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Colombia :: 11/08/2016

Un año más de ignominia tras las rejas

MiguelÁngel BeltránVillegas
La cárcel se vive como tragedia y se repite como... tragedia

Hoy cumplo un año de haber sido privado de mi libertad, este es casi el mismo tiempo que ha trascurrido desde el nacimiento de mi hijo menor, el pequeño osito. Todavía impregnaban mi cuerpo los olores a placenta, leche materna y hierbas medicinales, cuando aquel viernes 31 de julio un sorpresivo retén de policía atravesado en la vía me detuvo muy cerca de la notaría donde hacía las gestiones para el registro civil del bebé. En los primeros días de detención pensé muchas veces en esos largos segundos transcurridos inmediatamente después que aquel joven y afable policía solicitó mi identificación, y durante los cuales tuve la plena conciencia de que una vez el agente de la fuerza pública digitara mi número de cédula, ya nada podría hacerse. ¿Debí entonces, fingir que había extraviado mis documentos y reportar un número diferente? o ¿advertirle que tenía problemas judiciales “menores”y luego proponerle que pagaría por su silencio? Al final concluí que lo que yo quería y debía hacer, fue precisamente lo que hice, aunque el dolor de estar de nuevo lejos de mi esposa e hijos me desgarraría el alma.

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