podría ser creada una banca pública, con recursos y con capacidad de planificar la inversión, para impulsar sectores generadores de empleo, bajo nuevas formas de propiedad colectiva.

Efectivamente, es ahora el momento en el que el Movimiento Comunista se encuentra en condiciones de consolidarse como alternativa revolucionaria a los límites del reformismo. Tengamos presente, que la ausencia de la referencialidad comunista, es la que abre las puertas al populismo fascista; los límites del reformismo, si no son gestionados por el Movimiento Comunista, la reacción de las masas puede encontrar en el fácil discurso fascista a problemas complejos, una vía populista, que incluso está en condiciones hasta de crear “Hogares sociales”…

Por eso, ante estas nuevas elecciones, el Movimiento Comunista debe seguir trabajando en su reconstrucción efectiva, con intransigencia, contra todo espíritu conciliador y sin abusar de la fraseología incendiaria. Lenin se refería con sarcasmo a los que escribían “revolución” sólo con mayúscula o con tres “erres”.

“No necesitamos arranques histéricos. Lo que nos hace falta es la marcha acompasada de los batallones de hierro del proletariado” (Lenin).

 

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