La elección de Donald Trump mostró que la sociedad estadounidense ha acentuado sus contradicciones internas, lo que repercutirá fuertemente en su política exterior. Y con ello la ampliación de la conducta intervencionista, de presión y de agresión contra países como Siria, Libia, Irak, Venezuela, Nicaragua, México, China e Irán, entre otros. Una sociedad dividida entre su población afroamericana, hispana y blanca – y en esta última entre los grupos más pauperizados y la elite política y económica - Una sociedad hendida entre los Estados del Medio Oeste con relación a la Costa Este y Oeste pero también con una comunidad hastiada de la forma en que se hace política en el imperio y que decidió, en un 50 % del universo electoral, quedarse en casa.